NICOLÁS CORREA
Nicolás Correa. 5 de septiembre de 1983, Morón, Argentina. Está finalizando la licenciatura en Letras en la Universidad de Buenos Aires.
Libros editados: Made in China (2007) Engranajes de sangre (Milena Caserola, 2008), Prisiones terrestres (Editorial de la Universidad de La Plata, 2010), 83 en la colección Exposición de la actual narrativa rioplatense (Editorial El 8vo Loco- Milena Caserola, 2013), sus novelas de terror gótico y religioso, Súcubo (Wu Wei, 2013) e Íncubo (Wu Wei, 2015). La Trinidad de la antigua serpiente (Editorial Wu Wei, 2013), “canción de invierno recitada por el hombre del volcán” y cuentos en varias antologías y revistas internacionales. Su primer poemario Virgencita de los muertos fue publicado en 2012 por la editorial Libros de la talita dorada, colección Los detectives salvajes.
Ha recibido diferentes premios y menciones. A fines del 2013 se publicará ¿WTF Kung Fu?, por la editorial Pirani Ediciones, y en el 2014 Íncubo, segunda parte de La Trinidad de la antigua serpiente, por la editorial Wu Wei, y Fuera de temporada, por la editorial Milena Caserola, colección Nueva Nueva Narrativa Argentina. Está preparando su segundo poemario El camino de la siesta.
Participó en diferentes revistas literarias como Oliverio, Culturamas (España) y Lenguaraz (México). Es coordinador del ciclo: Las lecturas: cruce, junto a Ana Ojeda y Juan Marcos Almada, y fundador del grupo de nueva crítica Argentina Las lecturas.
Virgencita de los muertos, Nicolás Correa. Poesía, 2014
Libros de la talita dorada / colección Los detectives salvajes
ISBN: 978-987-27204-2-1
I
se me hace necesario
recordar las tardes que llovía
y hermano
apoyábamos la pera en el piso
y así
acostados sobre las bolitas
en nuestro humilde patio techado
mirábamos la lluvia
cada uno en lo suyo
pero juntos
y el perro nos caminaba en la espalda
y madre en la cocina
y padre en su trabajo
y la lluvia
tan nuestra
de la tierra húmeda
que todavía hoy
se me pega en la nariz
si la busco
nosotros dos tan juntos
un solo cuerpo de fuerza
para toda esa lluvia
cada uno en su cosa
presos de todo lo que vendría
hermano tanta lluvia
que ninguno quería ir al galpón
a cerrar la ventana
que se mojaban las herramientas de padre
y ninguno lo decía
para sí lo pensaba
como esferas se dibujaban las gotas
que rompían la tierra
y toda esa lluvia ahí
después la vida
ese dolor
II I
fuiste de la lluvia
entre los vómitos que supura
la mañana de invierno
y ese dolor la vida
y esa extraña narración
la muerte
lejos unidad funcional
cayendo los gargajos de tu cara
sin saber qué podía pasar
y nunca se sale de esto
porque siempre se acaba
vos decís me gusta ahí pero nadie puede darte un mapa que indique dónde es el punto en el que se quiebra la cadena de tu cuerpo y es otra cosa lo que te pasa
como la lluvia
en la extraña narración
que sale del teléfono y rompes las tapias
nunca se sale de esto
como la carne que te pide
más lengua que querés chuparte
la digestión sagrada
roerte despacio roerte
el dolor del cuerpo de fuerza
que nosotros dos tan juntos
cada uno en lo suyo
II II
yo con mis manos propias
saqué el barro
que se había metido en tu boca
nena
el plástico también te mordía
la lengua y los pezones
parecían erectos como si el leve rocío te descubriera virgen inmaculada y adjetiva
que pura emoción
es que escucho el chillido
que los cuchillos se meten en tu corazón
y vos estas lejos
querés dormir ese sueño
vómito del infierno que es caminado
el barro supuras de tu boca
pobre nena
el polietileno se te hizo piel
nena narración de mi sangre
que campaneo tu retrato
y te veo un bollo
acurrucada para adentro
metida en tus entrañas
y toda la zona indefinida
estallada como un vidrio
o una saga bucólica
yo con mis propias
entrañas que ya no son mis entrañas
puedo no llorar el deseo
que alejado se corta
troza el polietileno
barco de carne y de hueso
que te vas con la nena hecha virgen
y ese amor tan dilatado
y bulímico
III
podés decirme dónde duele
y qué tiene eso
que no lo escucho
me pasó la vida
me agarró tu muerte
¿Cómo creciste de muerte?
casi que no puedo explicarte
dónde estás
ni que tu mamá me pregunte
dónde estás
de muerte
en un baldío
en esa zona indefinida
entre la vida y la muerte
como el sol cuando llovía
en la autopista
que camina del norte al este
y del oeste al sur
mamá quería salir de madre
y decirte que cómo te masticaron
y te vomitaron ahí
si casi estabas creciendo sola
entre tanto ruido de himno
te caíste de la bandera
como ese sol
que sale en esa zona indefinida
y entonces creían que sabían
distinguir cielo o tierra
lo esperanzador que tiene ser chica
para morirse ahí
con hermano
fuimos al portón que da a la calle
y vimos juntos
tan chica de tanta muerte
y la estrella fugaz
al oeste de la autopista
IV.
ayer tuve miedo
tu lengua vergajo muerto
estuviera repitiendo las mismas cosas
porque se lee en tu cuerpo
de miedo a matar
en vez de pelear
vas a correr
caída
único silencio
no poder oír lo que decís
el olvido el temor joven entre las viejas
vieja entre las muertas
los chicos corren
aprendiendo a caminar el infierno
las máquinas las tapias
la escritura menstruo que nace
el alien y el monstruo
encimados en la zona de aparecidos
creciendo la muerte que las viejas te dan y te esconden el lugar donde enterraron a los muertos
para que descansen de las manos
unidad utilitaria
en vez de matar
te metes en el vientre
hinchado y en el anuncio:
cojo nena cojo chica cojo virgen
virgencita de los muertos
parida vieja entre las muertas
cómo no tenerte miedo
me veo en la sombra que da tu panza
virgencita
de los muertos la única vieja
leo tu cara en la piel del polietileno
gruesa piel virgencita
oráculo puto maldito
quién gana sus comicios
V
con los ojos abiertos en la oscuridad
estoy
casi despidiendo lo que queda de vos
y la fragancia
que dejaste en el colchón
yo te veo ir
con los ojos abiertos en la oscuridad
envuelto en tu fragancia
y los jirones de calor
que dejó tu piel
esta negrura que se traga tu boca
de los muertos que han pasado
del silencio en la casa
que viborea en esta cama
como una parturienta
del pasado en soledad
interrumpido en tus palabras
de heridas inútiles
y brazos que en lugar de caricias
dan golpes de sangre
piden que no llore si total
que son cosas que pasan
y yo medida de todas las cosas
mirando la oscuridad en el techo
de todo el mundo
vas por el pasillo que conecta
cocina comedor cuerpo funcional
y despido de mí
el muerto que dejaste hinchándose
en mi garganta
VII
hoy vamos a enterrar a nuestros muertos
que dejen de estar
el sueño que les han confinado
y alejen de sus cuerpos
los dientes que mastican
chillones
tanta muerte gratuita
lejana la baba de sus bocas
o las cavidades de áureo
hedor
de ellos cuerpos
vamos a desorbitar esa memoria
abrasadora y escrita
y ellos cadáveres
agradables a la intemperie
y después vómitos
de nuestros escritos difuntos
aterrados de esa memoria
y la presencia escandalosa
de la leche
seminal
que desciende como una hiedra
entre los muslos cuerpos
y allí tan muertos
casi sin razón ni huella
y la pala en mano del sepulturero
clavando
saliendo
clavando
seminal salado y lagrima
hoy vamos a enterrar a nuestros muertos
cuánto dura el amor
el sueño cadavérico que gravitan
pensamientos como camalotes
pegados en el cuerpo
hincado
partido
y vómito faringe
para después saber morirte
y ese ayer metido en mi memoria
Poemas de “canción de invierno recitada por el hombre del volcán”, de Nicolás Correa.
III (del apartado “Solsticio de invierno”)
por qué maldita mi poesía
entre las tendencias sólo puede
soportar canto innegable
crepúsculo de los días
el extraño segundo en que carne y uña pierden
equilibrio
mujer siete mares siete plagas maravillas siete
conciente frio de
la miseria que había pasado
las cosas que vi dijo
creciste como la hiedra
madre
nobodyman una corazonada
que olvida la expresión natural
el retroceso de las masas ya van a venir en la
fantasmagórica forma de malformada mueca tu
tic tu labio
leporino tu mugre debajo de las uñas
las saliva baja bestia camaleón
por qué maldita mi poesía
recorre la visión de los hijos del mal
en la intemperie el corazón
hiel
la mandrágora que mana
la rama en lo alto
frente a la virgencita
pichí cortaba tira bajaba el gallo
y buscaba en la oscura mazmorra
de la infernal noche en risso
hermano
lo susurró mientras corríamos
o era el viento
de las naves que no habían incendiado
nuestro viento
y la tara se dedica a observar
a los hijos del mal encogerse de hombros
es la visión
la suma de todas
esa mujer preguntó qué me gustaba
cuando callaba
yo nunca el mal puede decirse
señora
II (apartado ídem)
jugar al lobo te va a carnear
corderito
corderito
esta mierda
nos va a tragar
pero vamos a caer en el remolino con un explosivo
metido en el culo
VII (del apartado el camino de la siesta)
papá qué nos pasó
cómo fue que llegué a esto que soy
de chico te buscaba en el centro
en los ladrillos afilados que eran toda una locura
y tu silbido papá
allá arriba en el techo con esa batalla de la membrana
cómo fue que llegué a esto
busco en el agua que se acumula en el cuenco de mis
manos
de los jirones retazos algo desmadejado
un traidor no sé busco una cosa
que se desvanece casi siempre ahí
eso que tanto amaba entonces
papá
yo no sé cómo explicártelo
abajo
desde mi pequeña posición te miraba
y mi amor renovado hacia vos
pensando en cada uno de los lunares
que el sol de verano te iba a hacer salir porque mamá
te lo repetía
qué soy papá
yo no me lo puedo explicar esto de no saber
quién
pero si parece mentira
te veo preocupado mirando las manos de mamá
y ese color azul oscuro de tu vida
las cosas son como son hijo
decías
yo papá vos me representas
un cielo abierto y tus manos gordas que parecen
torpes
con unos dedos como chorizos pero todo se volvía
fiesta
cuando le acariciabas el pelo a mamá
papá
dónde estás en esta hora oscura
llena de barro tinieblas del mundo las cosas que te
callaste
aunque yo quiera que llegues temprano
desde el patio
sin hacer ruido
cómo hiciste para explicar tus tragedias
yo ni siquiera puedo verme al espejo
eso que tanto amaba entonces
ni sé cómo explicártelo
creo es imposible que del otro lado
miro el cálido silencio de tus ojos
somos este dolor
II (del apartado “todo el mundo está en tu vientre”)
lo tomé
y tomaré
lo que tu matriz
produzca
para darle
mi vida
como un sistema central
El camino de la siesta
Poesía, La Bola Editora 2014 70 p.
Contratapa
Yo soy el que era antes, antes de todo esto, a la palabra en sombra, al desvelo, cuando era un juego y un juego, nada más. Ya no queda de ese mí más que una memoria de barro. ¿Dónde se quebró el tiempo? ¿Cómo pasaron tantos años? Tampoco lo sé. Son pocas las cosas que quedan en un camino de siesta, una tarde en la vereda y el polvo en remolino levantando vuelo; lo demás, lo de menos, es la escarcha evaporada en las primeras horas de luz.
Yo, como el límite de una frontera difusa entre la realidad y lo otro, una zona indefinida en la que ningún lazo, ninguna oculta semejanza confunde los abismos originales con el minúsculo dibujo de la palabra terror; como un chico que observa pasar una tormenta de polvo sentado en la vereda.
Nicolas Correa
Sincretismo poético
Sobre El camino de la siesta, de Nicolás Correa
Por Daniel Gigena
Autor de una trilogía de terror ambientada en el conurbano bonaerense, Nicolás Correa (Morón, 1983) escribe además cuentos y poemas que comparten temas, atmósferas y cierta mirada sobre el universo de los desclasados por el statu quo. Presos, desocupados, travestis, seguidores de cultos heterodoxos, espiritistas, villeros y punteros políticos pueblan sus ficciones y reaparecen también en los extraordinarios poemas de El camino de la siesta. Divido en tres secciones -dos de ellas compuestas por siete poemas (en la segunda parte, "Solsticio negro", los poemas van del séptimo al primero, lo que produce un logrado efecto de suspenso temporal luego de las misas herejes de la primera parte)-, el libro repara en materiales sensibles: la enfermedad del padre, la pobreza y la rabia, los pactos imposibles con el mal. Para eso, Correa crea un lenguaje con el vocabulario de ese mundo:
"y si después de tantas palabras pensé
los propios desastres los ajenos
la descortesía
corta macumba el marfil de los chicos
ni superpoderes ni el fuego espartano
lenguas de fuego".
Con emblemas y figuras de creencias antagónicas, El camino de la siesta allana conflictos (entre padre e hijo, entre sueño y realidad, entre el pueblo donde ronda "el amor de la niebla" y "las comadrejas" que habitan las tinieblas), funda un territorio de sincretismo poético y perfila el método de su canto:
"no hay mundo me dije
ni invisible dominio oculto
ni espíritus ni mundos de espíritus
nada de eso
simplemente lo oculto invertebrado
y los trabajos diarios bajo el sol".
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