Richard Crashaw
Richard Crashaw (Londres, hacia 1613 - Loreto, 25 de agosto de 1649), fue un poeta barroco inglés, llamado "el divino", que formó parte del grupo de poetas metafísicos del siglo XVII.
Su obra poética está inspirada por el misticismo español,1 y por el poeta italiano Giambattista Marino. Tiene carácter religioso y es un poeta erudito.
Entre sus obras, puede citarse: Carmen Deo nostro, The flaming heart (himno a Teresa de Jesús), Los placeres de las Musas, Poemas sagrados, Camino del Templo y, sobre todo, Versos escritos en un libro de oraciones, considerada por parte de la crítica, una de las más perfectas poesías de la lírica inglesa.
Fue un traductor muy notable, que se compenetraba con el autor al que traducía. Dentro de esta labor, destacó por su versión inglesa de la obra italiana Sospecha de Herodes, escrita por Marino.
Fue igualmente un excelente orador sagrado.
Traducción y estudio del poema “The Flaming Heart upon the Book and Picture of the Seraphicall saint Teresa”.
Imaginería mística y barroca en Richard Crashaw”
Ana Calvo Revilla y Juan Luis Hernández Mirón
Universidad CEU San Pablo
Corazón ardiente
Sobre el libro y la imagen de Teresa, la Santa Seráfica
(Dado que suele ser representada con un Serafín junto a ella)
¡Bienintencionados lectores! Vosotros que venís como amigos
y entendéis la valiosa reputación que esta obra pretende;
no tengáis excesiva prisa en admirar
aquella falacia de mejillas sonrosadas
Aquel es un SERAFÍN, dicen
y esta es la gran TERESA.
Lectores, guiaos por mí; y cometed con ello
un error sabio y bien dispuesto.
Debéis trasladar bien la imagen,
y escribirla mal para leerla bien;
leedle a ÉL por ella, y a ella por Él;
Y llamad a la Santa Serafín.
Pintor, ¡qué fue lo que entendiste
para poner el dardo (de la Santa) en la mano (de él)!
Observa, incluso los años y la estatura de él
la muestran a ella como madre SERÁFICA.
Esta es la llama que instruye; y dócil aquel que
–estando aquí sus alegres fuegos artificiales– desciende a contemplarlos.
¡Ay de los hombres de espíritu más pobre!
Si tu frío PINCEL hubiera besado su Pluma
no habrías errado tan burdamente
al mostrarnos esta tenue sombra de lo que era ella.
¿Por qué? La imagen revela un plano puramente mortal;
y con su rostro GÉLIDO hace una caricatura de la LLAMA del amor humano.
Podría sospechar uno que querías pintar
una santa mujer débil, inferior.
Pero si el morado de su rostro pálido hubiera tomado
el fuego de las mejillas ardientes de aquel brillante Libro
habrías volcado en ella todo
lo que de SERÁFICO se hubiera encontrado;
por bella que se muestre esta juventud de fuego,
dedos sonrosados, pelo radiante,
mejillas encendidas y alas relucientes,
todas esas cosas bellas y deslumbrantes,
pero por encima de todo, ese DARDO encendido
solo habría llenado la Mano de este gran CORAZÓN.
Haz por tanto lo que es justo,
puesto que de Él es el rubor y de ella los fuegos,
reanuda y rectifica tu rudo proyecto;
desviste tu Serafín para vestir el mío.
Redime esta injuria de tu arte;
dale el velo a Él, y a ella dale el dardo.
Dale el velo a Él para que pueda cubrir
las sonrojadas mejillas de un amante rival
avergonzado de que nuestro mundo, ahora, puede mostrar
nidos de nuevos Serafines aquí abajo.
Entrégale a ella el Dardo, dado que es ella
(juventud bella) quien dispara a ambos, a tu astil y a Ti.
Decidme, sabios y bien penetrados corazones
que vivís y morís entre sus dardos,
¿qué es eso que vuestro delicado gusto espiritual prueba
en su singular vida, y qué es eso que ama?
Decid y sed testigos. ¿Acaso no envía ella
un Serafín con cada disparo?
¡Qué recámaras de Armas inmortales relucen allí!
La gran artillería del cielo en cada línea tejida de amor.
Entrégale el dardo, por tanto, a ella, pues ella entrega la llama;
entrégale el velo a quien dulcemente se avergüenza.
Pero si es destino frecuente
considerarse afortunado de las peores equivocaciones;
si todo está prescrito; y si la equivocación orgullosa
no escucha una canción humilde;
a cambio de su cortesía,
entrégame al Serafín sufriente.
Sea para él la valentía de todo lo que brilla:
las mejillas encendidas, las alas relucientes;
la mano sonrosada, el Dardo radiante;
Déjale solo a ELLA EL CORAZÓN ARDIENTE.
Déjale eso y le dejarás,
no un débil astil sino todo el temblor del amor.
Porque en el campo del amor nunca se ha encontrado
arma más noble que una HERIDA.
Las pasiones del amor son su parte más activa.
El herido es el corazón doliente.
¡OH CORAZÓN! Veneno igualmente para ambas caras del amor,
tan enorme con la herida como con los dardos.
Vivid en estas hojas vencedoras1
; vivid todos lo mismo;
y haced caminar por todas las lenguas a una misma LLAMA triunfante.
Mora aquí, CORAZÓN grande; y ama y muere y mata;
y sangra e hiere; y al mismo tiempo ríndete y conquista.
Permite que esta vida inmortal de donde viniere
camine en una multitud de amores y MARTIRIOS.
Deja que las MUERTES místicas esperen en ella; y que las almas sabias sean
testigos, muertas de amor, de esta vida tuya.
Oh dulce incendiario!, que mostraste aquí tu arte,
sobre esta carcasa de un corazón duro y frío;
permite que todos tus rayos esparcidos de luz, que juegan
entre las hojas de tu gran Libro de los Días,
fundidos contra este PECHO, irrumpan de una vez
y se lleven de mí a mí mismo y mi pecado;
este cortés robo será tu recompensa:
y mi dicha mejor apartar semejante bien de mí.
¡Oh tú, eterna hija de los deseos!
por toda tu dote de LUCES Y FUEGOS;
por toda el águila que hay en ti, por toda la paloma;
por todas las vidas y muertes de amor;
por tus extensas corrientes de luz intelectual,
y por tu sed de amor aún más grande que ellas;
por tus Entrañas que desbordan un intenso deseo
por la corriente de fuego líquido de tu postrera mañana;
por el reino eterno de aquel beso final
que asió tu alma, al despedirse, y te selló con la suya;
por todos los cielos que tienes en Él
(hermana noble del SERAFÍN!)
Por todo lo SUYO que tenemos en Ti;
no dejes nada Mío en mí.
Permíteme leer tu vida, hasta que yo
pueda morir a toda la mía.
A HYMN
TO THE NAME
AND HONOUR
OF THE ADMIRABLE
SAINT TERESA
Love, thou are absolute sole lord
Of life and death. To prove the word,
We’ll now appeal to none of all
Those thy old soldiers, great and tall,
Ripe men of martyrdom, that could reach down
With strong arms their triumphant crown;
Such as could with lusty breath
Speak loud into the face of death
Their great Lord’s glorious name; to none
Of those whose spacious bosoms spread a throne
For love at large to fill; spare blood and sweat,
And see him take a private seat,
Making his mansion in the mild
And milky soul of a soft child.
Scarce has she learn’d to lisp the name
Of martyr, yet she thinks it shame
Life should so long play with that breath
Which spent can buy so brave a death.
She never undertook to know
What death with love should have to do;
Nor has she e’er yet understood
Why to show love she should shed blood;
Yet though she cannot tell you why,
She can love, and she can die.
Scarce has she blood enough to make
A guilty sword blush for her sake;
Yet has she’a heart dares hope to prove
How much less strong is death than love.
Be love but there, let poor six years
Be pos’d with the maturest fears
Man trembles at, you straight shall find
Love knows no nonage, nor the mind.
’Tis love, not years or limbs that can
Make the martyr, or the man.
Love touch’d her heart, and lo it beats
High, and burns with such brave heats,
Such thirsts to die, as dares drink up
A thousand cold deaths in one cup.
Good reason, for she breathes all fire;
Her weak breast heaves with strong desire
Of what she may with fruitless wishes
Seek for amongst her mother’s kisses.
Since ‘tis not to be had at home,
She’ll travel to a martyrdom.
No home for hers confesses she
But where she may a martyr be.
She’ll to the Moors, and trade with them
For this unvalued diadem.
She’ll offer them her dearest breath,
With Christ’s name in ’t, in change for death.
She’ll bargain with them, and will give
Them God; teach them how to live
In him; or, if they this deny,
For him she’ll teach them how to die.
So shall she leave amongst them sown
Her Lord’s blood, or at least her own.
Farewell then, all the world, adieu!
Teresa is no more for you.
Farewell, all pleasures, sports, and joys,
(Never till now esteemed toys)
Farewell, whatever dear may be,
Mother’s arms or father’s knee,
Farewell house and farewell home,
She’s for the Moors, and martyrdom!
Sweet, not so fast! lo, thy fair spouse,
Whom thou seek’st with so swift vows,
Calls thee back, and bids thee come
T’embrace a milder martyrdom.
Blest powers forbid thy tender life
Should bleed upon a barbarous knife;
Or some base hand have power to rase
Thy breast’s chaste cabinet, and uncase
A soul kept there so sweet; oh no,
Wise Heav’n will never have it so;
Thou art Love’s victim, and must die
A death more mystical and high;
Into Love’s arms thou shalt let fall
A still-surviving funeral.
He is the dart must make the death
Whose stroke shall taste thy hallow’d breath;
A dart thrice dipp’d in that rich flame
Which writes thy spouse’s radiant name
Upon the roof of heav’n, where aye
It shines, and with a sovereign ray
Beats bright upon the burning faces
Of souls, which in that name’s sweet graces
Find everlasting smiles. So rare,
So spiritual, pure, and fair
Must be th’ immortal instrument
Upon whose choice point shall be sent
A life so lov’d; and that there be
Fit executioners for thee,
The fair’st and first-born sons of fire,
Blest Seraphim, shall leave their quire
And turn Love’s soldiers, upon thee
To exercise their archery.
Oh, how oft shalt thou complain
Of a sweet and subtle pain,
Of intolerable joys,
Of a death in which who dies
Loves his death, and dies again,
And would forever so be slain,
And lives and dies, and knows not why
To live, but that he thus may never leave to die.
How kindly will thy gentle heart
Kiss the sweetly-killing dart!
And close in his embraces keep
Those delicious wounds, that weep
Balsam to heal themselves with. Thus
When these thy deaths, so numerous,
Shall all at last die into one,
And melt thy soul’s sweet mansion
Like a soft lump of incense, hasted
By too hot a fire, and wasted
Into perfuming clouds, so fast
Shalt thou exhale to Heav’n at last
In a resolving sigh; and then,
O what? Ask not the tongues of men;
Angels cannot tell; suffice,
Thyself shall feel thine own full joys
And hold them fast forever. There
So soon as thou shalt first appear,
The moon of maiden stars, thy white
Mistress, attended by such bright
Souls as thy shining self, shall come
And in her first ranks make thee room;
Where ’mongst her snowy family
Immortal welcomes wait for thee.
O what delight, when reveal’d Life shall stand
And teach thy lips heav’n with his hand,
On which thou now mayst to thy wishes
Heap up thy consecrated kisses.
What joys shall seize thy soul when she,
Bending her blessed eyes on thee,
(Those second smiles of heav’n) shall dart
Her mild rays through thy melting heart!
Angels, thy old friends, there shall greet thee,
Glad at their own home now to meet thee.
All thy good works which went before
And waited for thee, at the door,
Shall own thee there, and all in one
Weave a constellation
Of crowns, with which the King, thy spouse,
Shall build up thy triumphant brows.
All thy old woes shall now smile on thee,
And thy pains sit bright upon thee;
All thy sorrows here shall shine,
All thy suff’rings be divine;
Tears shall take comfort and turn gems,
And wrongs repent to diadems.
Ev’n thy deaths shall live, and new
Dress the soul that erst they slew;
Thy wounds shall blush to such bright scars
As keep account of the Lamb’s wars.
Those rare works where thou shalt leave writ
Love’s noble history, with wit
Taught thee by none but him, while here
They feed our souls, shall clothe thine there.
Each heav’nly word by whose hid flame
Our hard hearts shall strike fire, the same
Shall flourish on thy brows, and be
Both fire to us and flame to thee,
Whose light shall live bright in thy face
By glory, in our hearts by grace.
Thou shalt look round about and see
Thousands of crown’d souls throng to be
Themselves thy crown; sons of thy vows,
The virgin-births with which thy sovereign spouse
Made fruitful thy fair soul, go now
And with them all about thee, bow
To him. «Put on,» he’ll say, «put on,
My rosy love, that thy rich zone
Sparkling with the sacred flames
Of thousand souls whose happy names
Heav’n keeps upon thy score. Thy bright
Life brought them first to kiss the light
That kindled them to stars.» And so
Thou with the Lamb, thy Lord, shalt go,
And wheresoe’er he sets his white
Steps, walk with him those ways of light
Which who in death would live to see
Must learn in life to die like thee.
http://piedraycielo.eu/pyc09/index.html#.Vh0NDeztmko
Y los hombres amaron más las tinieblas que la luz.
(But Men Loved Darkness rather than Light)
Brilla la luz del mundo, brilla como quiere, *
El mundo amará la quietud de su oscuridad.
Lo dudo, aunque cuando el mundo está en el infierno,
No va a amar su tiempo de oscuridad tan bien.
*ver Juan iii 19.
De: Pasos hacia el Templo (1646).
Epigramas Divinos: De el etíope bautizado.
( Divine Epigrams: On the Baptized Ethiopian)
No lo dejes tener más esperanzas vanas
un etíope se baña;
Él bañó , su piel oscura de un tono suave,
Puesto que su alma blanca está hecha;
Y ahora, no lo dudo, a la Paloma Eterna
Una casa de rostro negro le encantará.
Nota: Publicado por primera vez en “pasos hacia el templo”, 1646. Algunos de los epítetos fueron revisados en la edición ampliada de 1648, y en Carmen Deo Nostro (1652). También hay versiones latinas anteriores.
Epigramas Divinos: En el milagro de los panes multiplicados.
(Divine Epigrams: On the Miracle of the Multiplied Loaves)
Ves aquí una fiesta fácil que no conoce herida,
Que bajo los dientes del hambre será necesario estar en buen estado;
Una cosecha sutil de pan sin límites,
¿Qué queréis más? Aquí la comida en sí misma es alimento.
Epigramas Divinos: De Sansón a su Dalila.
(Divine Epigrams: Samson to his Delilah)
¿No podrías una vez enceguecerme, cruel, es suficiente?
Cuando por primera vez que me fijé en ti, he perdido mis ojos.
Epigramas Divinos: A nuestro Señor, sobre el agua hecha vino.
(Divine Epigrams: To our Lord, upon the Water Made Wine)
Tú agua vira al vino, amigo leal de la vida,
Tu enemigo, atraviesas el arte dulce de tu reinado,
Destila de allí las lágrimas de ira y los conflictos,
Y así se convierte el vino al agua de nuevo.
Dos subieron al templo a orar.
(Two Went up into the Temple to Pray)
¿Dos fueron a orar? O más bien dicho*
Uno fue a presumir, el otro a orar:
Uno se para cerca y pisa en lo alto,
Cuando el otro oso no poner su ojo.
Uno más cerca del altar pisado de Dios,
El otro en el altar de Dios.
* Ver: Lucas xviii 10-14.
Un Cantar.
(A Song)
Señor, en el sentido de tu dulce gracia
Envía a mi alma a buscar tu rostro.
Tus benditos ojos reproducen tal deseo,
Muero en el delicioso fuego del amor.
O el amor, yo soy tu sacrificio.
Permaneced inmóviles triunfantes, ojos benditos.
Aún brillan en mí, ¡soles hermosos! que yo
Aún puedo contemplar, aunque todavía moribundo.
Aunque todavía Moribundo , vivo de nuevo;
Aún anhelando por lo que aún estoy muerto,
Así gratificada es la pérdida de la respiración.
Moribundo incluso en el deseo de la muerte.
Aún vive en mí esta lucha amorosa
De vivir la muerte y el morir la vida.
Porque mientras tú dulcemente me das muerte
Muerto por mi mismo, yo vivo en ti.
Traducción del Inglés por: Juan Diego Amoroz E.
http://centaurocabalgante.blogspot.com.es/
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