Carolyn Cassady
Escritora de la Beat Generation
Carolyn Cassady nació en Michigan en 1923quien y murió el viernes 20 de septiembre de 2013 a los 90 años.
CAROLYN CASSADY
Gracias a su matrimonio con Neal Cassady, se convirtió en la musa de la generación beat, el movimiento cultural de mediados de los cincuenta que aglutinó a algunos de los mejores escritores de Estados Unidos.
Su nombre de soltera era Carolyn Elizabeth Robinson y había nacido en 1923 en Lansing (Michigan), pasando sus primeros años en Nashville. Descendiente de una familia inglesa, su madre era maestra y su padre bioquímico; era la menor de cinco hermanos. Empezó a estudiar arte a los nueve años e hizo su primer retrato a los 14. Toda su vida se interesó por la pintura.
Carolyn reflejó en sus escritos su cercanía por el American Ballet Theatre, donde tenía amigos, y su fascinación por el mundo de la danza, lo que la hizo tomar clases con Martha Graham en su aula de mujeres de Bennington. También estudió el método teatral de Stanislavski, licenciándose en 1944. Después la encontramos en 1946 ejerciendo como profesora de Bellas Artes y de Artes Escénicas en la Universidad de Denver (Colorado), periodo en el que activamente diseña decorados teatrales y experimenta con el dibujo y la pintura gestual y consigue su doctorado.
Allí mismo conoce a Neal Cassady, como asegura el estudioso Jean-François Duval, en 1947, relatando que Neal “se siente inmediatamente atraído por esa mujer instruida, de una clase social unos cuantos escalones por encima de la suya”. Ese flechazo precipita que Neal anule su matrimonio con LuAnne Henderson e inmediatamente después, en 1948, se case con Carolyn. Tuvieron tres hijos. En 1976 Carolyn publica un primer fragmento de sus memorias.
Es a través de esa unión con Neal que Carolyn conoce en continuación a todos los legendarios protagonistas de la generación beat e intima con ellos, empezando por Allen Ginsberg y Jack Kerouac en 1947. Posteriormente conoce a William Burroughs, y al mismo tiempo, se convierte en amante de Kerouac. A principios de los años cincuenta, Carolyn se implicó de nuevo en el diseño de trajes de danza con la compañía de Los Gatos Accademy of Dance.
La relación entre Kerouac y Carolyn no se interrumpió nunca, y es Duval precisamente quien recoge que se llamaron con mucha frecuencia hasta la muerte del escritor en 1969.
Ella se convirtió en la musa indiscutida de Kerouac, apareciendo como Camilla en On the road y como Evelyn en los libros Big Sur y Visiones de Cody (donde Carolyn es una de las tres voces que dan vida a la narración experimental). Una de las grandes leyendas es el famoso y mil veces contado ménage à trois de Carolyn con Neal y Jack. El episodio lo relató la propia Carolyn primero en 1976 y luego con muchos más detalles en 1990 en Off the road. También relató cómo una mañana entró sutilmente y en silencio en el apartamento de Neal para darle una sorpresa, pero se la llevó ella al encontrarlo en la cama junto a LuAnne y Ginsberg, todos desnudos y dormidos. Carolyn prologó las ediciones de los epistolarios de Neal Cassady y Allen Ginsberg (1977) y las cartas selectas de Neal en 2005.
En 1984 Carolyn dejó Estados Unidos y se mudó a Reino Unido, primero se establece en Londres y luego en ese pequeño pueblo del condado de Berkshire, y es allí donde Duval la encuentra para entrevistarla para su libro Kerouac y la generación ‘beat’, generando uno de los capítulos cruciales de su larga y rigurosa investigación. El texto de entrevista de Duval es quizá el más enternecedor de todo su libro, donde desacralizó muchas leyendas, como el periodo de escritura de On the road o la sexualidad de Kerouac y Neal Cassady: “Hay que distinguir entre vida y literatura”, declaró Carolyn.
GB,1: Carolyn Cassady: Off the road: Así empieza:
Pasaban unos minutos de las dos de la tarde de aquel sábado de marzo de 1947 cuando sonó el teléfono en la sala de mi hotel. El afectado deje de tipo duro de Bill Tomson era inconfundible. "Hola, muñeca, ¿te importa si subo un momento?". Dudé; Bill se estaba convirtiendo en un pesado. Aparecía por el campus casi a diario y sus visitas sin previo aviso se me hacían cada vez más tediosas. Había seguido tratándole por curiosidad, pero hasta entonces no había encontrado ningún tema del que hablara en serio. Limitaba sus conversaciones a lo que él creía que me impresionaría: réplicas inteligentes, bravuconadas e historias de proezas extraordinarias, bien propias o bien de uno de sus amigos, un tal Neal Cassady. Neal era un héroe, como Otelo, al que había que cantarle sus alabanzas, y Bill desempeñaba el papel de discípulo entregado. Me contaba arriesgadas aventuras en coches, roces con la autoridad, profundos safaris intelectuales y musicales.
Criada para temer y reverenciar los códigos sociales dominantes en los años treinta y habiendo llevado una existencia protegida y llena de restricciones, me impresionaba oír a Bill hablar de dos hombres que osaban vivir como los personajes de mis libros y películas, si, claro está, Bill no exageraba. En cualquier caso, la vida que él describía me resultaba remota y poco amenazante; no iba a enamorarme de Bill y me dijo que Neal estaba en Nueva York, estudiando en la Universidad de Columbia con dos amigos, Jack Kerouac y Allen Ginsberg, uno un famoso futbolista y el otro, poeta.
Bill tenía cierto parecido con alguna estrella de cine cuyo nombre hacía tiempo que había olvidado, y esa tarde podía imaginármelo apoyado en la barra del vestíbulo de un hotel, un whisky en una mano mientras la otra retorcía el cable del teléfono, un cigarrillo colgándole de los labios le obligaba a guiñar un ojo debido al humo, y también el otro, porque no lograba retirarse de la cara las guedejas de su cabello grueso y oscuro, sacudía la cabeza tantas veces como fuera necesario.
Tras un largo silencio respondí: "Vale, Bill, pero sólo un momento; tengo mucho trabajo". Cuando abrí la puerta, descubrí que no venía solo. Había otro hombre detrás de él, que entró en la habitación pasándome de largo, catalogando su contenido antes de girarse para atender la presentación de Bill.
- Cari, éste es Neal Cassady.
Carolyn Cassady. Off the road. Veinte años con Cassady, Kerouac y Ginsberg. Ediciones Escalera, septiembre de 2013. De la traducción: Ana Lima. De la imagen de portada: Ediciones Escalera.
Con este libro de Carolyn Cassady, Off the road, Fuera de la carretera, quizá una de las mujeres beat más conocidas, sin duda la más mítica, y también la más sufrida, doy comienzo a una serie de post en la que repasaré toda la obra, al menos la que yo conozco, de los escritores de la Generación Beat. Ediciones Escalera edita por primera vez en castellano este libro en el que Carolyn nos cuenta, desde la experiencia personal, su convivencia, a menudo intermitente, con Neal Cassady sobre todo, pero también con Jack Kerouac y, en menor medida, con Allen Ginsberg. Este libro nos desvela la cara menos amable de los principales escritores de esta generación que, según sus protagonistas, no fue tal, tan solo un invento de los medios de comunicación de la época. Sea como sea, estamos ante un libro que nos enseña a entender mejor el carácter y el genio creativo de los más representativos escritores de esta "generación". Un libro, a mi juicio imprescindible en cualquier biblioteca beat que se precie de tal.
Carolyn Cassady
Off the Road (fragmento)
" Desde la llegada de Jack, Allen había estado escribiendo más a menudo. Resultaba evidente que envidiaba la complicidad de sus amigos. Escribió largos poemas, describió las actividades de todos sus conocidos y reiteró historias que otros le habían contado anteriormente. Disfrutamos turnándonos para leer y discutir ampliamente sus cartas.
Jack se había vuelto más depresivo a causa de sus desavenencias con Joan y la insistencia de ésta en que le enviara un dinero que no tenía. Le había entregado un depósito de mil dólares a su madre por The Town and the City [...] Cualquier mención con respecto a Joan lo enojaba. Quería huir. Allen, sensible, le ofreció un consejo paternal [...] Los recuerdos de Jack adoptaron cada vez con mayor vigor la armonía y simplicidad de México -ciertamente un cambio de dirección fuera del alcance de las persistentes comunicaciones de Joan.
En la transparencia de los meses pasados de comparativa compatibilidad y serenidad con Neal, sentí que nuestro matrimonio había logrado una condición más estable y dejé que mis pensamientos giraran en torno a planes familiares basados en la convencionalidad que se había forjado en mi mente, creyendo que Neal también la compartía. Él lo hacía y no lo hacía. Es algo que tuve que aprender.
Parecía el momento adecuado de consolidar la relación con los abuelos, que nunca habían visto a los niños pero que habían mostrado gran interés en ellos. Así que decidimos ir a visitarles a Tennessee y darle a Neal la oportunidad de que conociera la granja. Neal, siempre dispuesto a viajar con cualquier excusa, pensó también que yo podría acompañarle en un viaje de carretera. Durante cinco años no había tenido ningún tipo de vacaciones. Neal pensó que el viaje podría permitirle contactar con su padre. "
Recordando a mi amiga Carolyn Cassady, difunta reina de los poetas beat
por Phil Habblethwaite
De todo lo que se dijo y escribió sobre la adaptación cinematográfica de la clásica novela beat de Kerouac, On The Road, del año pasado, nada fue más perfecto que esta cita que Carolyn Cassady dio a The Telegraph sobre el actor Garrett Hedlund, quien interpretó al personaje (Dean Moriarty) basado en su difunto esposo, Neal. "Creo que fue la persona más aburrida que conocí en mi vida", le dijo al periodista Peter Stanford. "No me hizo ninguna pregunta sobre Neal, en lugar de eso me enseñó como sus pavos en Minnesota movían la cabeza al ritmo de la música de Johnny Cash. Y luego vino aquí, el chofer esperándolo afuera, se sentó en la silla en la que estás, y me leyó su diario en lo que se sintieron como cuatro horas".
Carolyn, quien murió el viernes 20 de septiembre a los 90 años, amaba lanzar rocas a la industria beat desde la banqueta. Como ella lo explica, siempre hay interés, pero la fascinación intensa venía cada cinco años o algo así, cuando salía una nueva película, un libro de cartas, o lo que sea, y para ese punto se convirtió en una excelente entrevistada. Como archi anglófila, se mudó al Reino Unido en 1983, y como esposa del hombre que inspiró On The Road y la poesía temprana de Allen Ginsberg --y luego con la bendición de Neal, se convirtió en la amante de Kerouac-- era una explosiva fuente para un artículo.
Carolyn usaba las oportunidades que le ofrecían para dar su lado realista y menos mítico de la historia. No era siempre lo que los periodistas y los editores querían oír. La última vez que me senté en la misma silla que ocupó Garrett Hedlund --en su casa móvil inmaculadamente mantenida cerca de Bracknell en Berkshire, cerca del hospital donde murió-- fue en 2004 en un trabajo para la revista de moda Dazed & Confused. Me pidieron un perfil de Carolyn. No salió bien. O más bien, yo estaba contento con el artículo que hice, luego los editores de Dazed pusieron algo incorrecto en la pieza que se publicó, lo que fue devastador para Carolyn y para mí.
Yo tenía historia. Como fanático adolescente del beat, era un visitador de la casa de Carolyn en Belsize Park en Londres, antes de que se mudara a Home Counties. Traía amigos y alcohol, y también nos encontramos algunas veces en el Club de Arte de Chelsea, donde le dieron una membresía complementaria que lamentaba usar solo raramente. Tal vez, en el transcurso de los años 90, cuando yo tenía entre 17 y 21 años, nos vimos diez veces, y luego mis visitas se hicieron menos frecuentes. Mientras tanto, a mis 18 años, había viajado a Estados Unidos y manejado una Chevrolet de 500 dólares de la costa este al oeste. Carolyn nos dio a mi y a dos amigos el número de Ginsberg en Nueva York (más sobre eso después). Solo fui a su casa en Berkshire dos veces, la segunda fue para la entrevista de Dazed. De hecho, el último contacto que tuve con ella fue en 2004.
Temía el tener que llamar a Carolyn y decirle que le habían agregado algo al artículo que ella encontraría ofensivo. No era mi culpa, pero se sentía como una traición. Aquí estaba una mujer que me había ayudado a asegurar un lugar en la Universidad de California, Berkeley en un programa gratuito de intercambio cuando tenía 21 años al escribirme una halagadora carta de referencia. Mi papá, el encantador, aún cree que esa es la única razón por la que entré. Para la pieza de Dazed también me confió su invaluable colección de fotos monocromáticas de Jack y Neal que tomó en los años 50, que siguen siendo las imágenes más icónicas de los dos héroes, incluyendo la de abajo que por años fue la cubierta del libro de bolsillo de On The Road.
Neal Cassady (izquierda) posa con el amante de su esposa Carolyn, Jack Keoruac.
Esas imágenes significaban su fuente primaria de ingresos, y se hizo un cargo a Dazed por usarlas en el artículo. Carolyn no era rica, y en mi entrevista lamentó el hecho de que el abrigo de Kerouac que hacía unos años compró Johnny Depp llegara a los 10,000 dólares. Después de la muerte de Neal en 1968 (Jack murió un año después), ella se deshizo de las prendas y cosas que no tenían ningún valor particular para ella. Nunca, dijo, se imaginó que una superestrella de Hollywood terminaría pagando más de 50,000 dólares por un número de pertenencias de Kerouac. Claramente las posesiones de Neal tendrían un valor considerable también.
Carolyn también escribió un libro --Off The Road-- pero nunca vendió bien, nada menos que porque daba una imagen de los beats que es contraria a la leyenda creada por las novelas y los poemas. En su mayoría, escribió que Neal era un hombre de familia dedicado y trabajador --cálido, atento y responsable-- aunque ciertamente le causó miserias a Carolyn al irse repentinamente en búsqueda de sus legendarias aventuras. Frecuentemente, sus viajes eran organizados, planeados con anticipación y hechos con permiso de Carolyn. Pero no siempre.
"Neil tenía una personalidad dividida", me dijo Carolyn en 2004. "Había cosas fundamentales que pasaban por él como la compasión y la no-violencia, pero incuestionablemente había dos lados de él. El otro Neal tenía una naturaleza salvaje conducida por el deseo sexual".
Decía saber poco de ese lado de su esposo, salvo indirectamente, y respecto a eso siempre ha habido una ingenuidad en Carolyn que era central para su encanto y buena naturaleza. (Para ser claros, la libertad sexual de Neil era la razón por la que no tenía conflictos con que su esposa tuviera un romance con Kerouac, y Carolyn nunca tuvo mucha vida sexual con Neal porque lo encontraba como un amante muy agresivo. Además, Carolyn y Jack no se mostraban afecto frente a Neil). Mi entrevista para Dazed se enganchó al rededor de la publicación de una colección de cartas frenéticas de Neal que fueron la principal inspiración para el estilo de "el primer pensamiento es el mejor pensamiento" de la prosa de Kerouac. Al leer algunas de ellas por primera vez, décadas después de que fueran escritas, Carolyn dijo aún estar descubriendo cosas sobre Neal. Por ejemplo, aprendió que muchos de los autos que decía tomar "prestados" nunca fueron devueltos a sus dueños. "Siempre dije que nunca privaría a nadie de nada", me dijo. "En esas cartas describía cómo los robaba, los desarmaba y los vendía".
Foto policial de Neal Cassady tomada por la policía de Denver.
También dijo que apenas había descubierto por qué a Neal --criado en un rancherío en Denver por un padre alcohólico-- le atraía ella. "Me tomó 60 años deducir que una de las ambiciones en la vida de este hombre era volverse respetable", dijo. "El minuto en el que me conoció se dio cuenta que ahí había una chica educada de una familia de clase media-alta y aquí estaba su pasaporte. Yo llegué y así quedó.
Neal estaba más que al tanto del mito construido en torno a él. "Neal Cassady hacía todo lo que hace una novela", dijo una vez sobre él Ken Kesey, autor de One Flew Over The Cuckoo's Nest, "excepto que lo hizo mejor porque el lo estaba viviendo y no escribiendo sobre eso". La idea le causaba dolor. Rumbo al final de su vida, una vez se refirió a sí mismo como "Keroassady" --un hombre mitad ficción-- y se dice que le dijo lo siguiente al novio de Allen Ginsberg, Peter Orlovsky, en la famosa lectura de Six Gallery en San Francisco en 1955: "Ven aquí, Peter, párate junto a mí". Cuando preguntó por qué, contestó: "Bueno, no conozco a nadie aquí". Y aún así, en esa lectura Ginsberg presentó por primera vez "Howl", su próximamente-vetado poema, en el que escribe: "N.C., el héroe secreto de estos poemas cocksman y Adonis de Denver".
Cuando Neal leyó por primera vez One Flew Over The Cuckoo’s Nest, se sintió llamado por Kesey, quien en parte basó a su personaje principal, Randle Patrick McMurphy, en Dean Moriarty de On The Road. Kesey vivió cerca de Cassady en Palo Alto, California, al sur de San Francisco. Había estado en Oregón ayudando a su hermano a poner una cremería, y cuando regresaron un día, descubrió a Neal en su pasto rebotando de arriba a abajo como un niño emocionado o un boxeador preparándose para la pelea. Kesey se presentó. "Sí, sí, sí, sí, sí", le respondió febrilmente, "Hola, Jefe".
Kesey y Cassady se volvieron amigos cuando, en 1964, el Merry Pranksters --la banda de intelectuales inadaptados y misioneros ácidos que se habían juntado con Kesey-- viajaron alrededor de Estados Unidos, reclutaron a Neal para manejar el camión pintado psicodélicamente. El héroe de la generación Beat ahora estaba en el corazón del movimiento hippie --conectando a dos generaciones con una sola mano-- pero para 1964 se convertiría en una figura trágica confundida por las drogas, y de algún modo una parodia de sí mismo. Y llevaría a cabo su leyenda, tenía sexo con chicas hippies y, lleno de anfetaminas, hablaba continuamente.
"Al principio dije, 'Nunca traigas a ese Kesey aquí", me dijo Carolyn. "Pero luego vino y preparó algo de cenar y fue muy bueno conmigo. Dios, sí que fue amable. Cada vez que iba a escribir o a producir algo sobre Neal, me llamaba y me decía, 'ven con nosotros, tienes que formar parte de esto'. Pude ir tras escenarios en conciertos de Grateful Dead. No es algo que escuche nunca, pero iba por las personalidades. Me gustaba toda la gente; solo no me gustaban sus estilos de vida. Y yo estaba en contra de las drogas. Creo que destruyeron a Kesey. Lo que escribió después de meterse en las drogas es pura basura".
Finalmente, Carolyn y Kesey cayeron y es algo típico de ella el haber tenido relaciones inestables con casi todos los Beats que pasaron por los 60.
La continua atracción por los Beats es fácil de comprender. En el núcleo de las novelas y los poemas y los ideales gemelos de tiempo y velocidad, y esas dos cosas que siempre seducirán a los jóvenes, vengan de donde vengan. El director de On The Road, el brasileño Walter Salles, quien también dirigió Diarios de Motocicleta, leyó por primera vez el libro de Kerouac en 1956 cuando comenzó la universidad. En ese tiempo Brasil estaba bajo una dictadura militar. "Vivíamos en un país donde la libertad era una meta muy difícil de conseguir", dijo antes del lanzamiento de la película, "y ahí estaban esos personajes que trataban de vivir todo en carne propia y no indirectamente, tratando de encontrar la última frontera americana y la frontera en ellos mismos. Tuvo un profundo impacto en mí".
El libro también tuvo un impacto profundo en mí, que me llevó con dos amigos a trabajar unos meses después de dejar la escuela, juntar unos miles de dólares entre todos y salir a nuestra propia aventura beat. Mi padre me dijo que bajo ninguna circunstancia íbamos a comprar un auto y a viajar a través del país, así que en su lugar compramos una camioneta y manejamos 16,000 kilómetros de Boston a San Francisco, vía Deep South, en el transcurso de cuatro meses. Dormimos en la parte trasera de la van, incluso en la ciudad, y nos terminamos el dinero mucho antes de llegar a California. Es casi increíble pensar en eso ahora (tres chicos de 18 años que no sabían nada de nada), pero nos arreglamos cantando por cenas, mis amigos, ambos llamados Andy, eran talentosos guitarristas y yo aprendí armónica. Muchas mañanas fuimos despertados por la policía, pero nunca nos metimos en problemas serios y, claro, la primera parada que hicimos en San Francisco, después del engañoso cruce de la Montañas Rocosas en tormentas de nieve, fue City Lights Bookstore, hogar espiritual de los Beats.
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