BECKY RUBINSTEIN WOLOJVIAÑSKY
Becky Rubinstein. Ciudad de México (1948). Poeta, maestra, periodista, traductora y escritora y promotora de literatura infantil. Estudió para maestra de hebreo en el Seminar ha Kibutzim en Tel Aviv, la Licenciatura en Lengua y Literatura Hispánicas, la Maestría en Literatura Española en la UNAM, el Doctorado en Letras Modernas en la UIA. LIBROS DE POESÍA: Máscaras para la luna (1986), Senderos de cuatro licores (1988), De caperuzas cotidianas (1991), Caballero de polvoso azul: El vientre de Pandora (1993), Coro de encajes (1993), Vitrales (1993), Lentejuelas negras (1994), Hijas de la rueda (1994), Arlequina a medio maquillaje (1996), De lunas ebrias (1996), Aguador enorme (1997), y Cuéntame una de vaqueros (1999), entre otros. Becky ha sido objeto de varios reconocimientos entre los que destacan la Medalla Sor Juana 1993, categoría poesía, otorgada por la Sociedad Cultural Sor Juana Inés de la Cruz; el Premio Ariéh Dultzin 1994 otorgado por APEIM y la Distinción Misael Valentino 1995, de Cuba, entre muchos más. Obtuvo el Premio Nacional de Cuento Infantil Juan de Cabada (INBA / estado de Campeche, 1988) por Un árbol Gatológico y el Premio Nacional Tinta Nueva (2006) por Toro aciago. En 1997 recibe la Mención de Honor del Premio Mundial de Literatura José Martí (Costa Rica). Su poesía se encuentra antologada en Las Divinas Mutantes, UAM/IMC, 1996; Poesía sin fronteras, Verbum, Madrid, 2000, y en 34 Poetas Mexicanos de las Pirámides, Madrid, 2005.
AUSCHWITZ
Nos mandaron
cambiar los zapatos
¡No, no, fue así!
Nos amenazaron
frente a una montaña de zapatos
Ése sería el primer paso…
Luego, peinaron nuestro cabello
con peines de cristal.
¡No, no fue así!
A mi madre y a mi abuela
detenidas en un crucero
No les dio tiempo de tejerme un
sudario con sus cabellos largos de princesas.
Y mi cabeza, comida por los piojos,
se negó a ser ultrajada por el cuchillo.
¡No, no fue así!
Esas fueron otras vidas.
Nosotros somos apenas sus dobles.
LIMOSNA
También en las calles de Nueva-York
y a las orillas del Hudson
Se pide limosna
a los perros
a los peces
a los invertebrados.
En Nueva-York los edificios
hablan solos
como Woody Allen
-su cortesano preferido-
Y regalan manzanas
para darle la vuelta al mundo
en inglés
aunque no siempre se les entienda.
En Nueva-York sueño con torres gemelas
de mal parto
y parto un pastel de cumpleaños
y parto a la India
y me parto en cuartos como manzana
(¡viva el absurdo!)
Para darme a los turistas
como limosna.
En Nueva-York los gatos
hablan en los teatros
-ninguno quiere salir en cartelera-
Conocen a los poetas
y las gatadas de los empresarios.
También su filantropía de museo.
En Nueva-York me tiro en un sillón
Redondo como un beigl cargado de queso crema.
Ya descansada y sin hambre
salgo a la Quinta Avenida.
Las Tablas de la Ley están de oferta
Se venden de dos en dos
como parejas que jamás se van a acostar
sin haber resuelto sus diferencias.
Y ni de gratis, salen del almacén…
por aquello de “El no matarás.”
y del “no desearás el queso
de tu prójimo.”
DE CAPERUZAS COTIDIANAS
(fragmento)
VII
¡Qué difícil es matar a Caperucita
sin dejar huellas de sangre en la alfombra!
“Que si lo sabré yo” –suspira el fantasma de Canterbury.
“Que si lo sabré yo” –agrega Jack el destripador,
médico de cabecera de la Reina victoria,
destripador de caperucitas prostitutas
arrulladas de día por el mago de las pesadillas,
el que ronda las calles de Londres
sin que un Sherlock Colmes encuentre su huella.
Las mujeres malas mueren sin desangrarse
porque cada noche les desangra un vampiro.
Rojo
Rojo
Rojo
Trinidad roja de mujer.
ARLEQUINA A MEDIO MAQUILLAJE
(Dos poemas)
I
Luna lacrimosa
matrona entregada a tejer
duelos de menopausia.
Laberinto oscuro de tu rostro
gris
el de las viejas
que amanecen solas.
II
El sol cayó del tejado
nubes ulceradas por la ventisca
Batuta de Vivaldi
regidora de pinos fantasmales
Y
yo sin ti
remedo mi avatar plomizo
martelinado por el peso de mi desplome
LENTEJUELAS NEGRAS
I
Poemas de aire
te desvaneces a la puerta del olvido
te evaporas en mis quimeras
antes de quedar preso
en las trampas de la palabra…
II
La máquina de escribir
ha perdido la cordura
desde ayer tan sólo escribe tu nombre
el día de tu nacimiento
el día de tu muerte…
EVA
Eva, puerta abierta,
alberga en su cuerpo de mujer
la ponzoña de la sierpe,
objeto de sus amores.
Se le acusa de hechicera,
de nacer del lado izquierdo de la infamia.
Adán, limpio de culpa, muestra con orgullo
su cuerpo sellado a la ponzoña,
no lo penetra ni mella su buena fama.
El rigor ciñe a la mujer -clave oscura-
toca e infama a su hombre cuando el veneno menstrual
la desangra.
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