Ninfa Farrach
Poeta, narradora y artista plástica. Nació en Managua, 1958. Es licenciada en Ciencias de la Educación con mención en Español por la Universidad Nacional Autónoma de Nicaragua (UNAN-Managua). Comenzó a publicar sus poemas en 1973. En los años 70 colaboró con la lucha sandinista desde el Frente Estudiantil Revolucionario (FER). Después del triunfo de 1979, fue responsable de Cultura y Deporte del Departamento de Re-educación Penal del Sistema Penitenciario Nacional. Su poema “Si nos quitan el arado” obtuvo en 1981 el primer lugar del II Concurso de Poesía Revolucionaria Leonel Rugama, promovido por la Dirección Política del Ministerio del Interior. En 1983 publicó su primer poemario: Con el tiempo en silencio.
En 1985 se estableció en Puebla, México. Luego residió en Costa Rica donde se entregó a la escritura para retornar nuevamente a México en el 87. En 1988 asistió al Taller Libre de Artes Plásticas A. S. del Barrio del Artista en Puebla y trabajó como profesora universitaria y periodista. A partir del 1996 se involucró directamente en la pintura de murales en México. Regresó a Nicaragua en 1998 desempeñándose como asesora en muralismo del Instituto Nicaragüense de Cultura. En los años posteriores se ha dedicado a la comercialización de productos químicos para la industria y el hogar, a la agricultura y la selvicultura. Desde 2002 vive en su finca Los Mangos cerca de Veracruz, departamento de Masaya, Nicaragua.
Forma parte de la Asociación Nicaragüense de Escritoras (Anide) y de la Asociación Cultural Rubén Darío de Ciudad Sandino, creada en 2006, que agrupa a representantes de diversas artes. La mayor parte de su obra está inédita.
Bibliografía
1. Con el tiempo en silencio (poesía). (Managua: Editorial Unión, 1983).
2. La bala no sale de mi dedo (poesía).
La bala no sale de mi dedo
Niña pájaro
Soy Ninfa Farrach,
la hija de Ismael y Aura Estela.
La de las tardes sin permiso, la poeta.
La que una vez confesó sentir lástima
por los perros solitarios,
la rebelde desde niña, amorosa siempre.
Soy esa niña que ayer recorrió en bicicleta
la finca de su abuelo palestino,
la mayor de sus hermanos,
la que soñaba con tener una lámpara
maravillosa de Aladino.
Soy esa niña de ayer, en otro tiempo,
que juega cada tarde a ser libre
y moviliza estas alas que se han desarrollado,
la que en breve tiempo cruzará el océano
para ver la luna desde otra perspectiva.
Amor a los objetos
Hoy más que nunca amo las cosas que no se mueven.
El aparador sonríe desde la esquina
mostrándome tenedores y cuchillos.
Las sillas me son fieles,
siempre me aguardan silenciosas
con los brazos extendidos,
los vestidos me esperan
colgados de las perchas
con ansias de deleite,
las ventanas,
las cortinas.
El florero negro que adornaba con ramitas
de olorosas albahacas,
el viejo mantel que descansa
doblado en un cajón,
los platos,
las botellas.
¿Acaso ellos critican mi manea de cantar?
Me escuchan,
me observan todo el día,
ellos me aman,
lo adivino a través de sus poros disecados,
de sus ojos muertos,
ellos me ven desde su antigua muerte
sin sonrojarse,
pues los hombres les impusieron los colores
a pesar de sus protestas.
Fue por ese amor que les tengo a los objetos
que ayer le arrebaté la guadaña
a una dama espigada y triste,
ahora ella me busca,
me ofrece su cariño,
pero yo no puedo amarla,
amo las cosas que no se mueven.
(De Con el tiempo en silencio)
Todo es diferente en esta dimensión
Hay un firmamento arcoírico
en el tiempo.
La música acaricia
la pared desnuda
de este cuarto desolado.
Caen las horas
de un reloj enfermo.
Hay golpes de trompetas
en la nada.
En este espacio, no hay espacio
para mi fantasma mudo.
El chirriar de una puerta
que se abre
hace cerrar mis ojos
y palidecer mi vestido.
Un remolino de golpes
consumen este tiempo
insospechado.
Este sol es helado
y mi fantasma se estremece.
Cae una nieve verde
sobre mi sombrero de copa.
Al escuchar las pisadas
de estos árboles inquietos
mi fantasma siente miedo.
En este espacio
no hay espacio
para mi fantasma.
(De Con el tiempo en silencio)
Ya viene mi sombra
Por fin viene mi sombra,
ha pasado el día bordeando el río Sena,
lanzando pierdecitas en las aguas grises.
Llegará hasta aquí y será lo mismo:
se agachará al pasar por la puerta
y quedará colgada
como un péndulo de reloj del siglo XVIII
en la vieja pared
de piedras irregulares.
(De Con el tiempo en silencio)
Qué hizo esta muchacha
Qué hizo esta muchacha sino amarlos
y ustedes le pagaron con palos y mordidas.
Regocíjense ahora, miren su rostro flaco
y su mirada ausente.
Hagan trizas el vestido blanco,
bailen sobre la corona de azahares,
quiebren sus manos
y conviértanlas en blancos abanicos de carne.
Ella nada va a decirles, es una vela olvidada
con olor a mariposa.
(Castillo de polvo en Siete poetas jóvenes de Nicaragua)
Cuando muera colgarán mis palabras
en las viejas alambradas,
descifrarán los pergaminos
que ahora leo a gritos
pero que nadie escucha.
Es una pena inmolarme
para que me oigan...
Es hora del ¡clic!
la bala no sale de mi dedo...
(De La bala no sale de mi dedo)
Tiré muy lejos mis zapatos
y me quedé en el tiempo,
en la lluvia,
en el viento.
Ellos admitieron mi desnudez
sin tratar de mutilarme,
no se avergonzaron
de las caricias de mi lengua
ni miraron de reojo
los pies que tiritaban.
(De La bala no sale de mi dedo)
Liberación
Ya no estoy en la caja de sorpresas
ni colgada de los hilos
que me convertían en marioneta,
ahora camino, balbuceo,
uso las manos y detengo el tiempo.
(De La bala no sale de mi dedo)
Cada día
Mi ciudad está llena de gente pobre
y de perros flacos.
Los perros flacos están tristes,
igual que la gente pobre.
Yo también estoy triste.
Enero 2004
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