Sghaïer Ouled Ahmed
Mohamed al-Sghaïer Ouled Ahmed [en árabe: محمد الصغير أولاد أحمد / Muḥammad al-Ṣaghīr Awlād Aḥmad] (Sidi Bouzid, 4 de abril de 1955-Túnez, 5 de abril de 2016) fue un poeta tunecino.
Nacido en una zona especialmente desfavorecida de Túnez, estudió en una escuela coránica y después cursó los estudios primarios. Hizo el bachiller en Gafsa y finalizó sus estudios como animador cultural en el 'Institut Supérieur de l'Animation pour la Jeunesse et la Culture'.
Educado como musulmán, se mostró contrario a los movimientos islamistas radicales tanto como a los regímenes totalitarios de los presidentes Habib Burguiba y Zine El Abidine Ben Ali. Considerado un patriota demócrata, su primer libro de poemas, publicado en 1984, fue prohibido. Un año más tarde, la represión política le alcanzó hasta perder el trabajo como animador y fue detenido en la ola de persecución que siguió a los disturbios por el pan (1983-1984). Entonces se estableció un tiempo en Francia, donde realizó estudios de psicología en la Universidad de Reims.
En los años 1990 regresó a Túnez donde las autoridades le ofrecieron la dirección de un centro cultural destinado a difundir la poesía tunecina, pero los gestos de apertura del régimen se diluyeron años más tarde. En 1993, el poeta rechazó la Orden Nacional al Mérito Cultural que le otorgaba Ben Ali. Fue uno de los poetas e intelectuales símbolo de la revolución tunecina en 2010-2011 que abrió el camino de la conocida como Primavera árabe. En su obra, fundamentalmente poética, se encuentran el censurado بشيد الايام الستة (Canción de seis días, publicado finalmente cuatro años después, 1988), No es mi problema ('ليس لي مشكلة' سنة (1998), تفاصيل (Detalles, Túnez, 1991), وصية، (Testamento, Túnez, 2002) o القيادة الشعرية للثورة التونسية : يوميات (Liderazgo poético de la revolución de Túnez: diario, Túnez, 2013). Falleció de cáncer en el Hospital Militar de Túnez. El presidente, Béji Caïd Essebsi, destacó entonces en Ouled Ahmed su compromiso político y social al señalar que el poeta «defendió la causa del pueblo tunecino, compartió sus penas y militó por su libertad y dignidad».
Sghaïer Ouled Ahmed, quien escribió en su lecho de muerte, un día antes de su fallecimiento, su poema final:
No tengo otra tumba
en el más allá
que estas tres sílabas:
Tu-ni-sie
[Túnez].
«Je dis adieu à ce qui fut et à ce qui ne sera plus
Je dis adieu à ce qui est bas et à ce qui est altier
Je dis adieu aux causes et aux effets
Je dis adieu à la voie et aux méthodes
Je dis adieu aux cervidés et aux larves
Je dis adieu aux embryons, aux individus et aux collectivités
Je dis adieu aux pays et aux patries
Je dis adieu aux religions
(...)
Je dis adieu à ma plume et à mon horloge
Je dis adieu à mes livres et à mes cahiers
Je dis adieu aux péchés véniels et aux péchés mortels
Je dis adieu à mes cigarettes
Je dis adieu aux menottes et aux chaînes
Je dis adieu aux fantassins et aux frontières
(...)
Je dis adieu au mouchoir qui fait adieu
Je dis adieu aux mouchoirs qui font adieu
Je dis adieu aux larmes qui me font leurs adieux
Je dis adieu aux adieux.»
«Nous aimons ce pays comme personne;
nous y faisons pèlerinage
Avec les exilés
Matin
Et soir
Même dimanche
Et si on nous tuait
Comme on l’a déjà fait
Si on nous exilait
Comme on l’a déjà fait
Si on nous bannissait
Au diable vauvert
Nous reviendrions en conquérants
Vers ce pays
Par Dieu qui
Fit le ciel
Sans colonnes
S’il y avait sur terre
Un lieu de pèlerinage
Autre que celui
Du Hedjaz
Je me serais orienté
Vers ce pays
La nuit je dors avec en tête
La faim des orphelins
L’orphelinage des affamés
Et la frustration de celle
Qui éleva des hommes
Sans chevaux ........»
Je n’ai pas de problème
Je n’ai pas de problème
Tout chat que je vois seul errant
Je l’embrasse (...)
Jamais
Je n’ai de problème
Après dix bouteilles vertes
Dont je ferai les bases de ma cité parfaite
Et nommerai mon commensal à sa tête
Puis ma poésie dictera sa loi
Je ramènerai les soldats à leur devoir sentimental
Et m’en irai
À mon verre oublié
Je n’ai pas de problème
Quand je serai mort
Seuls auront marché derrière moi ma plume
Mes chaussures
Et le rêve des bourreaux ..........»
«Mon Dieu,
les billets classe Élus
du jour dernier
ont été tous vendus
je n'ai trouvé
ni l'argent ni le temps
ni l'excuse qualifiante
pour en acheter un
Daignez déchirer
Seigneur
leurs faux bons de Trésor
Votre Dit est la raison
Seigneur
les rois comme les présidents
incarnation de la nocivité
quand ils investissent une cité
y sèment la corruption
Alors détruisez les palais des rois
pour que les affaires des cités
au plus tôt soient réparées
Seigneur
faites qu'au lieu des dattes
des vers, des mille-pattes
poussent en régimes
sur les dattiers!
nous sommes allés tous
maintes fois aux élections
et pas une fois les urnes
n'ont retenu notre sélection .........»
Sghaïer Ouled Ahmed, el poeta más rebelde de Túnez
Fustigó en sus versos al dictador Ben Alí y tras su caída fue perseguido por los islamistas
Por RICARD GONZÁLEZ
Seguramente, no fue casualidad que Sghaïer Ouled Ahmed, uno de los poetas contemporáneos tunecinos más queridos y admirados en todo el mundo árabe, naciera el 4 de abril de 1955, en plena agitación nacionalista, solo un año antes de lograr la independencia de Francia. Ni que el nombre de pila de su madre fuera Tounes (Túnez en árabe). Sus más conocidos poemas fueron los de temática patriótica, como el que empieza con el verso “Nosotros amamos el país como nunca nadie lo ha amado”, que los compositores, Mohamed Mejri y Mouhanned Naser convertirían en un himno de amor a la patria al añadirle melodía.
Probablemente, tampoco fue una cuestión de azar que el poeta más rebelde del país, el que se atrevió a rechazar la Orden Nacional al Mérito Cultural en 1993 al temido dictador Ben Alí, fuera originario de un pueblo de la provincia de Sidi Bouzid, cuna de la Revolución de los Jazmines. No lejos de su aldea, “en el desértico sur, el sur profundo”, se inmoló en diciembre de 2010 Mohamed Bouazizi, un vendedor de frutas desesperado por una vida sin expectativas ni dignidad. “Una luz que resplandece entre los planetas del sistema solar”, señaló en su homenaje literario al primer mártir de la primavera árabe.
Mientras los políticos y diplomáticos occidentales rendían pleitesía a Ben Alí y los analistas del FMI alababan la estabilidad y el crecimiento económico de Túnez, en los años noventa los versos de Sghaïer Ouled Ahmed ya presagiaban una revuelta que en menos de un mes terminó con una de las más brutales autocracias árabes y cambió la historia de Oriente Próximo.
“El viento se anuncia y sus techos son de paja.
La palma de la ira es alta y sus cristales son frágiles”
advertía su pluma ácida.
La noticia de su muerte el pasado 5 de abril sumió a Túnez en un estado de conmoción. Medios de comunicación, políticos, personalidades del mundo de la cultura y simples ciudadanos le han rendido homenaje de formas diversas. Muchos, simplemente compartiendo su poema favorito en las redes sociales. El presidente del país, Béji Caïd Essebsi, ofreció su pésame a la familia del difunto y en un comunicado destacó que Ouled Ahmed “defendió la causa del pueblo tunecino, compartió sus penas y militó por su libertad y dignidad”.
El día antes de su deceso, en la celebración de su 61º aniversario, ya presentía cerca su final. Su último poema, escrito ese mismo día en su lecho de muerte, sonaba a despedida: “No tengo otra tumba / en el más allá / que estas tres sílabas tu-ni-sie”.
Desde hace meses la opinión pública tunecina era consciente de su delicado estado de salud, provocado por un cáncer en estado avanzado. En julio del 2015, un tuit anunció su muerte por equivocación y el rumor corrió como la pólvora por las redes sociales. Él mismo lo desmentiría con un mensaje irónico en su página de Facebook: “Buenos días... Soy yo, Sghaïer Ouled Ahmed”, que acompañó de un vínculo a una canción titulada No quiero reventar. Y es que su furor revolucionario no ahogaba su sentido del humor, que a menudo utilizaba para fustigar al poder. Para muestra, esta ingeniosa frase: “La esperanza de vida de los tunecinos es de dos presidentes y medio”.
En 1984 terminó su primer libro de poemas, pero fue inmediatamente prohibido por la censura por su contenido contestatario. Entonces trabajaba aún de animador cultural en un centro público para jóvenes. Un año después, como castigo por su activismo político, perdería su empleo y optó por emigrar a Francia para estudiar psicología. A mediados de los noventa, en un intento por parte del régimen de congraciarse con los intelectuales de izquierda, le ofrecieron hacer realidad su sueño de más de una década: dirigir un instituto cultural dedicado a difundir la poesía tunecina. No obstante, duró poco tiempo en el cargo.
Ni tan siquiera la caída de la dictadura le alejó definitivamente del clima de amenazas e incertidumbre. Musulmán a la vez que antislamista, fue acusado de ateo por algunos clérigos fundamentalistas, a los que tildaba con sarcasmo de “embajadores de Alá”. En agosto del 2012, de las palabras pasaron a los actos, y fue brutalmente agredido en la calle por un grupo de jóvenes salafistas. Pero tampoco ellos le amedrentaron, pues continuó fustigando su intolerancia “con las bombas de la poesía”.
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