lunes, 9 de enero de 2017

ORALIA LÓPEZ SERRANO [19.831]


Oralia López Serrano


Escritora y poeta de estirpe sinaloense, radica desde infante en Mexicali, Baja California, México. 

Maestra de Educación Primaria y asesora de profesores. Actualmente jubilada, creadora de libros y materiales educativos para niños y profesores. Colabora en diferentes comunidades de los Estados de la República Mexicana, en Ferias de libros e instituciones promotoras de Cultura. Además de saltar de texto en texto y de verso en verso, organiza y presenta recitales de su obra poética, participa en congresos, foros, conferencias, cursos y talleres. Procurando analizar, discutir y discernir sus propias expresiones literarias contenidas en cuatro libros de su autoría: “Cien poemas y una vida”, “Pasajes del centenario. Mexicali. Voces del pueblo”, “Corazón al viento” y “Palabras breves pero profundas”.



Conversaciones (Inédito)

Letras

A veces, le pongo letras a la vida, aunque ésta pase rápido, sin puntos. Así se lea la vida, con alegría o con vehemencia y la tristeza acentúe las palabras.

Los días pasan sin ninguna coma, ni guiones ni asteriscos y algunas cosas se subrayan y otras se escriben con mayúsculas o con tinta roja.

Le pongo letras a la vida o ella me las pone. Y la vida prosigue, formando las palabras, página tras página; yo solamente las tomo, las atrapo.

Las palabras se forman tempestuosas o suaves. Se forman, muy a pesar, de que las letras confundidas de tanto vagar, generalmente, extravían su significado. Y los silencios llegan, impregnados de necesidades. Entonces, las letras cambian de color, del negro al rojizo o al celeste e invitan a la vida o a la muerte.

Poco a poco, aparece el arcoíris y sus luces abarcan todo un libro. De repente se esconde, se olvida lo obscuro, lo impreciso; y las letras, saltarinas, juguetonas, acordes y felices siguen la vida. Nutren su existencia, mientras haya un lápiz, una pluma, un teclado, un espíritu y una mente que las sustenten.

 Pero, hay veces que se requiere, se exige un borrador o corrector para avanzar a otro renglón y evitar traicionar al intelecto o al corazón.

Le pongo letras a la vida, aunque ésta pase rápida, sin puntos. Así se lea la vida, con alegría o con vehemencia y la tristeza acentúe las palabras.

        A veces, le pongo letras a la vida ¿O la vida, me las pone?


Muestra poética.   




Cien poemas y una vida

Ansiedad

                    Un buen día de estos me soltaré el cabello;
                    y en una bata blanca, corriendo por las calles,
                    gritaré mis recuerdos.

                    Los dejaré en la acera de la calle desierta,
                    en el ladrar de perros, el ruido de los carros
                    y ventanas abiertas.

                    Me sentiré desnuda, alegremente frágil;
                    volando por los aires, me quedaré vacía
                    al retornar mi viaje.

                    Difícil es cargar con los recuerdos.
                    Prefiriera extinguirlos apagando las ansias…
                    De caricias y besos.




Corazón al viento                                          


Mi pueblo

Mi pueblo sabe de abusos cotidianos, 
de despojos impunes, 
sacrificios infames.

Sabe de dolores indescriptibles, 
de burlas sistemáticas, 
de impotencia y rencor.

Pero, por encima de todo
preserva la luz en su espíritu 
y la esperanza en su corazón.

Mi pueblo canta, 
sueña, baila, ríe 
y llora con un poema.

Atrapa sentimientos 
 y regresa al cuerpo 
                                          para luchar y amar. 

Mi pueblo sabe… 
Sabe comenzar.







Corazón al viento                                          

Entretenimiento

                                                  Estoy entreteniendo tus fantasmas, 
                                                  para que la muerte no se los lleve; 
                                                  hubiese sido fácil engañarla 
                                                  si no supiera como duele.





                               
            Corazón al viento                

Sorpréndeme

Un día cualquiera llámame repentinamente por teléfono, 
dime que en tu mano tienes una flor y yo tan lejos,
y que una madre indígena en la calle fue mi reflejo.

Que has comprado pistachos porque me encantan 
y al no estar yo contigo, sobre la mano de un mendigo
los dejaste caer con respeto y cariño.

Cuéntame, que diste consuelo a una cabeza anciana,
que bajaste su cielo con tus palabras y sonrisa,
y con sólo saberlo seré feliz aunque haya densa brisa.

Que deambulando por la ciudad has notado la tristeza
en el rostro del obrero, del estudiante y del empleado;
entonces sabré qué entiendes mi vivir desenfrenado.

Expresa la ternura que sentiste al rozar la piel de un joven 
u hombre callejero, que al darle monedas en su mano, 
deseaste ayudarle a cambiar su mundo entero.

Que viste en las aceras a algunos niños, casi adolescentes,
ante su impotencia escudriñaste inmenso desconcierto  
y comprendiste su ruta indefensa, su futuro incierto.

Platícame, que últimamente acostumbras apagar 
la caja de misterios y mentiras, 
y escuchas música, deleite espiritual.

Que buscas respuestas en las notas de los pájaros 
y bailas con las hojas de los árboles,
dejándote llevar por el viento de la vida.

¡Sorpréndeme! Sorprende un buen día
éste espíritu inquieto y en eterna vela,
tócalo suavemente con tus tiernas manos.

Permítele en tu pecho reposar sosiego
y aún consciente que la lucha es ardua,
sienta que el amor desata,
                          desata ataduras del alma.




Corazón al viento      
                                    
Añoranza

Gotitas de agua, condensadas de amor,  
inundan el pasillo de la casa.

Botan una pelota que se estampa 
en las únicas fotos de la sala.

Rayan las paredes, quiebran plantas, 
festejan en los charcos de la cancha.

Se mueren por un chicle y si lo logran
ríen a carcajadas.

Hacen infinidad de piruetas  y artificios
con la tristeza de tu cara.

Y de repente, las traes en brazos, 
bailando y dando saltos como rana.

Y las gotitas crecen, crecen, crecen tanto
hasta que un día se alejan de tu casa.                                                          

Pero vuelven a veces salpicando alegría
y te empapan el alma. 

De pronto risas, baile, brincos y cantos,
palabrería, charlas interminables.

Y la historia comienza, transforman las paredes,
inundan el pasillo de la casa.

Gotitas, arco iris, condensadas de amor; 
botan, rayan, destrozan, inundan el hogar...
Dulce añoranza.



Cien poemas y una vida     
                                     
Pasajeros  (Greyhound Bus)    

Al ritmo del camión y el movimiento
se ponen cómodos los pocos pasajeros,
mínimos  son  los  que  hablan,
otros llevan silencio y a través de la ventana,
junto con el paisaje se van sus pensamientos.

Atrás,  un  hombre  negro  y  alto,
dormita sus sueños,  sus recuerdos
huelen  a  hierro,  pico  y  pala;
es el esclavismo de sus ancestros
y ahora él, en eterno desempleo.

Al costado izquierdo, un joven hispano,
con inquietud mitiga sus frustraciones;
ha de trabajar duro para sus viejos
y cuando  llegue a su terruño, a su pueblo,  
será como un ángel resucitado del infierno.

A la derecha, una chicana desubicada,
con sus audífonos  escucha la radio,
perdida en sonidos que no le pertenecen
y nos mira a todos, como si apestáramos.

Asientos adelante, dos mujeres hispanas,
sin consideración animadamente parlotean;
se sienten como en una tranvía de su rancho,
y vomitan sus vidas, sin cautela.

Un gringo con mochila azul, se sentó al fondo,
a ése le va y le viene lo que suceda;
con  su  melena  larga, güeray  alborotada,
mientras  tenga  droga u alcohol, todo lo supera.

En medio del camión, va una alegre familia,
con chiquillos inquietos y gritones,
que a fuerza del cansancio, se durmieron
y los padres van desgranando sus sueños.

Al frente, una mujer de edad muy avanzada,
parece  ser  que no  le  importa  nada,
anhela  sólo  llegar  a  su feliz  paradero;
sus hijos y sus nietos, son su mundo entero.
Y aquella exageradamente maquillada,
que tardó en decidir dónde sentarse;
al  final  optó  por  irse  sola,  
pues su cuerpo sensual, no logró enlace.  

Y ésta, por no perderse en sus pensamientos,
observo e imaginó una vida en cada pasajero; 
al verlos uno a uno, inevitablemente, escribió,
reencontró sus recuerdos, removió sus anhelos.





Cien poemas y una vida

Un beso

Recibí un beso por teléfono 
y no supe en que parte 
del cuerpo detenerlo. 

¡Cuánto tiempo sin recibir un beso! 
Debo tener mucho cuidado, 
pues puede ser uno equivocado. 

-Pregunté- ¿Dónde el beso?
y contestó: Donde tú quieras, 
no te imaginas lo mucho que te deseo.

¿Dónde colocaré su beso?
Lo imaginé recorriendo todo mi cuerpo 
y sólo logré lágrimas y estremecimiento.

Deseé guardarlo en un cajón 
de mi habitación vacía
y lo dejé volar como hace tiempo, 
mucho tiempo… Él hizo con mi vida.             


                                                                                                     



                                                                                                                               Corazón al viento                                                              
Apuntando

Ella
ése
aquél
ninguno
éste
cualquiera
los otros
ésas
algunos
los demás
todos
nadie
yo.



Varios Desvaríos (Inédito)

Circulo

Infinidad de monstruos mandatan el planeta,
transitan en el asfalto, escalan las montañas,
vuelan sobre nubes, exterminan la flora y la fauna;
exploran el espacio, bajan a las profundidades,  
vencen los océanos y destruyen la esencia humana. 

Monstruos poderosos, coloridos, malvados e infames, 
sus ocultos picos y púas devoran a todos, uno a uno; 
sus tentáculos succionan esencia o espíritu de otros, 
de otros que inadvertidamente,  se convierten 
en horribles, competitivos e insaciables monstruos.

                                                     

Cien poemas y una vida     
                                     
             Háblame   

                   Voy a platicar contigo cuando estés dormido,
                   ya que tu mente vague; entonces, me dirás
                   una sarta de cosas y me sentiré correspondida.

                   Háblame, de tus locuras, de la verdad que habitas, 
                   del por qué a veces de tus sonrisas
                   y esa mirada inquieta, que se planta en tu rostro.

                   Dime, en las ocasiones en que guardas silencio;
                   qué tantas ebulliciones tienen tus pensamientos;
                   y si hay un espacio en ti para  mis versos.

                   Haz saber, si me recuerdas cuando estás lejos,
                   si sientes mis dedos que acarician tus cabellos
                   y escuchas que te llamo con tierno acento.

                   Cuéntame, si es que sabes, que persigo tus pasos
                   y anhelo siempre tu amor y tu regazo.
                   ¡Háblame, así dormido,  me encanta oírte!
                   Porque aunque tú no estés, ya no estaré tan triste.



   Cien poemas y una vida                             

Silencio

Cuántas cosas guardas ¡Oh silencio!
En el vagar infinito de los tiempos.

A través del movimiento de los astros 
y de la poca vida en el universo

Hoy que podrías decir más que las palabras,
porque éstas, su significado están perdiendo.

¡Si hablarás! Amigo silencio,
tendrías que hacerlo poco a poco y despacito.

Porque quizás ni la red del internet ni el Wi-Fi,
tolerarían tus sonidos, tus horrendos secretos. 

Tal vez, también a ti te callarían, o tendrían 
que pagarte, sino como a tantos, acribillarte.                                           

¡Acribillado estás, desde remotos tiempos!
Por eso te inventaron, abnegado Silencio.


                                  
                                                                                Cien poemas y una vida        
Avanza

Por más que veas que todos retroceden, 
no te detengas nunca, el viaje sigue, 
aunque algunos tristemente se quedan, 
otros caen y muchos ni siquiera se despiden.

Así sientas y veas que el cielo sólo tiene
muchas nubes grises y carece de estrellas, 
que la lluvia cae sobre tu cuerpo y tal parece 
que la vida se prolonga de noche inaccesible.

Siempre hay un sol  radiante y poderoso,
tras horizonte, el cielo o el mar hermoso; 
allá donde las colinas parece que terminan,
hay verdes pastos, otros colores y bellos matices.

Sigue adelante hija, así  indiquen todos 
que es imposible avanzar contra marea;
esa marea es tan sólo una barrera, 
que el paso decisivo desmorona, inexistente.

Así, una ráfaga de penas te jale a los abismos,
levántate despacio y avanza paso a paso; 
hazlo por tus hijos, déjate llevar por sus manitas
hasta el paraíso inmenso de sus risas.



Cien poemas y una vida

Error

En el transitar de la vida, he de encontrarte amado, 
son muchos años ya perdidos 
y en la muchedumbre, cómo has vagado.

He tomado tus manos con ternura, 
tu cuerpo ha temblado con mis besos y caricias,
pero has sido tú,  ¡Me he equivocado!

Tu voz he escuchado en el bullicio 
y en el tumulto de los rostros, 
he confiado en mis instintos, ¡Y me han fallado!

¿Qué señal me darás, amado mío, para identificarte? 
No dejaré está vez, que la avidez de amor 
y de ternura me confundan.

Vete despacio, sin prisa, te reconoceré entre tantas sonrisas,
será la tuya como la mía, quizá la más discreta;
tal vez andemos ambos, cubiertos de temor y de tristeza.

Y al reconocernos, hemos de constatar que no estamos errando,
porque ¡Qué pena amor! Nuevamente darnos cuenta,
que en vez de amarnos…Debimos evitarnos.




Cien poemas y una vida     
                                     

Rebeldía 

Mujeres, seres crucificados, confundidos;
grito inusitado de mi sexo,
broto de rebeldía a la obligación inicua, forzada,
desde los tiempos bíblicos y reglas de moral, 
en todas las civilizaciones hasta hoy dadas.

El amor no justifica ser indignas,
ni mártires ni por siempre mancillas;
entrenamiento practicado por milenios,
encadenadas por el instinto de ser madres;
a tener que sucumbir ante la vida.

Enmohecido lenguaje de elocuencia y alabanza,
que te mantiene esclava a una vivencia,
entregando así, la razón de tu existencia.
Negándote el derecho a continuar creciendo,
hincada, gateando, aun cuando tienes bellas alas.

Mujer desconocida, amiga, madre, nieta e hija;
nos amenaza una condenación eterna,
es la inhumana virtud del sacrificio,
hasta los ángeles son del sexo opuesto 
y para toda hay que pedir permiso.

Contra nosotras todos los misterios,
psicología: Fingir que valemos menos que ellos;
faz inmaculada, calladas, resignadas y sonrientes,
siempre dispuestas ante el viril egoísmo,
negando a veces, la razón de nuestra existencia.

El amor no justifica ser indignas,
ni mártires ni por siempre mancillas;
entrenamiento practicado por milenios,
encadenadas por el instinto de ser madres;
a tener que sucumbir ante la vida.

                                               


                                Corazón al viento 
            
Que puedo decirte             

Todos los agobiados por el hambre que siembra en el campo la mentira y la pobreza extrema; confían en emigrar camino a la gloria; llegan cientos a las fronteras, ignorantes que al infierno es la vereda.

Ves a nuestros hermanos en las calles, en los postes y puentes durmiendo su miseria, caras pintoreteadas haciendo piruetas, mientras el semáforo en verde no prenda y a sus ojos, asoman ilusiones muertas,  sueños abortados por su tierra.

Desconocen que frontera es barrera y la guerra contra todos los pueblos, que existe temor en algunas personas, hasta por la triste sonrisa de un joven o niño famélico y emigrantes-disidentes son identificados terroristas,  sin siquiera tener cartera.

En la calle deambula la muchedumbre oprimida y en talleres o fábricas maquila su estropeada vida, la miserable multitud y sus sufrimientos son invisibles, son ánimas en cautiverio.

Humanidad deteriorada, vemos sólo edificios, los puentes, los anuncios del Mc Donal’s o la Costco, ostentación miserable de consumo por sentirnos “buenos” o “gente bonita”, imperceptibles al desvelo de los otros ojos y al sudor a tristeza de sus zapatos rotos.

Son realidades latentes que llagan la historia de los pueblos, así hiere a los pobres este mundo, por siglos ciego de amor y de justicia, lejos de Dios y alabándole a gritos; qué te puedo decir, qué te puedo decir... Mi amado hijo.
                                             

                        


Cien poemas y una vida     

A veces

Era un trinar de pájaros alegres;
pero a veces triste, muy triste. 

Era un ramillete de bellas flores; 
pero a veces marchitas, marchitadas.

Era una pradera verde y amplia; 
pero a veces seca, muy seca.

Eran manantiales de agua fresca;
pero a veces quemaban, requemaban.

Era decir le amo diariamente; 
pero a veces silencio, un gran silencio.

Era estar junto a él todos los días;
pero a veces lejano, muy lejano.

Era desearle tanto, con ternura;
pero a veces desprecio, despreciable.

Era la felicidad de tener compañía; 
pero a veces soledad, soledad acompañada.

Y dejé que lo que era, ya no fuera; 
pero a veces lo que es, duele…Duele tanto.

                           
                                
Corazón al viento          

Grito de paz
  
Dijeron: Escribe algo sobre la paz.

¡Paz!   ¿Cuál paz?
La paz está extraviada, confundida, atada y vuela
sobre caminos, que tramo a tramo cobran su libertad.
Se escucha entre los gritos de los campesinos,
clamando por su tierra y su nación salvar.
Marcha por todas partes en miles de jóvenes
y estudiantes, que luchan por su futuro rescatar.

¡Paz!   ¿Dónde la paz?
Ahí, en los jóvenes asesinados de Ayotzinapa
y en los indígenas que exigen justicia e igualdad.
En caritas tristes de niños hambrientos  
y mujeres que viven laborando por escaso jornal.
En escuelas abandonadas de la obligatoriedad,
de todo laicismo y muy próximas a privatizar.

¡Paz!   ¿Cuál paz?
La que lleva emigrantes a campos extranjeros,
a su vida entregar; que desangra al obrero
y acaba con el campo y la ciudad.
La que organiza en el mundo, la burla electoral;
que aniquila Sindicatos, borra Leyes y Derechos,
desmantelando Estados y Naciones sin piedad.

¡Paz!    ¿Dónde la paz?
Está burlándose entre los cables de la electricidad,
que venden los gobiernos a las transnacionales
sin escatimar e igual negocian la Soberanía Nacional.
Está, en los sueños del humilde trabajador,
lejanos del petróleo, de minas, ferrocarriles y puertos;
bienes esfumados por el saqueo privatizador.

¡Paz!     ¿Cuál paz?
La paz está extraviada, su significado se perdió,
vaga entre los discursos y en las voces del televisor.
Fallece entre las veredas de la corrupción,
con el contubernio del narco y los gobiernos;
que sirven con beneplácito y sin control,
al infame capital y su séquito destructor.

Pidieron: Escribe algo sobre la paz.
Pero, es una falacia estás tres letras enlazar,
porque sólo veo guerra y vil explotación,
que destruye a mi gente, a mi país
y es en todo el mundo:
                                    La misma agresión.
¡La paz!     ¿Cuál paz?     ¿Dónde la paz?
                     
                      


                                                                                 Cien poemas y una vida                                          

En blanco

La vida es como un buen libro,
hay que tomarle en la mano, sentirle;
siempre enseña, deja algo, 
día tras día, página, tras página. 
Y el mundo es como una biblioteca 
con tomos de tópicos distintos, 
con carátulas y títulos diversos; 
algunos sencillos, claros, auténticos; 
otros con tantas muletillas    
y metáforas sublimes, tan vanas, 
tanto, que atrofian los sentidos.

Y ahí está, la vasta biblioteca, 
llena de libros de diferentes idiomas, 
colores y tamaños; 
algunos pesan más que otros, 
pero por más pesados; 
a veces los ligeros los oprimen 
y es que peso no estriba en la sustancia, 
sino en la ganancia.
¡Libro tras libro, libro sobre libro! 
Hasta que forzado eres folleto 
y si lo permites te vuelves hoja blanca. 

                 



                                                                                           Corazón al viento                                          

Perdona

Perdona si no grito tu nombre por las calles,
por todos los callejones y senderos de mi pueblo.

¿Qué más puedo hacer?

Te he dicho que te quiero, te extraño,
eres parte de mi vida y todos los días  
               te imagino e idolatro desde lejos.

Perdona si no grito tu nombre por los aires;
pero lo llevo grabado en el corazón
desde  tiempos  inmemorables.

Y creo que gritarlo es innecesario;
porque brota en mis ojos y de las alas de mis manos
            con amor lo resguardo, lo detengo.

¿Qué más puedo hacer?

No quiero que se esfume como las letras y palabras
que a veces suenan vanas.

Perdona si no grito tu nombre, voz mundana,
es que tu nombre,  tu nombre está adherido
a mis entrañas.
                                 


                                                                                       Corazón al viento                                          
  
Palabrería

Tiernamente mi amado dijo un día a mi oído:
Me traes bien jodido ¿Jodido? ¿Cómo que jodido?

Hundido, empobrecido, sin brillo, menoscabado, estropeado,
arruinado, destruido, maltratado, desprotegido, suprimido,
abatido, devastado, exterminado, asolado, menospreciado.

Entonces me quedé pensando: ¿Qué hace éste conmigo? 
Hubiera preferido que dijera a mi oído:
Me traes muy prendido.

Encantado, atraído, aficionado, ilusionado, encariñado, distraído,
alivianado, seducido, emocionado, enardecido, embelesado,
cautivado, extasiado, fascinado, conquistado…
O simplemente muy enamorado.
     


                                                                                          Corazón al viento                                                  
Panorama

Tras lejanía luz colorida, brillo incesante melancólico;
suspiros latentes dan vida rompiendo monotonías.

Imágenes sostenidas motivan el transitar de los días
y la esperanza perenne guarda ilusiones desmedidas.

Rayos solares intensifican los bellos deseos,
frases melosas, suave tibieza que se antoja.

Bajo el cielo estrellado los cuerpos reposan
y dos corazones rebozan caricias suspendidas.

Por la noche la misma luna ilumina obscuros senderos
e igual ritmo de latidos mitigan palabras de amor;
te extraño, te quiero.




Varios Desvaríos (Inédito)   

Yo también   (Alegoría a mi Patria)

También yo tristemente avanzo entre la multitud de gente,
me abro paso con dificultad en esta gran urbe o ciudad.
Yo también oigo, miro a miles de transeúntes, robotizados,
ensimismados por vencer su propio navegar, su aturdimiento.
También yo sucumbo ante el desempleo y miseria extrema,
me estremezco diariamente, por la violencia y desolación.

También yo leo falsedades en las revistas, en la prensa,
escucho cuentos fantásticos en conferencias y por televisión.
Yo también veo las calles llenas de podredumbre humana
y oigo latir el corazón de mi pueblo triste y desesperanzado.
También yo día a día amanezco con preocupación e impotencia,
por tanto crimen, saqueo, delincuencia, abuso e inseguridad.

También yo temo romper las dulces cadenas de la comodidad
y que éstas, se vuelvan celdas permanentes de mi inestabilidad.
Yo también no deseo perder mi pequeña potestad, “ego” sublime,
lo poco logrado, que me han permitido de avance y prosperidad.
También yo intento permanecer callada, ecuánime, tranquila,
engañándome, pensando que algún día, está infamia acabará.

También yo me resigno con migajas de prestaciones y anhelos,
enormes mentiras, “reformas” de-formantes y supuesta equidad.
Yo también siento el devastar de mi patria, vivo en estas tierras
y mi tinta-sangre, indómita, controversista no cesa su bregar.
También yo y mi vehemente pluma a veces, agoniza o muere
en el tránsito de las calles de esta soberana y gloriosa falsedad.

Yo también… También yo.




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