jueves, 27 de octubre de 2016

CARLOS M-CASTRO [19.396]


CARLOS M-CASTRO

Carlos M-Castro nació en Managua, Nicaragüa, en 1987. Publicó Antropología del poema en 2012 y ha sido desde entonces incluido en antologías como Flores de la trinchera. Muestra de la nueva narrativa nicaragüense, Apresurada cicatriz. Instantáneas de poesía centroamericana y De ahí nomás. Poesía actual de Centroamérica y del Caribe. Editó la revista literaria Voces Nocturnas, al igual que las digitales Soma y NotiCultura.com, además de colaborar en Carátula.net, El hilo azul, La Brújula Semanal, entre otros medios. Ha sido corrector de estilo de los diarios nicaragüenses La Prensa y El Nuevo Diario. Edita el blog LectorDisléxico.


[Selección del autor. Textos 
escritos entre 2006 y 2016.
Incluye piezas inéditas].


Laundry Carpe Diem

Lavar únicamente lo del siguiente día.

¿Para qué tanta ropa limpia
si no sabemos?



Nuestro encuentro

No somos marionetas ni salimos
en la tele una noche por semana
—personajes de una serie que hilvana
un escritor asalariado—. Vimos

todos los ídolos sobre el camino
implosionar detrás de nuestros pasos:
sabemos que depende de los trazos
(solo) de nuestras manos el Destino.

Llegamos, sin embargo, justo a tiempo
a una cita arreglada desde siempre
—oculta la mirada, cauto el labio—;

y como dos engranes que del Tiempo
operan el perfecto parasiempre,
sonó nuestro latido, labio y labio.




La piel no miente

Así nos movemos:
como gatos que se saben perros;
lamiendo cada cual su propia herida

… una danza con los pies
en dos universos paralelos




Destrucción de tu cuerpo

Está solo tu sombra. Desprendimos tu carne, tus cabellos, la perfecta mudez de tus formas con una frase que únicamente juntos podemos decir. Uno por uno arrojamos al océano tus ojos, piedras que saltaron rectas hasta el horizonte y más lejos, con su estela pura y sus ondas de radar imburlable. Al mar también echamos, devolvimos, tus labios marítimos, acuosos, intoxicantes, siempre en fuga. Me levanté sin remedio del nido de tus camanances, antes de verlos hundirse despacio en un hueco que habías hecho. Así perdimos tu rostro, así te acercabas a tu esencia de estrella implotada. No quedó siquiera el aroma a dulce ceniza de tu boca. Tu voz se tragó a tu voz, definitiva, línea enrollada sobre sí misma hasta hacerse punto y luego nada; serpiente que deglute su propio cuerpo.

Aquí te pronuncio por última vez, me sumerjo en la silueta oscura que pende de una soledad que ahora solo a mí pertenece. Está solo tu sombra. Ya tus brazos, tus manos, tus dedos fueron borrados de toda hoja, inexistentes ante cualquier ojo; tu espalda cayó como árbol talado y se reventó en seis mil millones de pedazos contra la dureza del enladrillado, pulverizada, esparcida por el viento cómplice tuyo. No volveré a mirar tus pechos, nunca más mi lengua melancólica se castigará contra la inflexibilidad de tus pezones, jamás mis dedos filosofarán nuevamente en torno a tu ombligo, no estaré una vez más, una última vez antes de dormir(nos), restregando lo mejor de mí entre tus piernas. No existen tus piernas. Se va apagando tu sombra.

Declaré la rendición de mis manos, indescifrable puzle, mágico cubo policromo que se me escapa; imposible mirar a la vez tus seis caras, huís de mi ávida pupila, has escapado del movimiento de agarre de mis uñas, toda mi piel renuncia a tu sonido, a tu aroma de ventisca en desbandada.

No te pronuncio. Con tu cuerpo exterminamos también todas tus letras. Lentamente, con la velocidad de una renuncia, se desvanece asimismo tu sombra. Pero aún hay sombra, está solo tu sombra. He olvidado tu nombre, no te llamás. Jamás tuviste un nombre.

Veo tu nada, por última vez tu ausencia. No más cuerpo, no más nombre. No más aroma ni voz ni sonido.

Dejaste de ser real; ahora sos verdadera.




anandroginopausia

polvo
solamente
bajo la cama

sobre la superficie blanca
nada acontece
inviolado silencio oculto

nada más que el tacto de este instante
en cada pliegue de la sábana
acaricia dos cuerpos
con violencia

pliegues que son olas, dallana
y piélago la sábana en que estamos
sacudidos
anulados

colocados allí
por algo que nos sobrepasa
perdidos
solos

no existe orilla, sólo cuerpos anegados
ruge en su movimiento envolvente de naufragio
y estamos quietos
y no escuchamos nada

mi lengua tu nombre articula
buscando salvación
todas las olas lo pronuncian
me empujan a tus letras

cerca del horizonte
se ven dos líneas, dos seres paralelos
descubriéndose, acercándose
sin poder tocarse nunca

la cama en el vacío, el mar sin costas
los transporta
hacia una luz
que no se sabe si es aurora
o si es ocaso

sobre pálida espuma
mi cuerpo frente al tuyo
se descubre signo
letra
sonido mutilado

sólo somos
dos letras de tu nombre
separados no decimos nada
dígrafo sonoro palatal
a cada lado de tu lengua
intentando un escape del naufragio
en la canoa que es tu nombre que es tu cuerpo
sobre esta sábana
este mar
esta hoja incendiándose




Manual para sobrevivientes

Cuando sepas que he muerto no pronuncies mi nombre
Refrán sordomudo

No quiero un panegírico leído por Ernesto, Sergio o Claribel
ni un mausoleo en la Colina de los Ilustres Hombres.
Que no maquillen mi pellejo
ni disfracen mi esqueleto y su cubierta de un Gran Señor que nunca fui.
Prohibidos los videos y las fotos que después circularán por Internet
o serán salvapantallas, tapiz del Escritorio,
imagen destacada de perfil en red social.

Nadie publique un reportaje, una noticia, un obituario.
Alejen a la prensa de la fosforescencia de mi profundo oscuro sueño.
Golpeen todo rostro cuyos ojos enrojezcan
ante el primer ardor de mi chorreante témpano
y humillen a cuanta mujer aparezca
queriendo, enlutada, acaparar la propiedad privada del Dolor.

Desnudo amordazado dando vueltas frente al fuego,
aguarden su ración de carne asada los presentes;
trituren lo que sobre, hagan moronga
y coman hasta hartarse de mis restos.

Si al rato van al baño a descargarse,
no olviden con las hojas limpiarse de mis libros.

Jamás se les ocurra de todo lo que dije o escribí
copiar ni media frase en las paredes.
Olvídense de dioses y de héroes.
En estos tiempos los monumentos hieden.

Conviene reajustarse los grilletes.




Death Row

Il y en a qui écrivent pour rechercher les applaudissements humains…
Lautréamont

soltás entonces la guitarra
y por primera vez un ojo tuyo
deja de ser espejo de sí mismo

el brazo agujerado de un convicto
se pasa en ronda por tus manos

con una petición imperativa
de llanto risa o bilis

sus dedos tienen callos
nacidos con el fin de muchas vidas
gargantas apagadas
y piernas y entrepiernas en cenizas

el cerdo el criminal
el chicle que hay bajo la silla
tiene que ser eliminado
con una sobredosis de justicia

firmás gustoso el acta
con el control remoto
mientras tu otra mano
ausculta la bragueta

pero cuando se desinflama
el glande que palpita en tu pecho
notás que acaban de pinchar a tu vecino

Mi nombre es Bernardo Abán Tercero
Pasé por El Guasaule con Virgilio
Nel mezzo del cammin di nostra vita

Busqué dentro del Dite a mi Beatrice
in order to becoming citizén
o al menos residente de los cielos

Y tarde realicé que no debía
dejar mi chico infierno con los míos
ché la diritta via era smarrita

así un día ocurrió
que abandonaste el búnker de tu ombligo
y compartiste el fuego recibido
y amaneció en la Tierra tu otro ojo
y viste más allá de tu retina
y te reconciliaste con tus brazos
y en ellos consolaste al invisible
espectro que llenaba los espacios
y todos los pronombres se opusieron
al plagio prolongado de los seres

qué pena que ese día se te niegue




Cronopia:

Ya no me importan tu arrogancia, rancia
estrategia de tragedia ni media
cubriéndote la pierna tierna mientras
la otra trota de vista en vista lista

para herir, rugir y huir de mi dura,
en mis idos, a mi profetizante
mano sin guante, oídos, dentadura;
pues, ves, tus dedos los enredos hacen

por diversión para ambos bobos (bosques
que caben en gestos toscos, costumbres
de hacha, charadas). Enredos y locos

como los nuestros y como nosotros
yo como. Comé comamos comámonos
que no me importan tus dudas, ¡juguemos!




Una mujer se asoma a la vida una mañana

Un arco amenazante si apareces,
dulce batalla a punto de ocurrir,
discreta sílaba insinuada, pro-
yectil a paso lento muy certero:

Oculta tras espuma falsa y humo,
atada por cadenas de binarios,
empuñas tu silencio en esta noche,
tu rabia hecha cenizas me sonríe.

Ahora amanece. Cansadas tus sábanas,
de fuerza son camisa blanca. Ves
cómo se atasca el día en el semáforo.

Habitación y calle se confunden,
vagabundeas quieta sin refugio
y observas a tu sombra mientras duerme.




Poema de amor entre barrotes de hueso

No desenvainaré el bolígrafo vanamente
otra vez. Ato tu imagen a esta hoja. No te irás
si no anulo las costuras del disfraz
que pusimos a este día inocente.

Lo he dicho, vuelvo: allá eres fértil, aislada,
donde yo pueda verte y te extrañen mis gritos,
y mi aire se olvide de tu boca acerada
que lo envuelve.

Nuestros sacros ritos,
el inviolable ciclo, me fatigan y muerden
esa parte de mí que el espejo me niega,
y eso que tanto deseaste ver te ciega…

En la distancia nula mis deseos se pierden
y tus sueños sofocan a mis pálidas noches.
Este es mi poema de amor. Te desato. No reproches.




vos sabés que me gusta abrirte, destaparte, pues; que tu crema, la de en medio, hipnotiza a mi lengua; sabés que no, pero frecuentemente conceptualizo tu olor inatrapable, lo concretizo entre mis dedos —los tres que ya sabés— en forma de disco, textura de borona, dulzor moreno, galletita óreo; vos no sabés si sé o no sé nada, y preparás mejor todos tus bordes para que se humedezcan en esa leche que siempre te prefiere; luego, un tanto blanda, temblás como en susurro diciendo push me and then just touch me, y entonces te girás y desde allá tu voz ordena, en la pared opuesta: till I can get my satisfaction… vos me sabés y yo te sé —no es algo mutuo, coincidencia pura—; adivinamos si estaremos al mismo tiempo conectados: no por deseo de vernos las letras desnudas o en calzón, sólo por juego: no nos sabemos especiales… sin embargo, sabés que te temo (porque te intuyo), me aterra la posibilidad de interpretar a un tomatierra y secuestrarme yo en el montarascal que a veces sos; por eso, aunque la hebra teñida de tu cabello en mi cama quiera matarme rally, sigo pensando en vos cuando destapo una galleta que no podré comerme, y canto damn, you’re a sexy bitch!

http://www.alastorliterario.com/2016/07/regresion-poesia-de-carlos-m-castro/







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