jueves, 27 de octubre de 2016

YAGO FERREIRO [19.390]

El poeta leonés Yago Ferreiro (Henry Pierrot). Fotografía: Eloísa Otero.


YAGO FERREIRO 

Yago Ferreiro (Barcelona, 1982) vive en León, y allí regenta el Bar Belmondo, uno de los principales focos de la cultura independiente de la ciudad, donde lo mismo se pueden tomar unos cócteles que disfrutar de proyecciones, música en directo o sesiones secretas. Yago Ferreiro pertenece a la Asociación Cultural Leteo, y el propio autor coordina sus entregas de premios, en las que ya han sido galardonados autores de la talla de Arrabal, Auster o Houllebecq.

Bajo el pseudónimo de Henry Pierrot ya publicó en 2005 su “Poética para cosmonautas”, una visión muy personal de “Solaris” de Stanislaw Lem, donde el amor, el desasosiego y la tristeza ante la pérdida amorosa campan a sus anchas. Este poemario, compartido con la audiencia a través de Creative Commons fue posteriormente adaptado al cine por Nicolás Alcalá en “El Cosmonauta” (2013), la primera película española financiada íntegramente por crowdfunding.
La  última obra publicada de Yago Ferreiro es Antología de la poesía espectacular (2013)





POÉTICA PARA COSMONAUTAS
HENRY PIERROT


INTRO(MISIÓN)

Olviden la música,
tan sólo un zumbido pálido
(de vientre de abeja)
les acompañará durante la ignición.

Guarecidos en sus trajes
no notarán bajada térmica alguna.

El firmamento puede que les resulte
por momentos acuoso, liviano o quebradizo.
Será tiempo para el descanso.

La ruta de la astronave es circular,
resultando complejo
calcular el peso de las horas…




EL VIAJE

Puedes ver la materia avanzando ante tus pupilas,
estrujarse y alejarse abanicos de estrellas a mayor
velocidad que en una película del televisor.

Puedes acercar tu pecho al pecho de Ella,
puedes tocar la ramplona estructura del lavabo,
afeitar el vello de sus piernas, arrojar notas a la
basura policromada, escuchar a los Stones, ver
conferencias del presidente, acariciar su melena
de paja…

Puedes encontrar aún otro motivo; jugar con
canicas que vuelan a la altura de sus ojos
caramelo, llamar a algún desconocido, esperar a
que vuelva el contacto físico, regalarle una
rueca que haga labor de anillo, seguir el rastro
de las bolsas higiénicas.

Puedes dormir sin encontrar mayor descanso
que al oír el silbido, pensar que es real (que Ella
también lo es) que Yo lo soy. Puedes invertir
todo tu tiempo en ello y mirar al pájaro muerto,
envidiándolo.




LA ASTRONAVE

No hay vida desde la escotilla,
sólo un silencio metálico
parecido al de una cafetera.

El cosmonauta hibernado
arroja exabruptos barbáricos,
los ojos humedecidos
(como si la tristeza fuese aquí posible).

La astronave me recuerda
a una sirena de bomberos
a punto de lanzar un alarido.

Durante la «actividad»
mis manos permanecen envasadas al vacío,
sumidas en un recipiente
que no para de repetir «te amo».



ÉL (EL COSMONAUTA)

Cruzamos el hangar en silencio,
me sacaba tres palmos de altura,
debió de confundirme con un eléctrico,
recuerdo sonreirle como a un amigo.

Tras la ignición
se tomó doce cápsulas
y no dio las buenas noches.

A veces ella se acerca a su cuerpo
y le llama pájaro muerto.
Después ríe nerviosa,
como si hubiese roto un mecanismo.





YO

Recibí un día una llamada,
decían haberme hecho daño,
recuerdo haber colgado sin llorar.

Tiempo después,
vino un hombre hasta la casa.
Intentó forzar la puerta,
ahuyentó a los vecinos con una placa dorada,
fingió ser amable.

Tiempo después,
firmé cierto documento
y estreché la mano a una joven.
Mientras, llovía con fuerza en el apartahotel.

Una grave voz humana me susurró al oído:
«Ésta es su nueva esposa».




ELLA (LA COSMONAUTA)

No puede ser tan bella
(no la creo).
Pienso en su mentira cotidiana.

Arroja el traje al suelo,
envuelve mi cuerpo en un abrazo,
camina descalza,
me hace llorar de alegría.

Después de todo, Ella también sabe
que siempre suena el silbido
que nos obliga a volver
a nuestros respectivos nichos




LA MISIÓN

No es muy difícil de advertir:
cuando un hombre irrumpe en la casa
en la que has nacido,
en la que has amado a una mujer que no recuerdas,
con la que has tenido un tiempo fantástico
y otro no tan bueno
y aun otro peor
de lo que es en sí el propio infierno,
no es muy difícil de advertir
que existe una misión estúpida,
en algun lugar, para ti.

Mi hombre me explicó difusas concesiones
que ellos harían, que yo haría,
para conseguir algo que nadie antes
hubiese imaginado

La misión dura mil días.
Hoy siempre es el día primero.




EL NICHO

En el nicho hay fabulosos inventos.
Una radio de indudable calidad acústica
que permite escuchar el silencio,
y un televisor que permite ver el espacio.

La oscuridad aparente esconde infinitos matices.

En el espacio, encierran a los hombres libres.
Allí se sienten polizones entre guirnaldas de energía.




EL SEXO

A ella se le ocurre
y no digo que no tenga su gracia.

La idea es despertarse
y pasearnos desnudos
por las cabinas de la astronave.

A ella se le ocurre
y no digo que no tenga su gracia,
hacer el amor en nuestro tiempo libre.

Nadie debiera estar de acuerdo,
para eso existe la «actividad».
Ella cierra fuerte los muslos,
para después abrirlos…





EL PÁJARO MUERTO

Al término de la primera fase
las pulsaciones de nuestro pájaro
comenzaron a elevarse.

Todos en la base debieron de preguntarse
qué diablos ocurría, aunque yo lo sabía.

Ella se despertaba
y visitaba al cosmonauta
(secundada por la oscuridad del nicho).

Al término de la primera fase,
éramos por fin tres los tripulantes.




Antología de la poesía espectacular
Yago Ferreiro
Los Libros de Camparredonda, nº 10 - León, 2013



INTROMISIÓN

Olviden la música,
tan solo un zumbido pálido
(de vientre de abeja)
les acompañará durante la ignición.

Guarecidos en sus trajes
no notarán bajada térmica alguna.

El firmamento puede que les resulte
por momentos acuoso, liviano o quebradizo.
Será tiempo para el descanso.

La ruta de la astronave es circular,
resultando complejo
calcular el peso de las horas…


*




Porque aquellos libros
eran como nosotros
hablaban como nosotros
se ajaban como nosotros

y (sin embargo) eran como ninguno.

Las tardes se nos iban
enfriando aquellas tazas
hasta niveles insospechados.

Sin saber que otros antes
habían dejado enfriar sus vidas
de la misma manera.

Sin saber que otros antes
vinieron del fuego de las hojas
y fueron igualmente desaprovechados.

Sin saber que otros antes
se habían tirado a la misma acera
que nosotros decíamos haber construido.

Todos esos autores ya habían muerto

o habían perdido sus vidas por el camino.

Quedaban (tan sólo) sus libros
que eran como nosotros
hablaban como nosotros

y (sin embargo) eran como ninguno.


*


Hubo un tiempo magnífico
no hará mucho de ello
quizá hayan pasado los años.

Es nada (si lo comparas) es nada.

No queríamos aprender
nadie nos lo hubiera quitado de la cabeza
que no existía un manual
y sí la sala de un café
de la que (prometo) os hablaré luego.

De noche huíamos de las casas
para llamar desde la estación
a nuestros amigos.

A ellos que no dormían
a ellos que no pegaban ojo.

Los oíamos descolgar
siempre apresurados
(casi sin aliento)
con sus voces roncas
por los efectos de algún tranquilizante.



XV

Sólo teníamos un sueño
que para algunos debía de ser el mismo
y del que (sin embargo) costaba
encontrar semejanza alguna.

Todos empeñados
en contarlo de maneras diferentes.

Y a pesar de que las chicas no estaban
de que el poeta no estaba
de que no debían quedar en pie
más allá de dos latas de cerveza
unos pocos cigarrillos
nadie parecía tener nada
que echar (realmente) en falta.





Letterpress.
Esa palabra te abrirá el corazón de cualquier diseñador. Hoy he recibido este poemario maravillosamente editado por Ediciones Pájaro. Cuelgo aquí el prólogo que escribí para el mismo:

OBJETOS PERDIDOS
Se dice que la mujer de Hopper, Josephine Nivison, tras ser retratada en Summer in the city (1949) anotó “Está en la naturaleza de los animales estar tristes tras el amor”. Esta colección de versos breves para significados hondos habla del aturdimiento y confusión del individuo tras la amistad o el amor, de la eternidad de los instantes que parecen fugaces, como hablan los cuadros de Hopper: “Pronto un sueño más profundo/ más doloroso que una embestida/ nos atrapará a ambos/ y se quedarán las palabras ahí/ encendidas a lo lejos/ encendidas como se ven las autopistas/ desde un avión/ parpadeando a lo lejos/ nuestras palabras últimas.”
A través de una voz dividida en cuatro autores ficticios Yago Ferreiro hila una narrativa de recuerdos: de la sencillez de Atienza (“Debe ser una piscina ardiendo/este prólogo a la muerte.”) a la ira posmodernista de H. W. de la Crew. Con una gradualidad en la elaboración que suma paulatinamente referencias a películas y novelas propias de la sentimentalidad del último cambio de siglo se trabaja un ambiente de tensión propio de construcciones televisivas como Crímenes Imperfectos. Si Win Wenders siempre ha reconocido su deuda con las imágenes de Hopper como disparadores de historias, Yago Ferreiro usa el mismo trampolín de lo visual hacia una epifanía de la normalidad, recreándose en el placer de la tristeza de los espacios públicos decadentes. De ese “nadie importa a nadie”  se desmarca la última de las cuatro voces, H. W. de la Crew, crítico retrofuturista de tendencias en los años cero despierto en 2046 (“En un último esfuerzo/ destinamos nuestros ahorros/ para entrar en el mal llamado/ “Post-mod-post-after-pop-post-modernismo”./ Nos compramos incluso/ los mejores trajes color Nutella del hipermercado”. Descrito en el ambiente neónico de Wong Kar-Wai, este “autor secundario” usa el mismo recurso que la película: retomar fragmentos visuales del pasado sumando algunos motivos de ciencia ficción.
A través de la suma de las repeticiones, de las referencias, se nos muestran los lugares y tiempos transitorios y antidomésticos con los que, paradójicamente, nos vamos identificando con el paso de los años. la voz de Atienza regresa al final del poemario para expresar esa expectativa de la nostalgia“Me preguntas cómo se puede vivir así/ y qué vendrá ahora/ y dónde estará ese hermoso vestido/ Pero sobre todo/ me preguntas una y otra vez/ en qué nos convertiremos ahora.”

Sus versos nos acarrean a un espacio importante para nosotros mismos, de quietud y tristeza, de gravedad y autenticidad. El texto parece indicar que todos tenemos subjetividades diferentes, y no todas se sienten igualmente como “nosotros”. Quizá la respuesta más cercana a la realidad sea la expresión de nuestros fragmentos.

http://ememinuscula.blogspot.com.es/2014/03/antologia-de-la-poesia-espectacular.html







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