viernes, 27 de marzo de 2015

ANTONIO AGRAZ [15.304]


Antonio Agraz 

Nació en Madrid en 1905. Fue periodista y poeta. De orientación anarquista, participó en CNT, publicación de dicha central obrera. En ella llegó a ser redactor desde 1936 hasta 1938. 

Su obra poética durante la Guerra Civil Española fue prolífica. Sus poemas se hallan reunidos en varias antologías, como por ejemplo en Romances de CNT, España Heroica,
Romancero de la Guerra Española, Romancero español 1936-1939 y Romancero de la defensa de Madrid. Concluida la guerra pasó más de cinco años en las cárceles del franquismo. Al salir de prisión se vio privado del ejercicio de su profesión al igual que muchos otros intelectuales perseguidos por la dictadura. Murió en la pobreza en Madrid, año 1956.



¡AQUÍ MADRID, CAPITAL DE LA TIERRA!

Levantinos, levantinos,
hombres de conciencia entera:
levantinos de Alicante,
de Castellón, de Valencia:
de la ciudad y del pueblo;
del naranjal y la huerta;
del surco y del arrozal;
de la fábrica y la pesca...
Levantinos, levantinos:
oíd de Madrid la arenga.
Oídla bien, levantinos
de Alicante y de Valencia,
de Castellón, de la Plana,
la bella ciudad deshecha
por las llamas y el acero
de las hordas extranjeras.
Oíd, oíd, levantinos,
hombres de conciencia entera.
Oíd, porque habla Madrid,
la capital de la Tierra.
Madrid, que da la consigna
«Resistencia y resistencia».
Luchad vosotros, los hombres;
trenzad, los hombres, trincheras.
Que la victoria es segura;
que la victoria es tan nuestra,
que, ni aun muertos nos la pueden
arrebatar las colmenas
de zánganos dictadores
ni las cobardes potencias,
impotentes, impotentes,
aunque potentes se crean.
Luchad, vosotros, los hombres;
trenzad, los hombres, trincheras,
seguros de que Madrid,
la capital de la Tierra,
sencilla porque es sencilla;
serena, porque es serena,
y alegre, porque el dolor
no hace ya en su carne mella,
y, además, agradecida,
levantinos de Valencia,
de Castellón, de Alicante,
de la ciudad y la huerta,
tiene los brazos abiertos
y las entrañas abiertas
a los padres y a los niños
de todos los que pelean.

Levantinos, levantinos:
oíd de Madrid la arenga
«Luchar y fortificar;
resistencia y resistencia».
¡Que está la guerra ganada!
¡Que ganaremos la guerra,
pese a la traición, al miedo
y a las cobardes potencias!

(En Romances de CNT)





VENGO DE CUATRO CAMINOS

Vengo de Cuatro Caminos.
De Cuatro Caminos vengo.
Mis ojos que ya no lloran,
los traigo de sangre llenos;
sangre de un chiquillo rubio
que he visto roto en el suelo;
sangre de una mujer joven;
sangre de un viejo muy viejo;
sangre de muchos, ¡de muchos!,
confiados, indefensos,
caídos bajo las bombas
de los piratas del cielo.
Vengo de Cuatro Caminos,
de Cuatro Caminos vengo.
Traigo los oídos sordos
de blasfemias y lamentos.
-¡Ay, chiquitín, chiquitín!
¿Qué les hiciste a esos perros
para que así te destrocen
sobre las piedras del suelo?
-¡Ay, ay, ay, madre, mi madre!,
¿por qué han matado al abuelo?
- Porque son hijos de loba
y de lobo carnicero;
porque llevan en las venas
sangre de burdel y cieno;
porque nacieron sin padre
dentro de su regimiento.

Un “¡Caso en Dios!” corta el aire
hacia la farsa del cielo.

(En Romancero de la defensa de Madrid)






Ayer martes, por la noche,
la virgen bajó del cielo.
Esta mañana, en la calle,
la encontraron los bomberos.
Se la llevaron a Miaja
que se puso muy contento.
La virgen es de oro fino.
Nosotros la fundiremos,
para comprarles cañones
a los bravos artilleros,
y por haber sido buena,
bajando del cielo a vernos,
mientras los obuses zumben
nosotros la rezaremos.

(CNT. Marzo 1937)




Remember

Recordad bien: era julio
y era noche de verano.
Por las calles, asfaltadas
de golfas y de noctámbulos,
iban y venían hombres
con los trajes de trabajo,
hechas fiebre lass miradas,
hechos carrera los pasos.
¿Hacia dónde tan de tarde
van los que madrugan tanto?
Recordad bien: era julio...
y era noche de verano.
Por la Corrredera Baja,
Tudescos y el Desengaño,
a la callle de La Luna,
do estaban los sindicatos,
con violencia de torrente
caminaba río humano.
¡Armas!, pedían, nerviosos.
¡Armas!, pedían airados.
¡Armas!,  para sujetar
a los canallas del fascio.
Como no les daban armas,
a la lucha se lanzaron,
la mitad medio desnudos,
la mitad medio descalzos,
y al amanecer el día
comenzaron el asalto.
¡El Cuartel de la Montaña
se entregó a los Sindicatos!
Recordad bien. Era julio
y era noche de verano.
Luchaban los hombre libres.
Los hombres libres ganaron.




Tenderos

Calle abajo va el reguero
de la cola mañanera.
Viejas que ya no trabajan
porque se hicieron muy viejas.
Viejas que arrastran los años
sobre zapatos sin suelas;
niñas, tan chiquirritinas,
tan menudas, tan pequeñas,
que parecen salpullido
que le sale a las aceras;
mozas, algunas, muy pocas,
porque el taller las espera;
guardias con fusil al hombro
recomendando paciencia
a las que chillan airadas
cuando una viva se cuela...
Las agujas de un reloj
apuntan las ocho y media,
chirría el cierre metálico
de la puerta de la tienda...
Los guadias montan la guardia
frente al quicio de la puerta;
da una palmada el tendero,
abre el cajón la tendera.
La cola va desgranando
frente al mostrador sus cuentas.
El tiburón de la caja
por sus fauces de madera
se traga voraz los cuartos,
duro a duro, perra a perra.
Lo que ha costados dos reales
se vende a cuatro pesetas,
lo que tres duros valía
diez duros o doce cuesta.
Se marchan las compradoras
sin cupro en la faltriquera
y unos gramos, muy poquitos,
de cualquier cosa en la cesta.
Chirrían de nuevo los cierres
metálicos de la puerta.
Muralla de acero clavan
entre la calle y la tienda.
Gozosos, cuentan los cuartos,
productos de mala venta,
el pequeño comerciante
y su mujer la tendera.
Y mientras ayunan hijos
del que lucha en las trincheras,
los dos tenderos suspiran:
¡que no se acabe la guerra!




Romance de guerra a la 43.ª División

43.ª División, orgullo de los leales,
con aire de pueblo en armas
dejas vacíos los valles.
Por encima de la muerte
supo erguirse en los combates
y a los tres meses de lucha
sin asistencia de nadie
contra malvados sin patria,
contra riscos y breñales,
contra látigos de hielo
y contra cuchillos de hambre
sale de España la buena,
de España la buena sale.
Cruzando está la frontera,
los heridos van delante,
detrás los niños,
detrás caminan las madres,
detrás marchan los ancianos
y detrás los militares;
primero van los soldados,
les siguen los oficiales,
su teniente coronel
es el último que sale.
La muerte lleva en el alma,
la vida en el rostro grave,
serena la faz altiva
y espíritu indomable.
Las sierras del Pirineo
llenas de nieve y sangre,
asombradas de su gesta
las gargantas entreabren
para dejarles camino
por entre verdes pinares
y asomándose a los picos
al verles pasar, la tarde
discute con la mañana
porque no quiere marcharse.
Los valles de Bielsa gimen
“¡Quién pudiera acompañarles!”
Responde el jefe, Beltrán,
irguiendo el membrudo talle:
“¡Note apures, Aragón,
que yo volveré a buscarte!”
La voz de El Esquinazau,
pregón de guerra en el aire,
resuena como una trompa
de Bernardo en Roncesvalles.

En “CNT” de Madrid, 18-6-1938




La rendición de Santoña el 24 de agosto de 1937 fue un hecho histórico muy del gusto nacionalista: en una guerra contra la insurrección militar de Franco, eligen para rendirse a una potencia extranjera, representada por el ejército italiano cuya participación en la guerra fue lamentable. El poeta anarquista Antonio Agraz dedicó unos versos satíricos a Hannibale Bergonzoli, también llamado ‘Barba eléctrica’, comandante en jefe del Ejército italiano tras su desastrosa ‘gesta’ de Guadalajara:



Bergonzoli, sinvergüenza,
general de las derrotas,
si quieres tomar Trijueque
con los bambinos que portas,
no vengas con pelotones.
¡Hay que venir con pelotas!



El envés del arrojo sin mácula es la cobardía agazapada de aquellos que procuran, por diferentes vías y en secreto, la desgracia del Frente Popular, y que son agriamente recriminados, incluso con la amenaza de la ejecución. En uno de sus romances cenetistas escribe Antonio Agraz:



Mas no vengan los que rondan 
“camuflados” por las Ramblas, 
ni los que ríen, alegres, 
si llegan noticias malas, 
ni los que cuentan las horas, 
desgastando las butacas 
de los cafés presuntuosos, 
junto a platinescas damas, 
ni los falsos, ni los sucios, 
ni los que sus años guardan 
para retrasar la quinta 
que les hace entrar en caja. 
Ésos no nos interesan. 
Ésos no nos hacen falta. 
Ésos tienen ya su ruta, 
camino de cualquier tapia. 








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