Guillermo Neo
Nació en Buenos Aires en 1971. Es hincha de Ferrocarril Oeste y sólo escucha radio AM.
Publicó:
El color de la Mesa (1998), Sucesos Orilleros (2000) y Poemas de superficie (2007).
Hojas en el suelo
Lloro en sueños
las sábanas amanecen secas.
Mi fisonomía
desmembrada
desalmada
embadurnada
envenenada
embrujada
desenfundada
desguasada
Congrega el dolor
de mis mujeres.
Aquí,
justo bajo la garganta
donde termina la nuez.
Río pureza en la vigilia
de un tierno corazón.
Me cocino en la sangre
de la ingratitud.
Lloro seco por la noche
Amarilleando
I
Las hojas caen sobre el piso.
Una y otra vez
continuamente.
No dejan de caer
sobrevuelan
arrastradas por la velocidad de los autos.
El cielo mira impávido los hechos
como si desconociera
el viento
como si nada tuviese que ver con
la fotosíntesis.
Han tapizado el monte de un
amarillo marrón claro verdoso
la hojarasca abonará las entrañas de la arcilla
o será barrida por los barrenderos de traje naranja.
Seguro que de aquí a unos meses
no quedará rastro alguno
de abril,
habremos olvidado estos árboles rojizos,
por enésima vez perderemos la confianza en el teclado
y desayunaremos con un buzo verde
y la hornalla prendida.
II
Los pastos amarillean.
Las hojas amarillean.
Las palmas de mis manos
tienen el tamaño de las hojas del piso.
Ensoladas y en soledad.
Desparraman belleza.
Los cipreses se están amarronando.
La enfermedad viene de afuera hacia adentro.
El otoño hoy lunes
se hace invierno-
El cielo es un paisaje
El único paisaje que nos permite
la ciudad.
Si la pampa es un cielo al revés,
el cielo es un paisaje
que al mirarlo da hambre.
Tal vez, en este preciso instante
en los valles calchaquíes
el cielo esté tan monótono y diáfano…
que no valga la pena mirar el cielo.
En cambio, este cielo céntrico no tiene nada que envidiar
a ningún cielo del mundo
solo es aire, luz y nubes a diferentes alturas.
Un avión se clava en un nubarrón,
al principio parece transparente
pero luego de un instante se disuelve
Una vez más, una nube se come un avión.
Curuzú Cuatiá
El arroyo lo cruzamos a pie
por la parte mas angosta.
Piedras bajo el agua.
Brillan.
Como ágatas
como amatistas pulidas por el río.
Sumerjo las piernas.
No me veo los pies.
Los peces escapan veloces.
Cuanto más profunda
más fría es el agua.
Un tronco hundido
duerme en el fondo arenoso
Un ancla de madera
bajo el estero
un bosque incendiado
un bosque inundado.
La tierra se ha endurecido
cubierta por una capa de ceniza.
Está seca como los ojos de un muerto.
Más tarde o más temprano
la lluvia hará barro del polvo
Y los cipreses germinarán entre juncales.
Aire
Después de una semana de fina garúa
hoy salió el sol.
Las madres, lavan
Cuelgan
Lavan, cuelgan
El cansancio de las madres
Extenuadas
Exhaustas
La ropa flamea
Una camisa blanca
Un buzo rojo
Un pantalón azul
Una polera verde
Una remera amarilla
La blusa
Escurren mugre
Partículas de luz drenan la tela
Las doñas aprovechan el sol frío del mediodía
Tensan sogas entre árbol y árbol
Cuelgan allí su ropa mojada
Su trabajo tempranero
El viento zarandea
La ropa tendida
Banderas de pobreza
Ondulan elegantes
Al costado de la Panamericana
Poemas de superficie (2007)
La casa del girasol
Los girasoles crecen frente a la casa.
Pegado al alero,
floreció el girasol más grande de todos:
tendrá metro y medio de alto
y su flor es del tamaño de un plato playo amarillo.
Ahora, mi casa no es una casa cualquiera
Ahora, mi casa es la casa del girasol.
Mi vecina O. dice que germinaron
De las semillas que les da de comer a los loros.
y ¿quién sabe? Tal vez sea así.
Hoy no se ve el sol
los girasoles se desploman hacia delante
como haciendo una reverencia a un dios ausente.
No hay comentarios:
Publicar un comentario