Amélia Dalomba
Hija de caboverdianos inmigrantes, la angolana Maria Amélia Gomes Barros da Lomba do Amaral, Amélia Dalomba, nació el 23 de noviembre de 1961 en el enclave de Cabinda. A los veinte años, se trasladó a Luanda, donde estudió Psicología, desarrollando simultáneamente su actividad profesional en el periodismo radiofónico e impreso. Es colaboradora del Jornal de Angola, en cuya página cultural se han publicado algunos de sus trabajos.
La poetisa ha definido así sus ambiciones literarias: “Ser capaz de crear un texto que comunique. Un grito surgido de mis obsesiones visionarias. Eso es lo que me atrae. Con el tiempo, también como resultado del periodismo, se desarrolló en mí una enorme atracción por la síntesis, por decirlo todo en pocas palabras. Sea en poesía o prosa, en cualquier tipo de texto. Eso es un enorme desafío […]”.*
Dalomba participa en diversos proyectos culturales y de solidaridad social, es miembro de la Unión de Escritores Angolanos (UEA), y la República de Cabo Verde le otorgó, en 1996, la Ordem do Vulcão (Orden del Volcán), Medalla de Mérito de Primer Grado.
Ha publicado los libros Ânsia (1995), Sacrossanto Refúgio (1996), Espiga do Sahel (2004) y Noites ditas à chuva (2005); poemas suyos han sido incluidos en varias antologías, entre otras, Antologia do Mar na poesia Africana de Língua Portuguesa do século XX (2000), de la crítica brasileña Cármen Lúcia Tindó, O Amor tem Asas de Ouro (2006) y Todos os Sonhos — Antologia da Poesia Moderna Angolana (União dos Escritores Angolanos, 2005), de Adriano Botelho de Vasconcelos. Luanda. De esta última proceden los poemas que aquí presentamos. (Olga Sánchez Guevara: selección, traducción y presentación)
La canción del silencio
La canción del silencio es un poema al suspiro
Sumergido
en la profundidad del índigo
El mirar de una santa de barro
La línea del Ecuador a la deriva del pensamiento
hielo y sal y larva y miel
La canción del silencio
En la milésima de tiempo
La inversión del mundo en los cabellos del infinito
Una luna apagada de placer
La razón es un jardín florecido por la ilusión
En la milésima de tiempo de una entrega
Frases hechas
Difícil es cantar el común pensamiento
Sombras en frases hechas donde nada es tan antiguo
Como llegar y partir
Herencia de muerte
Lirios en manos de hombres crueles
Palomar a la puerta de ladrones
Hijo de mujer en el hueco de la basura
Heridas gangrenadas sobre puentes quebrados
Así construimos África en los cursos de herencia y muerte
Cuando la costra rompe los labios de la tierra
El viento dictará sentencia a los desheredados
Un haz de luz constante en la paginación de la historia
Cada ser un deber y un derecho
En la voz herida todos los abismos deglutidos por la esperanza
Manos
Las manos diseñan raíces de los cánticos de la tierra
Generan vida en la identidad de la flor entre el espíritu de la letra
Engendran salmos en la inserción de la cruz en las preces de los dolores
Las manos son siglos de páginas en las rodillas de Fátima
Son lágrimas en el altar del desespero
Nota:
* Entrevista publicada en O Pais. Una vez más, agradezco a mi amiga Nelia Iris Rosales su colaboración en las búsquedas en Internet.
A Canção do silêncio
A canção do silêncio é um poema ao suspiro
Mergulhado
Na profundeza do Índigo
O olhar de uma santa de barro
A linha do equador à deriva do pensamento
Gelo e sal e larva e mel
A canção do silêncio
Na milésima de tempo
A inversão do mundo nos cabelos do infinito
Uma lua apagada de prazer
A razão é um jardim florido pela ilusão
Na milésima de tempo de uma entrega
Frases feitas
Difícil é cantar comum pensamento
Sombras em frases feitas onde nada é tão antigo
Como chegar e partir
Herança de morte
Lírios em mãos de carrascos
Pombal à porta de ladrões
Filho de mulher à boca do lixo
Feridas gangrenadas sobre pontes quebradas
Assim construímos África nos cursos de herança e morte
Quando a crosta romper os beiços da terra
O vento ditará a sentença aos deserdados
Um feixe de luz constante na paginação da história
Cada ser um dever e um direito
Na voz ferida todos os abismos deglutidos pela esperança
Mãos
Mãos desenham raízes dos cânticos da terra
Geram vida na identidade da flor entre o espírito da letra
Engendram salmos na inserção da cruz às preces das dores
Mãos são séculos de páginas aos joelhos de Fátima
São lágrimas ao altar do desespero
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