jueves, 14 de abril de 2016

MIGUEL ÁNGEL GÓMEZ [18.453]


MIGUEL ÁNGEL GÓMEZ 

Miguel Ángel Gómez nació en Oviedo, es licenciado en Filología Hispánica y con Máster en Formación del Profesorado. Ha publicado poemas sueltos en diversas revistas como Clarín. Revista de Nueva Literatura, Anáfora o Maremágnum, en la revista digital La ignorancia y en Círculo de poesía, de Alí Calderón. Se caracteriza por cultivar el haiku o la imagen como la prosa lírica simple y limpia. Sus versos se incluyen en las antologías Soledades juntas de José Luis García Martín (2005), Perro sin dueño ( 2007) y El triunfo de la muerte (2011). Finalista del premio de novela Casino de Mieres en su XXXIV edición y del Internacional Vuela la Cometa, de Clos Montblanc (2016).  Ha resultado ganador del premio Fernán Coronas (2014) del Dafne (2015) y del XXXI Cálamo de poesía erótica (2016). Es autor de los libros de poemas Monelle, los pájaros (Los libros del gato negro), La polilla oblicua (BajAmar editores), y de uno en asturiano, Nun me preguntes cómo pasa’l tiempu (2016).


                  
MIEDOS

Me da miedo
el ruido del acontecer.
Soy
el que dice tal vez,
el oscuro,
el del collar de gotas de agua (decía).
Debo añadir que me da miedo 
la luz sensible y sensitiva
de los gatos callejeros.
Me hace temblar. 
Ahora mismo. 
La luz cruda del día.
(decía).
Y entonces sin ti mengua la luz.
Y entonces sin ti no acojo los colores.
Delegan en ti en todo caso. 
Y entonces, ¿me entendéis?

No. Solo a ratos. No me da miedo la palidez.
No me da miedo la verborrea.
No me da miedo mojarme
y ser consciente.
No me da miedo la nieve.
No me da miedo Monelle leve en su ropa,
firme 
en su levedad,
así por mucho tiempo.
No tengo miedo a la des-esperación.
¿Qué es vestirse?
¿Qué es un vestido?
Pero ¿por qué tú y no nosotros?
Tampoco esto significa
que los miedos estén
a la puerta.



V

No vengas por belladonas ni ortigas, ni por ladridos de perro, muy de mañana, te saben. «Escucha, Monelle: Cristina Rivera Garza escribió que solo en la memoria sentimos». Quiero tirarme de la cama para asomarme al bosque. Quiero que la ventana sea un pequeño túnel en el grueso muro. Llevemos nuestras manos cogidas. Hay ya en ti grajos graznando estrago, una sumisión, una lengua fresca de niña, ese alivio de la nínfula que ha podido, por fin, abandonar su fiereza, sus postillas donde el bicho araña, divierte, juega.



LEITMOTIF DEL AMOR

Desde luego, aún huele a pizza.
Se acaba la película y vamos a la habitación
rosa, malva, morada, violeta,
polilla muerta, dibujante atropellado
y Paula Bonet
y sus amigos
y vino con dolor de estómago y corazón
y ojos brillantes que no vuelven
y pensar “contigo saldría Monelle”
y movería mis ideas a las tuyas
y me invitarías a tu bosque
y tú dirías “avanza por esta ebria oscuridad”
y pensaría que tu piensas que los pájaros remiten a ti
y nevaría
y te quedarías muda
y todos estarían muertos
y saldría del bosque sangrando
y estaría al lado tuyo pero no de tu mano
y sería muy hermoso.
Me llevaré todo de esta noche
aunque es posible que nadie más lo vea


XII

Sylvia Plath me mira desde la pared
y al menos 6 veces me dice
que-me-hurgue-con-un-puñalito
en la herida del vientre.

Como la mayoría de vosotros haría,
no le hago caso pero Sylvia Plath respira.
Sylvia Plath inhala mi sangre. Espera.
Sylvia Plath tiene ojos tristes, tristes, tristes.
Es hermosa, rabiosa, pesimista.
“¡ah, mira mi axila de luz y sombra”, me grita.

La casa tiene disposición femenina.
Huele a papel. Huele a tinta. Huele a mañana llena de un nombre.
Sylvia. Sylvia. Sylvia.
Estoy solo pero nunca estuve menos solo.
Nieva dentro de nosotros, una vida nos nieva.
Amenaza un negror claro.
Sylvia Plath tiene cicatrices y ángel de la guarda,
por eso no me asusta.
Hay una Sylvia dentro de cada uno de nosotros.
Nos manda hurgar en la herida con un puñalito,
nos hace estar lejanísimos sin habernos movido del sitio.
¿Lo ven?



DEDICATORIA

AH, pasajera de este poema

como un disparo de pistola sin gatillo

lanzando gritos por el poema
sobre la nada del poema
que no escucha,
cuya sola esperanza es la agonía
que ensucia tu alma con dedos
humedecidos. 



SHE`S OUT OF HER MIND
                          (Lou Reed)

Solos tú y yo, que adoramos
el mal de la ansiedad
y el trapecio de la distancia,
nosotros, solos los dos, buscando infatigables
la sangre de Plotino y mañana el poema
volverá a estar mirando a nadie.



XXXVII

Y mi corazón desesperaba
era un pálido dibujo
y fueron cayendo todos los bailarines
en la planeada oscuridad.
Y mi corazón seguirá desesperando.

(De “Monelle, los pájaros”, 2016)




¿DÓNDE ESTÁN LOS GATOS?

Los gatos que lloran, que se emborracharon, se enamoraron,
se enfadaron, se murieron (y desolaron a medio planeta)
los gatos que lloran rayas secas (se hurgan ―como Artaud―
con un puñalito en el cerebro)
los gatos que lloran, que placen y se complacen (como la vida)
los gatos que lloran mis libros preferidos (consigo pensar
en algo bueno)
los gatos que lloran, que lloran, que lloran, que solo piden
compasión
que solo piden un momento (odiándose o amándose o las dos 
cosas 
a la vez,
así se les pasa la juventud).

Los gatos que lloran con toda su ternura.

Los gatos amantes de Lady Lazarus o de Lorelei; los gatos
eruditos, los gatos que
no se lavan la cabeza ni se la peinan y los gatos que hacen
declaraciones
de principios;

yo era un gato que sabía en qué tenía un soplo
y en qué no tenía un soplo y que poseía un corazón
que sin ti
se pegaría un tiro de sangre.

Me siento viejo,
dormiste con el lomo contra mi máquina
mucho tiempo
luego me sentí tonto y romántico
se fue tu alegría navegable,
te largaste
en lo coreográfico de un noviembre extraño
y mi problema fue el frío, lo ha sido siempre.

Ahora mi corazón / chatarra abre la jaula y se va
y a menudo tiene hemorragias
nocturnas.

Porque tu pájaro de saliva
le besó
más de lo que creía,
más de lo que supo,
más de lo que sintió.
Me parece.

(Inédito en libro)



¡AH DE LA AMAZONA!

Estando muy seguro en mi certeza
haré un poema de tu cuerpo fresco
con la tinta de sobra, este cuerpo
con biografía, piel breve y gloriosa
de donde nacen cosas muy librescas,
donde efluyen, influyen, las atmósferas,
el clima femenino, zarzas vivas. 
Nueve versos te haré de beso rápido,
Pentesilea mía, dulce Sara. 

(Inédito en libro)



HEMINGWAY EN SUEÑOS

Hemingway
llama a mi puerta
en sueños, su barba
más
real
que la expresión de mi cara
cuando me quedo soñando así
y tiene 55 años
y parece más interesante
con sus ojos de lince
alegre y resistente
descuidado y
despreocupado.
Aprendo
rápidamente
a hablar inglés,
no de los archivos
ni de quienes nos rodean,
sino de la experiencia
con Ernest
después
de horas extraordinarias.
Si alguien me dice, debes
olvidarlo, no responderé.
Bueno, jamás
debe morir con la escopeta
predilecta
en la sien
ni siquiera, estoy seguro,
cuando cuelgue el teléfono
del sueño ocioso.
Es demasiado audaz y
duradero.
¡Palabra!.

(Inédito en libro)


**




EN LA CASA VACÍA

Dejaron las copas y las sillas vacías
y, como el viajero que no marcha, estás solo
en la casa vacía.
Apagas las luces antes de ir para la cama.
Se oyen aún las voces de algunos amigos.
Abres la puerta. Pero no hay nadie.
¿No estarán escondidos en la niebla
o más allá de la pared?
¿No estarán, aquí, allá, más acá, aguardando?
Ahora, hiela el aliento abandonado por los alrededores.
Y, ¿si después de estas últimas luces
la noche empieza con tu ausencia?



TAMBIÉN LA NOCHE ES ETERNA

Al final de la fiesta leí libros, muchos libros. Como si fuese un hombre 
y   una   mujer  al mismo  tiempo.   Me   arrojé   a    todos    los   libros:
mi  corazón  fue  inestable. Un libro que daba a otro libro. Tomé libros
con  mis  manos  y  en  ellos fui feliz. Puntuales se  convertían  en  algo 
más que un lugar querido, por eso me  dormí a  las  tres  de  la mañana, 
repleto  de   citas   que  se  transformaban  en  recuerdos;  bebí  un  café supersticioso  pero  las  páginas de los placeres rodaban hasta  mi vista. 
El  sueño  era  un  río  que  atravesaba  mi corazón  nostálgico:   miraba 
el  mundo  mirando  en  mi memoria. Quedé allí sintiéndolos. Logré ser 
una isla  de luz. Los libros saben cuando un amor o una amistad mueren en los días perdidos.



NA CASA VACÍA

Dexaron les copes y les sielles vacíes
y, como’l viaxeru que nun cola, t’atopes solu
na casa vacía.
Apagues les lluces antes de dir pa la cama.
Inda s’oyen les voces de dellos amigos.
Abres la puerta. Pero nun hai nadie.
¿Nun tarán tapecidos dende’l nublu
o más alló de la paré?
¿Nun tarán alló, aculló, más acó, aguardiando?
Xélate l’aliendu abandonáu pelos requexos.
Y ¿si depués d’estes últimes lluces
la nueche empieza cola to ausencia?



TAMIÉN LA NUECHE YE ETERNA

Al final de la fiesta lleí llibros, munchos  llibros.   Como   un
home y una muyer al empar. Refundié a tolos llibros:  el  mio
corazón foi inestable. Un llibru que daba a otro llibru. Tomé
llibros coles mios manes y nellos fui feliz.  Puntuales  conver-
tíanse   en   daqué más qu’un llugar queríu, por eso dormíme
a les tres de la  mañana,  enllenu  cites  que  se  tresformaben
n’alcordances; bebí un café supersticiosu pero les páxines de
los placeres rodaben dica mio vista. El suañu yera un ríu que
travesaba’l mio corazón señaldosu: miraba’l mundu mirando
na  mio  memoria.  Quedé  ellí sintiéndolos. Llogré ser isla de
lluz. Los llibros saben cuándo un amor o una amistá muerren
nos díes perdidos.

(De “Nun me preguntes cómo pasa’l tiempu”, 2016)





VARIANTE

Yo soy lo que he inspirado.
La Princesa de la nada
cae de la herida.


XIV

Baile de la ceniza.
Baile sobre la cabellera de la ceniza.
Dama como un niño.
Cuánto vigor y cuánto dolor.
Poeta hambriento a TUS PUERTAS.
Verso calmado con cara inocente.
Ferocidad imaginaria de los buitres.
Reino del filósofo, sin remordimientos
de conciencia,
Donde la flor se deshoja y convoca al fantasma.



JINETE, JINETE, JINETE

El jinete ha llorado en silencio asombrado
sobre un oro de niña.
Ha venido esta mañana a cantar para ti,
desentonando un poco tal vez,
pero a cantar.
El jinete ha llorado en silencio asombrado
por Kant y Rubén
buscando ese rostro de niña
demasiado bella,
esa piel profunda de sabores
que viene brincando a saludarme.
Jinete, jinete ha llorado en silencio asombrado
luchando por
vivir,
sobrevivir,
mientras los demás andan
con pies de plomo, aliquebrados,
hay un cuerpo que canta,
mientras suena Schumann
sensible
y
sentimental,
el jinete ha llorado en silencio
como un menor y un cursi
pero me da una confianza
cuando ya no confío
en casi nada
y la máquina de escribir veracísima
trae tus muslos gloriosos,
y el jinete se mete en mí
para llevarme
a la busca del
tiempo perdido,
hacia la palpitada
luz de tu cuerpo.


SERIE NEGRA Y OTROS HAIKUS

(5:45 am)

Ella reía
mujer muy sonriente
me gusta mucho.


(12 am)

Viene conmigo.
No sabe que está muerta.
Mas está en mí.


(12:51 am)

El amor es
olfatear tu boca
en tiempo extraño.


(3:56 pm)

Sin un defecto
quién en su sano juicio
me iba a amar.

(De “La polilla oblicua”, 2017)



PARA TI

Te amo, Todopoderosa,  como una de cada veinte personas 
es voyeur. 
Como una de cada cien personas
es espectral. Como una de cada diez
personas sufre anemia. Como dos de cada diez
mujeres es sirena. Como uno de cada cien
hombres es percusionista en potencia. A lo largo
de las orillas los árboles se inclinan pesadamente
con la sensación de desintegrarse. Cuando el viento
se levanta y los llena con un murmullo
rumoroso, derrama algunas lágrimas
rápida y furiosamente, mientras pasa el agua
tan sentimental en torbellinos. Y la primera cosa
que haces es dirigirte a la mesa para ver
cuántas páginas he producido.
Por eso te amo y digo: “¿quieres que me desangre
hasta morir?”

Te amo como un asno salvaje
que olfatea el placer en el aire
al verte entre un mar de hembras que gimotean,
ojos, narices, dedos, cálidos senos,
orgasmos vivaces, te amo
con la satisfacción gatuna de que todo
está en su sitio, soy pájaro neorrabioso,
soy juglar, contorsionista, snob,
tengo un cardumen de frases mortíferas,
soy insaciable, mal-herido, una utopía sofisticada
que se hace una casa y le pone una baldosa
que dice: “Bienvenidos los que llegan a este hogar”;
soy  el que está cuando se te niega una puerta,
un búfalo cuando
se te niega una cucharita, sin saber
disparar, me dan miedo los fusiles, los hiero, 
los desmiembro.

Otra cosa: cuando no has pegado ojo en toda la noche
te amo, deseo tu amor bien hilvanado,
digo besos mercuriales, digo esquirlas de vidrio azul
cuando oscilan los ojos entre periódicos rusos
y volvemos a oír las palabras 
de Los hermanos Karámazov
en el arco del éter de McDonalds,
las oímos pasar página tras página
con la observación más minuciosa,
con la introspección más loca,
y te amo cuando los ciervos copulan deslizándose
suavemente, sin saltar, cuando tu cuerpo canta
-¿días? ¿meses?-
o cuando escucho un gemido por la radio
procedente de la trinchera de los condenados.  

(Inédito en libro) 



FANTASMAS

Poemas incorregibles, dorados
y canos llegan
a mi pequeño apartamento
tipo estudio,
traen conversaciones
que no pueden producirse
hasta dentro
de veinte años,
el fardo de los días pasados.
Cierran las ventanas,
me dicen que tienen miedo
de enfriarse
con una corriente de aire.

(Inédito)


[sin título]

Yo estoy en el centro de la  fiesta,   y   en el   centro   de   la   fiesta
hay cuerpos con estela que no dejan nada tras de   sí   y   nadie  hay,
y en el centro de la fiesta, Lesbia me llama frecuentemente,  cuando
se  ha  ido  todo  el  mundo,  y  yo  me siento en una cama y la beso, 
y  en  el  centro  de la fiesta musitas “Despacio” como en la primera 
noche  que  pasamos juntos, y ahora sí que tiene sentido esa palabra,
y en el centro de la fiesta hay una niña asustada de ojos   llorosos   a
quien yo tomo de la mano y el bien está en su entraña y en el  centro
de la fiesta estamos ya como al final de nuestro amor, como  al  final
de nuestra vida, y en el centro  de  la  fiesta  tengo  una  prenda  tuya
y ahora comprendo que la he tenido durante todo el tiempo.

(Inédito)



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1 comentario:

  1. Hola Fernando, tengo la suerte de conocer personalmente al autor. Sigo sus poemas en Facebook y en su blog.
    Muy buen poeta, sin duda!
    Saludos,
    Sandra.

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