viernes, 20 de marzo de 2015

PATRICIA HERAS MÉNDEZ [15.257]


Patricia Heras Méndez

Patricia Heras Méndez fue una de las víctimas del montaje del Caso 4F y que se suicidó seis meses después de entrar en prisión.

Patricia Heras nació en Madrid el 17 de octubre de 1974. Escribía poesía y tocaba el violín, fue precaria, artista post-porno y activista queer. Se trasladó a Barcelona donde estudió filología y literatura en la universidad.

La mañana de 6 de febrero de 2006 acudió con su amigo Alfredo al Hospital del Mar tras sufrir un percance con la bicicleta. Unos agentes aparecieron en el hospital con unos detenidos de una refriega en una fiesta celebrada en el antiguo Palau Alòs, de la calle Sant Pere Més Baix, ocupado desde 2002. En la refriega, en la que hubo carga policial y objetos fueron tirados desde una azotea, una maceta impactó en la cabeza de un agente que le dejó tetrapléjico. Los agentes identifican a Patricia por su forma de vestir como una participante en la refriega y es detenida junto con su amigo.

Patricia fue acusada de lanzar una valla contra un agente. Tras la instrucción llevada a cabo por la jueza Carmen García Martínez, Patricia Heras es condenada a tres años de prisión, entrando en la cárcel de Wad Ras de Barcelona. El 26 de abril de 2011 se suicidó, al poco tiempo de concedérsele el tercer grado.

Los agentes Bakari Samyang y Víctor Bayona, testigos de la acusación en el juicio del caso 4F, fueron condenados por torturas y falso testimonio en otro caso. La CUP reclamó la retirada de la pensión vitalicia a estos agentes.

Patricia siempre defendió su inocencia y en su blog, donde frecuentemente publicaba sus poesías, relató su versión de lo ocurrido.


Memoria

Al saber de su suicidio, se organizó en su recuerdo la Manifestación "Patri 4-F, no oblidem" el 28 de abril en Barcelona.

El 8 de junio de 2013 unas 800 personas ocuparon un cine abandonado en Barcelona al que se le puso de nombre Cinema Patricia Heras. En él se proyectó el documental Documental 4F. Ni oblit, ni perdó para dar a conocer el caso.

El documental Ciutat Morta que relata el montaje policial, político y judicial del Caso 4F fue galardonado como el mejor documental del Festival de Málaga de Cine Español 2014. Como resultado de la presión popular, el reportaje fue emitido (aunque con unos minutos censurados) en el Canal 33 de la televisión pública catalana, alcanzando los 569.000 espectadores y superando a TV3. Por todas las irregularidades mostradas en el documental, la Federación de Asociaciones de Vecinos de Barcelona y líderes y miembros de los partidos políticos Candidatura d'Unitat Popular, ICV-EUiA, ERC, Guanyem Barcelona y PSC solicitaron la reapertura del caso. Centenares de personas colocaron velas en la plaza de Sant Jaume de Barcelona tras la emisión, como homenaje en su memoria.

El 4 de febrero de 2015 se celebró la mayor manifestación sobre el 4F en Barcelona bajo el lema "No es una manzana podrida, es la cesta entera" y un recital de poesía de Patricia Heras.

Obra

Una selección de sus poesías y otros textos fueron recopilados en el libro Poeta Muerta, con el apoyo de una campaña de crowdfunding.


Patricia Heras no se olvida

“Patricia Heras Méndez, nacida en Madrid (España) el día 17 de octubre de 1974, hija de Fidel y de María, vecina de Barcelona, solvente, carente de antecedentes penales y en situación de libertad provisional por razón de ésta causa”. El texto está extraído de la sentencia del juzgado de instrucción número 8 de la Audiencia Provincial de Barcelona de enero de 2008, que la condenó a tres años de prisión al considerar probado un delito de atentado de los artículos 550, 551.1 y 552.1 del Código Penal (sobre “atentados contra la autoridad, sus agentes y los funcionarios públicos, y de la resistencia y desobediencia”). El “atentado” en cuestión es, según la sentencia, haber lanzado una valla metálica contra un agente de la Guardia Urbana de Barcelona y haberle causado una contusión y un hematoma en el tobillo que no necesitó de asistencia médica. La “causa” es una historia llena de sombras de la Barcelona obsesionada con la imagen y la seguridad a la que el documental 4F está echando luz. Patricia Heras es esa mujer de la que nadie hablaría si no se hubiera suicidado. Lo dice con tanta crudeza como acierto en el documental uno de los pocos periodistas que la rescató del olvido y escribió sobre su muerte, ocurrida hace ahora dos años.  

4F, que se estrenará a finales de mayo, hizo público un teaser del documental hace una semana, coincidiendo con el segundo aniversario del suicidio de Patricia Heras. El equipo que está detrás del documental lleva mucho tiempo investigando el caso y recuperando su memoria y la historia de todos aquéllos  -nueve en total, jóvenes y sin antecedentes penales todos ellos, muchos de origen extranjero- que fueron encerrados en prisión por lo que sucedió en la calle Sant Pere més Baix, en el corazón de Barcelona, hace ya siete años, cuando un controvertido altercado entre policías y los asistentes a una fiesta multitudinaria que se celebraba en una teatro okupado se saldó con un agente de la guardia urbana herido en el cráneo de mucha gravedad, que quedó tetrapléjico. Era la madrugada del 4 de febrero de 2006, pocos días después de que hubiera entrado en vigor la “Ordenanza de medidas para fomentar y garantizar la convivencia ciudadana en el espacio público” impulsada por el entonces responsable de seguridad municipal, Jordi Hereu. La normativa, diseñada para atajar los comportamientos “incívicos” que tanto deslucían el escaparate de la Barcelona que quería estar siempre guapa, se aprobó con mucha polémica y acabó con las precarias relaciones entre los socios del gobierno tripartito municipal. Algunos de los que lo vivieron recuerdan la atmosfera de tensión y la obsesión por la seguridad del que meses después sería alcalde de la capital catalana.


La historia de Patricia es la de una muchacha poco convencional con un tablero de ajedrez recién esculpido en el peinado y una bicicleta desaparecida, como la de Rodrigo Lanza, que salió de la prisión de Quatre Camins en diciembre pasado, es la de una maceta que se barrió con una escoba. El drama amargo que intenta desmontar el documental es el de una venganza policial, una investigación irregular y un proceso judicial sin garantías (en el que el Ayuntamiento actuó de acusación), en el que se condenó a un grupo de jóvenes sin pruebas y en base al relato de los tres urbanos que acompañaban en la patrulla al herido, dos de los cuales serían años más tarde condenados por torturas. Palabra contra palabra, la de los chicos “okupas” y “sudacas” no tuvo valor.

El documental 4F, como han defendido siempre algunos testigos y amigos, sostiene que hubo efectivamente una maceta, esa que recogía un primer informe policial citado por el entonces alcalde socialista, Joan Clos, hasta en dos ocasiones, y que fue el tiesto, lanzado desde el edificio, el causante del impacto que dejó al agente tetrapléjico y no la supuesta piedra que los agentes aseguraron que tiró Rodrigo Lanza durante una escaramuza a pie de calle. Clave hubiera sido encontrar también la bicicleta, esa que hizo caer esa noche a Patricia en otro sitio de Barcelona y acudir a curarse al Hospital del Mar, donde fue detenida mientras esperaba que le hicieran una radiografía. Pasó varios años en libertad provisional y tras dos meses en Wad Ras le dieron el tercer grado, más o menos libre de día, presa de noche. Rodrigo Lanza pasó dos años en prisión preventiva, uno en libertad provisional y tres de nuevo en la cárcel. Cinco de encierro en total, porque el Tribunal Supremo ratificó las sentencias y a él le aumentó medio año la condena.

Desconcierta leer la sentencia de la Audiencia Provincial de Barcelona y constatar que, estando en el hospital del Mar, Patricia y su amigo Alfredo Pestana, que cayó con ella de la bicicleta, fueron identificados “plenamente” por el agente número 24.738 como dos de los responsables de haberle lanzado una valla metálica en el pie cuando fue “informado telefónicamente” de su “concreta vestimenta y la peculiaridad de sus peinados”. Bastó eso para detenerlos en el hospital y para encontrarlos culpables en el juicio, aunque ellos aseguraran que no tenían nada que ver y que no habían estado ahí. Inquieta leer que ese mismo agente fue objeto de una denuncia por maltrato y torturas archivada por el mismo tribunal que juzgó el caso (aquí está la que presentó Juan Daniel Pintos). Pone los pelos de punta saber que años después, en octubre de 2011, ya identificado con nombre y apellido, el guardia urbano Bakary Samyang y su compañero Víctor Bayona, otro de los testigos “clave” del juicio del 4F –convertidos a la vez en víctimas, acusación particular y testigos en el proceso- fueron condenados por la Audiencia Provincial de Barcelona por haber torturado en 2006 en la comisaría de Zona Franca, pocos meses después de los sucesos de Sant Pere més Baix, a un estudiante de Trinidad y Tobago, Yuri Jardine, tras haber intentado manipular los hechos e incriminarlo como camello. Una no puede dejar de preguntarse qué hubiera pasado en este caso si no fuera porque Jardine, al contrario de los condenados por el 4F, era hijo de diplomático.

El caso 4F está poco documentado en los medios pero lo está mucho en la red. Lo está en la plataforma de apoyo Desmontaje 4F y en el blog Presos 4F Barcelona, que se abrió en junio de 2006 para difundir el caso de los tres latinoamericanos detenidos, Rodrigo Lanza, Álex Cisterna y Juan Daniel Pintos y retenidos desde el primer día en prisión preventiva sin fianza, acusados de “atentado contra la autoridad y lesiones graves agravadas por uso de arma”. El blog documenta los cinco días que duró el juicio oral y recopila todo lo que se publicó en prensa. También lo está en el blog ¡¡Rodri Libre ya!!, abierto en mayo de 2009, y en la web del grupo de apoyo al 4F de Zaragoza, que recopila mucho material audiovisual. Todos ellos incluyen las acciones y las protestas frecuentes de los grupos de apoyo, los relatos de amigos y familiares sobre lo que sucedió, vídeos con varias entrevistas a Rodrigo Lanza e, incluso, cartas que escribieron algunos de ellos desde prisión. Ésta es la que escribió Patricia Heras en diciembre de 2010, la colgó alguien posteriormente en su blog, Poeta muerta. Y éste es uno de los últimos posts que colgó, el 4 de febrero de 2011, en el quinto aniversario del 4F, cuando ya tenía el tercer grado. En abril calló.

En una carta abierta que Mariana Huidobro, la madre de Rodrigo Lanza, envió a Jordi Hereu tras su muerte la califica de “espíritu hermoso y bueno, pero herido y sufriente”. Y denuncia: “Patricia era un ángel que necesitaba sus alas para volar, y ustedes se las cortaron”. Patricia contó en una entrada, 4F sucesos para normales, lo que ocurrió la noche en que todo empezó. Había salido de casa, confesó, “más feliz que una perdiz” dispuesta a lucir “su nuevo corte de pelo a lo Cindy Lauper”. Hasta que la catapultaron de camino al infierno.





Absolución

He ahorcado a mi inocencia.
Su orgullo adolecido aún voraz no impide que se mee encima,
su belleza efímera,
expira con los últimos latidos suplicantes.
Perdida entre flujos corporales viscosos y detritos.
La he visto patalear rabiosa e indefensa hasta morir,
parecía más humana que yo,
en su rostro desfigurado leo un pánico sumiso y crudo
que me arde entre las piernas...

Le he cortado el cuello a mi ilusión,
la colgué de un semáforo ciego
y vi cómo se desangraba incrédula,
borboteando nerviosa,
vi el dolor brillar muy cerca,
se fue apagando velado tras su mísero destino.

Abro la caja y está vacía.





Ataxia

Me corro fluctuando cuántica en tu boca,
afilando salvaje mi pelvis en tu pecho,
ahogándote en un orgasmo que, fiero,
abrasa mi lúbrico reflejo en tu pupila
desbordando tus mejillas huecas sin aliento
con ajenas lágrimas viscosas.

Aún contengo, aprisiono tu lengua,
oscilo electroestática restregándome en tu cara.
Te alimento convulsa, acuosa en mi pulso cóncavo,
me respiras febril,
inhalando liquida en tu asfixia,
el aliento de mi sexo exhalando.

Tu barbilla, tu nariz, tu lengua engullo
me exhibo infame sobre tu piel, tus labios,
sobre tus párpados entrecortados y sedosos.

El apéndice esférico de tu cuenca ocular jadea,
palpita preso bombeando en tu mirada ciega un temblor grave
ansioso por rodar en tu oclusión.

Transito esclava.

Y ladro gemidos enfebrecida cuando tus garras secuestran mi carne,
arruño contracta un dolor ansioso que, ida, estrangulo en vacío.

Suspendida fluyo en prórroga-vértigo,
cayendo a plomo en ausencia deliro...

...Y perra suelta me arrastro de rodillas,
y a golpe de columpio cadenciosa te suplico
rezando un hipnótico vaivén que expectante me licua...

Cognitiva en mi trastorno me tanteas,
te articulas,
caes sobre mi.

Lipotímica rezumo encharcada entre unos dedos
que incautos traga glotona mi vagina animal hasta absorber tu mano.
Devengo voraz.

Y extática , colapsada,
me corro fluctuando en tu antebrazo
afilándome salvaje en tu estructura.





Un destino dispar (Lsd)

La boca me sabe extraña, aún después de comer, 
es como un sabor metálico y pastoso de saliva condensada. 
No sé muy bien como me siento, lo único que noto raro es el sabor denso y la pesadez de estomago, que con dos medianas tiene suficiente para colapsarse. 
Bendita sabiduría.
Creo que nunca volveré. 

Hace mucho calor esta noche, no paro de beber agua y sudar. 
Me levanto un momento al baño, sórdida necesidad 
y no me reconozco cuando encuentro mi reflejo. 
Ha pasado mucho tiempo desde que nos vimos la última vez. 
Hemos cambiado. 
No me reconozco. 
Afilada. Dura. 

Sólo algo me cuadra, 
los rayos bajo el ojo izquierdo y la cicatriz, 
seguramente sobre el corazón.

Vaya, vaya, 
comienza el espectáculo de luz
el bailecillo dulce que va del rosa al gris 
del aún somnoliento día eclipsado. 

dilatación y contracción, 
pulso, 
sistemas rígidos, 
matemáticas,
cuadraturas de círculos sin circunferencia ni centro...

efectos ópticos exacerbados
ver
no ver
racionalizar lo que no existe fuera de ti misma
diseccionar el cerebro a golpe de sombra y sueño y miedo y asco

no soy capaz de sacar nada más de mi, 
nudos que se retuercen como calambres huecos
…por los que circula mi otro yo…
nudos desgarrados, poderosos 
que se retuercen, en marañas, 
en calambres, en carreteras perdidas...
ningún destino

desde hace 20 años
atormentando las venas con alambre 

que me marque el rostro

quizás así la próxima vez evites que tu propio padre-madre-dios
se te corra en la cara.





Hunging on

Un calor denso se adhiere a mi piel. 
Me enmudece atroz la violencia animal que me licua. 
Me noto palpitar. 
El atronador ritmo del bombear de mis fluidos. 
Un dolor eléctrico y tribal. 
Vuelvo a mirar. Sigues en el mismo sitio, sin apenas moverte, sin apenas respirar.
Tenso los músculos. Un espasmo brutal me paraliza, me laten las sienes. Acecho.
Deslizándome, sudando, encadenando broncos latidos que arrogantes se desbocan 
me acerco despacio, me aproximo expectante, ruin.
Me yuxtapongo ágil, dejo que mi peso te venza, serpenteo, me restriego babeando, relamiéndome.
Me estrecho en tu cuerpo, buscando la caricia de tus esquinas, el aguijoneo de tu cadera, tus curvas huecas.
Me adhiero, repto, te recorro suave con las puntas de los dedos, de la lengua, resbalando por tu piel. Invadiendo.
El cuerpo erizado duele tenso. 
Te cubro con mi sucia urgencia, me acaricio en ti, te saboreo. 
Me anudo con tus miembros, procaz, irracional, 
me provoco en tu indefensión, me induzco en tu ultraje.
Oprimo con la rigidez, con la inflamación de mi carne tu carne. 
Te acaricio con ella, te beso con sus fluidos y me masturbo feroz en tu piel.
Implacable te desmiembro a mi antojo, me abro paso, pulso con furia tu estrechez dormida, me sirvo brutal, cruel, forzando tu inconsciencia. 
Tiemblo ante tu mudo desvelo.
Me estremezco entre descargas buscando tu oquedad con mis bordes afilados, animal tropiezo en tu contracto pudor.
Te limito, te fijo, me impregno, te impregno de mí y accedo déspota. 
Y someto, someto bailando oscilaciones, balanceos.
Me engulles, 
mártir me estrangulas asfixiándome en tu carne. 
Me inunda la estrechez de tu abrazo, la entereza de tus músculos inermes. 
Embisto demente, forzando subordino contracciones y las hago mías. 
El delirio es irreal, el claustro que me ofrendas se doblega acuoso. 
Convulsiono sin aire. Vibro. 
El ansia obscena asciende, oprime mis latidos. 
Una contorsión frenética me posee, te agarro con fuerza, me fundo en ti, dividiéndote, doblegándote, baboseándote con insolencia. 
Me cuelo hasta tus entrañas rugiendo que palpitan ardientes al ritmo de mi apremio. 
Con servicial rabia me follas inerte, 
te desvalijo, te asedio, te disfruto…
Da igual que no te muevas, da igual que no respires
Reviento en tus entrañas, exploto.





CORAZÓN ROSA

Hoy salí a bailar delirios furtivos 
en ojos ciegos de gominolas grises y sin luz. 
Girando entre farolas soñaba 
que era un mosaico precolombino tu ausencia 
y me perdía en vertiginosos saltos amateurs 
de fermentadas contradicciones 
sin semiótica determinada.
Terminado el festín, 
me visto de resonancia acústica, 
te veo en mis brazos azul, como el resuello de mi jadeo al pensarte
y soplo fuerte el polvo que queda en mi mano 
que forma en el aire castillos desterrados de naipes neoeléctricos, 
de ondas cristalinas que se clavan como fieras en mis nervios 
y te desvanecen cambiándote por pilas alcalinas 
que dan vida a mi motor.
Rumores de vientos, 
como agresiones deslucidas por cunas de recién paridos errores 
simulando criaturas adorables y cucarachas en el cajón de tus cubiertos, 
patalean desairados empujando hacia atrás el radiador 
que evita que se congelen las verduras y pierdan así nervio, vida 
y calor.
Furiosa mi causa grita patadas en cuatro escalas diferentes, 
sostiene la nota más larga 
y veo como estallan las bombillas que iluminan el desolado panteón 
que nos abraza en mármol frío, 
No habrá más cosechas sin involución atómica, 
o al menos…, 
eso dice mi pastilla.






Sólo una cosa quería

Me pagaste el viaje en un avión de madera 
que flotando entre dos mundos me llevo hasta tu libertad.

No hacia falta solitarios y yermos páramos trenzar
para llegar a ahogar delirios locos 
de infantes humillados por ciencias inexactas, 
que miden con desprecio el sabor de una marea desbocada.
Ni tan siquiera mirar con rabia destinos de historias no afinadas
que resuenan virulentas en fagocitas entrañas luminosas y sombrías.

No hacia falta, pues, 
borrar las huellas del sueño que nunca llego a existir, 
ni asesinar por la espalda platónicos destellos de tedioso avance.

No hacia falta matar con ambas manos deseos, 
delirios y sentencias rotas, 
ni ahogar con besos largos el incipiente dolor.

Ni hacia falta regurgitar mudos lenguajes 
y vomitarlos hasta hacerlos resonar huecos y dolorosos 
en cada exhalación cadenciosa del lacerante veneno 
que significa tu inexistencia.

Solo una cosa quería…dejarme marchar.





Necros

A la sombra se cobija el amo y señor 
de esta ciudad muerta.
Me mira a los ojos cuando paso, 
camina despacio junto a mí y me vigila.
Le traigo ofrendas.
A veces el viento arrastra el olor descompuesto, 
pero sólo a veces,
mientras,
un millón de evolucionadas hormigas 
riegan con lágrimas el cemento 
y adornan con flores muertas 
cada pequeño altar profano.
Matar para honrar con efímera belleza 
el breve e irreal recuerdo de un instante lejano 
que se descompone como las flores muertas 
que dan color a un nombre.
Matar para alimentar un dolor extraño y ajeno 
que un día será mío.
Matar porque estoy muerta.





OJO ATÓMICO, 
homenaje a todas las pervertidas reprimidas….

Upppssss!!!!! 
Se me fue la mano 
resbalando entre tanta psico-baba,
y al final los dedos 
te los metí en el ojo atómico.
La onda expansiva que provoca tu descarga
me lanza disparada 
y aterrizo asombrada entre tus senos.
Y tú, cagándote en la represión!!!
Y yo, que me ahogo entre tus tetas, 
decido iniciar una guerra nuclear 
y nanoparticularizarte hasta la excisión…
y en mitad del Apocalipsis aparece la virgen
y le salpica tu flujo en la cara,
te excomulga, se relame 
y se une a la batalla
y lo primero que hace es
absorber mi mano 
con su ojo atómico…..





Viaje a otros mundos

Me taladro la sien.
Pálida enmudezco.
Escuece.
Se parte en dos
el muñeco que hace de mi.
Me quedo sola, 
asustada.
Y duermo un sueño triste.






Sali Asustada

Vi peces de plata boqueando en la orilla de tu sonrisa
y flores marchitas, rotas, en la curva de tu ser.
Olas de fuego bailando melodías turbias, 
destruyendo con su danza millones de seres invisibles, 
que me chillan al oído palabras muertas.

Vi sombras anulares sobre espejos rotos, tac,tac,tac,
y me senté en el suelo a comer sal…
y me deshice en humos tóxicos, 
en ígneas alucinaciones que me hicieron daño.

Vi nubes de polvo formando seres que me rondan, 
formas que me hieren,
y me explotó la realidad en la cara en forma de cucaracha roja...

De tres cojo una y me pierdo en ausencias, 
de-lírios monógamos cada uno en su máquina de fabricar orgasmos…

Aúllo loca!!! 





Eléctrica niña

Entre ondas geminadas y sacudidas bastardas sin control 
me muerdo el labio y relamo tu presencia 
mientras me vibran las manos con estertores mortales 
y se me paraliza el sexo. 

Maquinas impúdicas embotan mis sentidos 
que se estiran como cables huecos 
por los que circula mi otro yo, 
y corrientes electrocónicas me sacuden los miembros 
que se retrotuercen en difíciles marañas 
justo cuando siento el primer espasmo de calor.

De afiladas y gélidas lanzas 
me cubre el cuerpo una corriente neutrita 
que me cosquillea la piel descargando con ira estáticas partículas 
que me penetran furiosas.
Me desgarro conexiones del mecanismo reflejo, 
tiemblan mis entrañas y mis nervios, 
se acelera mi latido y se eleva mi presión. 

Electroestática oscilo conectada al esencial retroactivo que posee tu asistencia, 
otra descarga y derramo vencida el castigo de la desconexión.
Y me enredo entre las venas de metal que me alimentan, 
que me alzan en vilo haciéndome perder el control 
y de rabia te escupo dos lágrimas sombrías 
mientras se materializa sin pudor 
una arrebatada sonrisa en mi rostro que te pertenece.

No recuerdo como llegue a estar atrapada así.






Psicopatología del delirio

No me acostumbro al dolor,
ni al palpito angustioso del circular de mi sangre
o al entrecortado boqueo que desnutre mis pulmones.

No me acostumbro al dolor,
ni al opresor rigor mortis de mi cadáver aún con vida.

Mi reino esta inerme y vencido, envenenado,
como todo mi ser 
que se retuerce indefenso ante el cruel ataque
de una absurda realidad,
un sueño de humo, fatuo,
un ojo ciego, 
un sufrimiento largo y lento, en vano.

Me entierro en vida y amargas pesadillas me impiden morir,
me abofetea la rabia, se alimenta de mi misma,
me hiere de humillación, me mira soberbia 
y me escupe a la cara una culpa que me pertenece,
inhumada por mi propio miedo.

Me sé vencida






Trastorno

Miro hacia atrás y sólo veo estatuas de plata 
luciendo con todo su esplendor y magnificencia de fugaz diapositiva. 
Feroz. 
Un bombardeo incesante, ciego, doloroso y gris 
que escuece con cada breve delirio acuoso que escupe mi mente.
TraSTORNO en transparencias, 
cada vez más desoladas, 
cada vez más irrisorias y locuaces,
desvelando secretos vanos, 
resolutos, 
entreabriendo ignotas sendas con sigilo impenetrable y firme, 
dando forma a alguna clase de locura encubierta con ánimo cortes 
para los recuerdos que se cuelan sigilosos destruir.

La ceremonia me produce arcadas sucias, 
ponzoña venenosa rezuma, 
serpentea tras el vomito atroz de confesas vanidades 
y me aturde con indiferencia. 
Crueles calambres desordenados, nudos desgarrados, sucios, 
me retuercen las entrañas 
que aprisionan vehementes una furia enloquecida y desigual.
Apenas inhalo desdeñoso un aire irritado y seco 
que se abre paso furioso a golpe de falsa sonrisa, 
que penetra en mis pulmones enfermos de ficción dichosa, 
que me retuerce en espasmo grotesco
y me obliga vencida a mirarme y fluir. 
Se me hace insoportable pues esbozar una sonrisa.

Un miedo esponjoso y glotón se desliza despacito por mi espalda, 
me eriza de horror la conciencia, 
me grita cuando llega al oído certezas olvidadas en su reino,
me abofetea con la verdad más penosa y amarga, 
me escupe toda mi autocompasión
mi dolor cobarde, mi soledad tangible, 
mi estupidez sumisa, mi irrealidad.

Y me parte en dos un dolor cochino y traicionero, 
me divide obsceno relamiéndose triunfante, 
felicitándome por mi naufragio




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