lunes, 19 de noviembre de 2012

IVANA PAOLA MELE [8446]




Ivana Paola Mele
Nació en Buenos Aires, Argentina el 17 de Octubre de 1986. 
Participó en diversas antologías de sellos editores. Publicó en poesía, Encarnación (pájarosló editora, 2008) y "Y así después amar" (Córdoba, Alción, 2009)


Encarnación

rodeada
de estímulos mutantes
carezco de felicidad
mis brazos los podaron
la voz me dejó
y ellos siguen de pie
jugando a matarse a no ver
por miedo
copulan se enciman
entre sí entre todos
los cuerpos moribundos
por un sistema
se roban me maltratan
sacando de sí mismos
sus pieles cosidas
a mañana.







Sus labios sufren
Las alas de algodón la envuelven
En un mundo sin estaciones
Se queda
Sangrando con gusto voces
Gritando como una sola
Voz desnuda sin sombra
Prófuga de ella
Volando
Cae la lluvia sobre sus pies
Desconocida llega
Entre el viento
Las montañas nevadas
Sobre su obligo de nácar
La visión perdida de una imagen
Buscada
Fuera de todo dentro de ella
Las cosas llevan su nombre.

Encarnación (pájarosló editora, 2008)








DE   "Y así después amar" (Córdoba, Alción, 2009)



I

Está descompuesta detrás del decorado.
-Bebe el vino de sus lágrimas frías-
Está asustada mientras que un cosquilleo brinca sobre sus extremidades. 
Intenta correr pero no alcanza el suelo. 
Es esclava de un momento sin minutos, no puede esperar.

(El telón comienza a levantar su vuelo) 

La belleza de su mirar es aún más transparente, más lejana,
y muere,
para vivir.



VII

Los fondos se reciclan. La escena cambia. Permanece sujeta al tiempo y al movimiento de sus pasos. 
Las golondrinas de papel tienen vida eterna pero dejan de acompañarla. ¿Por qué la dejan? 
Sigue a paso corto. Recta. Pero todo cambia, hasta su rostro no le pertenece. 
Ella alquiló la soledad hasta el miércoles.



XI

¿Cuál será la señal de su venida y del fin de la historia? Trata de protegerse. La gente del espejo escapa de su prisión de cristal y la buscan. Se huele miedo. Nunca había pensado cómo iba a morir. ¿Iba a morir? 
Sólo el hombre cree en Dios. Resucita.
En su boca anidan hojas de un diario. Íntimo en palabras, agudas de llanto. La magia se esconde por su columna vertebral cubierta de escarabajos. Ella ve dos ángeles revoloteando por fuera pero su mente percibe a dos insectos que temen a la creación. La tempestad se anuncia. 



XIV

Pone distancia entre sus manos.
Las observa.
Mide cada centímetro de más y muerde al dedo que nunca le dio amor. En forma lenta, despierta sus ojos dentro de un movimiento púdico de sábanas sin desnudar.



XIX

La luz se enfoca sobre su cara con rastros de maquillaje. Los pies se evaporan. El cuerpo oscurece. 
La ropa cae, prenda por prenda. El desnudo se hace sobre un espejo horizontal. El cuerpo tiene sed de viaje mientras el celuloide se vacía en la abertura de sus piernas. 
El dedo ingresa, se retuerce al deseo contenido. La seda que envuelve su piel se disuelve ¿Hay alucinaciones? 
Los gemidos hacen eco en los oídos sumergidos en alcohol, soltando pequeñas burbujas de aire. La suspensión de la realidad cubre todos los sentidos. Hay humedad, glóbulos rojos sobre la médula y la sensación de encierro.
El mar está seco. ¿Acaso no ves que está soñando? 
La oscuridad sigue. Los techos se ven altos desde todos los ángulos.
La mirada se mantiene perpleja sobre la fotografía que cuelga del decorado de su memoria. Escupe la traición que revuelve poniéndole dos cucharadas de azúcar.
La luz se abre con un grito: ¿Mujer, dónde estás? 

La noche es todo lo que escapa de Ella.








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