Melinda Palacio
Poeta latina de Estados Unidos
Melinda Palacio
Por Xánath Caraza
Melinda Palacio creció en el sur de Los Ángeles y ahora vive entre Santa Barbara, California y Nueva Orleans, Louisiana. Tiene dos maestrías en literatura comparada de la Universidad de Berkeley y de la Universidad de California en Santa Cruz. Escribe una columna para La Bloga y es mentora en un programa de maestría en línea de la Universidad de Arkansas en Monticello.
Palacio recibió en 2007 un reconocimiento del PEN Center USA como una Emerging Voices Fellow y en 2009 fue una Poetry Alum de la comunidad de escritores de Squaw Valley. Sus relatos y poemas han aparecido en las siguientes publicaciones, entre otras, Askew Poetry Journal, Border Senses, Black Renaissance/Renaissance Noire, Buffalo Carp, Latinos in Lotusland: An Anthology of Contemporary Southern California Literature, Maple Leaf Rag III and IV: An Anthology of Poems, the Naugatuck River Review: Narrative Poetry That Sings, New Poets of the American West: An Anthology of Eleven Western States, Oranges and Sardines Poets and Artists, PALABRA: A Magazine of Chicano and Latino Literary Art, Pilgrimage Magazine, Quercus Review, Strange Cargo: an Emerging Voices Anthology 1997-2010, San Diego Poetry Annual 2010-11, the San Pedro River Review, Squaw Valley Review, Front Porch, Blue Lyra Review, the Double Dealer, Southern Poetry Anthology IV: Louisiana, y próximamente en Miramar.
Su plaqueta, Folsom Lockdown, obtuvo el primer lugar para el Premio Sense of Place que organiza Kulupi Press en 2009.
Palacio es también autora de la novela, Ocotillos Dreams (ASU Bilingual Press 2011) y recibió el Mariposa Award para mejor primer libro en el 2012 International Latino Book Awards y un 2012 PEN Oakland-Josephine Miles Awards por Excelencia en Literatura. Su poemario, How Fires Is a Story, Waiting (Tia Chucha Press 2012) fue finalista de los premios Binghamtom en 2013, que organiza la Universidad de Milt Kessler, y del Premio de Poesía Patterson también de 2013. Palacio recibió Primer Lugar en Poesía en el 2013 International Latino Book Awards en el Instituto Cervantes en Manhattan. Recientemente su poemario fue finalista para el Rita Dove Poetry Award.
Melinda Palacio es una poeta que emana comentario político en sus versos. Palacio está constantemente preocupada por las reformas migratorias en los Estados Unidos, sus poemas y su narrativa lo confirman.
He tenido la oportunidad de conocer en persona a Palacio, de compartir el escenario con ella en más de una ocasión, y de ser ambas, entre otros escritores, contribuidoras en La Bloga, y una de las constantes en Palacio es la pasión por el tema migratorio. Denuncia las injusticias en las que viven los migrantes, o los sueños inocentes que llevan a muchos a los Estados Unidos. Nunca deja de tomar en cuenta a los invisibles de la sociedad en su poesía y se asegura de que salgan a la luz entre sus líneas. No tener miedo, porque lo hay en algunas ocasiones, es lo que se ve en la poesía de Palacio. Se arma de valor y dice lo que se debe de decir con imágenes accesibles para todos, que nos permiten relacionar la poesía con una situación de injusticia social.
Palacio no deja de lado lo personal en su poesía. Habla de situaciones dolorosas que exorciza, valientemente, al plasmarlas en la hoja de papel. Describe con certeza galerías que nos llevan hasta ese momento en el que a ella, le tocaron la piel.
Para esta ocasión he seleccionado los poemas, Día de la Independencia, En los Esteikes Senaikes y Bailar con el fantasma de El Zorro, de su poemario, How Fireis a Story, Waiting.
Día de la Independencia
Las estrellas de mi país
brillan azules en su bandera rayada
blanco con rojo de sangre ajena.
el aire de mi país es dulce de leche
mezclado con sal de mar y sudor,
trabajo de gente invisible,
inmigrantes nacidos en Aztlán
buscan allá, donde mi país
cambia nombre.
niños con lenguas moradas,
uva en sus raspados,
juegan inocentes a indios y vaqueros.
En los Esteikes Senaikes
En los Esteikes Senaikes barren dinero, Tía.
Mijo, no barren nada.
O, ¡sí tía!
Ya me voy a los Esteikes Senaikes.
Me pongo mis Levis y le doy un abrazote
a Mickey Mouse.
Tía, ven conmigo.
Bautízate en el Río Bravo
Nos vamos a hacer millonarios, Tía
En los Esteikes Senaikes
Bailar con el fantasma de El Zorro
Mi padre está en prisión.
Baila con el fantasma de El Zorro y el de todos los Don Juanes y Romeos
indeseados del mundo. Lleva un sombrero panameño imaginario
para hacer juego con su infecciosa sonrisa panameña.
Se para derechito en frente de su litera desnuda, lleva a su país
como una cruz de oro y grita,
Soy de Panamá. Su voz retumba más allá de las rejas de hierro.
Soy de Panamá. No soy de aquí.
El ser un hombre exótico de Panamá reduce su sentencia
a nueve años en la prisión de Folsom por un crimen de pasión y estupidez.
Es muy tarde para sobrepasar la ley con ojos angelicales y orgullo panameño.
Encerrado por estar loco y sin sus medicamentos
bate una espada como El Zorro, saca un arma como Zapata bajo un sombrero de ala ancha.
Su último naipe no es suficiente para mantenerlo en casa y en libertad condicional.
¿Cómo hablo con el lunático carismático, mi padre,
el criminal con el gen psicótico y la enredada barba de gitano?
Como Don Quijote, mi padre lucha contra molinos de viento en la noche.
Tony Tramposo, de pelo chino, pasó una pieza de metal
en su calcetín para proteger su piel color café.
El golpe como una estrella fugaz. Él nunca conocerá su propia fuerza.
Con sus enemigos alejados de la púrpura noche, mi padre escribió poesía.
Su carta de despedida a su hija una fábula de una tortuga y una liebre.
Aislado en la zona más oscura por su truco del calcetín, seis meses en el hoyo,
Anidado como el Hombre de la máscara de hierro que sueña con la luz,
duerme, papá, duerme.
EL ÁRBOL DE LOS REZOS
Diez años de conducción en la misma carretera, pasado el mismo árbol, la panorámica al menos es completa. El árbol de Eucalipto y las aves estrechas sobre un bendito mar de acero sin pensamientos de hoy, ayer o mañana.
Los cormoranes negros en las ramas desnudas extienden sus alas como si rezaran.
Un día soleado en Summerland y el árbol solo visible desde la carretera,
esconde su percha penitente de los coches que corren demasiado rápido.
Cuatro ruedas se desvían para evitar un acantilado escarpado, al sur de la 101.
El grasiento sol desliza su yema hacia el océano de cristal. Reduzca la velocidad, vea un nido vacío de palos redondos tejidos en el árbol de oración.
Los pájaros calados por los rayos sin temor al melanoma o a la naturaleza del perdón. Imperfecciones resbaladizas, alas húmedas
que se abren y se cierran en código Morse por el adiós.
*Traducción de Ana Gorría
http://traducciones.lagallaciencia.com/2016/06/melinda-palacio.html#more
THE PRAYING TREE
Ten years of driving the same highway, past the same tree, the
picture is
at last complete. The eucalyptus tree and narrow birds above a
blessed
steel sea with no thoughts of yesterday, today, or tomorrow.
Black cormorants on bare branches spread their wings as if in
prayer.
A sunny day in Summerland and the tree, visible only from the
highway,
hides its penitent perch from cars racing by too fast.
Four wheels swerve to avoid a sheer cliff, southbound on the 101.
The fat sun slides its yolk into the glass ocean. Slow down, see
an empty nest of woven round sticks in the praying tree.
Birds soak in rays without fear of melanoma or the nature
of forgiveness. Slick imperfections, wet wings
open and close in Morse code for goodbye.
Melinda Palacio grew up in South Central Los Angeles and now lives in Santa Barbara and New Orleans. She also writes a Friday column for La Bloga.com. Palacio holds two degrees in Comparative Literature, a B.A. from Berkeley and an M.A. from UC Santa Cruz. Melinda is a 2007 PEN Center USA Emerging Voices Rosenthal Fellow and a 2009 alum of the Squaw Valley Community of Writers. Her poetry chapbook, Folsom Lockdown, won Kulupi Press’ Sense of Place cash prize and publication, Spring 2010. Her work has been published in a wide variety of journals and anthologies, including BorderSenses, Buffalo Carp, Black Renaissance Noire, PALABRA: a Magazine of Chicano/Latino Literary Art, Poets and Artists, the Maple Leaf Rag III and IV, La Bloga, Askew Poetry Journal, Latinos in Lotus Land: an Anthology of Contemporary Southern California Literature, Poets of the American West, Strange Cargo, El Tecolote, San Pedro River Review, Pilgrimage Magazine, Quercus Review, Eleven Eleven, the Mas Tequila Review, Hinchas de Poesia, Phati’tude Literary Magazine, 200 New Mexico Poems, the San Diego Poetry Annual, and Southern Poetry Anthology. Her first novel, Ocotillo Dreams, (ASU Bilingual Press 2011) is the winner of the Mariposa Award for Best First Book at the 2012 International Latino Book Awards at the Instituto Cervantes in Manhattan and a 2012 PEN Oakland-Josephine Miles award for Excellence in Literature. Latino Stories named her a Top Ten New Latino Author of 2012. Melinda is a 2012 Glimmer Train Finalist and received an Honorable Mention in April’s Family Matter 2012 short story contest. Her first full-length poetry book, How Fire Is a Story, Waiting (Tia Chucha Press 2012) was a finalist for the Binghamton University Milt Kessler Poetry Book Award and the Paterson Poetry Prize, and won First Place in Poetry at the 2013 International Latino Book Awards at the Instituto Cervantes in Manhattan. Recently, she was named a finalist for the 2014 Rita Dove Poetry Award through Salem College’s International Literary Awards.
When She Calls
Death bright as lemon meringue pie quickly gone
into a happy belly is what I wish for you.
When 300 cherub angels come down with trumpets,
I say, bring it on. Let’s all march to that number,
hose down our bare feet and dance, no – dash towards the music.
Death holds its own special rhythm.
Everyone will eventually take the plunge.
Leaves on a tree simply fall.
They say this earth is wicked.
Death wants to know if you’ve had enough.
Close the book, rise from your stinky arm chair.
You know how the story ends.
Death is where the book continues, conjures
a new ending, a beginning where the words
sound so pretty, you sigh just to hear yourself, again.
You might be tempted to rewrite your beginning and middle.
Learn how to use your nimble legs and new fertile body,
morph, migrate, and die.
When they first came
No poetry to preach at this sacred rock,
a pulpit to voice what frogs dare say.
Pay attention to this January day. White moon rises from Painted Cave.
Is moonlight always Easter rebirth?
Past the line of mailboxes, dirt road straddles a stream,
curve right to the platform of Chumash land.
When they first came, they landed on Santa Rosa Island.
All forgot about the cave drawings, until the people,
call them Katey and Larry, moved off the grid,
built a houseboat from a van on a pond in Painted Cave.
Katey sees a bunny holding an Easter egg on the mottled moon
against a burning background. No fires to deepen the pink, only sunset.
Where is the door to this sweat lodge called paradise
and who will remember this land?
Wet Mask
A lake disguises itself as an ocean.
He wants to see loneliness in its far away horizon.
She wants to see through him, search her fortune
on the other side, Chicago. The lake is not an ocean.
But nature shifts and changes color everyday.
A body of water, a twig that moves, a chameleon.
We are all shape shifters, she whispers and
stares over the vastness of the false sea.
The most beautiful blue is where the water is warmest,
sunken treasure and the sea monster Nessie live there.
He betrays one more secret, until, like another lost
Christian out on his luck, he forces her to believe he
is the first man to own bottomless blue eyes. Yes,
she reminds him, the earth is round.
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