LETICIA CARRERA LÓPEZ
(Morelia, Michoacán, México 1981).
Licenciada en Filosofía (Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo, 2009) Pertenece al consejo editorial de la revista El Subterráneo (Morelia, Mich., 2000-2010). Aparece en las siguientes antologías: Son de Marzo (Universidad de Guanajuato, 2005), Silencio Habitu(a)do (Universidad de Guanajuato, 2006), Tiempo Mixto (Universidad de Guanajuato, 2007) y Callejón de Subida (Universidad de Guanajuato, 2009, Olvidados y Excéntricos (Secretaría de Cultura el estado de Michoacán, 2008). Ha publicado en varias revistas del país como Círculo de Poesía (2010, revista web), Blanco Móvil (Ciudad de México, 2006), Parteaguas (Aguascalientes, 2007), Hilo (Morelia, 2006-07), El Huacal (Puebla, fecha), Alter-arte (Mérida, 2004), Paletras (Ciudad de México, 2005); en suplementos como: “La voz del niño”, “Acento” y “Voz-es” del periódico “La Voz de Michoacán”; “Letras” de Cambio” del periódico “Cambio de Michoacán”; “Pleamar” del periódico “Crónica” de Campeche. Fue beneficiaria del Programa de Estímulos para la Creación y Desarrollo Artístico de Michoacán en el área de literatura (Secretaría de Cultura el estado de Michoacán, 2008-2009). Actualmente estudia la maestría en Bibliotecología y Estudios de la información en la UNAM.
Lección 25.85
A veces la vida nos da sorpresas:
nos avienta,
nos muerde,
nos patea.
Descansas y sigue:
te acaricia,
te besa,
te cuida,
te abraza,
Sabes que es vida
las preocupaciones no deben existir,
y entiendes que es vida
paso a paso,
y te sabes vivo.
La vida es el juego
donde apostar es crecer,
todo como es
simpleza y sencillez.
Hoja en blanco
Vuela,
vuela alto y sé pájaro,
el aire acaricia las alas,
las alas son brazos de aire.
Vuela,
vuela más alto, sin gravedad
sé meteoro huyendo.
Los hoyos negros te invitan
a pasear en sus entrañas,
ser nada.
Vuela como luciérnaga,
vuela como libélula,
vuela alto;
tan alto para sentir los dedos de Dios.
La soledad es la madre de la intuición
Surge en el silencio
es el loto,
es cascada limpia,
fuerza del agua que brota del corazón.
La oscuridad es madre
la tierra nos concibe
y nos convoca a la luz.
Silente en la vida
maestra en los pasos,
poder en lo suave: Ser viento.
Saberse pequeña
reconocerse persona.
Es la canción de los días
delirio de luna.
De abajo
Parece que todo se cae,
si miras por debajo del agua: sube.
El sonido del aire
juega con mis pies
y se baila al sonido de las hojarascas.
Camino con trazo,
dos viajeros a mi lado:
ermitaños y forasteros,
saltimbanquis y arlequines,
locos y sabios.
Bajo columnas de cuarzo, raíces,
lugar que la cabeza adora,
cerca de las entrañas,
proteger el corazón
de las ventiscas.
Ellos son los aventureros,
descubridores
del mundo sin enigmas.
Mis pies
silencio que mueve
deseo que se hace.
Caricias durmientes
La cama es madre,
la madre es tierra,
la tierra es vientre,
y yo soy vientre
En mi crecen flores marinas,
esperando anzuelos de otros mundos,
las anémonas mueren,
los peces payaso rondan mis muslos.
Canción limítrofe
La voz de tu garganta
retumba en la cabeza,
se amordaza cada paso.
Voz que conduce a mil voces.
Los chelos lloran la partida
llegada a este mundo.
Mundo que teje coronas con flores
tú fecundas los huevos de las aves,
plumas, viento, canto.
El aire es mensajero de tu orilla.
No hay distancia
las voces se toman las manos,
se acercan dos continentes,
los mares arrullan los navíos;
cruzamos a otra orilla.
Orilla de perla esmeralda,
esmeralda turquesa los ojos que miran,
en el canto del agua
los peces pronuncia oraciones.
Es ahora mirada barro,
voces de viento nuestras palabras
silencio de voces.
La ruta es brazada a brazada.
A millas
Es la distancia curandera de mil angustias.
Deseo del viajero y baile para las piedras.
Todo está en su lugar.
El hogar es canto de montaña.
Ser de este tiempo
Cubres mis ojos.
Platicamos durante dos horas.
El café se toma fuerte y sin azúcar.
Los silencios son cobijas.
Las miradas no se cruzan.
Caminamos.
Hablamos un idioma común.
La carcajada es picante.
Mañana es nosotros.
Esperar un minuto las palabras.
Regalar los sueños propios.
La casa nos habita.
El tacto nos revela.
La tranquilidad es entraña.
Hoy es regalo
Infancia
El mundo gira incesantemente,
recorrido aprendido desde la infancia:
es agua, es limón, es suéter.
Los árboles son guardería
de años conjugados,
en sus ramas se posa un columpio
gestando alas en los ojos.
Los caracoles se posan en sus hojas,
de color ocre
un espiral se marca
correr a otro mundo: destino.
Crónica de batalla
Seis libros más son la respuesta a tu silencio.
Cuestión que en realidad no te importa.
El café de la mañana se torna suave.
Eso si que comienza a molestarte.
La cama sigue destendida,
lloras por la almohada que está en la basura,
la toalla húmeda invade tu piso,
el hielo es el tercer habitante.
Mi viaje es tu reclamo
y yo maldigo tus celos.
la casa es laberinto
de este silencio indecoroso.
La voz de la noche
La luz habita en mi pecho.
El sonido se conjuga con la luz.
Ilusión ser alambre y púas.
La distancia entre los cuerpos etéreos se multiplica.
Una guirnalda de flores engarzada en mi mano.
EL sonido rojo se torna blanco.
La señal es guerrero amarillo.
Soy luz.
Despertar.
Mirar el entorno.
Ser luz.
La guerra termina.
Mi voz es luz.
Me reconozco:
bajo el cobijo de ángeles
vivo cada instante.
Habitantes
El corazón despertó inquieto.
Busca tu presencia en las esquinas del cuarto.
Lo acaricias, te mira.
Te escucho: un aire nuevo invade el lugar.
Se liberan tres bandadas de cuervos con destino al norte.
Tu llegada la anuncia el rugido de un león.
Sobre el lomo de un elefante blanco entras a mis tierras: tus tierras.
El corazón descansa en tus manos a las cuatro de la tarde.
Los cuervos retornan con plumaje color plata.
Tras el vuelo de la lechuza:
dormimos en los ojos de las estrellas.
Inmensidad
Barcos perdidos en altamar
anclar sobre la brisa,
ser sal.
Tu voz es canto de sirena
que enloquece a las gaviotas,
las ballenas lamentan
los naufragios en tu vida.
El velamen cubierto de rojo
ondea en mi velero.
Neptuno nos amarra los timones,
el azar es orgullo de otro tiempo,
buscando en todos los rincones
vagamos perdidos en el mar.
Primer susurro
En las manos, una repuesta.
El tiempo surca el cielo.
El aire susurra los cambios que traen mis pasos.
Levanto la cabeza y tus bendiciones llegan.
Entonces el cuerpo descansa.
Decreto cada noche para ti
Tengo meses acariciando el viento
suplicando te dé mi mensaje
y bese tu piel en días sofocantes.
El invierno me obliga a pensarte,
muchas cobijas disfrazan tu ausencia.
Ocurre de noche la inventiva
escenas imprecisas de dos voces,
conocer tu color azul celeste
amar toda la vida tus alas.
Espejos
Fundidos en el silencio
esperamos el alba.
Y esa voz dijo tu nombre,
esos ojos abrieron el pecho,
armonía milenaria en dos cuerpos.
Y sin decir palabra
nos esperamos
indecisos,
nos miramos…
El espejo reclama respuesta.
Tu sonríes y bajo tus brazos
mi cuerpo duerme.
Somos cielo y tierra
en completa comunión.
A cuatro manos
Viento suave en mi mano,
tango en la tuya,
ambas en diluvio
esperando la calma.
Manos de nido
donde anida mi ser,
desayuna caricias
escurridas entre tus dedos.
En tus líneas
descubro mi destino,
se aquietan mis manos
se anudan al deseo.
Tu mano fuego,
mi mano melodía,
pasión enlazada.
Comerse
El viento pasa,
caricia de mil años,
secreto adormecido
que desdibuja el atisbo.
La cabeza
divorciada del cuerpo,
laberinto que siente
derramándose a si mismo.
Querer existir en ajeno,
ser otro.
Comerse
en cada bocado,
darse a otra boca.
Inmóvil
Sentada en medio de la oscuridad,
escucho el silencio,
siento mi miedo
el temblor de la manos,
la piel se rompe con el viento.
No conozco de rostros,
ni de formas,
hace mucho que deje de mirar.
Intento huir de esta silla
me ata como amante desesperado.
En la penumbra puedo escuchar
los pasos que me siguen,
que aún no me alcanzan,
que deseo que lleguen,
que tal vez son fantasmas.
Sentada
en la ceguera del mundo
en la habitación de los olvidados,
en la continuidad de la sombras.
Sin moverme
atada a la silla,
espero librarme de la amarras,
tal vez otra silla,
nueva excusa para la oscuridad.
Arena
La cama es arena y eso lo sé.
Que acostarse con alguien, no importa,
porque las huellas que dejamos se borran;
Podemos culpar al viento o al mar por ellas,
negar que estuvimos ahí, acostados, cuerpo a cuerpo.
La cama es arena y tu cuerpo lo sabe.
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