Diana Garza Islas
(Santiago, NL, México, 1985) Ha armado algunos libros que destruye de manera intermitente, aunque ya en semi-existencia forman parte de un proyecto que denomina Astrolabia. Dos de los libros que se han concretado de este ciclo son Fin de cita, que este año se publicará y Naugrafios, por el que recibió una beca del Fondo para las Artes en Zacatecas. Algunos de sus textos recientes aparecen en las antologías Poesía joven de Nuevo León y Moebius. Actualmente sigue obsesionada con sus bitácoras de poesía, trabaja en su tesis de licenciatura (en la que según ella indaga en los arquetipos de la mística judía y de la teoría del lenguaje de la Cábala que advierte en la obra de Pizarnik) y en colaboración con su hijo de tres años escribe Verbigracia, proyecto que este año resultó beneficiado por el FONCA. Forma parte del Consejo editorial de Lenguaraz.
licores vítreos
un día eran horda blanca, azul me sucitaran no en el entrepié o sordo urular de connefluvio denominado aluminio, y no en torpor de ─mirlo, dice aquí.
míralo: si ruiseñor sí, alondra ruiseñor.
y desalmendráse.
días después de si mi nombre fuera mío llegó así, untado de sandalias, oro lacio. y siempre exenta abre una voz donde encendimos ─no a los grillos, un embrión de grillo en una copa que quebré con una llave─
o de una caja brota luz:
hay un jardín en el jardín.
y de respirar para omitir un aerolito, cogió lodo. cogió agua de uvas y de vid y lo vi en imperativo, no llovía: tres hombres en pijama arden el estanque. se llamaba Alondo, se llamaba Zacarya, se llamaba Harlodt, y no querían lunas en la cara y no querían licor de menta y no querían haikus ─si yo dibujara algas en mis muslos por dar piernas al poema esto se leería elefante o líquen o ave a cuatro cajas o toros muertos en aldaba atroz─
pero era tarde ya. y eran niveles de agua marcados en piedra con pinceles de fosfeno. eran color simetrizando eras. o una garza en la costra del estanque que me mira y sé que soy la puerta del mamut, tampoco ámbar.
siempre exenta, siempre ruitilante.
(y la caja era una caja de cerillos
sol magenta)
y nubes no en países o cerebros camuflando
cajas de cerillos.
~
[hay un ruido rojo. hay un ruido rojo, decididamente. cyan magenta es cianuro de tus manos. magenta yellow es imán bebí. y beber es cuenca y significa. y significa es mandíbula que cae.
pero esto es un anzuelo. pero esto no es el fin del mundo.]
~
y si escribir era jaguar adentro la escalera un niño cantan cajas verdes al oído del soldado desde el lodo: tengo sed. tengo sed y muerde el lóbulo. un cocodrilo ríe, sí, pero nadie que dijera es tu medalla o fruta o fruta la medalla al sol.
[lícores vítreos, dije sí]
y dije el crepúsculo y los kioscos. y dije en alud y en refrendar. y dije letras esculpidas en hielo a contrasombra, pero dije es animal infiel, duerme infinito.
y no es ojo de tigre ni jaula con bolsitas
y no ni leche de oro encadenada al oro
ni pedazo de ojo
ni pedazo de
y no es ojo de tigre o vendaval permeable
ni proa boreal que aureolas fluor licuarían
al reverso de alas verdes en las alas
─si fósforos así, y transminan lácteos:
yemas de algidizan en la lumbre de una i.
tronos para un traje invisible
(pequeño emperador a tres vistas)
láctea, flavescente
lo que en mí no dilucida en laja aviar.
remanso simultáneo al sol abismo, fósil
lava en mi celeste, lacustre calendario
así mi mano
así mi ánima:
(oro no es mi cuerpo si alhóndiga una sal me dibuja hormiga
en mi cuerpo que no tuve)
rüido. rüido
rüido en mi ni casa de luz ni veloz: aquí es aquí.
y abrir la llave no se abre cuando lo que duerme es mirar
y la cáscara no duerme y otra vez soy rey:
silencio. silencio. ya no más
silencio. era una niña y su cabeza
imaginaria.
estalactita no, todos dicen
estalactita no ─y está lactando.
y la carne no me duele, es una esfera
una canción esperándome al otro lado de la noche
donde nadie
en mi voz, en miel de armas, donde nadie.
(si lo dices dos veces te derramas
llamarada vitral en hueco undeante
te derramas) velándote en otra
camella obscura
donde convergir sí es oro, y plasma y feto
oh densidad huerta.
°
eran horcas dibujadas en almelos
acariciar mi nombre, autófagos si sucedían
de nueve a nueve, círculos de atomillar en
cornisas flamboyantes.
si su voz fuera un centímetro lejana, existiría.
si distancia fuera una palabra me darían ¿doce
faisanes?
¿o cada fuego arborecer bifurca?
(a horcajadas, grité
olanes celestes la silueta del verano)
o sol es hay
y somos
y mirar por la ventana es
cerrar el vuelo en algo azul
redondo, alrededor:
espigas acampa.
y tañe no amarillo
o subreír, Uffizzi
si es decirte que es metálico arde en ecos y sucede en manzanares
que la estatua del jardín me habló y me dijo nuestros nombres
y me dijo Alalaila y me dijo
también que soy un pájaro
donde ficus recortados sobreseían la sombra
─sí
nadie ahogárame de huesos en los leones
nata gris en la doble resolana
donde llueve, y yo.
Panal
Quo, quo, scelesti ruitis
Era una danza maorí, el día que avispada me arrojé en fanal. Acolapsé un lago, dividí, lo viste. Y tal vez dije el lenguaje de los mudos sea mi única caricia, o dos palabras: aquí es aquí. (El lugar no era una espina huecos horadando ni humedad fragmento. Algo tampoco.) Decirlo cuarenta veces hasta convertirme en luz: bonsais de alas sucias, benjuí, microscopios-tejabanes ─Evacuen el museo. Ahí, yo escaleras, fijé latas, compramos cucharitas, falsa caoba donde almacenar suéteres de bebé en color rosa muy pálido.
(Cerramos los cilicios.)
Acá
yo y mi muslo somos un ciclo de gárgolas. Yo y mi aparato visual de enervaduras con chispitas. Yo y Ruiti en la calle del agua, citoplasmas de am en cascadas de leche posible cantándome cajas de miel
cuando no dudé si azul era azul─
[ Hoy
he dicho luz y sé
que hoy dije luz. ]
Y no sé. Tal vez he dicho vendaval de jaulas o he dicho ahora o he dicho balandrar─ o que abuelita es una azucarera a mitad de un mantel verdizo lila y esto es un planeta sin sillares, no lo olvides.
(Raíces mascabadas, dulcífagas, de vidrio.)
Cuando en tiempo real sólo es él diciendo esto es arriba, esto es abajo ¿cómo es? señalando un mililítro de amarillo, un centímetro de fluor, semillas de manzana evaporándose a tientas, mientras
soy un rey, mírame, mamá.
(Y su traje es invisible. Y un avión surca sus manos.)
─ Andromedea no, sí galaxias inversas que al día cedieran sangre de crayón a la pared líneas en zigzag:
esto es un barco, mamá.
Ahí
he visto ya despetalar de sus ojos asteroides, ningún árbol que atestigue
que un barco es un barco y un quinqué cuelga de un faisán
y es una alberca.
Que un enano grita a un árbol de limón: es peltre lo que culmina.
Que una mujer recuerda nunca fui tortuga nunca fui dragón nunca fui mujer.
Que un anfibio distingue la orilla.
Que un buitre golpea algo rojo.
Que un conejo palpita en la palma de una anaidómena enorme
y alguien deja caer la envoltura de un dulce en la fuente de piedra.
(Hay un juguete de hiedra.)
Hay una niña-armario su feto hervido in vitro bajo el ventanal a media gota de punto encedida.
Y la niña mira una rama y dice es mi llave.
Y la niña mira la llave y dice es mi espada.
Y un niño mira la espada y se queda callado y recuerda el sonido de hélices
─sí
las azufaifas son ciertas, pero ¿una araña es una araña o auscultar?
Y el rojo crece un lápiz diminuto escribiéndome otra vez en la nariz:
el perfume no me dicen
ni es castillos la velocidad
ni mis son ojos diez aeronaves casi púrpuras, doradas
ni es un círculo estallido, huella fruta espuma horizontal
siluetas verdes no, desvencijándose sutil en mi rostro sí lucífugo
ni (inserte usted su estrella aquí)
─fugaz
cajas de miel en su ataúd así dominan bailar mi apellido hacia allá: con simetría de líquido azul y pierna postiza en el pétalo que falta─
y que esto también es un barco, mamá.
Y frente a lo que en él se propaga a leguas o lenguas en fángano está Su nombre. Y su nombre significa armarse hasta los dientes. Y sólo en el hueco de la pared líquida, al reverso preciso de mis yemas a kilómetros hay una estrella de hueso. Y un cartílago de espejos mirándose a la sombra del río. Y una cara de nieve que es una─
pero eso fue hace mil ocho mil soles, y no me acuerdo.
Esto me dice una línea ondulada en la pared que dibujan en silencio sus tres años y astrolabios aúno:
─¿Entonces era aquí donde era Ella?
─Sí, mamá, aquí es aquí.
[Y la calle del agua
es coronada de alazanes. ]
Tengo un jardín en la palma de mi mano
adherida a un submarino extraterrestre
y la calle del agua es coronada de alazanes
entrecruce de moras recamando labios
azúcar y nieve mis ojos al espejo demolían
y la calle del agua es coronada de alazanes
gritan mediodía en un bosque infinito
así me mueren umbra sagital de aves magenta
y la calle del agua es coronada de alazanes
al jardín llueven destellos de marmota
manzanas-crinolina espabilando el disco que astilló
a la saga así neón de amuerden, abejas polizontes
ondulando
espléndidas
dos cabecitas de leche en sus trasuellos: fru frú: el silbar casi de un insecto fluorescente: amamantar: la máscara de mis manos a esta línea: ala intemperie, he vuelto, esto es así: picaduras de abeja en nuestros brazos que culminan cayéndosenos ya por el huacal de lo enlistado
: tan ámbar.
Y qué panal, decírselos.
Qué ataúd de miel, calles de agua tanto coronar y no decir qué sed, única palabra y caricia e imperativa porque sea ─sí, sé aún el conejito de vidrio cantando en barcos de algodón danzas maorí, danzas de lluvia o astros que eran astros cuando labios aún no ni los aunaba y eran vid ─emperativo:
soy un rey, mírame, mamá
lluéveme un barco, tengo sed
que mi traje es invisible y soy un rey
y nubes tú, mamá, que
lloverías.
(¿No ves? se la llevó el pájaro así, mira: ya no hay noche.)
─Cúo cúo.
(Su esqueleto que a la ruta adecuaría
yo viéndolo ya
en sol o miéles.)
RORSCHACH*
Dos changos con alas defecan sosteniendo a una bailarina con el cráneo escindido. Su falda transparenta muslos de los años cincuenta, torneados. Las manos están sobre la cabecita cortada; no tiene pies. Uno de los changos, el de la izquierda, no lleva la quijada definida. La mujer tiene el vientre agujereado.
Dos hombres polacos de caricatura chocan las palmas. Sus piernas y sus cabezas son rojas para acentuar que su cabeza es como un calcetín. Sus ojos son similares a sus bocas, casi sonriendo en la organización de un falso crimen. Pacto de vísceras transparentan.
Dos mujeres calvas con nariz respingona, ojos de extraterrestre y senos prominentemente ovalados. La separación entre tronco y cadera mediante una rodilla y zapatos de tacón que sostienen dos jardineras regando o dos anfibios. A los lados, placentas con fetos o fantasmas que ordenan ¡a callar! con su índice, y un moño, evidentemente rojo, a la altura de los cuellos.
Nada. O un monstruo con el rostro semi-escondido con un ojo más visible y algo que le escinde el cráneo. (Puede ser una vagina.) Se le ven bigotes y tenazas de cucaracha, zapatos de turco con tacón de aguja y algo irreconocible entre las piernas. O es un monstruo difuso que las separa y en la base otro monstruo o dos, que sostienen al primero.
Una mariposa camina con pies derretidamente combos arrastrando las alas. Lleva grandes antenas de espaldas a mí; se dirige a la derecha. Su expresión es o de ir al horizonte o de cierto abatimiento.
Un insecto extraterrestre, flaco, con cuatro brazos y otros dos más chicos, la parte baja irreconocible. Esta parte puede ser también dos submarinos con cara de pez bigotudo. Lleva un chal transparente en los brazos y una expresión de perversidad o de enojo o de deseo o de matar.
Tres piernas abiertas y un clítoris con candado. También pueden ser dos perfiles de mujeres lacias con manos hacia atrás.
Dos tlacuaches escalan un monte. En la base, dos cerdos tristes y un diablo juguetón o un extraterrestre muy delgado con saco y camisa elegantes. Un murciélago verde con cara de otra cosa, larga, y encima una gran rana u oso hormiguero que los absorbe a todos, ayudado por los tlacuaches. Esto también puede significar que la rana se asume hacia el cielo.
Una bandada de cerdos-sicarios. Dos sicarios-mujeres con peinado africano y dos sicarios Ku-Klux-Klan del futuro tocándose los dedos índices.
De arriba a abajo: dos hombres con sombrero demacrado-lúdicos bailan en estilo trofónico. Dos insectos los abanican cabalgando en otros dos insectos. Dos sirenas marsupiales beben un slurpee interconectado o tocan la gaita dando a luz fetos de luz o peces ámbar. Hay un conjunto ornamental amarillo-ocre o algo que no se dilucida pero tiene un fragmento de raíz. En el centro algo conecta los cerebros de las sirenas.
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* Resultado de una prueba realizada en conjunto a manera de chat. Para el paralelo ir a: “El despertar de las creaturas del espejo capullo”.
De Caja negra que se llame como a mí (inédito)
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