Laura Pratto
Nació en San Francisco, Córdoba, Argentina, el 11 de enero de 1976. Estudió Ingeniería en Sistemas de Información en la Universidad Tecnológica Nacional y se recibió de Analista de Sistemas.
Su primer libro, “Alcance” (Bajo la luna, Buenos Aires,2006), obtuvo el tercer premio en el Concurso Régimen de Fomento a la Producción Literaria y Estímulo a la Industria Editorial del Fondo Nacional de las Artes Año 2005.
Durante 2012 coordinó el Taller Literario Municipal y el Taller de Escritura de la Biblioteca Popular, en San Francisco. Escribe semanalmente la columna “Visitas íntimas”, en El Periódico de la misma ciudad. El menor escándalo, libro inédito al que pertenecen los poemas siguientes, recibió la primera mención otorgada del concurso del FNA en 2011.
Ha publicado:
Alcance (Bajo la luna, Buenos Aires,2006)
El hilván, Editorial Bajo la Luna, 2009
Cría (Ediciones Recovecos, 2009)
Poemas de “Alcance”
Biodegradable
la tarde
es una placenta desteñida
o soy yo
la membrana apenas palpable
que se deshace
al entrar en contacto con el exterior
aire que raspa mi contorno
polen
pasa a mi lado lo fecundo
intuyo que existe
el hartazgo de un insecto
huelo seres disueltos desaparición
percibo lo que flota
y no es celestial
Dorsal
hoja por el lado menos terso
cara opaca
estoy en nervadura
dejándome caer
él palpa los pliegues la trama
evidente
no puede desfigurarme
Elemental
óleo sangrado
yo seguía
confundida en sudor
agua y aceite
pero intentaba mezclarme
precipitada alguna solución
Desmantelamiento
confinada
adentro de lo que se vacía
amor
artefactos
ineludible: se separan
escombro y agua
en balde
agota
la cavidad del aljibe
Un accidente en la ruta
trajo la demora y entró
el día. Aún no llegué.
Arrimada a la ventanilla
en un reflejo trivial
me cargo de lo benigno
de esta hora del sol, cercana
a la frescura de la tragedia.
En la puerta del sanatorio
que también es una cámara
fantaseo: hay una luz ,
una trampa que revela
a los que cree enteros,
a los muy vivos,
a los no tan pacientes.
Pusieron un detector
de esa materia extraña,
la sangre fría y alegre.
Cruzo la frontera,
resisto el halo equis
veces en el día, tantas
que es difícil separar
diligencia de escapada.
Salgo a distraerme. Tengo
una misión y una gran falta
de aire, de hacer llamados.
Intachable, por fuera
soy un objeto en su caja
con una suerte
contraria a la tuya.
Sin embargo suena igual
para ambas: a las dos
los rayos no nos hacen nada.
la mesa no estaba
y todo esto
también es nuevo:
el color de las paredes,
sobre todo
el tamaño de la cama,
la puerta principal,
no es para mí,
no es para una salida
de emergencia,
no da sobre las sábanas
el sol cuando entra,
una orientación;
la palabra "cuidado"
cuando viene de vos
me extraña,
parece que diera rabia
de El hilván, Editorial Bajo la Luna, 2009
súbito fervor de huída,
tracé un mapa demencial,
soñé que partía sólo con lo puesto
y eso era liviano, deseable
de llevar, antes
pasaría a despedirme
y mi primera inflexión
delataría:
la carga es pesada,
dentro de mí ya no cabe un alfiler
de El hilván, Editorial Bajo la Luna, 2009
una palabra tuya
bastaba para callarme
la misma ahora
da que hablar
del libro "Cría"
arrancar la costra antes de tiempo
entre otras especialidades turbantes
para los piojos. reventarnos las ampollas.
quitarnos las astillas con aguja. querías limpiarnos
los oídos con un alambre con gancho
el hisopo es peor manda la cera
para adentro. nos sacabas
las muelas con tu pinza de carpintero e hilo de
coser.
te corregías muy de vez en cuando
el juanete con un anillo de caña tacuara. tu idea
de ayudarme a pasar una pastilla intragable
fue darme un vaso de leche de prepo ni sabías
que desde la mamadera ya no la toleraba.
dejaste de fumar tabaco mientras mis hermanos
aprendían a hacerlo por esos cigarros
de zarzaparrilla que te salvaban.
extrañaré horrores
debajo del paraíso
donde la tierra queda estéril
no crece ni la gramilla
nos armaste la hamaca
con que nos dábamos aire
en la infancia más cara
que hijo bobo.
del libro "Cría"
la lista comienza donde terminó:
sereno, justo él
del palacio municipal, donde hubo navidades
a los pies de San Martín en un cuadro
gigante. pintor
en el cementerio sanfrancisqueño
cuenta que vio cada cosa
era impresionante
y te sacaba el hambre al principio
lo que después se hizo habitual
mezcla de juego y desahogo
entre compañeros algo así
como el regreso del muerto, blandía
una extremidad
a salvo de la descomposición.
instalador de la planta depuradora de líquidos.
de líneas telefónicas.
inspector de la perrera.
encargado del corralón de materiales.
mozo del hotel donde una vez se hospedó
Rafaella Carrá, fue así nomás
a llevarle un café y no me olvido cuando dijo avanti.
y de otra Rafaela, la ciudad, empleado en el Bowling,
la confitería El Ciervo y el Jockey, tanta timba
que trajo a casa más de una vez
mazos de naipes ya tenidos y descartados
por los jugadores exquisitos para sus hijos
que nos sentíamos ricos y no
nos hacía falta siquiera jugar con ellos
encimados como una carrada de guita.
operario de la fábrica de caramelos.
de la de bolitas de vidrio.
la de zapatos.
una de escobas y cepillos
otra de cosechadoras, un sinfín
para cada tolva que armaba.
cobrador.
réferi en el tiempo en que el fútbol
se lustraba con sebo se iba a la cancha
con instrucciones que entonces no podían fallar
doblar después de ese alambrado
donde hay siempre parada una lechuza
el monte ahí nomás
y los indios te corrían a piedrazos
los arqueros no usaban guantes
y era mejor aquel día recuerda
que en vez de sacar amarilla o roja fue azul
la tarjeta en realidad
en papel que tenía olvidado
en el bolsillo, nada que ver, pero así fue
la apostilla de la fecha en el diario local,
es lo que cuenta, de nuevo.
venía un temporal y te arruinaba la cancha:
ladrillero, de ahí salió
lo de hacer la liga en la teoría
del buen barro, también
me gustaba ir de noche
cuando se prendían los hornos
y era una de comer y chupar.
vendedor de rifas
la de River y la de Boca al mismo tipo
le vendo las dos, si es de River
porque es de River y si es la de Boca
para que gane algo y les haga el daño.
empedernido
jugador también:
se envenenó la pelota, una vez
patié un tiro libre
y vi que la negrada se empezaba a alborotar,
pensé que había quilombo pero no,
le había dado a un panal de avispas.
cosechero de la papa, la aceituna y el maíz,
que deschalaba, pasaba el arado
salían las papas pero también las víboras.
capaz alépátanpíchu
de acordarse de un lugar
por la fiesta en torno al cultivo
que se hacía allí una vez
por año: sabía ir a bailar además
a Tranfuerza. Pabellón Industrial. Piquete Las Flores.
República del Oeste. y en su San Carlos natal
empleado en la cristalería ya de chico
masnà
se daba una idea: soplar no es hacer botellas
del libro "Cría"
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