Carlos Adolfo Gutiérrez Vidal
(Mexicali, México 1974). Es maestro en Estudios y Proyectos Sociales y candidato a doctor en Estudios del Desarrollo Global. Es becario del Fondo Nacional para la Cultura y las Artes. Ha publicado Sarcófagos (Fondo Editorial Tierra Adentro, 1993), Nortes (Secretaría de Cultura de Jalisco, 1994), Befas (Conaculta-Cecut, 2000), Berlín 77 y otros relatos (Fondo Editorial de Baja California, 2003), Toros (Crunch, 2005), y tiene dos libros en proceso de edición; Endechas (FEBC, 2007) y Meridianos/Divergencias (Libros del Umbral, 2007).
A TALES DESDE UNA CONSTRUCCIÓN
NO TERMINADA
Todavía con sus varillas
y sus blocas desperdigados,
de cimiento inconcluso y medias paredes,
este edificio me recuerda
la postal de las ruinas de Mileto
perdida en un cajón;
entre la sombra
de papeles olvidados con tres versos,
de cartas con posdata nunca enviadas;
dejando pasar las Horas
por sus arcos llenos de maleza.
Arrojo piedras al cementerio endurecido
para decirte que el Agua es dadora de la vida;
como esta lluvia que no cae,
que no toca este concreto abandonado;
y que la tierra no es redonda.
Tomado de Poetas de Tierra Adentro II.
De Sarcófagos, 1993
la mañana derrama su esplendor
sobre la tierra
yace la sangre apacible
espera la llegada de la muerte
arrastra y protege a las bestias
el verano
se nombra monumento
*
en sueños uno puede imaginarse
una habitación llena de placer
una dulzura que dure varios días
no necesitamos mucho tiempo
bastará un instante y el resto
será un eco más de la no noche.
los sueños conducen a la muerte
la vida transcurre
y la luna abrasa nuestro cuerpo
De Nortes, 1994
las ramas se suicidan
en la transparencia del patio
en la transparencia del patio
se aman arrastran sus manos
hacia el sueño hasta que caen las hojas
hasta que caen al fuego
las hojas saben que son polvo
*
y qué yerba hemos visto
crecer en los campos de cebada
entre las espigas toda mala
del cuerpo venimos al hallazgo
un radio nos toca la miseria
las fibras más sensibles
delicia la vergüenza
adanes evas corriendo
cubriéndose con máscaras
venimos a pelear por el último respiro
De Befas, 2000
se prolonga la voz y de súbito la vida
tragar apenas basta
comodidad ajena al dogma y a la suerte
en silencio un par de trozos y una boca
*
nada perece si conviene a su costumbre
dispersa el agua
perdida en la espera
sabe que la edad no existe
que no hay consuelo o diferencia
entre dos cuerpos recostados
en una eterna siesta
*
en nuestra tierra el paisaje
el cielo es una befa
los árboles escasos y las piedras muchas
junto al seco regajo
los muertos borregos danzan
en un desfiladero
las voces de otro mar se acendran
aguardan el solsticio de los tiempos
y no dudan en perturbar a los viajeros
camino adentro
el repentino incendio de un suspiro y un cirio nos alumbran
*
otro mundo nos espera en la mañana
una mansa vida
la hermandad de siempre
más allá de la agripnia
las ruedas de la santimonia
la arrebatada puericia
*
fuimos una zona minada
en un futuro múltiple
descubrimos la falacia del amor
supimos que no existe precio para nuestro tiempo
traspasamos la obviedad
algún día
moriremos con miedo
y una metáfora en los labios
*
nadie dijo que fuese yo gracioso
no adornaron mi frente con guirnaldas
ni bebí de los pechos
de mujer alguna
acaso me quedaron las entrañas
un piso de madera y unas sombras
para ilustrar las tardes sin asombro
nadie dijo que mis muslos fueran dulces
pero se mueven sin dificultad
y a veces danzan
*
porque nos duele el sueño
guardamos el pan para mañana
porque la vida es corta
tejemos nuestro cuerpo
como un tapiz que ha de verse
mejor en otro sitio
De Toros, 2005
un punto en el crepúsculo avistaba
Ampelo al montar el toro blanco
el aire le torcía la sonrisa
la hacía parecer de roca
afilaba su conciencia
el sexo enloquecido
y aquella piel devota cierta
y aquella viña la primera
*
lo impuro y lo sagrado
apenas se distinguen
un gozo a contra natura
le escurre sobre el muslo
le aguarda
un holocausto bajo el pecho
una muerte afable y
anunciada
en la savia de la parra
gloria de la carne
*
y las mujeres del norte
le enseñaron a cortar el rizo
a exprimir el corazón
fruta sobre el labio
a trazar un nombre en las vasijas
y lo oculto
se esfumó en los montes al pasar un toro blanco
*
algo despoja su palabra
una promesa
elocuente y rota
un toro y un muchacho
una ramita que silba silenciosa
De Endechas, 2007
junto al altar la sangre
rojo sobre negro
un día la fe
concentrada en la ola
impresa
en el fondo del océano
su único propósito
aquella oscuridad santa y remota
en la que el cielo se disgrega
lo rojo se deja morir sobre la piedra
sucesiva postración de piedra y puerta
esplendor del maremoto
lo rojo cubre al mundo
(tal es su naturaleza
adjetiva y subterfugia)
y el padre junto al hijo
el aroma de la rosa
en luz se revela lo que han visto
*
nada queda
tu cuerpo el roce de la brisa sobre el hombro
comprendo
que la vida es asunto para el resto
de los días que habrán de trascender este minuto
este abismo
lucidez que corta por lo sano al mundo
cuando lo negro es negro
y somos dioses reposándose en su asiento
tu cuerpo ejerce un poder hostil sobre la casa
¿qué necesidad hay de aquella estrofa?
(me preguntas)
escríbela de nuevo
(me condenas)
tus labios son una puerta al mundo
tus párpados se cierran para que la vida siga
la cresta de tu aliento oficia el vuelo de la noche
soy Jacob y esa escalera da a tu templo
*
no queda más luz que la memoria
en lo alto su morada guareciendo
su sombra
vertida hacia afuera
asida al mundo como un párpado
y la mañana llega
como un asunto teológico
como algo que sólo existe
cuando la revelación perdura
y se iluminan las criaturas en lo escrito
y lo rojo esplende como algo
que existe solo
cuando anclamos al vista sobre el punto.
*
bajo la luz de Israel una congoja
que al paso de los siglos se dispersa
sobre el canto de la puerta
párpado del aire
a tientas vislumbramos la impureza
mientras amanece
y nuestros cuerpos reposan en secreto
petrificados repitiendo
el goce oculto de una
postura silenciosa
nacida del capricho
debilitada por el fuego de la hora
repitiendo un nombre
(veintidós letras y en cada una de ellas
una ventana al pasado a la costumbre
que reposa en el fondo de los mares)
un dejo
de oscuridad sobre la piel que mengua
oficio de serpiente
profanación de lo finito
y afuera detrás de la ventana
pervive el mundo la cresta núbil que ilumina
las cosas mientras nuestros labios se cierran en secreto
*
y fuimos agua y agua
fuimos nada que oficiara
el llamado de la hora
nuestra sombra
y fuimos agua
bajo la luna menguante
a la orilla de esa puerta
por eso el alma se funde en el aroma
cuando el mirto
acaba por mostrarnos lo evidente
algo en el mundo se consagra al paso
de la sierpe un génesis oscuro
por encima del verso
lo rojo diluye el sentido
de tu ángulo preciso
marca del origen
*
con esa intención que no se oculta
cortáronle de un tajo la cabeza
tras una inmanencia
consumada en el misterio
un nombre santo el suyo sin embargo
de modo que aquella decapitación capitularia
no hizo mella en el oriente de su extremo
a rastras la serpiente lo llevó a poblar el mundo
a consumar la muerte de lo dicho
y así me contabas una historia
liminal fundada en lo propicio
como si aquella tarde hubiese sido dicha
por vez primera lacerante
me hablaste de las ciudades y del mundo
mientras yo me esmeraba en un retrato
uno que capturase la distancia
que perdura entre tus labios
pero no puedo ocultarme de mí mismo
porque cada historia que se dice es una afrenta
*
conciliar
el oficio con la errancia
aquello que sucede a cuentagotas
un rayo de sol
una lágrima que escuece solitaria
el ojo y la memoria
conciliar
(de vez en cuando)
la garganta con el sueño
morder la piel de aquello que nos nombra
*
este páramo impasible
convoca remolinos espejismos
tardes de asfalto en penitencia
el tedio se consagra
arrastra cada hora
purgando su veneno
este páramo impasible
hermana el ritmo de mi voz al de la errancia
conjuga
sobre el plano horizontal de la canícula
y se cierra
como un libro prohibido concluyente
este páramo impasible
este tálamo de arena
extiende sus límites adentro
*
casi
en estado de gracia
un cauce de luz
anclado en lo fortuito
una indefensión más cruenta que
las guerras del Peloponeso
un cauce de
luz que se disipa
un eco
tardío del crepúsculo
llega y se va
dejándonos
más muertos que nunca
*
abrir el corazón
fruta silvestre
en dos mitades
así el miedo
licor y
médula
una savia
cristalina espesa que
recorre
oquedades silencios inauditos
un claro donde honrar a los muertos
los que están lo que seremos
De Pausas
sobre el nombre
esa materia oculta que acendra instintos y devela el llanto
se dilapidan los minutos
el espíritu impronunciable de la hora
un desierto que puebla el cuerpo
y se abre al placer
esa vocación que esplende
impronunciable
cuando la piel se encuentra con los ojos
*
hay baladas que purgan lo dicho
mientras la piel se opone a la mirada
(así las dos mitades de la ofrenda)
un altar al centro del hastío
una levadura homónima
un batimento
*
el silencio es una furia que se ofrenda
como perlas confusas y distantes
un estado de sitio
un artilugio invisible a ras del verso
a veces el silencio nos llama y
se nos muestra imbatible
como un collar de agua
a punto de ahogar la madrugada
*
lo dicho se muerde
a veces
para acallar una sonrisa
mientras la costumbre reposa
sobre la huella de lo inmune
lo dicho es un ocultamiento
una plegaria primogénita
en espera de lo ausente
guardamos el berrido y la caricia
*
el sentido esa paternidad que ofrenda su desierto
dilapida el nombre la canícula
la transparencia que esclarece
el choque de la historia
y su silencio fúnebre
es una máscara que oculta su deseo
* Estos fragmentos fueron publicados previamente en la Antología de letras, dramaturgia y guión cinematográfico. Generación 2006-2007, del Fondo Nacional para la Cultura y Las Artes.
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