sábado, 4 de abril de 2015

PABLO FLORES CHÁVEZ [15.396] Poeta de Ecuador


PABLO FLORES CHÁVEZ

(Quito, Ecuador  1988)
Estudia Lenguaje y literatura en la Universidad Central del Ecuador. Ha publicado los libros de poesía Bandada (Deidad y Suplicio) (2013), Cesado el nombre (2013) y un libro tratado: Silicone Baby (2012). Ganador del primer premio nacional de  poesía emergente Desembarco 2013, El premio único nacional de Poesía en Paralelo 0, el II premio de poesía  Día del libro y la rosa organizado por la UNESCO, y el I premio de poesía Poeta vs Poeta. Consta en varias antologías como: Muestra dinámica de poesía latinoamericana ¨Tea party¨ (Chile, 2013), Poesía en paralelo cero 2013, y Anthology of poetry by Young Americans.




Mainländer:

Esperando aquel resquebrajamiento que sentencia el refugio propio.

La postergación del diluvio permanece en el abandono:
quietud de las piedras
labradas por el mar.

La inminencia de la oquedad en el llanto
como un cuchillo siendo afilado antes de penetrar la carne,
reitera la iluminación de una insignia:

los brazos ascienden y exploran los garfios que tiemblan.

Cesado el nombre, El Ángel Editor,  Quito, 2013




CUSTODIADO POR LA VIGILIA

Pasada la marchitez del agua sobre este furor saciado del perenne cauce, 
devendrá el dominio de mi voz para sucumbir la brevedad del cristal custodiado.

Como altar sin nombre,
la ausencia pasará por forma de retorno.

Cavar
no será nuestra respuesta
sin la premonición del tacto al fuego.

Cesado el nombre, El Ángel Editor,  Quito, 2013




La Raíz Invertida - Revista Virtual De Poesía
Nota y selección por Jorge Valbuena

Un secreto embrujo se instala entre la ceniza del mundo, licor de humo que golpea los cristales del canto, resquebrajados sentidos que invierten el cauce de su filo y hacen vértigo a la levedad. Así es la poesía de Pablo Flores Chavez, un urgente incendio que alista la pira que crecerá mientras busca una espina en el fuego. En sus palabras se agolpa, desde la levedad, el rumor de un estruendo de cántaros; la sequía apacible de una noche agujereada, una huella que huye, rostros de ecos no pronunciados y algarabía de cosas que caen sin haber estado en su sitio. Algazara mimética.

La exploración que aquí se desata va más allá de la simple y cacareada condición de ruptura. Algunas cosas, sencillamente, merecen ser pronunciadas guardando su espejismo o su secreto; esta poesía no quiere revelar la luz sino sus ramas; sentir el diapasón que desveló a la razón, ver por entre las rendijas del pensamiento lo sublime de sus temblores, la irrigación de las ondas remotas que nombraron el orden del mundo, devolverle lo sutil al vértigo, ser un armisticio en las voces que creemos callar, medir, dominar, cuando sentimos.


De Silicone Baby (2012)


[Canción en un escafandra alejado del mundo real]

Y así vi el desquebrajado derrame de lava, esperando
menguar el encierro que se confundió con la claridad del
aullido de alrededor, así vi parir, la trinchera que había de
anunciarse como el blanco perfecto entre nosotros:
finalmente plasma e incineración de nuestros cuerpos
hilvanan el descanso de la agnición amedrentada por un
cultivo artificial:
¡Sí!
Un cultivo artificial de parásitos artificiales a penas echados
a perder en la restitución de la muerte, como si fuera posible
la idolatría del marsupial beat electrónico. Sumando las
hilachas de un cuerpo incubado. Mejor que eso; las hilachas
de un cuerpo incubado intentando preceder su sacramento
hereje contra un tercer ojo leído por la causalidad que
implica un espacio temporal a tientas del nirvana pasado de
moda.



[Di que un estudio sobre las proporciones de la luz y la sombra perecen en su cadencia de enganchar el rezo de madres implorando rejuvenecer la densidad de su cuerpo, di que te cuenten cómo el sentido de la imposibilidad insinúa el logro estético de una cucaracha montada sobre otra en una gigantografía haciéndonos saber la presencia de las artes gráficas publicitarias modernas como adorno de la intersubjetividad]



El tumulto brilla alrededor de una fiebre ya desgastada,
respondiéndose con la luz de un fanal.

O

las moscas alrededor de la tinta fresca

Ο

No tengo música alta para la proclamación de luz en la
leche derramada sobre las flores. Hacia la ruina delatan
las murallas el vacío de bordear la carne recobrada, poco
vivimos para ser padres precoces y para aprender que el
centro de la tierra, también podía ser el centro del ombligo.
Con el ojo partido te fui diciendo que el incinerarnos en
una ladrillera nos volvería invencibles a la proximidad de la
marea en sus fragmentos. Que la voluntad humana se forjo
a palazos en las marcas de sol, que el retorcer la culebra
de los campos con otra abriría nuevos caminos, ante la
inmovilidad de los coágulos en la mirada fija demostrando
las costillas rotas; tú tendrás en cuenta el libre santuario
que cuelga de estos cuerpos en el lago de sangre, la batalla
liberada, el mástil recobrado. Tú que vives y reinas por la
imploración de la sequedad en el fenecer de los días, tonifica
está naturaleza muerta a tus pies.


›‹•›‹

Y así llegó la mimesis de devorar plástico en toneladas para
así inflamar las prótesis
que cautivan la vanidad del júbilo falso de pertenencia a algo
o a nada:
Las sacudidas del hueso descompuesto, las sectas de mar
abierto, el amansamiento de
la tierra sumergida; todo queda al amparo de la orfandad
encendida por un cañón.
El mundo es nuestro:
Todo el mundo baila desnudo.





DECAPITACIÓN DE UN ASTRONAUTA A 33,000 METROS  DE ALTURA

(Fragmento)

60mts.

Perdóname la vida símbolo patrio que has enajenado la
fetidez de este nido de árbol vaciado, siempre yo y los
demás, yo y el singular calor del látigo después de ser
removido de la piel, yo y el acto de una decapitación
llevada a cabo a pesar del discurso de charlatanes
predicando la palabra de un ser fuera del espacio,
traducido a los orgasmos de los animales y la velocidad de
la luz.
Mi decapitación como astronauta en el espacio a 33
000 metros de altura no sirve sin la premonición del
desfallecimiento en un estado hidrostático de espera.
Aquí aguardo; el relieve de esta altura haga sarna con la
voracidad de las estrellas superbrillantes.

30000 a 33000mts.

Sí, deslizo la dialéctica cuantificada hacia el sintético humo
negro que sobresale a lo lejos del torbellino y la mácula de
fuegos artificiales dando premiación y preámbulo al baile
contorsionado como doble glotonería de su majestad: la
piel sellada.

Decapita mi cabeza una vez más, la inteligencia artificial
del fósforo encendido concentra la pudibundez del abolir el
ánima de mis movimientos.

El ánima de mi amor.

El ánima de un mundo sin cabeza.



De Cesado el nombre (2013)


SIN NOMBRE

Descubres otra muerte
en el pasado:
es tu espina y tu fuego:
-nihil novi sub sole-

Al cesar el nombre
proclama tu nacimiento
palpado en una cruz.



KANT:

¿Qué escritura advierte el predominio de la tempestad
sobre la lengua cortada?

Ser es llamar.

Epístolas de cornamenta:
tu mano en la mía.

El comienzo,
siempre es un pedazo de res colgada
bajo una paz de zurcir el descanso que envanece.



FONTENELLE:

El deshielo todavía posee el brillo de la lepra.

Me aferro a él interiormente
como una evidencia de que la lucidez absoluta
también delimita el transcurso de la salvación.

No hay nada yacente sobre la perplejidad encarnada del vértigo.

Nada quedará
tras la decrepitud cambiante.

¿Algún rito perfeccionará el reposo de la llama?





INTERMEZZO DE LOS NOMBRES NOMBRADOS

1

De la estancia de la sombra al refugio de su levedad,
permanece el redimir de la sinfonía de la distancia
como la luz ascendida hacia el peso de los cuerpos en premura
de su extinción.

Por eso tuyo
es el llamado a postergar la fragilidad del silencio
entre las letanías
de nuestra sangre sobre la sangre de otros:

todo no cambia todo.
Morir es suficiente.



2

El furor de la desolación que entrecorta el aire
Atestigua el eco de la rama que se quiebra.

El olvido impone su embate.



VEHEMENCIA Y NEGACIÓN DEL OBJETO SAGRADO

5

Promulgada esta pérdida del gemido y su ebriedad que nos fue sagrada.
El instante precautorio del silencio adueña la procesión día y noche

como si una mediación fuera para siempre:

Al vedado crujir del vidrio
perpetúa el amor su amor.

Alguien apabulla la desfachatez con la sinuosidad
que oculta al sol con un dedo.

La palidez se reconstruye a sí misma.

Cansar el desvío del rastro
impregna la floración en el silente atropello de la sima.

La voz
vuelve siendo lo descifrable a lo lejos de la hoguera
para revertir su candor de deseo.

El trueno ya no perturba una vez bifurcada la tierra.

Somos otros bajo la piel aljofarada del señuelo.




LA FE INSISTE EN LA PÉRDIDA

Ya el principio del fuego extinto reafirma la tempestad sin
sospechar el numen que lo cubre.

Sobre el retorno de las ánimas
contra la costilla lustrada de un cristo multiplicado en miles,
la palabra desciende como un rezo.

Ahora trasiegan los ojos de tu primer hijo
los pétalos que un día enamorados escanciarán
un deseo sobre el de los demás:

ser de la materia la escritura, el naipe de oro en mi frente que cae por su
propio peso.
Este porvenir siempre nos antecede.
Yo soy la ablación.




De Bandada – Deidad y suplicio (2013)

I

Sabemos cómo la redención es palpable por el titubeo de otros en la avanzada tan grande llamada cuerpo, por más leve sea la herrumbre que su vientre conjura, olvidamos un templo sin dios y su insignia tatuada en sus paredes: desmadejar de la noche ajusticiada por el empellón de dos cauces su desvelo. Escapamos de nuestras predicaciones y las formas de luz que aglutinan una ruptura tediosa en el andarivel que ahora toman todos los súbditos en su camino de retorno al enrojecido embate de dos cráneos aguardando la piedra que los desgaje de una vez por todas. Nuestro mecimiento ante la espera es el deseo que desvanece entre las vidas de personas que jamás conoceremos. Un florecer de bruma seca atisba el origen de la corriente congelada de los ríos aumentando su sed de caballos salvajes.


V

Poco vivimos para envejecer tan prematuramente ante la fealdad de una triturada hostia repartida entre las libaciones de pordioseros asumiendo su culpa de fatuos vientres, colmados por las ondas expansivas que afiebra el agua que los bebe. Dinos culpables del trazado fumigado de la aldea en llamas pero cada uno condena su propio encuentro. Tenemos miedo a perder todo por voluntad propia. Tenemos miedo a la mácula exhibiéndose a cien años de aquí como un tentáculo que pueda ensombrecer la luz.


VIII

Encallado el pájaro siempre murió. Ahora trasiegan nuestros ojos de multitud en deshonra al nuevo tuétano envolviéndose en el vientre de la madre; que nos vio nacer que nos verá parir que nos verá morir y resurgir del transido vocerío de hembrajes gritando a la aurora de todas las cabezas decapitadas que ahora flotan sobre el mar. Ahora y siempre la permeancia condiciona el reflejo tardío de la encina dentro de su fruto como si prevería su mutilación.


VIII

El fin del engendro que tiene por pena la vastedad de las preseas lustradas en su pujamiento fuera del disco que gira perpetuamente; decide finalmente llamarnos hijas. Seremos libres algún día. Seguiremos hurgando la estirpe de la eyaculación bajo el ascua de la luz recobrada en su presencia.


IX

Precipitar la ceguera con la rama más frágil que siempre ha sido la noche. Desencadenar la fuerza del tártaro: todos los nombres por existir intentando concederse el don de la piedra en el estanque. Nosotras fuimos alguien más del montón: de la larga vida del movimiento que enturbia al alcohol en su cauce final purificante, como la tentación que perdura más allá de la zozobra y no es re­conocible su fin. Sabemos que de nada sirve el eslabón demiurgo naciendo alrededor de la presa acorralada: un sueño calla a otro sueño. El navío, su perdición.


XIII

El mundo es un animal hambriento frente al espejo. Nada repudia el vuelco de las estaciones a pesar de haber estampidas en la raíz sexual de una estrella todavía sin brillar. Del otro lado de la vida: la vida misma. Nuestra beatitud: un ascenso órfico en la sucesión de gritos que son monos que en algún punto son humanos que en algún punto son plantas que en algún punto son el cebo que nos enceguece.


XVII

Sabemos que si la mutilación del dominio de las especies es la verdadera liberación del movimiento de la tierra, también el vacío será la apuñalada del coito sobre una estampida llena de asfixia. Antes de envejecer como una bestia rumiante se removerán las sobras de carne del bronceado excesivo, como una venganza antigua y llena de afirmaciones fijadas en el ocaso. Aquí, la sepultura de la lumbre se confundirá con el óxido de la anestesia inyectada sobre el rostro. Un ejercicio de alineamiento antes de convertirnos en profecía.












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