miércoles, 13 de abril de 2016

GERARDO CURIÁ [18.434]


Gerardo David Curiá
 
Gerardo Curiá nació en San Pedro, provincia de Buenos Aires, ciudad donde sus poemas fueron premiados en numerosas oportunidades por la Biblioteca Rafael Obligado. Además de poeta, es abogado y profesor de ciencias económicas. Publicó Sol, iris, sueño, (poesía) edición del autor, 1990; Crónicas de San Acustio (relatos), edición del autor, 2002; Quebrado azul, (poesía), Ediciones Patagonia, 2004; Serie los suicidas (poesía) edición del autor, 2005; Caldén, (poesía), Ediciones del Mono Armado, Buenos Aires, 2008; Música del límite (poesía), El Suri Porfiado, 2010; El damero de los sueños (poesía), La mariposa y la iguana, Buenos Aires, 2013. Formó parte del taller literario El tren de la palabra. Ha conducido varios ciclos de poesía, entre ellos, Las vacas sagradas y Maldita Ginebra. Coordina, con Lidia Rocha, el encuentro literario Literatura Viva, y el programa de radio Moebius. Colabora con Inés Manzano en la realización del ciclo de poesía Interiores. Poetas del país. En 2009 su poesía fue distinguida en el Concurso Nacional Macedonio Fernández.



Quebrado Azul

...a Alejandro Mendez Casariego

En el falo mayor de Buenos Aires
se quiebra el azul en arcoiris grises
que tocan a un hombre del insomnio
a la altura del asfalto sucio,
allí, 
donde la sombra carga su soledad
como una astilla de carozo
condenado en el centro
de su propia existencia,
y el color se vuelve plomo, herida,
y el viento arrastra 
esa humedad de barro.
Figura trasnochada
junto a mendigos que duermen
y el sol que amanece en gorriones de polvo,
silueta de edificios.
Quebrado azul
y la calle ancha 
camina hacia el lejano puente
que atraviesa el Riachuelo,
en el límite último de las fábricas secas
donde viven las ratas
y el silencio es un chirrido de óxido
en el hierro de la máquina quieta.
Y el azul quebrado 
penetra en los ojos del alma
donde reside la memoria de los muertos
con sus huesos como flores de luto
con su polen de miedo.
Y en la última esquina
el azul se quiebra en rojos
hacia el tórax,
metal en la entraña.
Asesinos con quince pesos en la mano.
Quebrado azul, 
y más allá,
sobre la línea del sur y del oeste,
hacia el agua cae la calle,
el cuerpo endurecido de golpes de la noche,
hacia el negro del río.
En la costa gritan eriales cancerberos.
Azul,
azul quebrado,
y el cuerpo flota
hasta ahogarse en la basura
y dejarse arrastrar por los desechos
Azul, 
Azul quebrado, Buenos Aires,
justo en la médula
que trama el abandono
su exquisito desconsuelo,
donde te mirás la tristeza
con tus piernas abiertas
y tu húmedo pubis de borrasca infinita,
puta ciudad de la agonía.
Azul,
quebrado azul.




DE  Caldén (selección)


Pampa del espinal, anónima Pampa del Caldén. 
Simetría, silencio que se eleva hacia el puro celeste, y el mugido de un animal de sílice, inmemorial en tiempo y en espacio, hasta no ser distancia quebrada en horizonte. Así, revolución de la quietud virgen, hasta ser de lo distinto uno y acabado.
Y el héroe, árbol del agua. Árbol, mece luz y gravedad, es él la otra Pampa, la misma Pampa.



Inocencia desnuda de un Lázaro
y el vaho de la luz
es la huella que vuelve
hacia el descenso de la piedra
ofrenda

Alimenta el espacio
hasta no ser la luz
arena
no ser la arena
hendidura de lejanía
así es 
y así 
ha sido

*

Hasta el horizonte
paz 
rumor falso
límite incorruptible

No distancia


*

Espanto de la tierra
el espacio es uno
no hay otra medida
la misma extensión
margen
que repite su idéntico trazo
hasta ser ciego
y abrirse

El río se cifra en sí mismo
hasta la arena y la sal

Y es el Caldén
silbidos 
en el tiempo
de la travesía

*

Fruto del Caldén
dulce ceniza de la piedra
kütral-co moluche 

*


Mesura de ausencia

No es árbol 
no es

Gravedad en la quietud
la propia espina
vientre del agua del silencio

Caldén
luz deshecha

Padre del espinal

*

Desde la siempre noche
eleva su vuelo inmóvil

Cuerda del viento
lluico corel 

Y es sombra lo blanco de la luz
lejanísimo

Agua dormida de la lluvia remota

Espinas de cielo desnudo

La otra Pampa esa misma Pampa

Huitru Caldén


*


Espinal

- El blanco conquistará la Pampa en desierto 
palabras del cacique 
No hay más pobreza que alimentarse de sí hasta llegar a lo estéril
Huitru del espinal 

Fuego de un héroe para el hogar de los otros
y de las tierras del Ranquel
ni arena que se lleva el viento

Con el hacha en las manos 
el hijo llora al padre árbol

Oscilación
de una cadencia inmóvil
el hilo de su estirpe

Y el tiempo 
herida que tiembla
casi sierpe
en su cuerpo de espina

*


Sur
conspira el piélago
erial 
de la Pampa

Incandescencia de antigua tempestad

Ni días
ni noches


*

Espinal del Huitru

En su torsión 
gesta la cifra 

No reconoce el miedo

Hasta allí no
nadie
quiere

Savia del fuego de la lluvia


*


Después y antes 
suceden entre sí
mapu del hambre
y sacia con desierto
gargantas vencidas 
El que tiembla es el golpe
arena cielo gris
hasta caer


*

Lianas amarran 
la quietud del árbol

Si aun allí
ya es de la sombra 

No en las manos de la tierra
el padre de tu padre

En el llanto del viento 
que ya no las espinas

No es sólo el árbol
también la arena que se va

Huella que no
para cruzar la tristeza


*


En la astilla
el ajeno
sacia su hoguera





  DE  Serie de los suicidas 


Hay una piedra azul

En la piedra azul
está la muerte
como el sutil equilibrio
que hace a su belleza,
espuma de sal en la arena de las playas
y la distancia.
Todo lo frágil que gira hacia el olvido
y regresa en sus formas más puras.

Hay una piedra azul
en cada piedra
y la atraviesa el viento de lo efímero
en esa tarde eterna en la que existe.


La piedra azul y el ángel

Un ángel
sentado sobre una roca azul
mira
con sus ojos de ámbar
el vuelo frágil de un gorrión
sobre el espacio
y el aire tibio tiembla.

La mirada del ángel
traspasada de Dios 
sobre el vacío
se vuelve 
agua de cielo en un instante
y las manos de un niño
con las palmas abiertas
la atraviesan.
Es que algunos niños
pueden cruzar el infinito.

Olor a fruta y a distancia,
y esa cóncava profundidad de los silencios
donde sólo hay un niño y un ángel
entre los durazneros cargados de frutas maduras
y los gorriones gordos de tierra y de luz.

El ángel y el niño se miran
con la ternura de los seres
capaces de amar lo sutil.
Y los árboles
no tienen sombras.


La noche y la piedra azul

La noche
es una mariposa de alas negras
que descansa sobre una piedra azul
en la luna de pastos de la pampa.
El vino quieto del aire
emborracha la distancia
y la distancia gira hasta caer
en la sombra infinita de un caballo
que duerme bajo el árbol
donde la penumbra del invierno
abre sus palmas trémulas como de anciana
y es desde allí
que la lechuza vuela en sentido contrario
y en sus alas 
todo el espacio se estremece.


Junto a la piedra

Junto a la piedra
un insecto de fuego
abre el rostro de la noche,
agua del arco iris,
polen de bruma.
Los ojos de un sapo
son un jardín de cenizas
donde encontrar la muerte.
Extrema lengua de los batracios.
Zaina tierra del monte
en gris de sombra.
Luna y tormenta.


La piedra azul y el viento

Junto a la laguna de los patos
hay una piedra azul
trabajada por el agua de barro
año tras año
hasta formar pequeños huecos
que se enlazan por dentro
en galerías de oscuridad
donde suelen descansar los insectos
y el viento del pantano 
que viene del este
penetra
para hacer llorar
al silencio de la piedra.


Madurez

En el vientre de la piedra azul
hay dedos trenzados de sustancia inasible.
En la vejez de la roca
trabajan la madurez más fina, 
abriendo ojos
donde respira el musgo
mudas sinfonías
de frágil equilibrio
que vuelven efímera
la existencia de siglos
de la piedra.




 DE El damero de los sueños, La mariposa y la iguana, 2013.


Pampa y Asfalto




22 de junio

a Ramón Fanelli

Las nueve y media, 
Rivadavia al 4200, 
baldosas percudidas, 
y un sol perfectamente luminoso. 

El viento se aquieta para pesar sobre el espacio 
en el punto exacto donde se da el quiebre 
entre las baldosas 
y el cordón. 
Y es en ese instante 
cuando nace un retoño de pasto, 
casi blanco de frío. 

Tiembla, 
pleno de riesgos crece 
en la humedad de lo quebrado, 
muy cerca de un bollo de papel 
a un costado de la esquina. 

Frágil, el pasto 
dibuja una sombra sobre las arrugas del papel 
pero el peso del aire lo curva hacia el piso. 

La mañana transcurre en la plenitud de los sentidos, 
después de todo, alguien limpiará el papel 
de ese costado de la esquina.


En plaza Almagro

En plaza Almagro,
sobre el cantero que mira hacia el oeste,
ha nacido una flor entre los perros,
tan cerca de la pezuña oscura de sus patas
que, al fin, la flor existe
sobre el filo de sus sombras
en la tarde.


En el suelo

En el suelo descansa
la paloma muerta.
Húmedo polvo de smog.
Manchas de luz en el azul opaco.
Tonos de eclipse en el despojo
ceniciento de la carne.
Allí,
donde el tiempo quebrado
está quieto.


16 de junio. Plaza Almagro

Un hombre duerme sobre el estómago de la noche. 
El rocío es filoso
y las sombras pasan por debajo de los árboles.

El cuerpo se aplasta encima del colchón.
Muy cerca, un perro negro está quieto.

Grises, el asfalto y el aire.
El silencio es un bullicio rumiante.

La boca del hombre se abre entre la barba sucia
y respira.

El iris, bajo los párpados,
se mueve.
El hombre está soñando. 



Hilos de luna

La anciana
le habla al puente de Bulnes 
del pelo suave
de la muñeca de porcelana
que el tío Luis le regaló
para su cumpleaños

Hilos de luna
para tejer
el nudo de los sueños
y en la trama
la luz
es eclipse

La anciana sonríe
y sus ojos
se vuelven chiquitos 



Parque Centenario

Parque Centenario
es un círculo imperfecto
donde ha nacido un árbol diagonal
Y en la copa del árbol
amarillos que derivan en blanco
profundo de verdes,
líneas de opaco marrón.
En el centro
quietos nidos de celeste
y más allá
los tonos se confunden
y caen
hacia un carozo de sombras. 



El espacio y el puño

La mano se cierra en una fuerza 
y el brazo 
es una línea vertical entre el piso y la altura. 

Sostiene una bolsa de plástico. 

Por debajo o por encima, 
la distancia relativa del cartel de venta, 
4936-5861
dos ambientes a la calle, 
ventanas pequeñas, sin balcón.

La cifra matemática de los pasos o las horas, 
la forma geométrica de la distancia, 
el contenido exacto de la bolsa, 
kilo de carne con paquete de galletitas 
y caja de té. 

Dobla la esquina en el instante del sonido 
un celular de hombre que camina rápido 
y queda la sombra por lo que duran cinco instantes.

Las cosas perduran por siempre 
y se pierden.






.

No hay comentarios:

Publicar un comentario