Nadezhda Mandelshtam
Nadezhda Yákovlevna Mandelshtam, (en ruso: Надежда Яковлевна Мандельштам); apellidada de soltera Hazin, (Sarátov; 30 de octubre de 1899 — Moscú; 29 de diciembre de 1980); fue una escritora rusa, esposa del poeta ruso Ósip Mandelshtam.
Biografía
Nacida en Sarátov en el seno de una familia judía de clase media, pasó los primeros años de su vida en Kiev. Al terminar los años de colegio estudió arte.
Tras contraer matrimonio en 1921, Nadezhda y Ósip Mandelshtam vivieron en Ucrania, Petrogrado, Moscú y Georgia. Ósip fue arrestado en 1934 por su poema satírico sobre Stalin, y exiliado junto con Nadezhda a Cherdyn, en la región de Krai de Perm, y más tarde a Vorónezh.
Después del segundo arresto de Ósip Mandelshtam y su muerte, en 1938, en el campo de concentración "Vtoráya rechka" (cerca de Vladivostok), Nadezhda Mandelshtam pasó una vida nómada, burlando su posible arresto y cambiando frecuentemente de lugar de residencia y trabajo. Se sabe que por lo menos en una ocasión, en Kalinin, la NKVD fue a por ella un día más tarde de que ella se hubiera marchado.
Asumió como misión de su vida preservar y hacer pública la herencia poética de su marido. Memorizó la mayor parte de ella, ya que no confiaba en las versiones impresas.
Tras la muerte de Stalin, Nadezhda Mandelshtam completó su tesis doctoral en 1956 bajo la dirección del profesor Zhirmunski y le fue permitido volver a Moscú en 1958.
En sus memorias, Contra la desesperanza y Sin esperanza, publicadas por vez primera en occidente, da un análisis épico de su vida y critica la degradación moral y cultural de la Unión Soviética de los años 20 y posteriores. Los títulos de sus memorias son un juego de palabras: Nadezhda, en ruso, significa "Esperanza".
En 1979 donó su archivo a la Universidad de Princeton. Nadezhda Mandelshtam murió en 1980 en Moscú, a la edad de 81 años.
Obras
Contra toda esperanza (ISBN 978-84-15689-10-2), Acantilado, 2012. Traducción: Lydia Kúper.
Contra la desesperanza (ISBN 978-84-672-0524-4) (juego de palabras: nadezhda quiere decir "esperanza" en ruso)
Hope Abandoned (ISBN 0-689-10549-5)
MANDELSHTAM, Ossip: El sello egipcio - El rumor del tiempo. Madrid, Alfaguara, 1981. Traducción: Lidia Kúper.
MANDELSTAM, Osip: Coloquio sobre Dante - La cuarta prosa. Madrid, Visor, 1995. Edición y traducción: Jesús García Gabaldón.
MANDELSTAM, Osip: Tristia y otros versos. Tarragona, Igitur, 1998. Edición y traducción: Jesús García Gabaldón.
MANDELSTAM, Osip: Cuadernos de Voronezh, Tarragona, Igitur, 1999. Edición y traducción: Jesús García Gabaldón.
«El lector es el árbitro final y para él guardé la poesía de M. y a él se la he entregado. La poesía es curativa, da vida, y las personas no han perdido el don de ser capaces de beber de su fuerza interna». (Nadezhda Mandelstam)
«La muerte de un artista no es una casualidad sino su último acto creador, como el camino de su vida iluminado por los rayos […] ¿Por qué se asombran cuando los poetas predicen con perspicacia su propio destino y saben cómo será su muerte? Si la muerte y el fin, son el más poderoso elemento estructural del que dependen todas las corrientes de la vida. Aquí no hay ningún determinismo, es necesario que se examine más bien como acto de la voluntad».
"Osip, te envidio, - decía Gumiliov, - morirás en el desván". Los versos proféticos para ese entonces ya habían sido escritos, pero ninguno de los dos quería creer en sus predicciones y se entretenían con la variante francesa del destino desdichado del poeta. Ya que el poeta es un ser humano, simplemente un hombre, y por eso le tiene que pasar lo más ordinario, lo más característico de la época, que acecha a todos y a cada uno en el país donde vive. No el brillo ni el horror del destino individual, sino el camino simple "con la multitud y el rebaño"*. La muerte en el desván no es para nuestro tiempo.
* de Versos del soldado desconocido; O. Mandelstam 1937
Publicado por Natalia Litvinova
http://animalesenbruto.blogspot.com.es/
El 22 de octubre de 1938, y sin saber si el gran poeta ruso Osip Mandelstam vivía o había muerto -detenido por órdenes de Stalin en diversos campos de Siberia- Nadezhda Mandelstam le escribió esta última carta.
¡Osia, mi bienamado, lejano corazón mío!
No tengo palabras, mi queridísimo, para escribir esta carta que tal vez tú nunca puedas leer. Estoy escribiéndole a un espacio vacío. Tal vez tú regreses y no me encuentres aquí. En ese caso esta sería la última cosa por la cual podrías recordarme.
Osia, qué dicha ha sido vivir juntos como chicos -todas nuestras riñas y discusiones, los juegos que jugamos, y nuestro amor. Ahora ni siquiera miro al cielo. Si veo una nube, ¿a quién se la mostraría? ¿Te acordás de cómo traíamos de vuelta provisiones para hacer nuestros pobres festines en todos los lugares en los que establecíamos nuestra carpa como nómades? ¿Te acordás del buen sabor del pan cuando lo conseguíamos por milagro y lo comíamos juntos? Y nuestro último invierno en Voronezh. Nuestra alegre pobreza, y la poesía que escribiste. Me acuerdo de una vez cuando volvíamos de los baños, y compramos algunos huevos o salchichas, y pasó un carro cargado de heno. Todavía hacía frío y yo me estaba congelando con mi corto saco (pero nada como lo que debemos sufrir ahora: sé cuánto frío debes tener). Ese día me vuelve y me vuelve ahora. Entiendo tan claro, y sufro el dolor de eso, que aquellos días de invierno con todos sus problemas fueron las mayores y últimas felicidades que nos fuesen otorgadas en la vida.
Todo mi pensamiento es acerca de vos. Cada lágrima y cada sonrisa son para vos. Bendigo cada día y cada hora de nuestra amarga vida juntos, mi bienamado, mi compañero, mi guía de ciego de la vida.
Como dos cachorros ciegos éramos, tocándonos con los hocicos y sintiéndonos tan bien juntos. Y qué enfebrecida estaba tu pobre cabeza, y qué alocadamente desperdiciamos los días de nuestra vida. Qué dicha era esa, y cómo siempre supimos qué dicha que era.
La vida puede ser tan larga. Qué duro y largo para cada uno de nosotros morir en soledad. ¿Puede éste ser el destino para nosotros, que éramos inseparables? Cachorros y chicos, ¿nos merecíamos esto? ¿Merecías vos esto, mi ángel? Todo sigue su curso como antes. No sé nada. Sin embargo sé todo -cada día y hora de nuestra vida son simples y claros para mí como en un delirio.
Viniste a mí cada noche en mi sueño, y me seguí preguntando qué había pasado, pero no me contestabas.
En mi último sueño yo estaba comprando comida para vos en un roñoso restaurante de hotel. La gente que estaba conmigo me era totalmente ajena. Cuando la hube comprado, me dí cuenta de que no sabía adónde llevarla, porque no sé dónde estás.
Cuando me desperté, le dije a Shura: "Osia está muerto."
No sé si aún estás con vida, pero en el tiempo que transcurrió desde ese sueño, he perdido todo rastro de vos. No sé dónde estás. ¿Me escucharás? ¿Sabés acaso cuánto te amo? Nunca podría decirte cuánto te amo. No puedo siquiera decírtelo ahora mismo. Sólo te hablo a vos, sólo a vos. Estás conmigo siempre, y yo que he sido tan impetuosa y enojadiza y que nunca aprendí a llorar simples lágrimas -ahora lloro y lloro y lloro.
Soy yo: Nadia. ¿Dónde estás?
Adiós.
Nadia.
No hay comentarios:
Publicar un comentario