viernes, 27 de enero de 2017

GAMALIEL CHURATA [19.907]


Gamaliel Churata

Gamaliel Churata es el seudónimo de Arturo Pablo Peralta Miranda (*Puno, Perú, 19 de junio de 1897 - † Lima, 9 de noviembre de 1969). Novelista, poeta, escritor, periodista y filósofo. Exponente más alto de la fusión del vanguardismo y el indigenismo en América Latina. Recién la crítica literaria empieza su justa evaluación a partir de la década de 1990. Junto al Inca Garcilaso, Ricardo Palma, César Vallejo, Ciro Alegría y José María Arguedas está considerado como uno de los grandes "forjadores de la peruanidad" La obra de Churata puede considerarse como una de las elaboraciones más lúcidas y complejas frente a la cultura occidental. La contundencia de la respuesta churatiana lo convierte en un héroe cultural.

Miembro de una familia arequipeña de clase media que vivía en la calle Beaterio; allí transcurrieron sus primeros años al lado de sus sus hermanos y sus amigos de barrio. Su padre, Demetrio Peralta Díaz, entre otros oficios, fue ebanista, y se adhirió ardorosamente a la grey adventista, tendencia que marcó a hierro las ideas de sus hijos. La familia se mudó a Puno por cuestiones laborales. Allí crecieron Arturo y Alejandro, imbuidos del influjo bucólico del medio. En Puno, hallaron el numen de su creación literaria y motivaciones para una fecunda praxis política. (Demetrio Peralta regresó a morir a Arequipa, ya readscrito al catolicismo).

Según registros de Ángel Torres, Churata fue sucesivamente fundador del grupo culturalista Bohemia Andina (1915), de la revista literaria La Tea (1917), del Centro Cultural Orkopata, en el cual colaboró con el dramaturgo quechua Inocencio Mamani, y del Boletín Titikaka (1919­-1931). Señalado por algunos en su momento como uno de los cuatro grandes del movimiento indigenista peruano, junto a Manuel González Prada, su mentor espiritual, José Carlos Mariátegui y Víctor Raúl Haya de la Torre. Churata tenía ideas políticas radicales, de allí que influyó en la fundación puneña del Partido Comunista del Perú.

Fue junto con Carlos Oquendo de Amat el representante más importante de los escritores puneños de vanguardia.

Churata conformó al Grupo Orkopata al que se integrarían su hermano Alejandro Peralta, Emilio Vásquez, Emilio Armaza, Dante Nava, y Luis de Rodrigo. Este grupo que marcó el ritmo cultural de Puno y cuya influencia llegó a otras zonas del Perú, Argentina, Bolivia y Chile; editó el Boletín Titikaka, el mismo que en todas sus ediciones fuera reproducido facsimilarmente por la Universidad Nacional de San Agustín de Arequipa en el 2004, para ponerlo al alcance de las nuevas generaciones.

Llegó a Bolivia por primera vez en 1917, exiliado de su país por razones políticas. Luego de una corta estadía en La Paz, define a Potosí como su nueva residencia. Pese a permanecer allí menos de un año, desarrolla una intensa y fructífera labor, cuyo capítulo mayor se denomina Gesta Bárbara (1918), hito de la vida cultural boliviana. Allí se congregaron Carlos Medinaceli, José Enrique Viaña, Armando Alba, Saturnino Rodrigo y muchos otros que determinan uno de los puntos más altos de la actividad cultural en Potosí. Medinaceli reconoce su mérito así: "Churata, que tan impagable servicio ha prestado a nuestra cultura, él fue el iniciador, estro (estímulo) ­del­ movimiento Gesta Bárbara...".

Regresó a Bolivia en 1932, luego de sucederse varios conflictos políticos en su país, esta vez para permanecer por más de treinta años en el país altiplánico, hasta 1964. En La Paz publicó, en 1957, El pez de oro, su primera obra llevada al libro y escrita en décadas anteriores, donde mezcla mitos andinos con narraciones vanguardistas. En cuanto a los medios de prensa, estuvo ligado a La Semana Gráfica, uno de los más prestigiosos periódicos de Bolivia en ese tiempo, a la revista La Gaceta de Bolivia y los periódicos La Calle, Última Hora y otros.

Producción literaria

El pez de oro (1957)
Anales de Puno (1922-1924) (1999) Edición póstuma
Resurrección de los muertos (2010) Edición póstuma

El pez de oro

Obra cumbre de la vanguardia peruana, que fue publicada en 1957, aunque escrita mucho antes. En su época y aún hoy resulta difícil de clasificar, pues en él encontramos hayllis, harawis, poemas líricos, trozos narrativos, capítulos de prosa poética; con los que Churata recrea motivos, leyendas y mitologías del Collao. Siendo al mismo tiempo una obra indigenista y surrealista; y por ello mismo un acto de libertad con las raíces bien puestas en la tierra. Omar Aramayo la considera la biblia del indigenismo. Se trata de una obra que, de acuerdo a los cánones actuales, es una estupenda respuesta dialógica a la cultura occidental.

Actualmente, Riccardo Badini, investigador italiano, y Wilber Solin Pacco Mamani vienen estudiando a profundidad la obra de Churata.

Anales de Puno (1922-1924)

Conjunto de crónicas escritas entre 1922 y 1924 que narran los sucesos destacados en Puno. Se trata de una edición póstuma de 1999, dirigida por el poeta Omar Aramayo, quien en el prólogo destaca que en los Anales hay una defensa cerrada del indio. La crónica más importante presenta el levantamiento indígena de Wancho Lima. A través de sus páginas conocemos sobre la fiesta de la virgen de la Candelaria, las pandillas, el día de Puno, entre otros curiosos acontecimientos retratados por Churata.

Resurrección de los muertos

Obra capital para ingresar al universo creador de Churata. En realidad se trata de una "conferencia" que amplía ideas planteadas en el El pez de oro ante un auditorio planetario. Los dos conferenciantes confrontados son el Profesor Analfabeto (intelectual iletrado de rasgos altiplánicos) y Platón, nada menos. El Profesor Analfabeto argumenta la calamidad que ha significado el culto a la razón y el lenguaje divorciado del canto, el grito y el gesto animales; de lo cual solo logra redimirlo la poesía. Sostiene, el iletrado rival de Platón, que los Incas fueron la expresión política "más alta de todos los tiempos" y a la vez un pueblo que desconoció la escritura alfabética.



KULUYOS

Quelecho piedra y Janita pankara
van por el campo abierto de toda nube,
van con un rubor de chijchipa en la vergüenza.

Quelecho piedra rompe el terrazgo
y sus flores Janita siembra
con su dulce akulliqo.
Los toros se encrespan
con lomos de lago bravo;
pero la esteva araña en las pieles de oro.

Ya van para caer el arrebol y la lechuza
—tiña del aire un polvillo canta—
Quelecho piedra gruñe,
Janita pankara llueve de sus manos el grano.

Las semillas
a cada paso de la imilla
de olor de tierra se embriagan y cantan,
cantan olor de madre virgen
y desde adentro layo y mamita-ttosankeyo...
Así es de lindo el kuluyo
y la noche del aire
con su luna y su frío
y todo su temblor de pellejo...
Quelecho piedra duerme
y Janita pankara cosecha en su cosa la wawa del amanecer.


Revista “LA SIERRA”.
Órgano de la juventud renovadora andina
Año 3. Nº 27, Pág. 27.
Archivo: Mauro Mamani Macedo.




INTERLUDIO BRUNÍLDICO - GAMALIEL CHURATA


Gamaliel Churata ante el lecho final de su amada Brunilda (Puno, 1928).
Fotografía: Cortesía de Pedro Pineda Aragón.

Extraordinario poemario rescatado del olvido. Publicado en 1931 en el diario El Comercio de la ciudad del Cusco. Gamaliel Churata vierte en estos versos todo el dolor por la muerte de su amada Brunilda y de sus hijos Teófano y Quemensa. Por el valor testimonial de estos poemas, consideramos necesaria su publicación en formato virtual. Gracias a la labor de rescate emprendida por nuestro amigo José Luis Velásquez Garambel, es que tenemos disponible el presente poemario. Asimismo, la revista WAYRA de Suecia, bajo el auspicio del Centro de Estudios y Trabajo «América Latina» (CETAL), mediante su editor Carlos Arroyo, lo publicó en su edición Nº 5 del primer semestre del 2007. Por último, tenemos conocimiento que la Revista APUMARKA de Puno, en su edición de homenaje a Gamaliel Churata y el grupo Orkopata, también lo ha publicado.


INTERLUDIO BRUNÍLDICO
(Gamaliel Churata)
El Comercio – Cuzco
1931

Prólogo.

Creo que al hablar de arte americano decir que no somos originales equivale a decir que no hemos encontrado el lenguaje que traduzca en fórmulas estéticas el contenido espiritual de América; esa fuerte emoción panteísta que, avasalladora y dominante, se impone desde el paisaje andino.

Creo, incluso, que hablar de paisaje andino es un error léxico, y estrictamente, no es lícito. No podemos hablar de paisaje con referencia al mundo americano, ni en sentido pictórico ni como interpretación del medio ambiente, ya que el paisaje surge como una forma característica de lo objetivo correlativamente a una determinada posición del intérprete. El paisaje es, pues, actitud vital, valorable sólo por quienes pueden proyectarse. Es situación en la que inciden los haces luminosos que hacen posible la comprensión total de lo interpretado, vale decir la VIVENCIA, acudiendo al léxico filosófico de la estética alemana. Lo inicial para vivir lo objetivo como paisaje es, pues, estar situado, y esto es lo que falta en América. Esta actitud vital no se ha precisado para el hombre andino. No hemos conseguido adoptar la posición conveniente para la vivencia de nuestro mundo particular. En otros términos, no estamos situados frente a lo cósmico. Esta carencia de actitud, dice tanto como desequilibrio entre psiquis y naturaleza; falta de correspondencia entre léxico y paisaje: en definitiva, total ausencia de espíritu.

Acaso no sea posible para el hombre americano (refiérome al colla y quechua mestizos encasillados en la cultura de occidente) situar lo vital dentro de lo cósmico en la misma manera que lo han hecho los hombres de otras razas y de otras culturas, pero, fatalmente, lo vital y lo cósmico americano deben mantener relaciones; deben existir entre ellos especiales nexos de correspondencia que no podemos aun precisarlos, siendo lo único efectivo por ahora, que nosotros IGNOREMOS DONDE COMIENZA EL HOMBRE Y DONDE CONCLUYE EL PAISAJE.

Esta, de momento, aventurada afirmación, pretende llevar implícita la solución de muchos problemas culturales, psicológicos y políticos, atribuyendo nuestra falta de contextura espiritual a un dislocamiento entre el cosmos y la vida. Aquello de que vemos el paisaje deformado por lentes ajenos llegados de ultramar viene a ser un postulado axiomático para la solución del problema de nuestra cultura, acaso, sea preciso volver a asegurar que cada paisaje tiene sus líneas de enfocamiento que le corresponden sustantivamente. Dicho esto no parecerá extraño interpretar los poemas de Churata como paisajes verbales, donde el cosmos balbucea y la tierra dice su palabra ordenadora. Ha desaparecido el poeta en sentido clásico. Ha desparecido como intérprete transmutador de valores y sólo vive como energía cósmica. La frase por él dicha es la que llega desde la soledad de la puna, por boca del viento, arrugada en el entrecejo del picacho, estrangulada por la garganta del abismo. Es la frase pura, lavada por el arroyo, dada a secar al sol y que surge limpia, mañanera, depurada, nuevamente vivida.

Así por el despojo, por un renunciamiento heroico a todo lo cultural extraño, como hace Gamaliel Churata, se puede llegar a lo propio, a lo sustantivamente americano.

¿Barbarie y primitivismo? No. Simplemente poemas que parecen dichos en el primer día del génesis de la palabra; cuando los vocablos claman por la realización de la forma e intactos de virginidad traducen un estupor mañanero de ojos deslumbrados. Poemas que son como un desgarramiento viril de la entraña cósmica; como el grito anunciador de una desfloración propicia al germen de las nuevas formas en el dominio del espíritu.

A.D.D.
27 de abril de 1931.


I

Se elogia el nombre de la Amada

Tu nombre fue un tibio cristal de madrugadas
Venías, hornalla, sonando, desde la garganta del arroyo.
Te vertiste como la leche dulce –
sonrisas solares - hasta atenuar mi gesto,
¡copo de nieve! ¡pluma suave! ¡trino auroral!
Ya confundo mi grito, atestado de voces,
en tu rosa mejilla, adormida en amor,
dulcemente engreída en mis fogatas…
Muñeca de ojo asiático, trigueña de Inti;
te besamos, tierna mama, caricia de tu pulpa
reclinada en mi músculo…

¡Brunilda: sorbo tu nombre desnudo,
bañado en rocíos, empapado en canciones!


II

Holocausto de todo el amor para El

Yo perdí mi wawa una mañana,
cuando mejor danzaban los tuqus
enternecidos en mi canto!
Le he gritado fuerte desde entonces,
y desde entonces mis orejas
están llenas de agua, están llenas de viento…
¿Para qué le lloras? Me dicen las imillas,
dándome sus senos,
al gozar del ñuñu
me he sentido como la leche, nuevo!
Mas, otra vez yo lo reclamo,
hozando sangre entre las nubes,
al filo de la madrugada,
en el vientre del agua;
porque esta wawa que se me fue un ratito,
nomás, del pensamiento,
era un alegre tiro de mi honda,
la piedra de mi chujlla,
el dominador justiciero que floreaba!
¡Ya no quiero el seno de la imilla,
ni su pezón pintado de mieles,
no quiero para mí su pierna ni su brazo:
¡Serán para mi wawa que ya viene!


III

Se busca a la amada en el amor inmenso

La superficie del cielo arborecida;
la estrella del alba violenta;
y como si te bebieras agua de manantial,
un canto de ranas para tu soledad!...
¡tal te anuncias, animal del cerro empinado,
hijo de madre nevera!
Viajo en la tempestad… tu grito parpadea
virginal en la tierra, pulpa del mundo,
temblando en el susurro,
simple de cánticos, resumador de mieles primerizas.
¡Nadie te comprende este vuelo cenital,
cóndor y puma, estilo de hondura.
Sólo tú sabes que la axila se gloria de éter,
y que la garra es un camino entre dos distancias
infinitas…
por la escalerita de la tierra abonada,
y con todo su jugo,
nos hundiremos hasta encontrar el secreto orgánico,
en el pedazo de cielo que nos chupamos de la mama!...


IV

Los kirkis la extasían

Para que perdiera la esperanza,
tiraste tus ojos, viborilla…

Corro, en el viento,
por las vecindades de la cuesta,
y allí tampoco están
tus ojos, viborilla.

¡Tus ojos se perdieron
en los diamantes de los ríos!

V

Invitación a la soledad múltiple

Tiene este grano de tiempos comestibles
un sereno de cielo y una canción de tempestad.
Así me voy, como arrastrado, a la nube
con la babilla rala de una tristeza de agua llovida
y una suerte alegre de matinales pinqullos.

¿No habrá nada ahora tan triste que esté dentro?

¡Tanto masticamos la hierba pura y pura lágrima,
desde que el cielo abrió los brazos,
sobre esta soledad tinta de una tintura amarga!

Ponte mejor de modo transparente,
para que mejor te lleguen el sol y una canción de germen.
Yo -ya lo ves- quedo en transparencia,
y que todos vean mis canciones trenzadas en la sangre.
¡Qué laya de música va siendo esta tonada!
¿Dónde estás? Yo estoy, estando, quedo, y lejos…
y por más que encarno, ni la carne se come…
¡Crucificado!... pero, siempre me alcanzó…
¡Y me doy en cada atracón de kañiwaqu,
una pura gana de atorarme para toser la pena!


VI

Liturgia de su carne virgen

Tímida insolación de gaviotas en el lago.
Adentro, el orto del sol
y el respiro inhollado del agua.

Estoy jadeante en el dintel de tus ovarios,
y me atacan las espadas del frío.
¿Quién está, pues, más intenso?
Luego se agarran a mi piel lobos de fuego…
¡Oh, bestia en mí, y yo bestia en ti, soledad!

¡Temerario y fragante, cimbro el sexo
con esta sed de carne virgen!


VII

Exaltemos su cadáver desnudo

Trilla el sol en los campos.
Las mañanas se alegran de niñez.
La tierra es virgen;
en las parvas hay cantos
y en las aleluyas de la fuente…

Brinca la imilla kalatita:
¡se desnudó la muerte en sus caderas!

Y una noche duerme cien años,
pero está preñado de cielo
su vientre redondo de esperanza…

Canto de albas, de trinos,
la imillita revestida de campos.
Las flautas en el aire tienen tonadas de virgen.
¡Oh, tu dulce, tu hedionda desnudez!


VIII

Se adora el fruto de su vientre

El llokallo de cobres en la tarde ilumina
la soberbia curva de la teta,
alta, nutricia, magnífica, fecunda,
toda repleta de jugos frutales!
Por sus ojitos
amanece el pene acobardado en lo divino.
¡Nadie sabe la ricura de sus labios –
su palabra sólo la entiende el alma –
y pronto su vagido se va sobre llamos de viento!
Arrullo de tu primera noche,
canción de tu primera mañana…
¿Quién te formó esquemático?
¿Te hicieron para fórmulas?
¡Todo te diste luego, como leche de vaca!
Exactamente un gruñido de bestia hubo en tu risa
y un atuendo de tórtolas…

¡He aquí el mozo erecto, arrecho, dominador del flanco!


IX

La cólera del Achachila

Me robé tu corazón, mama-kota,
y un día de sol reventó pajchas en mi kepi…
¡Cómo eran claros mi puñal y mi beso!
(Nunca querré callar bien dicho todo)
y se abrió un boquete maligno,
allá, por donde duerme el trasero del cielo!

Desde entonces me baña
la suciedad;
se me atraganta la sombra,
y me ahoga!

¡No fue el rayo, no!
¡Fue la línea escalonada de los awichos!

¡Ellos, ellos son: todavía tienen hambre de wawas!
¡Todavía!
¡Todavía!
¡Así aprendí para no llorar, a llorar!


X

Se alaba la fascinación de su voz

Era tan suave el acento de su voz,
que después de haberse evaporado
todavía sonaba…
¡Fuiste la mejor,
y por mejor te dieron tata!
Cada vez que amaneció tu risa,
un canto era descolgado del cielo;
y bien, ya estás de nuevo callando
tu silencio, y de nuevo se te oye perdida
en la estrella y la nube.
¡Ya no llorarás! Eres Clemecia, Qemensa, Teófano,
eres sosiego del viento,
y colirio para la vida ausente.
Todo fue sólo tenerte unos minutos
en el sitio del gozo, junto a la carne…
¡Cómo será ahora!...
ya serán mejores el cómo y el por qué!
Dulce el ventarral, dulce el arrullo,
florecillas, florecillas,
como hierbas y piedras y terrón y turrón…
Así voy a estar, entonces…¿quieres?
Pero, ¿es que ya vuelves? ¿no? ¡y nosotros tira y tira
de ese suspiro elástico que no se arranca ni sale todamente!


XI

Su unidad en lo múltiple

Tienes la presencia eterna
del arenal.
En algo todo queda prendido,
pero si vienes, vas, y el atropello
del viento te conserva como una flor.
¿Oyes? Desde las cumbres gritan los allkamaris.
Es ya tarde en el cielo.
Las nubes se deshilan para escribir tu voz.
¿Qué esperas?
La noche abre su abdomen;
¡y todos quedamos prendidos
del intestino grueso!
¡Hoy hace un siglo que te espero!
De mi esperanza se hace agua;
del agua nace el berro
y la chijchipa matinal…

¡Pero todo está reseco
de la pura sequedad
del polvo!

¡las nubes que venían, se van!
¡los sankayos, marchitan!
¿Para qué, me digo, tanta hambrura,
y tanta lengua amarga,
y tanta dulzura borracha?
¡Guay, bonitos están mi lágrima
y este endiablado tiwanaqu!
Pero, ¿es que en todo te pierdes?
Te aproximas, te veo, te palpo… y ya no estás!
¡Hay algo hondo que se está perdiendo cantando!
¡Abrázame! ¡Cada poro del tiempo es tu regazo!
Para eso te aproximas,
y dejándome cielo limpio,
la nube se mete en la chinkhana.
¡Te estoy besando, mi sankayo,
pero la misma ventolera
se come nuestra flor!
¡Guay, sólo será para cuando amanezca,
y tengamos calorcito rico en la saliva!


XII

Y finalmente, el vacío.

Temblorosos de trinos,
vienen los pichitankas…
Despacito se descuelgan
en el kañiwal lleno de besos…
¡Son los cantores de la solana!
Cuando rompen el aire a trueno,
hay latigazos de luz entre sus alas.
Cada uno viene de muy lejos…
Si pudiésemos apresarlos,
dirían, callarían lo mucho que saben de nosotros.
¡son un piar continuo,
y un hilito de agua de siempre!
Todos son buenos. El canto los educa;
y si al canto se unen las alas
a eso llama un pichitanka…

¡Muy de mañana se acercaron a mi alma!
Mi alma que está oyendo unos pasitos en el patio,
y unos phusiris que rompen a bombo mis montañas,
llegaron en bandada,
y cada cual se trajo un airecito de lejanía,
y cada cual segó la mies de mi distancia.
Están yendo y viniendo.
Salen y entran
de mi alma…
Y cada vez, afanosos, traen una dulce alegría
y se van barriendo una tristeza.



De los archivos del diario "La Nación" de La Paz - Bolivia, compartimos esta bella alegoría a la primavera, escrita en prosa lírica con una maestría incomparable...

ELOGIO DE LA VIRGEN DESNUDA

Escribe Gamaliel Churata

¿Aún nos será lícito hablar de tus gracias, Primavera, doncella de tentadoras languideces, la que amanece en flor y muere en perfume, la que no debiera faltarnos nunca, si cuando ella falta hasta de ser nos sentimos cansados.? Y no es que yo pretenda halagar a esta púdica niña; no. Le hablo con la humilde ternura de quien sabe que ya no le podrá bendecir con sus sonrisas y pagarle sus penas con un beso. Le hablo de rodillas porque es ella que nos ilumina en la cerrazón de las diarias tinieblas; ella que nos pone un temblor de bértolas en la garganta, cuando, viejos ya, queremos imitar a los pajarillos por no imitarnos a nosotros mismos y ponernos a recaudo de sus tentaciones, llorando, acaso.


JUVENTUD,
DIVINO TESORO...

¡Divino tesoro! Tiene que ser divino para ser tesoro; porque los tesoros que atesoramos, acá en la gleba sublunar, no son tesoros ni pecunia, de esa que los romanos usaban por no haber descubierto el billete bancario. El tesoro es ella; porque ella es la luz y nosotros la sombra, ella la agilidad y nosotros el reumatismo; ella la gracia en los labios y nosotros los labios en la hiel... sólo ella es el tesoro, tesoro precisamente porque ya no tiene tesorero en nosotros, que estamos horros como dejó horros las botijas de vino de la Venése amojamado primaveral que fue don Quijote, desfacedor de tuertos y de primaveras, que si vivió con los flacos ojos prendidos del cielo de Castilla en quien floreaba la gracia principesca de doña Dulcinea de Toboso, murió como un chusco castellano arrepentido de su Primavera, enterrador de esperanzas y de sueño, loco descorazonado que no llegó al cielo porque bajo su piel de penitente y domador de leones, ocultaba un Torquemada capaz de quemar a Venus Cíteres sólo porque era la Primavera.

Ella la que nos pisa los talones, nos ahinca y no tienta, y no con palabras ni con besos, sino con su aire de flor; y eso no al pimpollo que despierta con ella pegado a la almohada, o con el xaronzuelo a quien con uña felina araña en el riñón más tierno; ese aire de flor de esta novia deslumbrante es sólo para nosotros, a los que dice: “Bueno, huele”; y olemos; y ella ya no está... De aquí viene la vieja autoridad del dicho baturro de que camote de viejo es amargo... ¿Y qué es primavera para el viejo sino un amor harinoso, secante, astringente, que con cada confite nos deja escoriado el paladar? Yo no le deseo a ninguno de mis congéneres el amor de esta niña de veste rosa y de ojos de un azul que tira a sangre; porque la delicada figulina cuando llega a abrazar la carne momia de don Quijote no puede menos que incendiarla hasta la misma locura, o la mesma, les diré en los modos de Sancho.

Fíjense los hermanos de Matusalén y nietos de Japeto; la Primavera tiene una virtud. Y es la que por poco vestida que se ofrezca, cuando se ofrece se priva aun de sus ligeros tules y se muestra en la gracia de cera tierna y palpitante que tiene la mujer cuando frisa en la edad de los tulipanes. Desnuda tiene que venir ella, desnuda, como esa Primavera que dibujó Sandro, caballera de puntillas en una concha de nácar rosa, y a quien el gordito de Eolo volcaba sus odres por ver si lograba vestirla con su viento. Desnuda, como debe venir todo lo bello, sin tules, cachemiras y menos con hipócritas holanes. Desnuda en esta diosa del primer día de la Creación. Desnuda la vio Júpiter, o digo, Zeus, para ser más cabales; y como desnuda la viera y él nunca se vio en trapos menores, saben ya las cosas que no hizo por ella; tornóse cisne, o ya urraca, o ya águila, o ya oro en lámina, o se metió en la giba de un toro con cuernos de conchaperla... Todo por hacerse grato a aquélla que vence solamente cuanto se ofrece como el niño que sale de las valvas de perla de la madre...

¡Desnuda! Desnuda es la Primavera, mas como viene desnuda, hijos de Matusalén, nietos de Japeto, volved los ojos hacia adentro; que ella no viene por vosotros, sino por aquél que tiene la edad del Sol todas las mañanas!

Juventud, divino tesoro;
ya te vas para no volver...

25 septiembre 1955





Gamaliel Churata (fotografía semi-inédita)

Fotografía cedida por Pedro Pineda Aragón (nieto de Churata). Muestra a Gamaliel Churata con un típico chullo puneño junto a sus pequeños sobrinos. Queda en el recuerdo el desgarrador poema que escribirá a raíz de la muerte de su hijo Teófano, titulado "El holocausto de todo el amor para El".

“Holocausto de todo el amor para El”

Yo perdí mi wawa una mañana,
cuando mejor danzaban los tuqus
enternecidos en mi canto!
Le he gritado fuerte desde entonces,
y desde entonces mis orejas,
están llenas de agua, están llenas de viento…

¿Para qué le lloras? Me dicen las imillas,
dándome sus senos,
al gozar del ñuñu
me he sentido como la leche, nuevo!
Más otra vez yo lo reclamo,
hozando sangre entre las nubes,
al filo de la madrugada,
en el vientre del agua;
porque esta wawa que se me fue un ratito, no mas, del pensamiento,

era un alegre tiro de mi honda,
la piedra de mi chujlla,
el dominador justiciero que floreaba!
¡Ya no quiero el seno de la imilla,
ni su pezón pintado de mieles,
no quiero para mi su pierna ni su brazo:
¡serán para mi wawa que ya viene!



Pastillas ontológicas...

Churata ha dicho...


«El hombre es todo en uno o no es»


«el alma [...] es la semilla en que el hombre está con su destino, su osaturo [¡sic!], su intelección, su sistema neurovital, su kepi de existencias laceradas»


«Siente, siente, cada vez más. Allí sabrás que eres unidad porque en tí en todo momento se fragua utilidad. Soy en cuanto son; y son porque soy; y porque somos es posible el sér. Sólo porque me eres útil eres»


«Vivir en caverna, en la caverna y para la caverna, con el infracturable destino de la unidad vital, que no es más que el gozo de la fertilidad. Y como no se puede estar vivo y muerto, ni estar en dos naturalezas, ni objetiva y simultáneamente, estar en dos sitios, hay que estar en tensión láctea, que el punto de la tensión es el punto de la caverna»


«Entonces la caverna del infinito no será el universo, ni el tiempo, ni la nada: será la vida. ¿Entiendes, Platón? Sólo se puede ser en mónada»....

http://gamalielchurata.blogspot.com.es/




SEPTENARIO: GAMALIEL CHURATA LE RESPONDE A CÉSAR VALLEJO SOBRE LA VANGUARDIA



Pablo de Rokha, Winett de Rokha y Gamaliel Churata en la Paz, Bolivia, octubre de 1945. 

Archivo personal de Estrella Peralta Miranda. Fuente: Pacarina del Sur - http://www.pacarinadelsur.com/home/huellas-y-voces/822-entre-los-senderos-articulados-de-la-escritura-y-la-militancia-acercamientos-entre-el-inquebrantable-pablo-y-el-guia-gamaliel.


Desde el oreb o séase la torre eiffel esta vez CESAR A VALLEJO el admirable poeta de "trilce" conecta hacia perú por medio de la revista de clemente palma su trompa de pastor caldeo para irradiar no las sabrosas y ágiles informaciones parisinas a que ha acostumbrado al público limeño sino la versión de un nuevo apocalipsis ajustando pleito por plagio y robo a la generación literaria de indoamérica llamada vanguardista sirviéndose para esto de SIETE LOGOS que sintetizan las características de la actual literatura del continente con las fuentes de que procede a saber

1.– Nueva ortografía. Supresión de signos puntuativos y de mayúsculas. —Postulado europeo, desde el futurismo de hace veinte años, hasta el dadaísmo de 1920.

2.– Nueva caligrafía del poema. Facultad de escribir de arriba abajo como los tibetanos o en círculo o al sesgo, como los escolares de kindergarten; facultad, en fin, de escribir en cualquier dirección, según sea el objeto o emoción que se quiera sugerir gráficamente en cada caso.– Postulado europeo, desde San Juan de la Cruz y los benedictinos del siglo XV, hasta Apollinaire y Beauduin.

3.– Nuevos asuntos. Al claro de luna sucede el radiograma. –Postulado europeo, en Marinetti como en el sinoptismo poliplano.

4.– Nueva máquina para hacer imágenes. Sustitución de la alquimia comparativa y estática, que fue el nudo gordiano de la metáfora anterior, por la farmacia aproximativa y dinámica de lo que se llama rapport en la poesía d’aprés guerre. —Postulado europeo, desde Mallarmé, hace cuarenta años, hasta el superrealismo de 1924.

5.– Nuevas imágenes. Advenimiento del poleaje inestable y causíatico de los términos metafóricos, según leyes que están sistomáticamente en oposición con los términos estéticos de la naturaleza.— Postulado europeo, desde el precursor Lautréamont, hace cincuenta años, hasta el cubismo de 1914.

6.– Nueva conciencia cosmogónica de la vida. El horizonte y la distancia adquieren insólito significado, a causa de las facilidades de comunicación y movimiento que proporciona el progreso científico e industrial. –Postulado europeo desde los trenes estelares de Laforgue y la fraternidad universal de Hugo, hasta Romain Rolland y Blais Cendrars.

7.– Nuevo sentimiento político y económico. El espíritu democrático y burgués cede la plaza al espíritu comunista integral. —Postulado europeo, desde Tolstoi, hace cincuenta años, hasta la revolución superrealista de nuestros días.

la estrechez de estas páginas no permite explicar las objeciones q’suscita el J’ACOUSSE neogalo —su contenido es muy interesante por lo demás para no merecer el honor del anfiteatro— este boletín entrega en sus varios aspectos las severas conclusiones del poeta aunque se priva de insertar todo el artículo que las conduce —en él afirma vallejo q’ nunca fue más falsa y sin carácter la literatura de américa que con la poesía plebeya y por lo tanto antiestética y maloliente de esta hora— aseverando además que nuestra decantada originalidad no existe que si maples borges y neruda están calcados de tres poetas de francia que nombra la conclusión huelga poco más que agregar vallejo juzga con criterio historicista primitivo formulando objeciones que circunvalan la periferia pero cuando se le ofrece oportunidad de ahondar en el organísmo del movimiento se decide por una solución empírica —no es de otra manera explicable su posición respecto de la verdadera etiología de nuestra descastada vanguardia lo otro aquello de lo analógico y genealógico no sé hasta donde deba tomarse en cuenta ocurre con este método lo mismo que con los silogismos de los discutidores coloniales q’ tanto se prestaban para atacar como para lo contrario— relativamente al caso presente hago notar que vallejo concede demasiada importancia al documento sin ocuparse del fenómeno— pero aun v i s t o el panorama de esta manera resulta incompleto y descentrado porque antes que apollinaire está simmias el alejandrino y antes que mallarmé y el superrealismo salomón y joel en literatura israelita y anterior a tolstoi es el comunismo agrario de los incas etcétera lo de nunca acabar


Boletín Titikaka, Puno, 1927, Nº 10.


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