lunes, 12 de noviembre de 2012

TERESA ORBEGOSO [8.364]




TERESA ORBEGOSO   

Nació en Lima, Perú en 1976 y está radicada en Buenos Aires desde el año 2008. Es licenciada en periodismo por la Universidad “Jaime Bausate y Mesa”. Ha realizado sus estudios de filosofía en la Universidad “Antonio Ruíz de Montoya” y la “Pontificia Universidad Católica del Perú”. Ha trabajado como comunicadora en numerosas investigaciones sociales para el estado, empresas y ONGs de su país. Ha sido becada para asistir a cursos y reuniones latinoamericanas y mundiales para líderes sociales del PNUD-OEA en Bogotá, Colombia; el INDES-BID en Washington, U.S.A; la Fundación Ford en Sao Paulo y la Fundación Tallberg en Suecia. En el 2011 fue curadora de la muestra de pintura “La forma del agua” que reunía a artistas plásticos de Perú y Estados Unidos, en torno al libro del mismo nombre del escritor argentino Claudio Archubi. Actualmente es alumna de la maestría en “Creación Musical: Nuevas Tecnologías e Instrumentos Autóctonos y Tradicionales” en la Universidad Nacional Tres de Febrero de Buenos Aires. “Yana Wayra” es su primer libro de poesía y ha sido presentado en las ciudades de Alicante (España), Lima, Huancayo, Huánuco e Iquitos (Perú) y Buenos Aires (Argentina). Ahora prepara su nuevo libro “Mestiza”, el proyecto audiovisual “Norte/Sur, colabora con la revista española “Auca”y está impulsando el espacio virtual “Migraciones poéticas” junto a los poetas peruanos Julia Wong y Pablo Salazar-Calderón Galliani. 



Poemas del libro "Yana Wayra"


Y escuché que ellas decían
Hemos visto
perros tan gordos
gente tan flaca
nos hemos escondido
bajo los cadáveres

Nos han llamado
Las Ocultas
¿Cómo
con estos cuerpos que duelen
con este llanto 
que nos deja ciegas? 


*


Para protegerme de la historia
mi abuela decía
Hazte invisible


*


Dónde estoy hermanos
qué gran viento
sobre nosotros se levanta
qué viento se ha llevado mis huesos

Tal vez 
algún día 
vuelva cantando

Tal vez 
ese día 
nos reconozcamos


Wiracocha me cierra los ojos
ya nada será hecho con mis manos

el temblor de las hojas se mete por mi boca
borra la luz de las cosas

Padre
vuelve
entra en mi corazón
llénalo de ceniza



Dejé que el miedo
hiciera grieta en mi corazón

Mi fe 
movida por una mentira
La gran máscara del mundo
descuartiza 
el cuerpo de mi padre

Dentro de su féretro
lejos de mi patria
digo mi oración
Cambia el rumbo de la tierra
Cambia el rumbo de la tierra


Suspendida
mi cabello retiene
rocas

Una alpaca
llora mirándome
y cae


Camino
hay sombras sobre mi espalda
de la tierra al cielo
soy la que ve salir a otras
entre ruinas




Perú, Buenos Aires Poetry, Buenos Aires, 2016.


En el ala petrificada del pelícano: José Watanabe. Reverberación 
sin tiempo, escribe en el músico, la voz de  la estera. Tierra, 
vibráfono. En el batán de lo deforme, José muele el sonido. El 
espíritu de César Calvo tiene tres dedos cortados y sopla una 
antara en el vacío. La armonía no está en el compositor. En él, 
rabia, frustración y lo que no hizo. Un yute rojo y azulado.  Sus 
ojos no saben ver  de cerca.  La mala comida del salvaje lo ha 
alimentado y el hueso de día, de tarde, de noche. Pinos, hielo, un 
lago. El vals libre del viento habla del frío, de la muerte de José 
Watanabe. Las gaviotas sobrevuelan, cantan, se despiden de la 
mano pequeña. Nadie lo sabe, pero José está en lamontaña.




Tutrompo,padre,girabafrenteatodaslascosasquenopudieron. 
Nuestracasayanoeranuestracasa.Otrosvivíanallí,conlaspuertas   y 
ventanas abiertas. Las habitacionesiluminadas.




Entre la neblina, Blanca, esparce la arena inextinguible de Puerto 
Supe, partitura sumergida. Mis pies le temen a las frías aguas de 
su mar. Aprender a nadar a los cinco, a los cincuenta y la brisa 
congela el paso. Un color ignoto entre dos edades. La luz que 
danza sobre las cuerdas rotas del piano. Unos restos que 
golpean el cuerpo de Blanca ya vencidoporlaruina.
Aprenderacorrer,areíralossetenta, a los noventa. Una puerta 
enterrada y ella contándonos delbarro.




Nosotrosnosveíamoscomoniñosdecincooseisaños,peleandoporun 
pedazodepan.Otraeralamadrequenoshabíallamadoalamesay 
otrossushijos.Elplatovacío:¿quécomíanenrealidad?





Durante siete días Arguedas camina de espaldas al Sinakara,
llevaveintekilosdehielosobreloshombros.Va a su pacarina, como 
si fuera la verdad. Apu, dice. Apu     y lo nombra. Apu, se 
arrodilla y reza. La montaña está adentro como una caverna, 
silenciosa y llena. No hay temor, sólo encuentro en la 
desaparición. No hay ofrenda, sólo espíritu. La No Muerte ha 
venido a contarle del niño blanco que se perdió, del niño que se 
transformó en agua, estrella, vegetación. La No Muerte se ha 
despedido, le ha entregado una retama de cuatro colores. 
Arguedas sonríe, ha visto correr entre las ruinas alniño.





Mishermanoscomenzaronaentrarunoaunoenmí.Susropashú- 
medasolíanaflores,averanosenCarhuazysusvocesencorome 
hacíandébil.



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