Asvaghosa
Ashua Ghosha (ca. 80 - ca. 150) fue un religioso y poeta budista de la India.
Aśvaghoṣa en AITS (alfabeto internacional de transliteración sánscrita).
अश्वघोष en letra devanagari para escribir sánscrito.
Nació en Saketa en norte de la India, de una familia Brahmán
Se cree que fue el primer dramaturgo en sánscrito y es considerado como el mayor poeta indio después de Kalidasa. Fue el más célebre de un grupo de escritores de corte budistas, cuyas epopeyas rivalizaban con la contemporánea Ramayana. Mientras que la mayoría de la literatura budistas anterior a Asvaghoṣa había sido compuesta en sánscrito budista híbrido, él lo hizo en sánscrito clásico.
Fue en principio un estudiante que no seguía las enseñanzas budistas, pero después de perder una discusión con Pársua se convirtió al budismo. Llegó a ser consejero religioso del rey Kanishka del Imperio kushan.
Se creía que era el autor del influyente texto budista El Despertar de la Fe en el Mahāyāna, pero los modernos estudiosos están de acuerdo en que el texto fue compuesto en China.
También escribió un poema épico sobre la vida de Buda llamado Buddha-charita (‘el carácter de Buda’) en sánscrito y el Majá-alankara (‘la gran gloria’). Otro de sus textos fue el Saundara-nanda-kavia, un poema kavia con el tema de la conversión de Nanda, el medio-hermano de Buda, para que él pudiese alcanzar la salvación. La primera parte de la obra describe la vida de Nanda y la segunda las doctrinas budistas y las prácticas ascéticas.
Obras principales
Śāriputraprakarana, drama.
Saudraranandakāvya, epopeya.
Mahālankara (‘la gran gloria’).
El despertar de la fe en el majaiana.
Buddha-charita (‘el carácter de Buda’), epopeya.
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VIDA DEL BUDA (Buddha Carita)
de Asvaghosa
Traducido por
Beatriz Avanzati y Alejandro Gutman
Traducido por
Beatriz Avanzati y Alejandro Gutman
La “Vida del Buda” (Buddha-carita) es la primera traducción, directa del sánscrito al español, de una obra mayor de la literatura sánscrita, una de las más antiguas y más ricas en una lengua de la gran familia indoeuropea. Se trata de un largo poema narrativo que relata los principales acontecimientos en la vida del Buda. Compuesto por Asvaghosa en la India, entre 50-150 dC, es posterior a las épicas de las que se diferencia por su forma más cuidada, su variada métrica, la abundancia de figuras retóricas, la importancia de la descripción y de la sugestión.
El Buddha-carita comienza con el nacimiento del Buddha, sigue con los eventos de su vida, su muerte, la guerra por la posesión de sus reliquias, la celebración del primer concilio budista y el reino de Asoka. El Buddha-carita constaba en su origen de veintiocho cantos, pero el único manuscrito sánscrito superviviente sólo contiene los cantos 1-14 aunque el primero y el último de estos sólo en forma parcial. La versión original sánscrita se detiene justo cuando el Buda está por alcanzar la Iluminación en Bodhgaya. Para el resto del poema dependemos de las traducciones china y tibetana.
Nuestra versión incluye la traducción completa de los cantos 1-14 con notas explicativas al pie de página para facilitar su comprensión. Un apéndice provee la sinopsis de los cantos faltantes basada en las traducciones china y tibetana. Además, una introducción traza la evolución de la poesía sánscrita clásica, sitúa a la obra y a su autor, analiza la métrica del poema y sus fundamentos filosóficos.
CANTO III
LA PERTURBACIÓN DEL PRÍNCIPE
Una vez, él escuchó canciones sobre bosques
adornados con estanques de lotos
y cubiertos de tiernas hierbas
cuyos árboles sonaban con el trino del cuclillo. 3.1
Entonces, escuchó de la encantadora apariencia
de los bosques de la ciudad, amados por las mujeres,
y tomó la resolución de explorar el exterior
como un elefante encerrado en una casa. 3.2
El rey al enterarse de la intención
de ese deseo de su corazón llamado hijo
ordenó un paseo placentero acorde
con su afecto y majestad y la edad del príncipe. 3.3
Pensando: “Que no sea perturbado
el muy tierno espíritu del príncipe”
hizo evitar en el camino real su encuentro
con la gente común y sus padecimientos . 3.4
Entonces, dispersaron con suma amabilidad,
en todas partes, a viejos, enfermos y miserables,
a los de miembros mutilados y sentidos deficientes,
embelleciendo de manera inigualable la ruta real. 3.5
Una vez que el camino real devino espléndido,
el magnífico príncipe acompañado de sirvientes bien educados
descendió a su debido tiempo del piso superior del palacio
y, habiendo sido autorizado a partir, se acercó al rey. 3.6
A continuación, el rey, brotándole las lágrimas,
contempló a su hijo largo rato y besándolo en la cabeza,
le ordenó con palabras “¡Ve!”,
pero no lo liberó con su corazón debido al cariño. 3.7
Entonces, él subió a un carro de oro
uncido a cuatro caballos dóciles,
ornamentados con arreos dorados,
cuyo conductor era honesto, viril y hábil. 3.8
Entonces, él entró, con un séquito apropiado
en el camino sembrado con montones de flores brillantes,
guirnaldas colgantes y estandartes flameantes
como la Luna con las estrellas en el cielo. 3.9
Él avanzó muy lentamente por la ruta real
abarrotada de mitades de lotos azules
en la forma de los ojos muy abiertos de los citadinos
que lo miraban con suma curiosidad de todos lados. 3.10
Unos lo alabaron por la placidez de su figura,
otros lo celebraron por su esplendor
y aún otros, a causa de su amabilidad,
le desearon gloria y larga vida. 3.11
Jorobados surgiendo de las grandes residencias
y multitud de sirvientes y de enanos
y mujeres provenientes de las casas pobres
se inclinaron como estandartes ante el paso de un dios. 3.12
Entonces, las mujeres escuchando a los sirvientes
expresar: “Ciertamente, el príncipe pasa”,
irrumpieron en los balcones con el deseo de verlo
luego de ser autorizadas por el jefe de familia. 3.13
Ellas, entorpecidas por la caída de sus cinturones,
apenas despiertas con sus ojos somnolientos
y poniendose sus adornos al escuchar los rumores
se reunieron desinhibidas, plenas de curiosidad. 3.14
Con el estruendo de sus pies en las escaleras de sus mansiones
y con el tintineo de sus cinturones y el chocar de sus ajorcas,
asustando a todas las aves guardadas como mascotas,
las mujeres se empujaban excitadamente unas a otras. 3.15
Aunque en algunas de estas de bellos cuerpos
surgiera la ansiedad y se apresuraran,
sus caderas como carros y sus amplios senos turgentes
dificultaban su marcha a causa del peso. 3.16
Pero otra, aun capaz de andar velozmente,
refrenando la marcha se desplazó con lentitud,
y, tímida, ocultó recatadamente
sus ornamentos portados sólo en la intimidad. 3.17
Un gran revuelo reinaba en las ventanas
donde las mujeres se apiñaban,
con sus aros agitándose y entrechocándose
y todos sus ornamentos resonando. 3.18
Y, asomando por las ventanas,
con sus aros rozándose,
las caras de loto de las mujeres brillaban
como lotos adheridos a las mansiones. 3.19
Con sus palacios atestados de jóvenes asombradas,
abriendo las ventanas por curiosidad,
la magnífica ciudad parecía en todas partes
una ciudad celestial con sus palacios plenos de ninfas. 3.20
Debido a la estrechez de las ventanas,
los aros de una apoyándose en la mejilla de otra,
las caras de estas supremas mujeres
parecían ramilletes de lotos atados. 3.21
Las mujeres mirando al príncipe en la calle
parecían deseosas de descender a la tierra
y los hombres mirándolo con sus rostros alzados
parecían deseosos de ascender al cielo. 3.22
Y esas mujeres observando al hijo del rey,
que brillaba intensamente por su belleza y majestad,
murmuraron: “¡Qué feliz debe ser su esposa!”
con mentes puras, sin ninguna otra intención. 3.23
“Este, cuyos brazos son excepcionalmente fuertes
y cuya belleza es igual a la del dios del amor en persona,
luego de renunciar a la soberanía seguirá el camino del dharma”
pensaron y albergaron por él un profundo respeto. 3.24
Así, percibiendo por primera vez el camino real
repleto de ciudadanos educados,
vestidos limpia y discretamente, el príncipe se alegró
y consideró que en cierta manera renacía. 3.25
Pero los dioses de moradas puras viendo
a esta ciudad jubilosa como el cielo
crearon un hombre viejo para urgir
la partida del hijo del protector de la Tierra. 3.26
Entonces, el príncipe viendo a ese abrumado por la vejez,
cuyo aspecto era tan diferente del de otros hombres,
habiéndose despertado su interés, fijó su vista en él
y preguntó a su cochero:3.27
"Señor cochero, ¿quién es ese hombre que se aproxima
apoyando su mano sobre un bastón, con los cabellos blancos,
con sus párpados caídos sobre los ojos y los miembros flojos y torcidos?
¿Es una deformidad, es un estado natural o accidental?" 3.28
Escuchado esto, el conductor del carro,
por la confusión creada en él por estos mismos dioses,
no viendo su error, hizo conocer al hijo del rey
aquel asunto que debía ser callado. 3.29
"Asesina de la belleza, ruina del vigor,
fuente de dolor, aniquilamiento de los deseos,
pérdida de los recuerdos, enemiga de los sentidos,
esa es la llamada vejez. Él fue destruido por ella. 3.30
Aún inocente, bebió leche en la infancia
y oportunamente gateó sobre la tierra
y gradualmente devino un bello joven
para luego acercarse gradualmente a la vejez." 3.31
Cuando fue informado de esto, algo perturbado,
el hijo del rey dijo al cochero lo siguiente:
"¿Ese mal será mío también?"
El cochero, entonces, le respondió: 3.32
"Indudablemente, por el poder del tiempo, alcanzará
esta edad excesiva también al longevo señor.
Aunque la gente sabe que la vejez
destruye al cuerpo, aún así la desea." 3.33
Entonces, ese cuya mente se había purificado por méritos en vidas
anteriores y cuyas acciones virtuosas se habían acumulado
a través de incontables eras,
anteriores y cuyas acciones virtuosas se habían acumulado
a través de incontables eras,
esa gran alma, habiendo escuchado sobre la vejez, tembló
como un toro ante el estruendo de un poderoso trueno en la vecindad. 3.34
http://www.elportaldelaindia.com/El_Portal_de_la_India_Antigua/Buddhacarita_files/Buddhacarita.%20Seleccio%CC%81n.pdf
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