Giambattista Casti
Giovanni Battista Casti (29 de agosto de 1724, Viterbo o Acquapendente - 5 de febrero de 1803, París), poeta italiano, abate, satirista y libretista de óperas ligeras.
No ha quedado suficientemente clara la fecha ni el lugar de nacimiento de Casti, debido a que aparecen múltiples documentos que llevan a la confusión. Los biógrafos, críticos y editores de sus obras consideran que nació en 1724, fecha en la que Giambattista Casti es bautizado. Pronto alcanzó el grado clerical al tomar cánones en la catedral de su lugar natal, pero rechazó permanecer ahí porque tenía intenciones de viajar por las capitales de Europa. Se destacó como lírico. En 1782, a la muerte del célebre Metastasio, se le nombró "Poeta cesario" o poeta laureado de la corte imperial de los archiduques de Austria, en Viena, y se dedicó a la composición de libretos para óperas cortesanas. En ese tiempo, la mayor parte de Italia, luego de la Guerra de sucesión española, estaba dominada por Austria. En 1796 renunció al cargo, para no verse envuelto en pugnas políticas en la Viena de los Habsburgo. A pesar de su condición eclesiástica, se le conoció como libertino, seductor y hedonista de todo tipo de placeres, circunstancias que le hicieron merecedor de mala reputación. Si bien es cierto que Casti no tuvo vocación religiosa, tomó la carrera clerical por recomendaciones familiares, estando dentro de sus parientes un canónigo de la catedral del Santo Sepulcro de Acquapendente, donde se le bautizó. En 1781, bajo el auspicio del emperador José II de Austria, Casti emprendió un recorrido diplomático por España. Ahí presentarían los primeros síntomas de la sífilis que lo consumaría. Viajó de Rusia a Portugal, de Turquía al norte de Europa.
Establecido en París como escritor reconocido, murió ahí en 1803, poco antes de cumplir los 82 años, más o menos el doble de la esperanza de vida de la época. A diferencia de otros personajes ilustres que padecieron la sífilis y que tomaron drogas para mitigar los dolores o se quitaron directamente la vida, Casti siempre luchó por curarse. Entre sus libros más relevantes están "Novelle galanti" y "Gli animali parlani" (Los animales parlantes), una alegoría poética que escribió durante ocho años, de 1794 a 1802, y que tendría buena recepción y por eso, gran difusión en los círculos literarios de Europa, siendo traducida al francés, alemán, español e inglés, a pocos años de la edición original. "Novella galanti" es una serie de narraciones poéticas, versificadas en octavas reales, métrica propia de los poetas italianos para esa clase composición; el libro, de gran armonía y pureza en el estilo, recurría a la ironía y a comentarios de pólemica y humor negro. Con "Gli animali parlani", escrita en la época de agitación de la revolución en Francia, Casti se propuso mostrar los sentimientos y esperanzas de la gente ante los defectos y absurdos de los sistemas políticos. Escribió libretos para óperas como "Il re Teodoro in Venezia", con música de Giovanni Paisiello, y "Prima la musica e poi le parole", musicalizada por Antonio Salieri. La influencia del abate Casti dentro de Italia y en los países de lengua románica como España y Francia, sería notoria.
Digno de gloria es el que roba un reino; el que roba poco es digno de la horca
Giambattista Casti
Publicaciones
Cuentos y poemas
Novelle galanti, in ottava rima (Nuevos galantes), cuentos en verso del género de Boccace, 1793.
Gli Animali parlanti (Los Animales parlantes), poema heroico-comico en 26 cantos, donde los personajes de Esopo forman una epopeya regular, 1801. Traducido por Pierre Paganel en 1813 y en versos por Louis Mareschal en 1819.
Libretos
Lo sposo burlato, ópera-bufa, música de Niccolò Vito Piccinni, 1769 y de Giovanni Paisiello, 1778
La finta amante, ópera cómica, música de Giovanni Paisiello, 1780.
Il re Teodoro di Venezia, drama heroico-cómico, después de Candide de Voltaire, música de Giovanni Aisiello, 1784. Traducido al francés con el título El Rey Teodoro en Venecia, ópera heroica-cómica en 2 actos, por Pierre-Louis Moline, 1787.
La grotta di Trofonio, drama jocoso, música de Antonio Salieri, 1785.
Prima la musica e poi le parole, divertimento teatral, música de Antonio Salieri, 1786, y de Giovanni Paisiello.
Il re Teodoro in Corsica, drama, 1786-1787.
Cablai, gran Kan de' tartari, drama heroico-cómico, luego de Il poema tartaro de Giovanni Battista Casti, música de Antonio Salieri, 1788.
Venere e Adone, cantata, música de Joseph Weigl, 1791.
Catilina, drama trágico-cómica, luego de Rome sauvée de Voltaire, música de Antonio Salieri, 1792
Li dormienti, drama, 1796.
Orlando furioso, drama heroico-cómico, 1796.
Rosamonda (Rosmunda), drama, 1796.
Bertoldo, drama
ELECCIÓN
DEL REY DE LOS ANIMALES CUADRÚPEDOS.
La vista filosófica estendiendo
Sobre todos los tiempos y lugares,
Pretendientes veremos á millares,
Méritos que no tienen esponiendo.
Mas también se verá, que el que los tiene
A estar sin pretender raro se aviene.
Aun es más raro hallar entre millones,
Que puestos ambicionan preminentes,
Quien tenga cualidades suficientes
A llenar de su empleo las funciones.
Y ¿quién saber tendrá, virtud y prendas,
Para de un reino manejar las riendas?
No es de admirarnos, pues, que entre las fieras,
Aspirantes del trono á la eminencia,
No se encontrase en unas suficiencia,
Al par que en otras, faltas verdaderas;
Y que escluido en fin todo aspirante,
Quedase el León sólo y Elefante.
Solos quedan: al modo que luchando
En el undoso mar contrarios vientos,
Restan después de choques muy violentos,
El austro y bóreas ambos señoreando;
Hasta que finalmente solo es uno
Dueño del vasto campo de Neptuno.
Los demás brutos entre tanto estaban
De mal humor, confusos y dolientes,
Sus prendas contemplando preferentes,
Y que no obstante así, se despreciaban,
Pues no había en verdad uno tan sólo
Sin juzgarse agraviado; aun el más bolo.
El tigre en especial, bufa, y sus ojos
Furores y centellas despidiendo,
De colérico tiembla, descubriendo
Sin cautela su orgullo y sus enojos.
Mas ceder ya era fuerza sin recurso
Al unánime voto del concurso.
Del Elefante se trató primero:
Y aunque enemigos en secreto había,
Muchos apasionados mantenía,
Y aun el pueblo era suyo casi entero;
Si acaso en el político idiotismo
El pueblo y populacho son lo mismo.
La plebe con efecto, que no piensa,
Sólo ve lo que tiene por delante,
Así es que, respetaba el Elefante
Por su mole de carne tan inmensa.
Y en verdad que á tomar un Rey al peso,
¿Quién hay que pese más, ni más obeso?
Su taciturno aspecto pensativo,
Su natural circunspección, su modo,
Como que están diciéndonos, que todo
Lo piensa antes de obrar muy reflexivo,
Y que, pues sin cesar mediatabundo,
Será el primer filósofo del mundo.
No hablemos de su trompa formidable,
Cual cera dúctil, y cual bronce dura,
Que hace cualquier defecto en la estructura
De este animal, asaz disimulable.
Ya ligero la vibra, ya la encoge,
Ya la pliega, y la estiende y la recoge.
Hablemos sí, de cuan es provechosa
A las bestias pequeñas la gran masa
De este monte de carne, cuando abrasa
El sol en la canícula ardoroso,
Y de su dulce sombra están gozando
Cual de aya hojosa en torno reposando.
Juzgarán que esta prenda no es ninguna,
Mas en gran prez el bruto la tenía,
Cuando á los hombres ponderar oía
De un tal ó de una tal la gran fortuna,
Diciendo en verso, y otra vez en prosa,
A la sombra del Príncipe reposa.
Estos discursos y de igual talante
Mil otros se expusieron con tal maña,
Que de carne y de huesos la montaña
Fuera el Rey de los brutos, si al instante
Se hubiera ido á votar; ¡tanta influencia
Tiene á veces el arte y la elocuencia!
Pero previendo el caso el Can astuto,
Repara el golpe, la palabra pide,
Y en favor del León las fuerzas mide
Con el ilustre preopinante bruto.
Culpar en esto al perro yo no trato;
Pues el León era el digno candidato.
Mas aunque lo parece, no le obliga
Aquel mérito al Can...cierto embebido...
Acá para inter nos, yo lo he sabido.
No darme por autor: nadie lo diga:
Malquistarme no gusto: fuera un necio:
Y más con el León que tanto aprecio.
He aquí el gran secreto: un pacto había,
Por el cual el León era obligado
Nombrar ministro al Can, si á su cuidado
Debiese el conseguir la monarquía:
Ofreciéndole el Perro por su parte
No perdonar al fin trabajo ni arte.
Cabeza de la clase aristócrata
Era el León: y el Perro con la idea
De hacerle un gran partido en la asamblea,
Gefe consiguió ser del demócrata.
Por esto eran del Can las diligencias.
¡Para el tonto que fíe en apariencias!
Si el interior se viese, ¡ó Dios y cuántos,
Que juzgamos del público impelidos,
Se vieran de su bien sólo movidos!
No me la pegarán los que de santos
Suelen hacer. ¡O falsos! ¡ó traidores,
Del cielo y de la tierra engañadores!
Nadie del Can estaba en el concierto:
La Zorra solamente algo sabría,
Y tal vez el contrato se olería.
Digo tal vez, pues no lo sé de cierto;
Mas lo infiero de que es la Zorra el bruto
De todos más sagaz, y más astuto.
Por esta razón pues, la Zorra estaba
Espiándolo todo, á todo atenta.
Sin declararse á nadie, se contenta
Con observar y oír cuanto pasaba;
Hasta ver si eran sólidos ó vanos
Los proyectos que el Can trae entre manos.
De nuevo éste despliega su elocuencia,
Y dice así: ¡Potentes electores!
A superior empresa, superiores
Deben ser el examen y prudencia.
Y el grande asunto de que aquí se trata
Decidido una vez, no se retrata.
Los méritos de todos, como es justo,
Examinados ya, sólo ha quedado
Aquel que, sobre todos elevado,
Descuella cual ciprés sobre el arbusto.
Sabéis que es el León: sólo su nombre
Respeto impone al bruto, y aun al hombre.
No hablaré, pues, de lo que el necio admira:
La cola del León, su gran melena,
Don sea inestimable enhorabuena,
Para quien lo esterior tan sólo mira.
Méritos de esta especie sólo alabe
El necio que otros méritos no sabe.
Sé que al aspecto sólo de este bruto,
Divisamos en él cierta grandeza,
Con que sabia indicó naturaleza
Del cuadrúpedo el Príncipe absoluto;
Un Cesante
Gli animali parlanti.
Los animales parleros
CANT I
Canto gli usi, i costumi, le vicende
E l’ire animalesche, e di nemiche
Brutali schiere le battaglie orrende
Che furo al tempo che le bestie antiche
Possedean la ragione e la loquela;
Cose che a noi de’tempi il buio cela.
TOM I,
CANT I
Canto las costumbres, las usanzas,
los vaivenes, los bestiales furores
y las horrendas batallas de enemigas
huestes brutales, acaecidas en los tiempos
aquellos en que estaban los animales dotados
de juicio y habla, por mas que ya nos lo encubra
el negro velo de los siglos.
CANT XI
Oh quante volte: mentre il mondo tutto
Fra le calamità sospira e langue,
E nel pianto ravvolgesi e nel lutto,
Gode un animo atroce, un cuor di sangue,
Solo perché delle comuni ambasce
La gelosia, l’invidia sua si pasce!
TOM II,
CANT XI
¡Ah, cuantas veces mientras que el mundo entero
jime y se ajita en calamidad y lágrimas,
se complace en sus penas la envidia y los celos
de un corazón atroz de un alma sanguinaria!
CANT XXI
Non v’è chi possa, ed io lo so per prova,
Di ciò che gli avverrà farsi un’idea:
Spesso, malgrado suo, talun si trova
Astretto a far ciò che men far volea;
E non occorre dir: non lo farò;
Ché dal destin v’è tratto, o voglia o no
TOM III
CANT XXI
Nadie hay (lo sé por esperiencia propia)
que pueda formarse una idea de lo que le ha de suceder,
que muchas veces tiene uno, á pesar suyo,
que hacer lo que menos le agrada,
y no hay que decir de esta agua no beberé,
pues el destino te hará abrevar en ella
.
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