Cinzia Ricciuti, nació en Caracas, Venezuela, pero no tiene patria.
Es Intérprete Público, traductora y profesora. Ha participado en el Taller de Escritura Creativa dictado por el escritor Fedosy Santaella, en el Taller Escribas con el escritor Israel Centeno y en el Taller de poesía del poeta y ensayista Armando Rojas Guardia.
Ha leído sus poemas en variadas lecturas públicas desde el 2007 hasta la actualidad. Algunos de sus textos han sido publicados en las revistas electrónicas Letralia, La Casa Azulada y Los Hermanos Chang.
Desde 2006 lleva el blog http://verdadesqueasoman.blogspot.com/
Kundera, siempre Kundera, cada cuatro o cinco años, cuando alguien
me lo recuerda, cuando necesito desnudar las cosas, cuando quiero
que me sean dichas sin adornos.
Leo La Insoportable Levedad del Ser.
Me pregunto si de verdad me gusta ese libro o si simplemente me
acostumbré a decir que me gusta o si me gustó alguna vez y ya no.
Igual lo leo, lo devoro.
Kundera y su sinceridad.
Kundera y sus personajes miserables que no tienen ni siquiera el
derecho a un poco de realidad. Sacados de su mente, expuestos, solos,
sin sangre.
Kundera el cirujano de los sentimientos.
El que habla siempre de pesadillas.
El poco poeta.
No hay amor en Kundera.
La amargura por su Praga invadida, por los rusos, por la incertidumbre,
por la indignidad.
Es tiempo de horrores, me digo.
Y sigo.
Leo a sus mujeres.
Sus hombres no me gustan. Aman y no lo saben, odian y no lo saben.
Odian amando, aman odiando.
Tienen miedo. Son hombres. Me alejo.
En sus mujeres...me reconozco.
Kundera hubiese podido ser mujer.
Hay muchas escenas con espejos.
Mujeres desnudas viéndose al espejo.
¿Nos vemos realmente?
¿O el espejo es un tránsito, un puente hacia ese mundo que
no entendemos y que es nuestro?
¿Nuestro?
Kundera me pone difícil.
BONUS TRACK
OCHO KILOS DE NADA
Camus odia a Rimbaud.
No le perdona que haya renunciado, que se haya dejado.
Camus esconde el desasosiego y la soledad en la soberbia.
Es tan tierna la poesía desde afuera, tan dulce la auto-aniquilación paulatina del poeta maldito, tan fácil vivir el éxtasis prestado.
El genio está en tener el don, dice Camus, no en abandonarlo.
Rimbaud, enfermo de nadas, carga con ocho kilos de oro en la cintura, duerme con ellos, desde que dejó de ser poeta.
¿Son tan diferentes el oro y la poesía?
STORM
Diez minutos de viento poderoso
pocas gotas
la sorda amenaza de los truenos
luego
todo el peso
de la calma
de nuevo
en este trópico
hasta las tormentas
se han vuelto perezosas
breves
como sus hombres.
FLASHBACK
Todo lo intento:
la voluntad de ceguera
la nariz en clausura
los sonidos sordos
la zozobra de la castidad.
En la lucha y en la fuga
busco el olvido falso de mí.
En el espejo
la niñez me reclama.
INTENTOS
Adhiero el cuerpo al piso
para no caer
para no volar
se hace vano
igual caigo
igual vuelo
DEL BUDISMO QUE NO TENGO
Sentada
en posición de loto
escribo
de no ser por
el cigarro
la desnudez
y estos ojos
prendidos de ganas
sería una monja zen.
LUGARES
Tengo tres mil años de guerras
almacenados en las venas.
Me gesté en un lugar
de aceitunas y uvas
templos y vejez.
Siempre anduve
en el hablar de las miradas
y los labios cerrados
en los hornos de piedra
las abuelas de manos ásperas
cabello blanco hasta la cintura
recogido en moños de trenzas espirales.
A veces amanezco en latín.
La tierra de la que vengo
no conoce de incertidumbres
a los muertos se los entierra
en el mármol
y se los llora para siempre.
Vivo en un sitio ahora
que no sabe de estrategias
que flota entre las formas
y no se halla.
Vivo en un sitio niño.
La última noche en la Tierra
Píntenle alas
a ver si vuela
Márquenle el corazón
en el pecho
a ver si siente
Tóquenle un acordeón
a ver si despierta
Mójenle de sal
a ver si sufre
Ciérrenle los ojos
a ver si ve
Ábranle la tierra
a ver si nace
Cántenle una frase
a ver si piensa
Háblenle de lo real
a ver si asume
Ódienle
a ver si agradece
Ámenle
a ver si se muere
Lejos
Viven
intercambiando humores y ansias
compartiendo miserias e infiernos
prometiendo cielos
Se saben viejos
ancianos de experiencias rotas
en la trampa de la esperanza
de sus corazones partidos
de tantos sueños
Intuyen
que la libertad es eso
acercarse cada vez más
a la ausencia honda
de una realidad nunca esperada
y de un amor inmenso
Quietud encendida
Me miro en tu espejo.
Recorriéndome en ti
en la mirada expectante
en los libros logrados
en las palabras redondas
en el léxico simple
en la quietud encendida
en la vida recorrida.
Ando
Rellenando carencias
proyectando quimeras
confirmando certezas
experimentando sombras.
Carne
Es que te siento
desmitificada,
viva, sedienta.
Es que se te percibe
alegre, exuberante.
Es que se te ve
protagonista, bellísima.
Eres el hermoso límite de mi alma
que le da sinsentido a mis convicciones.
La que apagando la luz
me adentra en los misterios.
La que me aturde y me vuelve niña.
La que me hace entender el absurdo de la culpa.
La que se mueve incontrolada bajo mi piel,
reclamando espacio,
la que se funde con los pensamientos,
ahora libres, cada vez más libres.
Instantes infinitos
Dejas de ser tú
siendo más tú que nunca
te brinca el alma
te desnudas vestido
te deslumbras viendo
lloras riendo.
En tu despierto ensueño
te afinas
te animas
te fortaleces
te relajas
te alegras
te hueles en la maravilla.
Magnífica congestión.
Todo queda
en ese momento
que no ha empezado,
que no termina.
Vas y vienes
A veces te olvidas
a veces te piensas
te agredes
te esterilizas
te adelgazas
te volatilizas
te pones rimmel
para avisarle a las lágrimas que no salgan
los tacones buscando amor/sexo/amor/sexo/amor
barato mental general masivo impersonal rápido falso impotente.
Luego te acuerdas
cuando te duele el vientre
y te retuerces acostada
y te da por llorar
y te mientes que son las hormonas
y te ríes de ti misma
porque no te respetas.
Pero vuelves
con ganas de mandar todo a la mierda
con una soledad guerrera y robusta
con la falta de un abrazo
con la imaginación fortalecida.
Impulso
Esto es
irremediable, irrefrenable
(me descubro sintiendo)
hasta que pase
(me descubro pensando)
ridículo
(me descubro riendo)
y se me van levantando
los vellos de los brazos,
se me desperezan las papilas,
se ablandan los músculos,
empiezan a fluir las maravillas
y mi cobardía implora
(¿se puede implorar gritando?)
un seudónimo
que me permita diluirme
en el anonimato
de esto
que también soy.
Sin título
Aquí,
al transmutar besos en versos
latidos en palabras
respiros en lecturas
cuerpos en siluetas,
descubro lo brutal
de apetecer viceversas.
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