miércoles, 19 de octubre de 2016

LOLA RODRÍGUEZ DE TIÓ [19.327]


LOLA RODRÍGUEZ DE TIÓ

Dolores Rodríguez o más conocida como Lola Rodríguez de Tió nació en San Germán, Puerto Rico, el 14 de septiembre de 1843 y falleció el 10 de noviembre de 1924. Ella era poeta, periodista y revolucionaria de Puerto Rico. Es una de las principales figuras de la literatura y de la vida política de Puerto Rico. Su mayor inspiración fue la libertad de su patria.1

María de los Dolores Rodríguez de Astudillo y Ponce de León, nació el 14 de septiembre de 1843 en el pueblo de San Germán, Puerto Rico. Hija del Licenciado en derecho D. Sebastián Rodríguez de Astudillo y Ramírez del Postigo y Da. María del Carmen Ponce de León y Martínez Mariño.

Lola Rodríguez, como sería conocida la escritora de La Borinqueña, estudió sus primeros años entre los pueblos de San Germán y Mayagüez, durante este periodo, su padre contribuyó grandemente a la educación de la poetisa.  Entre sus obras más conocidas se destacan: Mi Ofrenda (1880), Trabajos literarios (1882), A mi patria en la muerte de Corchado (folletos, 1885), Claros y nieblas (1885), Nochebuena (1887), Mi libro de Cuba (1893).

El matrimonio de Lola Rodríguez  y Bonocio Tió Segarra

Bonocio Tió conoció a Lola siendo amigo de la familia y se casaron el 13 de febrero de 1865. El matrimonio Tió-Rodríguez procreó cuatro hijos, de los cuales dos eran varones y dos niñas; los dos varones fallecieron prematuramente. Su primera niña, a la que llamaron María Elena Dolores Patricia, nació el 17 de noviembre de 1866; a esta siempre se le ha conocido como Patria. Su segunda hija se le dio el nombre de Enriqueta Severa y nació el 17 de marzo de 1869; Enriqueta falleció en la niñez. Ambas nacieron en San Germán, aunque poco después la familia entera fue a vivir al pueblo Mayagüez.

Primer destierro de la familia Tió-Rodríguez.

En esta época, Mayagüez era un importante centro de actividades sociales y culturales. En 1876, Lola Rodríguez de Tió publicó el primer tomo de sus poemas bajo el título de “Mis cantares”. Aprovechando el espacio que le brindaba el prólogo de dicho libro, Bonocio se dispuso a criticar fuertemente el descuido cultural en el que las autoridades españolas tenían sumergida a la Isla.

La reacción por parte del gobierno español no se hizo esperar, como resultado de dicha crítica, Bonocio y su familia tuvieron que abandonar Puerto Rico. Al ser desterrada, la familia Tió-Rodríguez partió rumbo a Venezuela; en ese país Lola se adentró en la vida cultural, y tal fue su impacto que se le condecoró con la “Orden del Libertador”. Entre otras cosas, cabe señalar que Lola fue madrina de bodas en el matrimonio del prócer Eugenio María de Hostos con la dama cubana Belinda de Ayala.

De regreso a Puerto Rico     

Este primer exilio duró aproximadamente un año y medio. En septiembre de 1878, el matrimonio Tió-Rodríguez estaba de vuelta en su isla natal. Al regreso del destierro, Lola y su esposo Bonocio se involucraron nuevamente en la vida cultural y social de la ciudad de Mayagüez. En este periodo, Bonocio fundó tres periódicos, los cuales sirvieron para la continua difusión del pensamiento liberal de la época.

En 1881, Lola escribió uno de sus sonetos más célebres “A Calderón”, así como su “Oda en alabanza a Calderón”. Otra de sus grandes contribuciones en esta época es la fundación de una revista anual llamada “La almojábana”. En 1884, en la inauguración de un colegio para señoritas de Mayagüez, la poetisa pronunció el discurso “La educación de la mujer”, tema muy controvertible para  la época. Ya para 1885, Lola Rodríguez de Tió publicó su segundo libro, “Claros y Nieblas”.

En 1887, y bajo el régimen de los compontes, más propiamente del gobernador D. Romualdo Palacio González,  algunos autonomistas fueron encarcelados. En respuesta a estos acontecimientos, Lola Rodríguez de Tió y muchos otros puertorriqueños no dudaron en ayudar para la excarcelación, escribiendo cartas a distintas autoridades de tal manera que el gobernador fue llamado inmediatamente a responder por sus actos.

Siendo la poetisa víctima de una calumnia se aprestó a entrevistarse con el gobernador interino de la Isla D. Juan de Contreras Martínez, para defender tanto su causa como la de los autonomistas encarcelados. De todo eso, resulto la posterior excarcelación de los puertorriqueños presos, el 24 de diciembre de 1887. Para conmemorar esta ocasión, Rodríguez compuso su poema “Nochebuena”.

Segundo destierro

Después que el gobernador interino D. Juan de Contreras Martínez entregara la gobernación al gobernador en propiedad, el general D. Pedro Ruiz Dana, la represión volvió a estar  presente en la Isla. En esta ocasión, la familia Tió-Rodríguez se desterró a Cuba, el día que arribaron a la isla y se le dio el recibimiento a la familia, Lola Rodríguez de Tió recitó su poema “A Cuba”. En 1892, la madre de la poetisa falleció en San Germán, Da. María del Carmen Ponce de León; como acto de caridad el gobierno de la Isla permitió que Lola regresará a Puerto Rico.

En 1893, Patria, su única hija viva, recibió el grado de doctora en Filosofía y Letras de la Universidad de La Habana. En ese mismo año, el tercer libro de versos de Rodríguez titulado “Mi libro de Cuba”  fue publicado y recibido muy favorablemente por la crítica literaria.

De Cuba a Nueva York

Cuando el dictador español Valeriano Weyler subió al poder, la familia de Lola nuevamente sufrió el destierro, siendo esta vez su destino el estado de Nueva York. En este momento,  Nueva York era el centro de la disidencia revolucionaria, tanto de Cuba como de Puerto Rico; allí Lola Rodríguez viene a formar parte hablante de la revolución.  Tal fue el impacto de la familia Tió-Rodríguez, y más propiamente de Lola Rodríguez, que el 8 de octubre de 1896 fue homenajeada en el Chickering Hall de Nueva York; y en 1897, fue nombrada presidenta honoraria del club revolucionario.

De Nuevo en Cuba

De regreso a Cuba, debido a que el periodo de la década de 1890 era época de guerra, Rodríguez fungió como secretaria del club “La Caridad”, entidad dedicada a recoger dinero y provisiones para los soldados cubanos y sus familiares. Dos acontecimientos se pueden rescatar de esta segunda etapa Lola de Rodríguez en Cuba; el primero, en 1900, la hija del matrimonio Tió-Rodríguez, la ahora Dra. Patria Rodríguez y Tió, contrajo nupcias con el educador, abogado, escritor, político y diplomático Dr. Fernando Sánchez de Fuentes y Peláez.

Cinco años más tarde, el 25 de octubre de 1905 falleció Bonocio Tió, muchos historiadores concuerdan que la muerte de su esposo provocó que Da. Lola Rodríguez de Tió se alejara de la vida pública por un tiempo. Sin embargo, ya para 1910 Lola aceptó el nombramiento como Socia de Número de la Academia de Artes y Letras.

En 1912, su amigo y, ahora Presidente de la República de Cuba, el general José Miguel Gómez nombró a Lola Rodríguez como inspectora de las escuelas privadas de la Habana.

Últimos días, entre Cuba, Puerto Rico y Europa.

En agosto de 1915, Rodríguez visitó su pueblo natal San Germán después de 20 años de ausencia. El 28 de agosto de ese mismo año, el Círculo de Recreo del pueblo de San Germán celebró una velada literaria en honor a la recién llegada, fiesta que acabó en amargas discusiones políticas.

El 6 de octubre de ese mismo año, el Casino de Mayagüez la homenajeó, acto que también hace en su momento El Ateneo Puertorriqueño, contando con la ilustre participación de personalidades de la talla del venerado maestro D. Manuel Fernández Juncos y el alcalde de San Juan, D. Roberto H. Todd y Wells. Después de esta visita regresó a Cuba en donde había fijado su residencia.

La siguiente visita de Lola Rodríguez de Tió a Puerto Rico se dio en términos privados, en el año 1920, ya que visitaba a su sobrina Laura. En 1923 antes de partir para Europa hizo su última visita a Puerto Rico, fijando definitivamente su residencia en Cuba. En España fue recibida con aplausos. En esta ocasión, a la poetisa la recibieron distinguidas autoridades y escritores de la península.

Fallecimiento

Después de haber recorrido España, Francia y Suiza, regresó nuevamente a Cuba. Lola Rodríguez de Tió falleció en Cuba el 10 de noviembre de 1924 en la Habana.

Obras

Mis Cantares (1876)
Mi Ofrenda (1880)
Trabajos literarios (1882)
Claros, Nieblas y Congojas (1885)
Nochebuena (1887)
Mi libro de Cuba (1895)
Claro de Sol (inacabado)
Poesías Escogidas (inacabado)


A mis cantares

Dulces cantares del pueblo!
Cantarcitos de mi patria!
En vosotros vierto yo,
Mis alegrías, mis lágrimas.

Que gran influencia ejercen
Los cantares en mi alma
Ya me anuncien desengaños,
Ya me anuncien esperanzas!

Los cantarcitos me alivian
Y mis sufrimientos calman,
Porque nunca me abandonan,
Porque siempre me acompañan.

Esté triste o esté alegre
Mis sentimientos retratan,
Que ellos son los compañeros
De mi dicha o mi desgracia.

Cantarcitos de mi pueblo!
Cantarcitos de mi alma!
Vosotros sois los heraldos
De las épocas pasadas.

En vosotros se conser va
Esa tradición sagrada,
Que no se pierde el recuerdo
Cuando en vosotros se guarda.

Por eso es que tanto quiero
Los cantares de mi patria,
Ya me anuncien desengafios!
Ya me anuncien esperanzas!


A Puerto Rico

Borinquen, nido de flores
donde comencé a soñar,
al calor del dulce hogar
que dio vida a mis amores;
al recibir tus loores
siento del alma en lo hondo
algo que sale del fondo
en acordes vibraciones
y palpita en las canciones
con que a tu afecto respondo.

Después de ausencia tan larga
vengo a contemplar tu cielo,
para calmar el anhelo
que a veces mi vida amarga.
Hoy mi espiritu se embarga
de alborozo y alegría,
al ver esta patria mía
noble, grande, generosa,
brindándome cariñosa
su entusiasta simpatía.

Aunque me alejó la suerte
de tus valles y tus lomas,
entre las blancas palomas
del ensueño logro verte…
Yo sabré siempre quererte,
como llorar tus pesares,
y en tus palmas y en tus mares
ha de repetir el viento,
que es tuyo mi pensamiento
y son tuyos mis cantares.

En otra tierra querida 
que alumbra el sol tropical
y sueña el mismo ideal
que en nuestros pechos se anida,
hallé tan franca acogida
entre fraternales brazos,
que siento que en dos pedazos
mi corazón se comparte
¡y es solo mi anhelo…atarte
a cuba con dulces lazos!

Cuba, tu hermana mayor,
te señalará el camino,
pues en un mismo destino
las ha fundido el dolor;
Cuba te ofrece su amor
sin zozobra ni recelo…
En defensa de tu duelo
hará suya tu venganza,
alentando la esperanza
que resplandece en tu cielo.

Feliz yo si logro un día
la realidad de mi ensueño,
enlazar con noble empeño
aquella tierra y la mía!
Yo las cantaré a porfía
esalzando sus primores,
y en la esencia de sus flores
haré que mi canto suba,
pues hoy Puerto Rico y Cuba
son mis dos grandes amores.

Como al ave viajadora
que rauda tiene la pluma,
pronto envolverá la bruma
de la ausencia a tu cantora.
Mas ¿qué importa? si te adora,
será en vano que se ausente;
en los claros de su mente
y del sol a los reflejos,
de cerca como de lejos,
¡tendrá tu imagen presente!

“Al partir de tu ribera,
iré triste y desolada
pensando en la patria amada
donde vi la luz primera”.
Mi nuevo nido me espera
en otra hermosa región,
¡mas, al darte el corazón
su tiempo adiós, Puerto Rico,
mis dos patrias glorifico
en una misma canción!



A Cuba

Cuba, Cuba, a tu ribera
llego triste y desolada,
al dejar la patria amada
donde vi la luz primera!
Sacude el ala ligera
la radiante inspiracion,
responde mi corazón
en nobles afectos ricos,
la hija de Puerto Rico
lanza al viento su canción!

Mas las nieblas del olvido
no han de empafiar los ref1ejos
del hogar que miro lejos
tras de los mares perdido!…
Otro aquí vengo a formar
y ya no podré olvidar
que el alma llena de anhelo,
encuentra bajo este cielo
aire y luz para cantar!

¿Cómo no darme calor
la hermosa tierra de Tula,
donde al horizonte azula
y da a los campos color?
¿Cómo no encontrar amor,
para colmar el poeta
las ansias de su alma inquieta,
aquí, donde esplende el arte
y en abundancia reparte
las tintas de su paleta?

¡Nieble pléyade cubana
que entre sombras centellea!
j Dulce musa de Zenea,
flor que se agotó temprana!
Tras de la estela lejana
mi inspiracion adivina,
la figura de Cortina
que con acento vibrante
dice a tu patria ¡adelante!
no te detengas: ¡camina!…

Yo no me siento extranjera:
bajo este cielo cubano
cada ser es un hermano
que en mi corazon impera.
Si el cariño por do quiera
voy encontrando a mi paso,
¿Puedo imaginar acaso
que el sol no me dé en ofrenda,
un rayo de luz que encienda
los celajes de mi ocaso?

Vuestros dioses tutelares
han de ser también los míos!
Vuestras palmas, vuestros ríos
repetirán mis cantares…
Culto rindo a estos hogares
donde ni estorba ni aterra
el duro brazo que cierra
del hombre los horizontes…
Yo cantaré en estos montes
como cantaba en mi tierra!

Cuba y Puerto Rico son
de un pájaro las dos alas,
reciben flores o balas
sobre el mismo corazón…

¡Que mucho si en la ilusión
que mil tintes arrebola,
sueña la musa de Lola
con ferviente fantasía,
de esta tierra y de la mía
hacer una patria sola!

Le basta al ave una rama
para formar blando lecho;
bajo su rústico techo
es dichosa porque ama!
Todo el que en amor se inflama
calma en breve su hondo anhelo;
y yo plegando mi vuelo,
como el ave en la enramada,
canto feliz, Cuba amada,
tu mar, tu campo y tu cielo!



Ante una puesta de Sol

Si hermosa es la canción que alza el poeta
cuando canta la patria y los amores,
también halla el pintor en su paleta
el ritmo de la luz y los colores.
Si tuviera un pincel ¡oh patria mía!
para calmar del alma el hondo anhelo
¡con que tiernos colores pintada
un arrebol de tu radiante cielo!



Cuba y Puerto Rico son de un pájaro 
las dos alas

Cuba, Cuba, a tu ribera
llego triste y desolada,
al dejar la patria amada
donde vi la luz primera!
Sacude el ala ligera
la radiante inspiracion,
responde mi corazón
en nobles afectos ricos,
la hija de Puerto Rico
lanza al viento su canción!

Mas las nieblas del olvido
no han de empafiar los ref1ejos
del hogar que miro lejos
tras de los mares perdido!…
Otro aquí vengo a formar
y ya no podré olvidar
que el alma llena de anhelo,
encuentra bajo este cielo
aire y luz para cantar!

¿Cómo no darme calor
la hermosa tierra de Tula,
donde al horizonte azula
y da a los campos color?
¿Cómo no encontrar amor,
para colmar el poeta
las ansias de su alma inquieta,
aquí, donde esplende el arte
y en abundancia reparte
las tintas de su paleta?

¡Nieble pléyade cubana
que entre sombras centellea!
j Dulce musa de Zenea,
flor que se agotó temprana!
Tras de la estela lejana
mi inspiracion adivina,
la figura de Cortina
que con acento vibrante
dice a tu patria ¡adelante!
no te detengas: ¡camina!…

Yo no me siento extranjera:
bajo este cielo cubano
cada ser es un hermano
que en mi corazon impera.
Si el cariño por do quiera
voy encontrando a mi paso,
¿Puedo imaginar acaso
que el sol no me dé en ofrenda,
un rayo de luz que encienda
los celajes de mi ocaso?

Vuestros dioses tutelares
han de ser también los míos!
Vuestras palmas, vuestros ríos
repetirán mis cantares…
Culto rindo a estos hogares
donde ni estorba ni aterra
el duro brazo que cierra
del hombre los horizontes…
Yo cantaré en estos montes
como cantaba en mi tierra!

Cuba y Puerto Rico son
de un pájaro las dos alas,
reciben flores o balas
sobre el mismo corazón…

¡Que mucho si en la ilusión
que mil tintes arrebola,
sueña la musa de Lola
con ferviente fantasía,
de esta tierra y de la mía
hacer una patria sola!

Le basta al ave una rama
para formar blando lecho;
bajo su rústico techo
es dichosa porque ama!
Todo el que en amor se inflama
calma en breve su hondo anhelo;
y yo plegando mi vuelo,
como el ave en la enramada,
canto feliz, Cuba amada,
tu mar, tu campo y tu cielo!




El poeta

¿Poeta? No. Sobre el macizo idioma
en que su huella el ideal estampa,
domo mis versos cual el gaucho doma
sus salvajes corceles en la pampa.

Salta el mármol, fragmento por fragmento,
al golpe del cincel que lo domeña,
y luce al fin su forma el pensamiento;
mas no la forma que el artista sueña.

Intento a veces esculpir la espuma
en que Venus emerge sonreída,
y, aunque su torso la belleza esfuma,
falta el nervio, la pasión , la vida.

Mi estrofa, dura y desigual, rebota
como el corcel del gaucho en la vertiente;
ansío recobrarla y esta rota,
y surge a chorros su perfume ardiente.

Quiero la rima que solloce y cante;
que exprese la nostalgia y el deseo;
que quiebre le mode de Virgilio y Dante;
que se burle de Pindar y Tirteo

Y esa eterna maniática, que abreva
siglos y siglos en la misma onda,
no logra modular la nota nueva
que a mis antojos íntimos responda.

Ya no vivimos en los grandes días
que poblaron las ninfas y los Hados:
las ánforas de Chipre están vacías
y los plintos de Atenas soterrados.

Y en esta edad, y en siglo como este,
partido en dos entre Mercurio y Marte,
aun no asoma la fimbria de su veste
la soberana encarnación del arte.

De frente al sol, sobre el macizo idioma
en que su huella el ideal estampa,
domo mis versos cual el gaucho doma
sus salvajes corceles en la pampa.




La Borinqueña

¡Despierta, borinqueño
que han dado la señal!
¡Despierta de ese sueño
que es hora de luchar!

A ese llamar patriótico
¿no arde tu corazón?
¡Ven! Nos será simpático
el ruido del cañón.

Mira, ya el cubano
libre será;
le dará el machete
su libertad…
le dará el machete
su libertad.

Ya el tambor guerrero
dice en su son,
que es la manigua el sitio,
el sitio de la reunión,
de la reunión…
de la reunión.

El Grito de Lares
se ha de repetir,
y entonces sabremos
vencer o morir.

Bellísima Borinquén,
a Cuba hay que seguir;
tú tienes bravos hijos
que quieren combatir.

Ya por más tiempo impávido
no podemos estar,
ya no queremos, tímidos
dejarnos subyugar.

Nosotros queremos
ser libres ya,
y nuestro machete
afilado está,
y nuestro machete
afilado está.

¿Por qué, entonces, nosotros
hemos de estar,
tan dormidos y sordos
y sordos a esa señal
a esa señal, a esa señal?

¡No hay que temer, riqueños,
al ruido del cañón,
que salvar a la patria
es deber del corazón!

Ya no queremos déspotas,
caiga el tirano ya,
las mujeres indómitas
también sabrán luchar.

Nosotros queremos
la libertad,
y nuestros machetes
nos la darán…
y nuestro machete
nos la dará…

Vámonos, borinqueños,
vámonos ya,
que nos espera ansiosa,
ansiosa la libertad.
¡La libertad, la libertad!




Mi libro de Cuba

¡Vuestros dioses tutelares
Han de ser también los míos!
Vuestras palmas, vuestros ríos
repetirán mis cantares…
Culto rindo a estos hogares
Donde ni estorba ni aterra
El duro brazo que cierra
Del hombre los horizontes…
¡Yo cantaré en estos montes
Como cantaba en mi tierra!

Cuba y Puerto Rico son
De un pájaro las dos alas,
Reciben flores y balas
Sobre el mismo corazón…
¡Qué mucho si en la ilusión
Qué mil tintes arrebola,
Sueña la musa de Lola
Con ferviente fantasía,
¡De esta tierra y la mía,
Hacer una patria sola!

Le basta al ave una rama
Para formar blando lecho:
Bajo su rústico techo
¡Es dichosa porque ama!
Todo el que en amor se inflama
Calma en breve su hondo anhelo:
Y yo plegando mi vuelo,
Como el ave en la enramada,
Canto feliz, Cuba amada,
¡Tu mar, tu campo y tu cielo!



Muerta en alta mar

Ven a llorar conmigo,
¡Oh Musa! que al dolor no eres ajena:
Ven, y serás testigo,
de la profunda pena,
que de luto y de llanto el alma llena!

Ven ceñida de flores
que guarden puro el matinal rocío;
capullos soñadores,
que con el canto mío
su aroma llevan a un hogar vacío…

Hogar infortunado,
que vio perderse con amargo duelo,
al ángel adorad,
que al remontar su vuelo,
dejo huérfano el nido, por el cielo!

Que corta fue su estancia,
en este triste y engañosa vida;
y a que larga distancia,
de su patria querida,
lanzo el adiós de eterna despedida!

Por que, por que a deshora,
la azucena en botón, que se nutria,
con néctar de la aurora,
murió al nacer el día,
cuando apenas sus pétalos abría!

Yo vi, yo vi el encanto,
con que cuidaban el botón naciente!
Y su amor era tanto,
que no habrá quien intente,
contener de sus lagrimas la fuente!

¿Cómo han de estar serenos
los desolados padre de María?
¿Cómo no echar de menos 
la luz de su alegría,
en esa noche lóbrega y sombría?…

Tal parece que el ruido,
y al gemir de la olas y del viento,
vienen a herir mi oído;
y el lastimado acento
de su madre infeliz, también lo siento!…

Pero a que de esta suerte
el recuerdo enlutar, si no consigo,
Ay! el volver a verte
en el hogar amigo,
donde te dio el Amor tan blando abrigo!

En vano el pecho exhala
hondo suspiro de mortal anhelo;
en vano tiende el ala,
para alcanzar tu vuelo;
Si nunca has de tornar del alto cielo!

Oh Musa! Pliega el canto!
no mas lastimes un dolor profundo!…
Y de la madre en tanto,
corra el llanto fecundo,
que ha quien llora con ella en este mundo!



Rayo de luna

Blanco rayo de luna,
desciende ya, ilumina
las horas de tristeza
que oscurecen mi vida.

Desciende en la onda clara
de tu lumbre tranquila
y quebrate en mi seno
donde el dolor se abriga.
mis humedas miradas
en ti solo se fijan,
y un misterioso anhelo
consume el alma mia.

Al fulgor de tu lumbre,
de la mente indecisa
visiones vagorosas
se alzan y me acarician,
y con helados besos,
con languida sonrisa,
de mis sueños me hablan
y luego se disipan.

Blanco rayo de luna,
desciende ya, ilumina
la noche de los tristes
que por amor suspiran.



Lola Rodríguez de Tió y el género epistolar 
en la historiografía proceratista


POR CÉSAR A. SALGADO 

I.

El proceso de recuperación, autentificación, preservación, edición y eventual publicación del epistolario proceratista es uno de los gestos fundacionales de la historiografía hispanoamericana. Este proceso es uno de los pasos requeridos para la consolidación de un archivo documental definidor de lo nacional en el primer periodo de la independencia.

La notoria supervivencia de la voluminosa correspondencia personal y diplomática de Simón Bolívar es prueba y modelo de este proceso a través de las nuevas naciones americanas. Los diez baúles de cartas que Bolívar exigió quemar en su testamento fueron conservados por el entonces custodio de los papeles bolivarianos, el Mariscal irlandés Daniel O’Reilly, quien los usó como base documental para sus Memorias sobre las guerras de la independencia. Este acervo epistolario fue ampliado por otros investigadores y biógrafos del siglo quienes también se afanaron en preparar antologías para la imprenta, tales como los Documentos relacionados a la vida pública del Libertador de Francisco Javier Yáñez y Cristóbal Mendoza (1826-1833); Documentos para la historia de la vida pública del Libertador, publicados por Ramón Azpurna entre 1875 y 1877; y las Cartas de Bolívar editadas en tres volúmenes de 1887 a 1883 por Andrés Level. 

Esta fiebre epistolar no disminuyó en el siglo veinte. En varias ocasiones administraciones venezolanas y colombianas decretaron fondos para adquirir autógrafos inéditos y publicar nuevos epistolarios ampliados con fines conmemorativos. Entre 1913 y 1926 la Academia de Historia de Bogotá publica el Archivo del Libertador bajo comisión del gobierno de Juan Vicente Gómez; luego Vicente Lecuna manda a la imprenta las Cartas del Libertador en siete volúmenes. Esta búsqueda afanada y fetichista por la carta aún desconocida es parte esencial del culto bolivariano y modula la investigación de próceres análogos. En la década de los 1910, Rufino Blanco Fombona inicia en París la empresa editorial Ayacucho, que se dedica no sólo a la reimpresión de clásicos historiográficos del continente sino a la publicación sistemática de los epistolarios inéditos de todos los héroes de la independencia: Bolívar, José de San Martín, Bernardino O’Higgins. En el prólogo al volumen de Ayacucho dedicado al epistolario bolivariano, nada menos que José Enrique Rodó arguye que la lectura pública de las escritura epistolar de Bolívar es aun más importante que la de sus proclamas políticas para alcanzar un “conocimiento íntimo del hombre” y, por consiguiente, del proyecto nacional que su figura encarna: “Sin negar nuestra admiración a tan espléndida oratoria, muchos somos los que preferimos gustar al escritor en la literatura, más natural y suelta, de sus cartas…  Pérdidas de que nunca nos consolaremos han mermado este precioso tesoro…; pero tal como se le conserva es, no sólo el indeleble testimonio del gran escritor que hubo en Bolívar sino también el más entero y animado trasunto de su extraordinaria figura.”


II

A pesar de su postergación en el itinerario independentista y, por ende, en las reconfiguraciones que sufre el archivo americano en la transición de territorio colonial a estado “soberano”, la historiografía del Caribe hispánico participa también en la fetichización del epistolario de los “gestadores” de la nación. A pesar de su prolijidad como periodista, orador, diarista, ensayista, poeta y escritor política, la caracterización biográfica de José Martí como prócer descansa en gran medida en la consulta e ilación analítica de su correspondencia. Así lo indica Félix Lisazo en su prólogo a los tres volúmenes del epistolario que editó en 1930 mientras redactaba su biografía sobre Martí. “¿Es posible que algo revele mejor a un hombre que su epistolario?… La carta es el chorro de claridad lanzado afuera que permite, desandado su propio camino, un atisbo del fuego vivo que la produjo. Muchas cartas reunidas agrandan más y más la ventana que deja ver el interior. La biografía de un hombre, en buena parte, está en su epistolario.”  Lisazo pone al descubierto el presupuesto historiográfico criollo de tomar la carta del prócer como el más eficaz instrumento para la agencia política cuando escribe: “Creemos que nada pueda contribuir tanto a realizar [la historia de nuestra revolución,] como la publicación ordenada, metódica y aclarada, de la correspondencia de los hombres que la hicieron. Cuando esté tejida la red completa de la correspondencia de Martí, Gómez, Maceo entre sí y relacionada con todos sus corresponsales de primera importancia, se tendrán las claves dentro de una trama perfecta.”

El celo en la recuperación, conservación y publicación de la epístola martiana, desde la publicación de la papelería conservada por su discípulo Gonzalo de Quesada hasta los varios volúmenes del epistolario producidos por el Centro de Estudios Martianos en la Habana, confirma el carácter que le atribuye la historiografía a la carta del prócer como documento clave del devenir nacional, no importa cuán nimio sea su tema. El proyecto extendido de la restauración del epistolario de Ramón Emeterio Betances –desde la publicación de los papeles por Luis Bonafoux hasta los repetidos intentos de consolidar sendas colecciones epistolares por Félix Ojeda Reyes y Paul Estrade– muestra cómo, en el caso de un país sin independencia formal, la historiografía criolla cuenta con la consolidación del epistolario del prócer-padre como piedra de fundación para el archivo de la república por venir. 

          
III.

Hago este repaso de la muy masculina tradición epistolar en la historiografía latinoamericana para empezar a reflexionar sobre las implicaciones historiográficas de lo que, a todas luces, es una de las más insólitas paradojas en la archivística puertorriqueña: me refiero al epistolario inédito de Lola Rodríguez de Tió (1843-1824). Lo insólito de este caso radica en varias ironías. Del epistolario más mentado e invocado por los historiadores dedicados al estudio del siglo XIX puertorriqueño se han publicado íntegramente apenas un par de volúmenes (ambos reproducen su correspondencia con el escritor peruano Ricardo Palma). Esto es aun cuando historiadores desde Antonio S. Pedreira a Aurelio Tió a Delgado Pasapera le atribuyen una capacidad de agencia a la escritura epistolar de Lola paralela a la de su trabajo poético, destacando la eficacia de sus cartas gestionadoras a Contreras y al Ministerio de Ultramar para logar la excarcelación de los líderes autonomistas durante el gobierno del General Romualdo Palacios en 1887, el “año terrible” de los compontes. Es decir, de las miles de cartas que Lola Rodríguez de Tió escribió de su puño y letra con propósitos políticos o personales a través de su célebre e influyente práctica epistolar, sólo se han publicado unas treinta mientras que decenas de cartas por Betances, Eugenio María de Hostos, Máximo Gómez y otras “figuras históricas” dirigidas a ella han sido incluidas en volúmenes o revistas o incluidas como apéndices a libros de texto. Sólo tres cartas escritas por Lola aparecen en el cuarto volumen de sus Obras completas editadas por Aurelio Tió, el único dedicado a su prosa. Estas adquieren su interés histórico por estar relacionadas –ya sea tangencial o directamente– a los eventos de 1887. 

Es decir, historiográficamente se ha destacado más a Lola Rodríguez de Tió como destinataria de las cartas de próceres que como emisora de epístolas de relevancia nacional. Parece que la paradoja de una “mujer-prócer” hace que el fetichismo epistolar se desvíe, por lo más, hacia la producción de sus corresponsales masculinos. Esta supresión de la parte femenina en la correspondencia proceratista ocurre también en la propia archivística que ha acompañado y organizado el archivo de Lola que hoy sobrevive. De los cincuenta y dos volúmenes encuadernados de cartas fechadas desde 1871 a 1921 (que incluyen tanto misivas de familiares como su esposo Bonocio, su hija Patria y su ahijada Laura, y cartas de eminencias como Rubén Darío, Manuel Sanguiny, Betances, Hostos, Muñoz Rivera, Manuel Fernández Juncos, José Julián Acosta y más de un centenar de corresponsales de igual monta), apenas un manojo son manuscritas por la propia Lola. De los libros copiadores que debió haber mantenido, sólo sobrevive uno con los textos de cuatro cartas. En el propio legado material del archivo loliano se ausenta la figura epistolar de Lola y sobresalen las de sus corresponsales. El proceso obsesivo de procuración y recuperación de epístolas manuscritas, típico en los archivos proceratistas, apenas se ha dado en el caso de Lola.    

¿Podríamos acaso, tras reconocer este punto ciego o blind spot ante lo femenino que padece la archivística nacional, proponer una alternativa de rescate documental que ayude a trascender los cansados prejuicios y patrones masculinistas impuestos por la tradición del epistolario proceratista? Por varias décadas del siglo pasado, los hermanos Félix y Aurelio Tío-Nazario usaron el primer piso de su casa en San Germán (que se conserva hoy día como la “Casa-Museo Aurelio Tió”) para montar una biblioteca-taller en donde catalogar y procesar todas las cartas de próceres y escritores que su tía-abuela Lola, entre muchos otros papeles, le legó a su hija Patria y ésta a su vez a su prima Laura, la madre de Félix y Aurelio. Si es cierto que en este espacio “oficial” del archivo de la casa Tió fueron más bien la poesía y los trabajos de periodismo de Lola –y no su escritura epistolar– los que merecieron los procesos de recopilación, catalogación y conservación que se implementaron para preservar las cartas de los próceres dirigidas a ella sin que se considerara de lleno la escritura epistolar emitida por la misma Lola (según vemos en las Obras completas editadas por Aurelio), en lo que podríamos llamar el espacio doméstico de la casa ocurrió, literalmente, otra historia. En la planta superior donde se encontraban las dormitorios de la familia de Laura Nazario de Tió, la sobrina de Lola, estuvieron desatendidas por décadas cientos de cartas manuscritas que Lola dirigió a Laura desde su partida a Nueva York en 1896 hasta su muerte de vuelta en La Habana en 1924 y que Laura fue encuadernando sistemáticamente en una serie de casi cuarenta volúmenes con el rótulo “Recuerdos del pasado”, fechados por año. Es decir, en el caso de Lola Rodríguez de Tió existen las bases documentales para un nuevo modelo de edición epistolar que prescinda del masculinismo proceratista y restituya una noción de la carta como eslabón en una compleja cadena de correspondencias y respuestas que entrecrucen los espacios de lo doméstico y lo político, lo territorial y lo metropolitano, lo nativo y lo extranjero, para así documentar la agencias y presencias de la mujer en los procesos del país durante el cambio de soberanía imperial.



Ensayo: 
¿Qué importancia tuvo Lola Rodríguez de Tió en la gesta patriótica del Grito de Lares?

LOLA RODRÍGUEZ DE TIÓ: poetisa que luchó por el bienestar de nuestro pueblo


Por José Ángel Santos Navarro "Josean"

A continuación, les vamos a presentar el ensayo sobre Lola Rodríguez de Tió y la importancia en la gesta patriótica del Grito de Lares. Lola es una de las mujeres que luchan por la independencia para Puerto Rico y ella se convierte en una poeta rebelde por su causa. Sus poesías se le dedican en la lucha por la patria. A Lola no le gustaba la injusticia, la opresión y luchaba por un futuro mejor para su patria. Espero que conozcan sobre la importancia en la lucha por la independencia que tuvo Lola Rodríguez de Tió.

Lola Rodríguez de Tió comenzó su lucha por la independencia de su país 
en el 1868. En ese año ocurre el Grito de Lares, donde los independentistas luchan contra el régimen colonial español y el 23 de septiembre fue el día en que el pueblo de Lares fue el escenario de la insurrección separatista.

Doña Lola escribió La Borinqueña siendo la letra subversiva convirtiendose en el himno revolucionario de Puerto Rico. Los versos inflamados de pasión patriótica le trajeron a la poetisa, los contratiempos contra el gobierno colonial de la isla.

Lola colaboró en la lucha por sacar a los presos políticos y fue su mayor logro en que los hombres puertorriqueños que lucharon por una causa justa.

Al terminar de escribir este ensayo, aprendí mucho sobre la aportación que tuvo Lola en la lucha por la libertad de su patria.Lola Rodríguez de Tió es una mujer valiente, luchadora y orgullosa que defiende su país. Por eso, como poetisa ha escrito sus canciones y poemas dedicadas a la isla.

Lola Rodríguez de Tió nos dejó un legado que nunca se borrará en 
nuestras páginas de la historia. 

Lola nos dejó esta frase: 

"Cuba y Puerto Rico son de un pájaro las dos alas".


















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