domingo, 5 de abril de 2015

JOSÉ PÍO TAMAYO [15.398] Poeta de Venezuela


JOSÉ PÍO TAMAYO

Nació en El Tocuyo, Venezuela el 4 de Marzo de 1898
Muere en el barrio Namur, Barquisimeto el 5 de Octubre de 1935
Escritor, poeta, comerciante, luchador social. Victima de la dictadura gomecista. Tamayo nació en El Tocuyo el 4 de Marzo de 1898, es el mayor de 11 hijos de una familia que se dedicaba al cultivo de la caña y al comercio, fueron sus padres José Antonio Tamayo Pérez y Sofía Rodríguez. Hizo escolaridad en su lar nativo, aprendió las primeras letras bajo la dirección de su tía la maestra tocuyana Juana Francisca Rodríguez. Continuó estudios en el liceo Bolívar y en el colegio La Concordia de El Tocuyo.
Desde muy joven muestra inclinación por las letras, ya a los 11 años se escapaba de la escuela para ir a la biblioteca de Bartolomé Losada a leer y descubrir otros horizontes.
En 1912, cuando solo cuenta con 14 años de edad, su padre se traslada a Barquisimeto, para inscribirlo en el Colegio “ La Salle ”. Allí funda una imprenta con el nombre de GIL-BLAS y alterna su tiempo realizando labores de tipografía con los hermanos Juan y Joaquín Falcón. En ese tiempo escribe artículos que publica en varios periódicos.
Al morir su padre, debe regresar a El Tocuyo para encargarse de la hacienda familiar. Allí abre un cinematógrafo, una línea de automóviles y el “Botiquín Júpiter”. Luego Intentó vanamente fundar un Gran Central Azucarero, que le ocasionó grandes pérdidas materiales a la familia.
Bardo de inspirado lirismo al lado de Roberto Montesinos funda la revista lírica "Renacimiento", luego con el mismo Montesinos y sus amigos Rafael Elías Rodríguez, los hermanos Losada, (Hedilio y Alcides), Jesús García, entre otros funda el centro cultural "El tonel de Diógenes". Escribe la novela "El dolor de los Granujas" cuyo contenido contra el orden establecido lo hace sospechoso ante el General Gómez. Todas estas actividades despertaron la suspicacia del gomecismo y el mensaje del presidente del Estado Lara, general Velasco fue claro: Pío debe salir de Venezuela o será detenido porque tiene ideas subversivas y comunistas. Allí comienza su exilio-peregrinaje. Salió de El Tocuyo el 11 de julio de 1922. Pasó por Puerto Rico, donde funda la revista “Bohemia” y colabora en la revista "Puerto Rico y Gráfica". En julio de 1923 se traslada a Nueva York donde trabaja en una imprenta. Allí entra en contacto con grupos de oposición al gobierno del general Juan Vicente Gómez, colabora en el periódico Venezuela Libre que dirige Francisco Laguado Jaime, al mismo tiempo que escribe en la Revista Universitaria. Allí también se familiariza con los postulados del marxismo, y en septiembre del mismo año, emigra hacia La Habana. participa en la fundación del Partido Comunista Cubano, así como en la formación de un grupo venezolano de lucha contra Gómez, de matiz socialista. En mayo de 1924, viaja a Barranquilla, donde funda la organización revolucionaria marxista Unión Obrera Venezolana.
En septiembre de 1925 acude a Panamá como delegado a un congreso de estudiantes bolivarianos y participa como organizador y dirigente de una huelga de inquilinos desarrollada allí en septiembre del mismo año. Es detenido y enviado a Colón en calidad de prisionero, luego expulsado, junto con otros dirigentes extranjeros de la huelga. Viaja a Guatemala de donde sale expulsado, casi inmediatamente, por el gobierno del presidente José María Orellana. De allí pasa El Salvador. Y tras muchas dificultades y peripecias En diciembre de 1925, llega San José de Costa Rica; colabora en la revista Siluetas de la cual llega a ser director y en los periódicos Avispas y Nueva Prensa, donde permanece hasta su regreso a Venezuela, en octubre de 1926, aprovechando una “amnistía” concedida por Juan Vicente Gómez.
Aparece en Caracas en diciembre de 1927 y se incorpora al plantel de la revista Élite; colabora también en el diario Mundial, allí continúa sus actividades políticas, periodísticas y literarias. Su experiencia como itinerante le sirvió a Pío para afianzar su formación revolucionaria y establecer contactos con las luchas populares planteadas a lo largo del continente.
Pío se instala en Barquisimeto y viaja a Caracas a operarse de la sinusitis que lo aquejaba y a participar en la Semana del Estudiante. El año 1927, realiza actividades clandestinas. Y en febrero de 1928, participa en la coronación de Beatriz I, Reina de los Estudiantes, en el Teatro Municipal de Caracas, acto en el cual lee su Homenaje y demanda del Indio , documento que hemos considerado el Primer Manifiesto Antigomecista, que culminaba con una invocación a reconquistar la libertad perdida.
Es detenido el 13 de marzo y enviado, junto con otros dirigentes estudiantiles, al castillo de Puerto Cabello; por encima de la represión reinante funda la ‘Carpa Roja'. Escuela de Idealidad Avanzada, y dicta para sus compañeros de cautiverio clases de formación política y los inicia en la filosofía marxista del materialismo histórico, ; entre sus alumnos, estaban entre otros, Jóvito Villalba, Miguel Otero Silva, Fernando Key Sánchez, Miguel Acosta Saignes, Rodolfo Quintero, Kotepa Delgado, Iván Darío Maldonado, Angel “ La Bruja ” Márquez, Juan Bautista Fuenmayor, Rómulo Betancourt etc. En esta Escuela, (La Carpa Roja ) se echan las bases para la creación del movimiento comunista en el país que Tamayo entendió en la perspectiva de una Idealidad Avanzada que hasta el presente no ha sido desarrollada. Sus alumnos saldrían del castillo a fundar el Partido Comunista de Venezuela, “Leniniano” de cómo entender el marxismo, Pío era profundamente progresista y humanista.
Su prisión dura seis años, materialmente hasta su extinción física. Durante su detención en el castillo, se le agudiza una sinusitis crónica y contrae una grave enfermedad pulmonar.
Es entregado a sus familiares el 15 de diciembre de 1934, cuando se tiene seguridad de su imposible curación. Sin embargo, sobrevive diez meses. Muere en el barrio Namur, Barquisimeto el 5 de Octubre de 1935
Pío Tamayo puede ser considerado entre los pioneros del movimiento literario vanguardista, se le puede considerar también como precursor de las doctrinas marxistas en Venezuela. Su obra, dispersa en periódicos y revistas, ha sido parcialmente recogida en antología. Una cátedra libre de la Universidad Central de Venezuela, fundada en 1983 para el estudio de la historia de las ideas políticas en Venezuela, lleva su nombre.
Trazó las grandes líneas para una nueva concepción de la historia, la educación, el arte, la vida misma. Acusó el grado de complicidad y comprendió que cuando un país llega al horror del gomecismo, todos tenemos responsabilidad. Al reingresar a Venezuela su misión revolucionaria era organizar un movimiento capaz de derrocar al tirano. Pronto se dio cuenta que no había condiciones para impulsar verdaderos cambios, sino una lucha entre aspirantes a caudillos.
De allí su sacrificio de febrero de 1928. Ante la imposibilidad de avanzar colectivamente en las tareas de futuro, dejó su lección individual, en espera de un despertar que aún hoy no ha llegado. Sus trabajos, cartas, documentos son el testimonio de esta batalla. Un combate por la vida, la justicia, la belleza y el amor. En recuerdo de su memoria su nombre se ha inmortalizado en numerosos e incontables sitios e instituciones del país. En lo que respecta al Municipio Urdaneta y muy especialmente en Aguada Grande, La Unidad Educativa “Pío Tamayo”, lleva el honroso nombre de este combatiente que teniéndolo todo, ofrendo su vida a causa de la Libertad.

El Nombre de la Escuela de Aguada Grande es el de un insigne combatiente Tocuyano, que teniéndolo todo, ofrendo su vida a causa de la Libertad. 



PÍO TAMAYO - AMANECER DEL ESTUDIANTE

La noche, mala madre,
abandonó, estudiante,
como expósito en quicios incluseros,
a su hija desnudita.

Estudiante:
la mañana, transida de ternuras y temores
te espera en el balcón.
Te trae el beso fresco de la aurora;
el canto de los pájaros lejanos e insurgentes, 
su pureza
y el nuncio tormentoso de dolor.

Recíbela estudiante
y bríndale su amor,
Piensa que la persigue
la saña cruel del día,
tirano obeso y sucio
deseoso de violencias.

Su alegría –blancura de abstracción-
y su brillo –ternura de cristal-
guárdalos en tu pecho.
Después cuando seas viejo 
llevarás la mañana escondida en el alma
y en la espuma lunar de tus cabellos 
un orgullo de ensueño y bondad.

¡Oh mocedad de batalla,
estudiantil mocedad, 
que lleva sus venas henchidas
de auroras! 

Yo canto en mi amanecer,
vuestro amanecer de boinas
que han ganado su linaje
en la cabeza truncada y en la jaula
de la Puerta de Caracas
y son como el gorro frigio 
sobre el fuego desgreñado
del nuevo universitario. 
Ser estudiante que es ser
renovadora urgencia de romper derroteros,
ansiedad juvenil de los pueblos que nacen,
grito rojo de Méjico y Moscú,
guitarra bordoneando las protestas del pobre
presentimiento bello de triunfo y de catástrofe.

Ser muchacho claro y rico
de sol y de pasión.
Baile nuevo,
moda nueva,
arte henchido de amor y de verdad, 
placer musical de la metáfora, 
necesidad arcaica de pecar
y moderna indulgencia en perdonar.

Lámpara viva y ardiente, 
manos que sean amenazas
y que prodiguen caricia, 
promesa al libre vivir;
himno y raudal de canciones,
torbellino arrebatado 
para la revolución;
ardor eléctrico, chispa,
sed de hoguera y de infinito.
Todo has serlo, estudiante,
para que puedan mirarte
ojos en contemplación. 

Pavor de ley y de castigos 
bajo la tela y gruesa del casimir burgués
prende la luz de tu sonrisa
y sea tu dicho guillotina
que decapite conciencias
bajo el rojo de sangre de un ocaso.

Llena con tu cariño de niño
el Universo.
Ama a Cristo y al Diablo;
-los dos son necesarios-
Apóstrate en Juliano
por lo bello y lo altivo
y no viajes con Pablo.
Admira el arte trunco de Samotracia
y ante todas las mujeres
medita en el enigma de Mona Lisa.

Lee a Platón y a Esquilo
y a los autores rusos,
al santo de Romaín
en la pensión, descanse tu pan
sobre Quijano.
Lee a Marx y a Lenin
y en verso a Nazariantz,
a Esenin y a Hidalgo.
Duda un poco de Spengler
y de todo filósofo. 

Ama al indio, al ilota;
enlístate en los fieros y ardientes sindicatos
en dónde los obreros fabrican el futuro.
No olvides a Simón
y domina con él
tus ansias ambiciosas por tu ambición de ser.

Sé siempre Tú,
y piensa como Herzog,
que si un día te levantas poeta, 
“conducirás la Retórica
al Museo de Historia Natural
a estudiar Ciencias Biológicas,
un poco de Mecánica
y mucha Economía Social”
para después cantar
con voces de agua fuerte, 
el valor roji-negro
“de este momento histórico
roído de inquietud”.

Estudiante:
la mañana transida de temores y ternuras
te espera en el balcón.
Recíbela, estudiante
y ábrele tu corazón.
Y al dejarte su lumbre
encerrada en el pecho 
vivirán inquietando
con la misma inquietud 
de un poema empezado.

Yo quisiera, estudiante,
lucir tu boina azul
aunque me exponga así
a no ser hombre serio
y a recibir un día
-nuevo abate Coignard-
el apóstrofe horrible del palatino ujier:
“Veo con pena, mi señor,
que os contenta marchar con la canalla”.

(1928)


HOMENAJE Y DEMANDA DEL INDIO

A su Majestad Beatriz I
Reina de los Estudiantes.

Sangre en sangres dispersa
almagre oscuro y fuerte
estirpe Jirajara,
cacique Totonó,
-baile de piaches, rezo de quemas-
Soy un indio Tocuyo
Yo.

Meseta brava y bella
que abre su arcada a los llanos
y sus patios a la luna;
patíbulo de Carvajal,
espina de cardonales,
polvo y sol.
Altiplano tocuyano
que nutre su carne en jugos
blancos de cañamelar.
Y los hace sangre roja
en la flor del cafetal;
bueno y santo
por la madre,
y porque me enlaza hermano
del de la selva en oriente
y del de la sierra al sur.

Yo llegué de este altiplano
A avivarme en mis hermanos
Los de la universidad,
-savia en afanes quemada,
delirio del roble erguido-
y a rendirte mi homenaje
de indio triste,
Majestad.
Fracasa entre mi canto y mi altivez indígena
La intención en hinojos.
Humo leve de inciensos
como el que ardió en las aras de Tenochtitlán,
quemo en mi corazón,
y humillo el desgreñado orgullo de los vientos
con agua de remansos,
cenizas de volcanes
y cánticos de amor.
-Así en la tierra antigua donde voló el faisán
usaba la liturgia de la proclamación-.

Los miles de estudiantes,
cada estudiante, reina,
en un mundo en promesas y un trajín de tormentas-
han abierto hoy sus pechos sobre más infinitos,
al ver que oraculiza en tus manos llaneras
el tripartito escudo de su federación.
Mañana, anhelo, pueblo,
Mirandinos colores de la emancipación.

Beatriz del estudiante,
cetro de rebeldías,
corona de futuros;
bajo el patio de auroras de nuestro trono eres
la juvenil canción de amanecer.
El ensueño durmiente al amparo del alma
jubilosa y dinámica de la Federación,
hecho viva esperanza
en tu luz de mujer.

Y digan con mis voces palabras de tus súbditos
que es tu reinado, Reina, el único que no hace
cesarismo anacrónico,
en esta nutrida selva de Guaicaipuro,
de Mara y Yaracuy,
y del equino trueno
de los cien mil corceles,
sobre el que galoparon libertadas naciones.

Fugitivo perfil de la garza morena,
¡Oh, perfume caliente de las mazorcas tempranas!
Durazno de oro en rama;
Cosa dulce y romántica cuando se dice ‘amada’;
Ternura inacabable de la venezolana;
Orgullo de nosotros.
Reina en cuya belleza
riman nobles y claras mis palabras agrestes,
divinizo tu boca
tan ingenua y traviesa
diciendo la dulzura que oí yo ayer.

“Cuando yo sea abuelita
luciré mis trofeos y le diré a mis nietos
que fui Reina una vez”.
¡Nuncio cándido y bello que sube a vuestros labios
la ternura sagrada que hará de vuestro ocaso
epílogo adorable de un cuento de Perrault!
Os verán esos nietos luciendo edades regias
y sonreirán con vos.
El mejor cortesano
-tendrá una voz mimada de Delfín- sonriente exclamará:
Abuelita: Santa Isabel de Portugal,
que convirtiera en rosas en pan de su bondad,
una noche de Reyes se entretuvo en decirme
que tú eras heredera de su linaje real.
Abuelita: desde aquel día te he visto
de reina el corazón.
Oyéndolo, el más pícaro de ellos
Vencerá en pugilatos:
¿desde aquel día? ¡Si ella nació con él!
Santa Isabel tenía muchísima razón.

Y ahora, Majestad,
con el sollozo esclavo de un jacaney rendido
el súbdito presenta su demanda ante vos
descarnado de insomnios
se consume mi rostro
y los tiempos incrustan sus cauces en mis sienes.
Retornan a romper las obras de los montes
baladros caquetíos.
Se desatan los ecos de vencidos lamentos
y corren sobre el área salvaje de los llanos
o se extinguen muriendo en los senos intactos
de un Pacaraima hermético.
¡Me han quitado mi novia!
La novia que me quiso: ¡mi novia enamorada!
Palabras que se dicen con la pena infinita
de quien ya no podrá volverlas a cambiar...

Qué bien decirte tú,
como a mi novia, Reina.
En ti la miro a ella
Y al mirarte me acuerdo...
Era de sol su carne y de un frágil metal.
El eco de sus voces era de acero azul.
Estaba hecha de alturas. A ti se parecía.

Yo fui su novio niño,
-ya lo hemos sido tantos-,
cantar, correr, soñar,
en el soleado campo, en la vega porosa,
junto al lirio morado,
al laurel
y al signo rojo de las rosas.

Se adornaron mis labios con su nombre armonios,
con su nombre que es música de banderas y estrellas.
Se miraron mis ojos en el ópalo grande
de sus ojos
iguales al fanal de los tuyos.
¡Y el abrazo materno que de la tierra avanza
la confiaba amorosa sobre mi corazón!

¡Como me acuerdo, Reina!
Temblando bajo sombras la amaba con angustias.
En mis venas corrieron los miedos por su vida.
Y un día me la raptaron.
Un día se la llevaron.

Desde los horizontes,
allá donde hace señas de adioses el crepúsculo,
vi encenderse los últimos luceros de sus besos.

Aprestarse a la andanza, porque la hemos perdido
¡y salir a buscarla!
¡Mirar cómo levantan asfixias hasta el cielo
las crestas de los cerros!

Agotarse llamándola en los senderos mudos.
Oscurecerse en noches, solitario y rendido,
¡y sentirla que sufre y que se está muriendo!
¡Ah! Ya no puedo más, reina Beatriz. ¡No puedo!
Vuelve a llorar el indio con su llanto agorero...

Pero no, Majestad
que he llegado hasta hoy,
y el nombre de esa novia se me parece a vos
Se llama: ¡LIBERTAD!
Decidle a vuestros súbditos
-tan jóvenes que aún no pueden conocerla-
que salgan a buscarla, que la miren en vos,
¡vos, sonriente promesa de escondidos anhelos!
Vuestra justicia ordene.
Y yo, enhiesto otra vez,
-alegre el junco en silbo de indígena romero-
armado de esperanzas como la antigua raza,
proseguiré en marcha.
Pues con vos, Reina nuestra,
juvenil, en su trono, ¡se instala el porvenir!




ÚLTIMA CARTA DE PÍO TAMAYO

El 05 de octubre de 1935, en el barrio Namur, en Barquisimeto muere José Pío Tamayo, a los 37 años, apenas dos meses antes de la muerte natural de Juan Vicente Gómez. Reproducimos aquí la última carta que escribiera, el 28 de septiembre, a su hermano Toño.


28 de septiembre de 1935, barrio Namur, en Barquisimeto. Pío escribe al hermano Toño su última carta. Sabe ya –lo sabía desde hace mucho- que la muerte es inmediata. Y dibuja sobre el papel sus señales de despedida: “No tengo acto de que arrepentirme. Seguía los mandatos de mi conciencia y si alguna vez me equivoqué hay que culpar a la imperfección humana, pero nunca a la intención.” Esta es su primera afirmación. Y por esa convicción puede decir: “Muero sereno y conforme con mi conciencia.”

Y evoca las frases que dijera Juliano, en los últimos momentos de su vida de emperador: “Oh Helios, oh Sol, cuán bello eres. Un día seré como tú, porque en el destino pleno de todas sus criaturas, está el día en que han de confundirse con la divinidad. Y todos seremos dioses”. En esa misa dirección trabajó Pío. En nombre de ese día en que todos los hombres sean dioses, fabricó sus sueños, sus hazañas y sus combates. Y sabía que su despedida sería de madrugada, para irse, no hacia la noche, sino cabalgando en los primeros rayos del sol para su travesía por el porvenir hasta que algún día lo veamos venir de regreso, jinete de una briosa estrella fugaz, repartiendo florerías.

Y así se marchó, un 5 de octubre de 1935. Dijo: “No olvides que he sido sencillo y limpio de corazón. Procura enterrarme en El Tocuyo, pueblo al que he amado y cuyas gentes me quieren. No deseo ninguna ceremonia religiosa ni aquí ni en el acto del sepelio. Condúceme a una casa amiga en aquel pueblo donde puedan reunirse los que quieran acompañarme al cementerio. Anuncia muy llanamente: Ha muerto Pío Tamayo (37 años)”.

Poco antes de morir, según el testimonio de sus hermanas, dijo a la madre que comprasen suficiente café, pidió que encendieran el radio y se quedó ya en silencio, aguardando la aurora. Se cumplió su deseo. Y fue trasladado a El Tocuyo. Allí en Los Dos Caminos, a la entrada del pueblo, numerosas personas lo aguardaban. Y lo condujeron sobre sus hombros hasta el Cementerio. Rosa Eloísa estrechaba entre sus manos el mismo pañuelito que agitó el día de su partida. Nunca dejó de ser recinto de lágrimas ni espacio para el suspiro enamorado. Recorrería por primera vez un camino que luego se haría diario para ella. De la misa al cementerio para hacerle ofrenda de rosas al amado. Sofía dejó correr toda la tristeza contenida. Y los hermanos y amigos se hicieron uno en el dolor común.

“No pude revisar, corregir ni compilar nada de mi obra. En esas condiciones, no deseo que se publique ninguna cosa. Guárdalas simplemente.” Fue éste el manifiesto deseo de Pío. Y por ese motivo, durante mucho tiempo, los suyos guardaron con celo, sin publicar ninguno de sus papeles. Hoy, con amorosa emoción, hemos revisado y compilado su obra. No la hemos corregido. La entregamos en toda la plenitud de su contenido y su sentir. Pío desde siempre buscó conservar sus papeles. Y al mismo Toño pidió que los guardara. Su testimonio, su palabra son propiedad común de los hombres sencillos y limpios de corazón, que anidan en él, sus anhelos de justicia, belleza y amor. Sabemos que desde el rayo de sol en el que fabrica fogatas para vencer la oscuridad, Pío sonríe.


Querido Toño:

No tengo acto de qué arrepentirme; seguí los mandatos de mi conciencia y si alguna vez me equivoqué hay que culpar la imperfección humana, pero nunca la intención. Muero sereno y conforme con mi conciencia. Decía Juliano, en su tienda de campaña, en los últimos momentos de su vida de Emperador, mientras Amaino Marcelino, historiador cristiano al lado del Apóstata grababa para eternizarlas las bellas frases de aquella oración postrera: ‘¡Oh, helios! ¡Oh, Sol! ¡Cuán bello eres! –exclamaba el moribundo en un rapto de final entusiasmo-; un día seré como tú, porque en el destino pleno de todas las criaturas está el día en que han de confundirse con la Divinidad, y todos seremos dioses’. Dijo, y murió mandando hacia el Sol su última mirada.

Yo, en esta hora que parece acercarme al término fatal, hago mía aquella frase de ese hombre inquieto, de alma bellamente atormentada: ‘Muero sereno y conforme con mi conciencia.’

¿Por qué te escribo hoy? Porque quiero decirte , aprovechando minutos de receso en los ataques tremendos, que me voy amándote como al hermano bueno, amándoles con la fuerza toda de mi corazón afectivo. Si hay un poco de dolor al anticiparles mi adiós, es precisamente el dolor que me llevo: el de dejarlos, cuando hubiera deseado hacer tanto por ustedes, vivir largo al amparo del cariño mutuo. Por lo demás, no temo la muerte, ni la llamo ni la rechazo, la acepto tranquilamente, como un hecho ineludible.

¿Qué te he de recomendar? Cultiva siempre en el predio rico de tu espíritu las cualidades nobles que te distinguen; húyele a las satisfacciones mezquinas de los egoístas, y vivirás vida colmada de contento interior que es el más puro de los deleites.

Esta carta debe llegar a ti en los minutos inmediatos a mi muerte. No olvides que he sido sencillo y limpio de corazón. Procura enterrarme en El Tocuyo, pueblo al que he amado y cuyas gentes me quieren. No deseo ninguna ceremonia religiosa, ni aquí, ni en el acto del sepelio. Condúceme a una casa amiga en aquel pueblo, donde puedan reunirse los que quieran acompañarme al cementerio. Anuncia muy llanamente: “Ha muerto Pío Tamayo (37 años). Su madre, hermanos y demás deudos, invitan para el acto del entierro”... y en seguida la dirección.

No pude revisar, corregir ni compilar nada de mi obra. En esas condiciones no deseo que se publique ninguna cosa. Guárdalas simplemente.

Te dejo a mamá. ¡Qué gran tesoro, hermano! Quiérela ahora por mí y por ti.

Te amo y digo adiós,

Pío

Barrio Namur, Barquisimeto
28 de septiembre de 1935
para su hermano Jose Antonio Tamayo


PIO TAMAYO: 7I AÑOS DESPUES, EL MISMO OLVIDADO

Hoy, 05 de octubre, se cumplen 71 años del asesinato político de José Pío Tamayo, a manos de una tiranía para la cual el pensamiento era algo prohibido. Y más aún la acción dirigida a denunciar, cambiar, modificar el estado de cosas existente. A los 37 años de edad, y después de seis años de inhumana detención en el Castillo de Puerto Cabello, y dos meses antes de la muerte natural de Juan Vicente Gómez, Pío muere en una casa del barrio Namur de la ciudad de Barquisimeto, después de haberle ganado a la muerte nueve meses de vida.

UN PAÍS DE ESPALDAS A SÍ MISMO

En diciembre de 1934, y después que los médicos le certificaron al tirano, que el estado de enfermedad de Pío era irreversible, lo que quedaba de él se lo entregaron a sus familiares. Ese tiempo no trajo otra certeza a Pío que la convicción de un país que vivía a espaldas de sí mismo, regido por intereses de unas minorías, lo suficientemente capaces como para manipular, domesticar y negociar con la restante sociedad.

CAMBIAR LOS BENEFICIARIOS

Aventado al exilio cuando apenas tenía poco más de veinte años, regresó al país, en 1926 con la ilusión de poder hacer algo para derrocar al tirano. Pero no fue mucho lo que pudo hacer. Traía ya la conciencia de que muchos de quienes lo adversaban sólo pretendían cambiar los nombres de los beneficiarios, no rescatar un país y mucho menos a su gente.

LA PACIFICACIÓN GOMECISTA NO ANULÓ LOS INTERESES
CAUDILLISTAS

A Gómez se le atribuye haber pacificado una política que se debatía entre montoneras y caudillos, todos aspirantes a hacerse de la cosa pública. Pero sus 37 años de tiranía, si bien dieron al traste con muchos de los guerreros de a pie y a caballo, no anularon ni sepultaron los intereses que estaban detrás de ellos. Sólo que prefirieron conciliar para después optar a nuevas posiciones. De modo que no era de extrañar que los movimientos antigomecistas estuvieran a su vez divididos y fragmentados, sin que de ellos se pudiese desprender una conciencia histórica sobre ese acontecer y muchos menos el desarrollo de un proyecto o de una opción diferente.

UNA CONCEPCIÓN DE LA HISTORIA A PARTIR DEL
COLECTIVO

Quien la tenía, y la había escrito y diseminado y difundido, primero desde el exilio, y después desde su Carpa Roja, abierta en el Castillo, fue Pío Tamayo. Y por eso su condena a muerte. Pío Tamayo es el introductor de las ideas marxistas en Venezuela. Uno de los difusores de las nuevas ideas políticas y promotor de una práctica que apunte hacia la transformación de la sociedad. Su ideal es crear una organización para implantar otras Venezuela y por eso afina su pensamiento en el proyecto de la ‘idealidad avanzada’. Y cuando el régimen lo acusa de comunista, el responde para clarificar: comunista no, militante de la idealidad avanzada en Venezuela. Por eso hace gala de un criterio, una ideología y una visión del mundo que rompía los esquemas ortodoxos y dogmáticos, para revertirse en una concepción de la historia a partir del colectivo.

ASESINADO POR EL GOMECISMO Y
SILENCIADO POR SUS PROPIOS COMPAÑEROS

Y Pío Tamayo es la primera señal, la primera aproximación a un cambio de visión, de perspectiva de la historia nacional. Sólo que fue silenciado, amordazado y luego olvidado, no sólo por sus asesinos, sino por sus propios compañeros que, una vez en libertad, dejaron de lado sus lecciones para emprender los caminos de una acción signada por la miopía, el dogmatismo y la ortodoxia.

EL GOMECISMO SABÍA A QUIEN TEMER

De allí su importancia y su trascendencia, en medio de un país que ni siquiera sabe quienes son sus hijos. Y hoy, 71 años después, la angustia de Pío sería la misma o mayor. En febrero del 28, y convencido de que no había como coordinar un movimiento liberador con una concepción no caudillista, materialmente se entregó en un gesto de solitaria rebeldía cuando desde el Teatro Municipal recitó su poema Homenaje y Demanda del Indio, dedicado a la Reina de los Estudiantes, por medio de quien se hace una dramática petición de libertad.

Allí estaban también Jóvito Villalba y Rómulo Betancourt con sus discursos incendiarios. Todos fueron a parar a los calabozos. Pero poco tiempo después, los estudiantes lograron la libertad de sus compañeros. Mas no la de Pío. El gobierno gomecista sabía muy bien qué peligro temer. Y lo condenó a muerte.

DE GÓMEZ AL CAUDILLISMO CHAVISTA DE HOY

La Venezuela postgomecista ha dejado plasmada con toda claridad que no se equivocaba el tirano ni Pío. Setenta y un años de historia nos hablan de un gomecismo sin Gómez, que encuentra fresca fachada en el caudillismo chavista de hoy. Transiciones, revoluciones, dictaduras y pseudodemocracias no hicieron sino apuntalar la misma carencia de valores, la miope visión de la historia, los mismos mesianismos, que pasaban de ser personales para inscribirse en lo que se consideró como partidos políticos modernos, sin que la modernidad haya llegado realmente a sus cimientos y bases ideológicas.

TODOS SOMOS RESPONSABLES

El recuento de cuarenta años de democracia es la reseña de la frustración, la desesperanza de un colectivo que no ha logrado ser tomado en cuenta bajo ninguna de las formas políticas ensayadas. Se crearon nuevos moldes para las mismas ambiciones. Y como afirma Pío, de eso somos todos responsables, culpables, por acción u omisión, por intervenir o por dejar pasar, por estar en desacuerdo y no asumirlo como un compromiso, por ser indiferentes, o simplemente jugar al son que nos tocaran.

ESTE POBRE PAÍS RICO

Y los grupos de siempre, los que han tenido acceso al poder económico y político no han hecho sino cumplir sus cometidos de apropiación, acumulación y absoluto desprecio hacia la vida. De ninguna otra manera puede explicarse este pobre país rico, atenazado por la pobreza, las enfermedades curables, la violencia más despiadada y la más oscura de las miserias.

¿Y A DÓNDE HA IDO A PARAR EL PENSAMIENTO?

¿Y dónde ha estado el pensamiento, la guía de acción, las propuestas capaces de enderezar ese rumbo torcido que nos ha llevado al estado de destrucción al que hoy asistimos? Cada uno de nosotros, cómodamente ubicados en nuestros puestos privilegiados hemos visto sucumbir este país y nada hemos hecho, sino fortalecer y aupar las mentiras, las manipulaciones, las falsas promesas. Siempre hemos escogido el mal menor, sin tener valor suficiente, ni guáramo, para avanzar hacia nuevos estadios de pensamiento, acción e historia.

LA ESCUELA PIOTAMAYISTA DE IDEALIDAD AVANZADA

Hace setenta y un años moría asesinado, como tantos otros, un hombre de pensamiento y acción porveniristas. Un hombre, que con conocimiento del marxismo, entendió que a nuestra sociedad no se le podía someter a esquemas prefabricados, sino que había que buscar en el interior de nosotros mismos y de nuestra historia, la esencia que habría que rescatar para avanzar hacia nuevos estadios. De allí que, desde la Carpa Roja, no inscribió escuela de comunismo sino escuela de idealidad avanzada como la denominó, porque junto a la reivindicación económica y social, estaba en Pío la certeza de que ninguna sociedad puede transformarse si no asienta sus bases en un código de deberes humanista, solidario e igualitario. Pío hablaba entonces de la historia colectiva.

Una historia que no hemos sabido ni construir y muchas veces ni siquiera imaginar. El poder siempre ha sido lo suficientemente atractivo para hacer olvidar toda utopía o visión solidaria de la historia. Se utiliza para fines personales, políticos, partidistas, foráneos, grupales, económicos. No se ha utilizado aun para construir una sociedad en la cual quepamos todos, cada uno con sus necesidades satisfechas, con su derecho al trabajo, vivienda, educación, disfrute, conocimiento.

EL NUEVO AGLUTINADOR DE LA DESESPERANZA

Y ese gigantesco vacío que se dibuja sobre el mapa de este expaís desde 1935 hasta 1998, hace posible el advenimiento del nuevo mesias, el nuevo consagrador de las promesas, el nuevo aglutinador de la frustración y la desesperanza. Ningún pensamiento surgió para advertir que se trataba del desarrollo de un nuevo capítulo de la misma historia. Se le acompañó, se le apoyó, se le legitimó, como ayer a un Lusinchi, un Caldera, un Carlos Andrés Pérez, un Betancourt o un Leoni.

Se trataba, como entonces, de ver que buen partido se podía sacar de repartir la inmensa renta petrolera ahora en nuevas manos. Sólo que la historia se repetiría, con mayor intensidad, mayor complejidad y con una herida aún más honda y profunda. Y todavía en este tiempo de devastación, no somos capaces de apuntar hacia el establecimiento de una nueva política, una nueva visión del mundo y de la historia, una nueva manera de pensar al hombre y la sociedad, como una entidad igual pero diversa, con idénticos derechos a desarrollar su potencialidad humana.

HOY NI SIQUIERA SOBREVIVE LA MENTIRA DEMOCRÁTICA

Ahora no sólo se dio continuidad a nuestros viejos males, sino que se profundizaron muchos de ellos. La imagen pseudoemocrática daba la falsa sensación de un derecho de todos que podía ser exigido. En este expais de hoy ni siquiera eso sobrevive. Ahora estamos divididos, extorsionados, exilados, clasificados, envilecidos al máximo.

LA LUCHA QUE SE AVECINA ES LARGA

Y en este tiempo de confusión, complicidad, impunidad, negociación y abierta violencia fratricida, es esencial regresar al pensamiento, porque la lucha que se avecina es larga, dura, terrible. Y no querríamos esperar siete décadas más para reconocer que no tuvimos ni el valor, ni la vocación ni la decisión de avanzar hacia una historia distinta. Una historia colectiva. Un liderazgo horizontal. Una responsabilidad compartida. Una sociedad fraterna, igualitaria, creadora, capaz de producir bienes materiales y espirituales por igual, y de desarrollar a su gente, con todo el potencial que reside en ellos, para convertirnos en el territorio que deseamos.

ANTICIPAR UN PORVENIR DISTINTO

Pío Tamayo sentó las bases para esa acción. Y nosotros, con mucha humildad, dificultad pero perseverancia y paciencia, hemos tratado de abrir ese debate desde hace más de dos décadas desde la Cátedra Pío Tamayo y desde hace tres décadas desde el Centro de Estudios de Historia Actual de la UCV. Hoy convocamos a conocer el ideario piotamayista, a echar la mirada hacia Salvador de la Plaza, César Zumeta, Mariano Picón Salas, Mario Briceño Iragorry, Enrique Bernardo Núñez, Miguel Acosta Saignes, Rodolfo Quintero por solo mencionar algunos de nuestros olvidados y silenciados pensadores. Tal vez inspirados en ellos, podamos escudriñar este tiempo con nuevos instrumentos y anticipar con nuestra acción un porvenir distinto. Es el único homenaje que podemos rendirles.  [Mery Sananes]


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