Barbara Brinson Curiel
Poeta latina de Estados Unidos
Barbara Brinson Curiel
Por Xanath Caraza
Barbara Brinson Curiel es originalmente de San Francisco, California. Recientemente ha publicado poemas en Kweli, Huizsache y The Acentos Review. Sus poemas están incluidos en la colección de 2011, Cantar de Espejos: Poesía Testimonial Chicana por Mujeres publicada en México y en las antologías: Under the Fifth Sun: Latino Literature From California, The Floating Borderlands: Twenty-five Years of U. S. Hispanic Literature y en Literatura Chicana 1965-1995.
Su primer poemario, Speak to Me from Dreams, fue publicado en 1989 por Third Woman Press. También publicó dos plaquetas: Nocturno y Vocabulary of the Dead. Su poemario Mexican Jenny and Other Poems ganó el premio Philip Levine de 2012 y fue publicado ese año por Anhinga Press.
Brinson Curiel hizo su licenciatura en Mills College, su maestría en Stanford University y su doctorado es de la Universidad de California en Santa Cruz. Barbara es parte del comité organizador de CantoMundo, la organización nacional para poetas latinos/latinas. Es profesora en el departamento de Raza, Género y Estudios de Sexualidad e inglés en la Universidad estatal de Humboldt en California, donde enseña creación literaria, estudios feministas y chicanos/latinos y literatura estadounidense. También ha publicado ensayos sobre autoras latinas en los Estados Unidos y su relación con la frontera y la personalidad fronteriza. Brinson Curiel también es una artista textil.
Brinson Curiel en Mexican Jenny and Other Poems deconstruye lo que entendemos como el ámbito de lo femenino. Es en sus poemas que la autora narra la historia de una prostituta quien asesinó a su esposo abusivo en 1913 en Colorado. Ella recrea esa historia de abuso, crimen y, finalmente, encarcelamiento pero no se queda ahí, nos invita a repensar esas historias que terminan en tragedia, en donde Ella, y lo digo en mayúsculas, también siente, tiene algo que contar.
Brinson Curiel le da voz a una mujer de tantas que terminan encarceladas por un crimen que fue el último recurso que tuvieron después de años de abuso físico y mental. Magistralmente nos hace reflexionar, en cada poema, sobre el papel tradicional que se espera una mujer lleve a cabo. No dictamina sino, con belleza poética, nos envuelve en esa trágica vida y junto con el ritmo de los versos, reflexionamos.
Ya se anticipa una fatalidad desde los primeros poemas, donde el futuro reflejado en las líneas de la mano es tan duro que se rechaza la lectura. Es la vida llena de soledad, por la ausencia de los padres, donde la falta de amor en la infancia crea un terreno seco donde hay una sobreviviente, una guerrera.
Brinson Curiel nos invita a pensar en lo doméstico, el ámbito de la casa, donde cocinamos, recordamos olores, cosemos ropa y también, en algunos casos, la inocencia se pierde, los sueños se rompen y, finalmente, como estrategia, en un último intento de encontrar la felicidad, nos recreamos entre telas de colores, retazos de vestidos, que armamos con las manos, transformando las dificultades y limitaciones en una nueva historia, quizá no una con final feliz mas sí una diferente a la que nos tocó vivir.
Para esta ocasión he seleccionado y traducido los poemas, “Quiromante”, “Mexican Jenny 1.” y “Prisonera 7178: Cañón City, Colorado”.
Quiromante
Mete tus manos
en agua
entintada.
El residuo
de aceite
que brota
desde el distante fondo del mar
de plumas amasadas
de escamas astilladas
descansa en las palmas de tus manos—
un estigma,
se acomoda en las líneas de la vida
predice un futuro
que no soporto
leer.
Mexican Jenny
1.
Chicas como yo
venimos de los callejones
de piso de tierra
de cocinas frías
de mantas desgastadas.
Chicas como yo
venimos de puños
de desconocidos pasajeros
de padres sin rumbo
de madres con un tacón
atorado en el banco de un bar.
Chicas como yo
venimos de la sequía
de la guerra.
Prisonera 7178: Cañón City, Colorado
Llegué a prisión sin nada
mas después del juicio
telas brillantes de mi ropa
de trabajo: azul profundo, rosa mexicano,
dorado pálido de las alas de las golondrinas
eran montañas de fuego en mi celda.
Cuando aprendí a coser en el taller de prisión
otras mujeres me dieron retazos
de su propia ropa de gala.
Poco a poco convertí esos vestidos
en restos que contaban mi historia,
comenzando con flor de Jamaica,
con golondrinas y mariposas
con una jungla de buganvilias y trompetillas trepadoras.
Barbara Brinson Curiel is a native of San Francisco, California. She has recently published poems in the journals: Kweli, Huizsache, and The Acentos Review, as well as in the chapbook anthology Mirage. Her poems are included in the 2011 collection Cantar de Espejos: Poesía Testimonial Chicana por Mujeres published in Mexico, and in anthologies including: Under the Fifth Sun: Latino Literature From California; The Floating Borderlands: Twenty-five Years of U.S. Hispanic Literature; Literatura Chicana 1965-1995; and in the forthcoming Anthology of Latino Poetry.
Barbara's first book of poetry, Speak to Me From Dreams, was published in 1989 (Third Woman Press). She published two chapbooks: Nocturno, and Vocabulary of the Dead, early in her writing career. Her 2010-2012 fellowship with CantoMundo, the national organization for Latino poets, has fostered a renewed period of writing and publishing after a hiatus devoted to family and career.
A graduate of Mills College, Stanford University, and a Ph.D. from the University of California, Santa Cruz, Barbara is a professor in the departments of Critical Race, Gender, and Sexuality Studies and English at Humboldt State University, where she teaches creative writing, Chicano/Latino and feminist studies, and American literature. She has published scholarly essays on the narrative writings of Latina authors. Barbara is also a textile artist.
Author photo: Michael Twombly
Mexican Jenny
1.
Girls like me
come from alleys
from dirt floors
from cold kitchens
from one thin blanket.
Girls like me
come from fists
from passing strangers
from wandering fathers
from mothers with one heel
hooked on the bar stool.
Girls like me
come from drought
from war.
2.
When I was a child in Acapulco
I worked for a rich family
sweeping their kitchen
washing their dishes.
One day, after a few nips, the cook,
who was my mother's friend,
had said, Come, work for me
in the big house.
I stood on a wooden box
washed dishes stamped with indigo
trees and flowers, with birds
like none I'd seen.
I stood elbow
deep in dirty water, dreamed
of far places without greasy pans
nor the boss's wandering hands.
3.
The boss's wife had a red
silk shawl embroidered
with many-colored swallows.
She draped it like a flag on the back of her chair.
It had come on a ship from Manila,
from that land of ship builders and sailors,
of travelers who, years before, brought
Chinese porcelain and silk to Acapulco.
Every time I walked by
I fingered its edges
and felt like I was dipping my fingers
into the tide.
After I'd found the fault lines
in one cup too many,
when I'd daydreamed one
dish too many to pieces,
the cook ran me off,
but not before I'd pinched that shawl,
wrapped it around my waist
under my dirty skirt.
Running home
the silk rubbed
my legs,
a river current.
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