viernes, 4 de marzo de 2016

LETICIA RESSIA [18.193]


Leticia Ressia

Pellegrini, Buenos Aires 1979). Vive en Córdoba desde hace 14 años. Estudió letras modernas en la Universidad Nacional de Córdoba. Fue mención especial en el año 2001 en los premios estímulo con el libro Día de los inocentes (editorial Cooperativa, La Fiaca). Participó de diferentes antologías como Dora Narra (Caballo Negro editora y Recovecos, 2010), y 15 poetas mujeres de córdoba (Editorial Tinta de negros,2011). Desde el 2007 lleva su blog: La laucha manca www.lauchamanca.blogspot.com. 

De "Irse con elefantes"

Idiosincrasia 

Ser esa lombriz que duerme
bajo la tierra negra
en el fondo del patio,
habitar cavernas casas.

Ser esa cuchara sopera
en desuso
para jugar con el barro y
romper cavernas casas

Deshabitarme lombriz
cuchara
sólo ser
uñas negras niñas
comidas
que escarban.



Ruidos 

Esta aberración de cigüeñas
su estampido de nacimientos incontrolable
nos dice, madre,
que nosotras ya no somos como antes.
Yo no podré con estos niños
que se niegan
que se escapan cada vez que cierro 
el puño en la soledad del aire
y tú, ya no puedes conmigo
en el espejo del baño
en el espejo de la habitación.
Huyo de tus ojos como ellos se esconden
de los míos
pero los oigo gemir detrás
de los muebles de la casa
y durante el tiempo que dura la noche
no paran de nacer
en el ruido de las cosas muertas.




El Fauno 

El animal que criaste en el fondo
atado al tronco de la acacia
ha desbordado las muros del patio,
no podrás asomarte más a la puerta
para tirarle las sobras del almuerzo
ni acariciarlo con un palo
como a un hijo al que no se quiere.
Simplemente, ha crecido.

Una mortal culebrilla es lo que dejó 
el paso de la cadena por el tronco
una monotonía circular imposible
que le dio el ejercicio para odiarte.
Aún te teme.
Sospecha que una de estas noches
ya dormido
vienes a liberarlo.



Irse con elefantes 

Voy a morir mañana
hay un elefante en la puerta
será algo obvio,
verdadero.
Las cosas que no tuve
serán definitivas
y el amor que alcancé
algo que él olvide.

Voy a irme, 
es preciso hacerme pequeña
decir que esa, no soy yo,
romper el espejo deforme
con la manzana de Eva
salvarme y morir.

Que no crea que ha sido por él
no, 
jamás lo será.
Me voy con los elefantes
ya no puedo esperar
esta muerte larga.

Todo es lejos
como la vida que tuve
esa sonrisa en la boca de un muñeco.
Entonces elijo 
hacerme pequeña en la puerta
con el cariño enfermo
de quien no tiene más palabras.



De "Libro del buen amor"

Estoy cansada
quiero sentarme con vos
y tomar unos mates
mientras el sol aplasta
mi columna
mi espalda rota por el peso del tiempo.
A pesar de todo cumplo:
yo tapo mis muertos
les cuento los dedos,
están completos.

Quiero dejar de ser
Antígona
renunciar al rito diario
de enterrar mi cadáver hermano
sacar las manos húmedas
a la luz de la mañana
respirar como si fuera
un gorrión recién nacido,
un ser horrible
temblando por vivir.



EL JARDÍN DE AL LADO

Duermo en la gloria de mi padre
y la acaricio como a una cosa lejana,
una dalia mirada
desde un pozo siempre hondo.

La nostalgia
se parece a eso
una caída
infinita
decrépita
hacia adelante.



Poemas del libro LA SELVA OSCURA, de Leticia Ressia

Eso es, es la vida. Los poemas que van a leer en “La selva oscura” tienen que ver con la vida. Cada verso de los poemas que comprenden el libro, llevan en sí la pulsión, el instinto, la necesidad de la existencia. La palabra perturba los sentidos, irrumpe, se nos presenta, y se queda suspendida en las imágenes, resuena… (Florencia Iglesias; texto de presentación de La Selva Oscura)



ARAÑA

Sentada sobre los hilos de su propia espiral
tejió sus pasos
en lo más profundo de su vientre
y parió su propio destierro,
la completa soledad
la feliz telaraña
del hijo. 



LA DESCARRIADA

                               a Gustavo Borga

Hija
eres pequeña en mi mano
yo te muestro el mundo
para que después,
cuando crezcas
desates tu furia sobre él.
Padre
no le digas a madre
que mañana
arrojaré mi sombra
en su cara. 



PEZ ROJO NADANDO EN AGUAS NEGRAS

Yo que viajo adentro de un viaje
que he cortado la arteria
de la perfección de la hija
que he desarrollado el instinto de lo nuevo
el viento seco de lo viejo
Yo que peino el yuyal de las macetas
con la costilla de mi animal muerto
no apagaré nunca esta pena, no otra ni otra
ésta.
(será un pez rojo
nadando en aguas negras)
He fracasado el tejido del retorno
madre ya no lava mi pelo con manzanilla
se sienta al fresco de la tarde
y apoya en su muleta
la tristeza renga que le dejo
mientras subo al colectivo de las 22.25



LA SELVA OSCURA

Tuve encierro y otras cárceles
    pero nada se pareció                 
a tu sombra.



ESPANTAPÁJAROS

No temblarás
no te devolverán el viaje las carrozas enfermas.
Mirar otros nidos no reconstruirá tu casa
pero alguien te acariciará un poco
para compensar y otra vez
el monte será verde en las mejillas.

Sin embargo, escribir estas cosas querida,
no alejará suficiente los cuervos.



UNA CENA

Casualmente un piano
como en casa de Siri en Trenque Lauquen.
Hay cosas que no alcanzan
para salvar la existencia,
ese recuerdo no me acerca en nada
a la música.
Sirve apenas para recordar mi edad, a Siri, a su mujer en el piano
notas que aprendí y necesariamente
olvidé.
Alguien frente a mí, ahora, está cenando
y yo, indiferente al rito del otro
sigo pensando en el piano
en las formas posibles de lo que fui.



RASGADURA

Quedarme a mirar
como las moscas
cuando se posan en el lomo
/de un perro dormido.

Prefiero ser triste a veces,
tocarte es para mí
una batalla rota por la noche.



LA SALVAJE

He roto mis dientes
masticando vidrios.

Nunca más ese espejo
me robará la imagen.




El hielo de la guerra, Caballo negro, Córdoba, 2014.


Un grillo desmembrado
en una caja de fósforos.

Ella podrá saltar el charco y la espera
o ese vacío de llanura oscura que crece
en los pequeños errores de su infancia.



*


Abro el pan, lo soplo
esta parva de dios
su semilla infinita
ofrece a mi hambre
el cuerpo de Cristo.
Padre adentro
baja la marea
también soy en este cielo profundo
hija mirada por el ojo que todo lo ve.

Hasta acá llega mi sombra
el cepo donde se consume
el gesto amargo de los días.
Si aquí hubo demonios
solo dejaron en charcos negros
sus ropas de fiesta.

Vivo en la carne de mi carne
tengo fe en mi corazón
tan pequeño y solo
pan hambreado
aliento dolido por el asma.

Atrás de la sangre, la ceniza
 de mis muertos hace un pozo
un vientre de barro.
Los que murieron de viejos
aquellos que se llevó el dolor
me aman y empujan.

Abajo un tigre descomunal
espera la rabia
la piel fresca del vivo
voy a comerte, dice
recibe lo que te doy
mi memoria
este amor que ha sido mi hambre.


*


En la soledad de la rutina prosaica
donde el temblor es pecado
el rosillo es un caballo para toda la vida
su carne estremecida, el sudor
acompañan la sangre hasta el final de la ciudad
donde el vicio del aire se apaga.

Cada día un pingo invisible arrea mi sombra
me arma para innecesarias guerras.
Aprendí a andar a caballo en la Pía Margarita
antes nos había corrido un cebú
que salió detrás del tanque australiano
antes incendiamos la casilla.

La eternidad estaba al día.

Pero me dieron un animal
olor de lo vivo y lo divino
nunca más me bajé, esa es mi gracia mayor
aprendí a andar a caballo
para que el miedo no me agarre de a pie.


*


Un hombre que no recuerda
la cima de su propia montaña
mira el reloj en la pared
y antes de morir pregunta cuál
es el ruido del tiempo cuando acaba.





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