FELIPE MANCHENO
Quito, Ecuador 1991. Estudiante de Comunicación y Literatura de la Pontificia Universidad Católica del Ecuador. Su poema Desvanesencia fue seleccionado como ganador en su categoría para el Concurso Nacional Día del Libro y de la Rosa (2010). Estuvo entre los ganadores del segundo concurso de poesía convocado por el Taller Cultural El Retorno (2011). Desde 2012 forma parte del consejo editorial en la revista virtual de arte Contramancha.
[[Presentación de los campos]]
Si se pudiera resumir el mundo en un espacio eternamente circular
Comenzaríamos por limitar nuestros dominios
a todo lo desechado por el hombre (?)
Y si pudiésemos fingir que el nombre del caos es Hogar, dulce hogar
Hogar, sano hogar
¿Encontraríamos las palabras para explicarnos?
¿Encontraríamos, acaso, la manera de escapar nuestro propio circuito
mediante páginas y más páginas de discursos convexos
que no harán otra cosa que recalcar el dibujo?
(O) aprenderíamos a funcionar junto a sus bordes (?)
Aprenderíamos, de hecho, a buscar nuestra propia utopía en el vertedero
entre fruta podrida, lenteja
Tomaríamos la forma de nuestras excusas hasta elaborar un perfil retorcido
cómo el método más correcto de leernos los unos a los otros
Un dónde caber siempreycuando nos deformáramos a
un signo/idea de la aceptación
Lo correcto por excelencia
y tal vez la manera de fingir que nos seguimos diciendo
Y diciendo:
L A B U E N A N U E V A
L A N O V Í S I M A
seremos nosotros...
Moviéndonos a través de fundas de hospital, de sales de litio, de agujas de relojes adelantados que volverán a habitar nuestras venas en el descenso de
seremos nosotros...
Cantando melodías polifónicas que armonicen con el zumbido de los televisores cada mañana cuando florezcan las múltiples sintonías de un nuevo
seremos nosotros...
Bronceando nuestra piel con el delicado desencarne de la bruma y el albañal como también se bañarán padre, madre, por los siglos de los siglos
seremos nosotros...
Aquí,
donde chocan las melodías inmutables e inconexas
y el hervor de nuestras carnes reverbera
penetrando la construcción semi-mecánica de estos campos
Es la tierra cuyas venas se hinchan
Ojo de partícula subatómica
por el que transitan millones de discursos y relevantes
de ánimo, de muerte, de sintonía correcta
Aquí,
donde inauguramos nuestra tragicomedia
y dimos nuestras manos en ofrenda dulce
al limo que cubría la máquina perfecta
Existe un lugar donde el asfalto se rompe
Campos de peste y larvas
enjambres de moscas que se entrecruzan
y sobrevuelan nuestras cabezas
Aquí,
donde suceden los rostros de múltiples muertes
y la vida se vuelve indetenible, infinita
alargándose in vitro a través de otros módulos
Es la tierra que emana licor de sus raíces
[[Famelia]]
Y al aplastar un pedazo de pulmón, murmura:
Se nombra la casa
No se la mide
Se la recuerda
en el espesor de cada placenta transitada
en la resequedad de la pulpa más profunda y atorada
Se nombra la casa
Como el ladrido mercúrico de un niño que no llega
y especta su reflujo hacia la vieja carne
El continuo cercenar del plasma sobre el plasma
El amén ahogado de una vulva
Se la recuerda
porque esta es la casa que nos formó y que nunca mencionamos
Es el firmamento
su ladrillo siempre derruyó nuestro seso para fonar las cadencias de la alegría,
con cinemática de lo muerto
logró llamarnos entre milmillones de piernas apretadas
prologando esa condición vital que ríe en lo infecto
y que al primer crepitar
hogar – casa – hoguera – hueco
hundió el desolor de la natalidad
dentro de aquello innomine,
fundó la casa
Línea
Deja que el ceso se descascare hasta la pepa…
Y cuando seas feto deja expirar la voz de tu cuerpo cuenco, que dice:
pálpate las horas
recuerda con las uñas las tres máscaras que hacen tu cráneo
tu intimidad
(aunque también digas)
sátiras reventadas
Eres tú mismo olla podrida
obsesivo colector de filigrana de materia (o de mente)
¿Para qué?
Todo tiempo Todo espacio
granito que no olvida nombrarte
línea al vacío
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