MAURICIO VENTANAS
(Ciudad Quesada, Costa Rica, 1967)
(De 'ZurDos | Última Poesía Latino Americana Antología' - Yanko González & Pedro Araya - Bartleby Editores - Sevilla, 2005)
COMO SI CUANDO SIEMPRE
Has visto que hay un paso tuyo
perdido de regreso
por la acera de enfrente
donde ayer jugabas
con la sombra de este niño.
Niño que soy
niño que ausente
de tu eterno devolver
la foto que perdiste
en un tranvía,
se roba los espejos
de las tiendas
donde sabe que te has visto.
Niño que no entiende,
niño necio que aún persigue
el naufragio de tus manos,
como si cuando siempre
señalaban mi vida.
BUFANDA
¿Quién dice que no eres mujer?
que no has sentido
en el ojo lobezno
de tus pezones
la comisura invernal de un insomnio.
¿Quién dice que no has visto
tu calostro hacerse nieve
bajo el cántaro más temido y ajeno?
¿Acaso no eras tú
quien hería las calles
de la mano con una bufanda rota
y un parque dormido
en cada extremo de tu adagio?
Mujer:
mirada al sur de tu frente
útero y trigo,
manos y rías
escorando al dorso de un espejo.
Y no me digan que no eres mujer,
llovizna tras la arcilla,
más lejos de tu lago
hoy, cuantas veces mires
diré mujer.
Y el vientre de algún árbol
hará cielo el olvido
y el frío de algún pájaro
hará niños en tu noche.
MAMARIA
Mamá amasa la masa
en la mesa masiva, mesiánica y mística
donde mes a mes, día a día,
minuto a minuto, acuden las masas
a masturbar su conjuro abismal:
más… más…
amásame más, mamá, que no alcanza
para la misa del martes,
las misiones en Malasia
y el nuevo crío que amamantas.
Y amasa mamá muscular,
maternal, amorosa: mamaria.
Luego corre a la cocina a terminar el desayuno,
sin querer pincha un huevo frito
y las masas murmuran consternadas.
En tanto María pequeña en la cama
al margen de la situación,
juega malabar con su osito:
más… más…
amásame más, osito, que no me alcanza
para otro orgasmo masivo como el de antes.
Así lo recuerdo.
María creció, siempre al margen,
enamorada de su osito marginal,
de su beso sadomasoquista
y –mártir my ass–
nunca aprendió a hacer masa.
Ahora el pan se fabrica en máquinas inmensas
K-20 con banda transportadora, PLC,
control automático de las partes por minuto,
agua, sal, azúcar y propionato de calcio,
calidad ISO 9000, normas DIN y ASTM.
El pan se expende a millones,
milagro de mercadotecnia,
desde los minimarkets hasta los megamarkets
y las masas acuden masivas a buscarlo
por interminables pasillos multicolores.
Ayer
amanecimos muertos de hambre
porque queríamos olvidarnos de volver al supermercado.
Pero vino pronto una ambulancia mercenaria
para llevarnos a resucitar con sueros macromoleculares,
nos amarraron a un pulmón artificial
y nos abrieron los ojos con fórceps.
Luego vino un doctor
a decirnos que ya está bueno de tanta droga,
que contemos las calorías y las vitaminas
y nos mandó para la casa
a dormir al arrullo de los tranquilizantes.
A soñar en posición fetal nuestro conjuro milenario
como el mantra de las ballenas:
Más… más… amásame más,
amamántame más, mamá,
que ya no me alcanza…
Y mamá murmura
maloliente y malhumorada en su mustio mausoleo:
Váyanse a la mierda, malditos
…mamíferos miserables.
A las dos treinta y cinco, hora de Greenwich, retorno a mis cabales y me entero de que hace un minuto he escrito una estupidez del tamaño de Siberia. Ruedo fuera de la cama y corro en pelotas hasta el estudio, donde otra conciencia automática pregunta quedamente si me estará mirando la esposa del vecino a través de su ventana, la calle y mi ventana, mientras la computadora anuncia “pirurrín: ya halaste la cadena del senricif y un remolino de treinta mil bits por segundo ha convertido a tu personaje en efluvio ciberespacial. No hay marcha atrás, pero si te consuela, todavía recuerdo la dirección de una chica que se desviste tras los números de tu tarjeta. La luz de la lámpara no me deja ver bien el cielo, pero siento que me alumbran varias estrellas. Dos, tres, cuatro fotones. ¿Seré yo también el polvo estelar indeseado de algún poeta gigante, que me mira resignado escorar desnudo entre Júpiter y el Sol? “Vista de cabrón” comento sin querer, casi río. Al tiempo la noche se aburre de mis cabeceos, ya vuelvo a mi estado natural y trato de seguir con el sueño en que estaba.
(Mauricio Ventanas prepara el antipoemario cibernético 'Automáticas' del que este poema será el primero)
Bueno saber de vos, Mauricio, amigo, por estos poemas, muy hermoso blog, te felicito. abrazos
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