viernes, 27 de marzo de 2015

CARLOS GARCÍA ROBLES [15.308]


Carlos García Robles

(Guatemala, 1996) Poeta y gestor cultural. Organizador del Festival Internacional de Poesía de Quetzaltenango y miembro de la Asociación Metáfora. Actualmente estudia Ingeniería en Informática y Sistemas en Universidad Rafael Landívar. Su animal favorito son los gatos. Actualiza el blog medicencarlitos.blogspot.com y su obra está en algunas revistas perdidas. 




tres puntos en el cielo
Sus ojos son el libro
más buscado.
Demasiado tarde
lo has entendido, pero
no importa.
En el sueño vuelves
a estrechar sus manos,
y ya no pides nada.

Roberto Bolaño


I

Tres estrellas brillantes hacen una línea imperfecta cerca del origen del cielo, y ella sonríe porque sabe que la luz se genera, verdaderamente, de la fuerza que sus dedos hacen en mi palma. Nos tomamos y sus ojos son imágenes de amor que no se mueven nunca.


II

Sus ojos se rasgan y en el fondo miro mi silueta cargada de esperanza. Se queda precisa, silente y dice cosas que no entiendo.


III

De las cosas que no entiendo está el por qué mueve la cabeza y niega algo que nunca sale de su boca. Su boca. El aroma. El sonido único de la maravillosa orquesta de sus pasos cuando sube las gradas cual si fueran perfectas cadenas de violines. Vuelve a sonreír pero baja la mirada.


IV

Hace tiempo que esperaba esto. ¿Qué es? Con los ojos cerrados y cantando, el costado diestro de mi dedo índice toca su rostro y empezamos a volar.


V

Esta melodía que es fondo, los anillos y un beso que se lanza en la ciudad de los perros. Despertaré mañana convencido de que la ternura existe y puede llegarnos por contagio.


VII

Si al volver a la vida recorre un camino donde la luz es poca y la calle sucia, dónde la muerte puede esconderse de nosotros y debajo de la piel existe la certeza de que no amanecerá nunca, sabrá que ya he caído. En esos pasos y en mi miedo han crecido sus flores favoritas.


VIII

No sé decir nada del momento. No sé decir si el mundo nace de los ojos rasgados. No sé decir si las constelaciones son la parte más intensa de sus párpados. Sé decir, en cambio, que si la miro de cerca creo cielos, música y cristales. Luego me pregunto quién seré mañana.






constelación

Los instantes pasan, ruidosos,
y en mis oídos tú estás muda.
Las estrellas descienden y caen,
pero tú te detuviste en mis ojos.
Tu sabor, como el silencio en una gruta,
flota enfriándose en mi boca.

Attila József



Yo te contestaba
que en el cielo podía leer tu nombre
[…]
Alguien me ha dicho en secreto que la primavera vuelve

Jorge Teillier


Busco, de nuevo, el momento donde apreté mi brazo derecho
y levanté la mirada:

A pocas horas del amanecer, Orión siempre es visible

Y de ese cúmulo abierto prefiero la fracción de cielo
donde podría dibujar su nombre
y el fuego eche a volar la oscuridad de nuestras manos

Mientras camino, algo en mi empieza a construirse
las estrellas caen
bajo la cabeza: la mujer del sueño
que conocí hace meses
ha cambiado  y su nombre no es el mismo
pero sonríe
daría algún amanecer por repetir ese momento
su brazo bajo mi brazo
y algunas palabras tiernas que nunca deben pronunciarse

aunque todas las estrellas cayeran
yo no tendría ningún deseo que pedirles





de la agonía del tiempo

Solía dormir tarde, ver el cielo y caminar con la mirada baja. Por alguna razón trataba de escribir poemas parcos al inicio de las fiestas y en las salas de espera. Siempre empezaban con tu nombre y alguna imagen blanca. Te pudiste llamar el sueño de los solitarios, corazón de tiza, te hubiera preguntado en el final de cualquier noche por qué lado del cielo se escapa la luna y de tu cuello hubiese amanecido todo cuanto necesitase un mundo para seguir existiendo. Que feroz fue tu latido, con que fuerza pudimos estrechar las manos, cuantas tardes me dejaste desoladas.  Pero al final llegaste con el rubor de boca que añoré siempre y pregunto de que asfixia vendrá tu beso. Por si acaso, he colgado flores en la tumba de este hombre que no ha dejado de esperarte. 




calle de piedra

Me gusta tanto que me da miedo, le contesta a Rita cuando ella le pregunta si no se siente bien a su lado.  Minutos después, Estrella Morente canta   aroma de dulce renacer   vuelo del alma que añora momento divino  y yo sigo buscándote. Quién podrá salir del corazón con las ventanas cerradas, de qué aire oxigenaré mi diástole, de qué atardecer dibujaré paisajes, por qué diluviarán estas pupilas:

evitaré incendiarme, nada sabes apagar
luces | puños
llamas en la mente de quien piensa siempre
¿a quién si tú dejaste de existir hace estaciones?

Rita camina descalza y sin decir adiós cierra la puerta. Yo tampoco entiendo nada del silencio. 





*Apuntes escritos en la madrugada del primero de diciembre, después de la presentación del libro de mi hermano Alexander Socop, y una lectura formal (declaratoria, también) del mío. Hubo muchos boleros y la ternura fluía como un río. Por la locura que sigo guardando...


1

Suena "el día que me quieras", y lo hago.

Suena "el día que me quieras", y la espero.


2

La noche como escena de un amor difuso donde atasco entre tus manos y las mías, galaxias breves de esperanza.


3

Cargo en ese abrazo todo lo que fui y pude ser. Cargo en el silencio la quietud de los jardines. Aquí cargo tu alma.


4

Perteneces al frágil corazón que sueña con mirar tu sombra y construir una alegría descalza que soporte mucho más que el miedo del que escribe. Perteneces a la noche que reinventa el escenario donde deslizas los dedos y recoges con tus yemas mis preguntas.


5

Ojalá si guardo flores y viene la brisa, y digo palabras de amor: abre la puerta, querida, luna y otras cosas. Ojalá mi corazón se vuelva viento, y entre por tu pecho, y te de vida, y sonrías:  al dormir sabrás que siempre estoy como sol o como mar, que siempre espero




mayo 19

Caminaba solo mientras llovía, también iba llorando. Vi la carpa roja de una cerveza reconocida y al acercarme recibí un abrazo de varios hombres extraños, estaban ebrios. Cantamos "La diferencia" mientras pensábamos en las miradas de las mujeres que inventaban la tempestad en las noches donde la muerte era demasiado hermosa para ser nuestra.

El llanto continúa. 





Apunte 01:11 a.m

A Pilar

dije que no puedes morir
que amor y beso son palabras que duran para siempre
que podré encontrarte atrás de las ventanas
y en los días nublados
estará tu voz y mi silencio tomados de la mano

pedí también que no te fueras
¿qué pasará con el dolor de esta ciudad si decides acabar con mi esperanza?





primero

Bajó las gradas como siempre, tenía frío, sus manos eran rascacielos que decidí escalar, días incompletos con abrazos que jamás sirvieron para nada.

Diez segundos de silencio, "la luz que allá se ve no es la luna" dijo mientras se acercaba a mi mejía, "pero podemos ser nosotros" aclaré cuando tocaba los pedazos de sus labios tiernos. Tropezamos. Tropezar siempre debería ser un ejercicio en la boca de los otros, sentir amor por lo que se traiciona, decir adiós y esperar a que las noches vuelvan a ser nuestras.










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