WENCESLAO MALDONADO
Nació en Buenos Aires en 1940. Estudió teología en la UPS (Roma) y letras en la UCA (Buenos Aires) y en la Università degli Studi (Trieste). Fue docente de griego clásico, latín y literatura italiana; se ha dedicado a la traducción literaria en estas lenguas.
Nació en Buenos Aires en 1940. Estudió teología en la UPS (Roma) y letras en la UCA (Buenos Aires) y en la Università degli Studi (Trieste). Fue docente de griego clásico, latín y literatura italiana; se ha dedicado a la traducción literaria en estas lenguas.
Publicó los siguientes libros de poesía: La estación necesaria (Biblos, 1990), El hombre herido (Alicia Gallegos Editora, 1994), Tierra intranquila (A.Gallegos, 1994), Dioses del deseo antiguo (Libretas del Rojas, 1995; 2° premio Concurso “Centenario”, Sociedad Italiana XX Setiembre, 1994), Si cortarle la cabeza a la Gorgona (Último Reino, 1997; 1er. premio XIX Encuentro Patagónico de Escritores, Pto. Madryn, 1996), Ceremonial de una familia oscura (Elefante en el bazar, 1997; finalista concurso “Ramón Plaza”, 1996). En la primera década del siglo XXI fueron editadas las libretas Paraíso desechado y Paternidad de sombra (Epifanía, 2006) y Manual de Osos Prácticos (Simposio, 2008), y se despidió de la actividad docente también con una libreta, Zureo (Epifanía, 2008). Del mismo año 2008 es La Proctomaquia o el Cantar de los Culos. Poema épico-paródico de Aristón de Mitilene (Simposio, 2008) que podría clasificarse entre poesía y narrativa. A fines del año bicentenario presentó Eros y otros deseos (Simposio, 2010)
Ganó el Primer Premio “Iniciación en Prosa”, bienio 1992-1993, de la Secretaría de Cultura de la Nación, por el libro de cuentos Arquitectura Gótica (Tridente, 1999). En 2004 apareció su segundo libro de narrativa, Fronteras (Epifanía).
En teatro fue finalista del Concurso de Teatro Breve “Fray Mocho 1997” con la obra La historia del cliptodonte (estreno en noviembre 1997). Integró el grupo ZEUS TEATRO, con Marcelo Gamarra y dirigido por Sergio Chiocca, que presentó en varias temporadas entre 1998 y 2000 La Musa de los muchachos, presentación irreverente de poemas eróticos griegos, con dramaturgia del mismo Maldonado.
En la página web de AYESHALIBROS se encuentra Entre Afrodita y Eros. Deseo, amor y sexo en la poesía de Grecia (Antología anotada).
Fue secretario de la SEA, Sociedad de Escritoras y Escritores de la Argentina.
Página oficial: www.wencesmaldonado.com.ar
PATERNIDAD DE SOMBRA
(Editorial Epifania, 2002)
en memoria
de mi hijo Alejandro
I
LAS ÚLTIMAS COSAS
Sconto, sopravvivendoti, l’orrore
Degli anni che t’usurpo,
E che ai tuoi anni aggiungo,
Demente di rimorso,
Come se, ancora tra di noi mortale,
Tu continuassi a crescere;
Ma cresce solo, vuota,
La mia vecchiaia odiosa...
Gridasti: Soffoco
GIUSEPPE UNGARETTI
Cada uno debe tener su modo
de morirse por dentro.
Y por fuera, qué frágil te sentía,
qué debilidad de pájaro que cae
sin amparo.
Aunque yo estuviera allí,
fue siempre lejos.
“Te quiero mucho”, me decía,
lo dijo muchas veces,
lo dijo la última vez
sin poder mirarme
por la sonda que, agresiva,
le tenía fija la cabeza,
y lo repito yo otra y otra vez
como fórmula mágica
que derrote esta muerte imperfecta
de la angustia.
No tuve la fuerza necesaria
para decirte adiós
porque al final qué sentido tenía
hablar de nada
con la muerte sentada en las rodillas
palpándote la frente,
dándome la espalda,
sin preocuparse siquiera
de acallar tus últimos quejidos.
¿Es algo o alguien (él o ella)
para robarme impunemente la alegría de estos años
sin que pueda defenderme?
¿Es algo o alguien (él o ella)
para que pueda matar de un solo golpe
las vigilias de afecto que he vivido?
¿Es algo o alguien (él o ella)
para arrancarme impávida ese hijo
de mi paternidad única?
¿Es algo o alguien (él o ella),
la Muerte digo,
la enemiga?
Un grito, ay, ¡se ha muerto!
Un dolor que es para siempre.
Se llamaba Alejandro.
No ha sido mi derecho darle el nombre.
Fue el hijo que no tuve, que no tengo.
Y el último en llamarlo
antes de su noche extrema.
Se llamaba Alejandro..
Entró con la calle por mi puerta.
Traía una sonrisa contenida.
Se adaptó a mis paredes, a mis libros,
a todos los rincones de mi alma.
Se llamaba Alejandro.
Era todo lo que vive una familia.
Un hombre que soñaba con ser padre.
Con un hijo nacido de los sueños.
Un grito, ay, ¡se ha muerto!,
y el dolor que dura para siempre.
Despedida quedándome
a este lado de la vida.
No hubo tiempo siquiera para darte un beso más,
otro, el último,
rápido,
sin decirte más nada.
La única diferencia de estas lágrimas
es que puedo contar tu fin minuto tras minuto;
pero me invento el mío,
o lo dejo levemente abierto en el borde del pañuelo.
Paternidad de sombra
me resbala
de los brazos abiertos
Huérfano de mi hijo,
lloro contra mis palmas,
grito sobre la mano.
Un puñado de voces
se me escurre enseguida
de los dedos cerrados.
Hablo a fotografías
que sonríen recuerdos
de los últimos años.
¿No hay alivio posible
que me diga que vive
en medio de la ausencia?
La figura del hijo se elabora
en la entraña viva
de la tierra.
En cambio, la invención del padre
es más bien una sorpresa,
hallazgo repentino de algún sueño.
Fue la historia del niño que buscaba
un padre, y es la misma
historia del hombre que quería
ser padre
de un hijo.
No quiero nombrarte
como si te estuviera reprochando
que aquí me quedé solo,
con los pequeños trazos
de tu diminuta letra,
perdido en los olores de la ropa
que también tendrá que irse
confundida.
Sobre el hueco frío
voy poniendo recuerdos,
algún retazo, fotografías
de estos pocos años.
Cada cosa resiste,
una planta un caracol un papel,
y se acuestan solitarias.
A veces rescato una imagen,
tenue gesto de un olvido,
alguna palabra con su tono exacto.
Después se me escurre
por el ángulo del ojo,
lágrima lentísima
volviéndose agria
en plena cara.
Ingenuo fue creer
que, por ser hijo mío,
te podía sostener de la mano,
darte un beso, abrazarte,
como quien se adueña de la ropa,
de un par de anteojos y la lapicera.
Pero doblé tus camisas que temblaban,
abandoné tus cuadernos y tus notas;
cada objeto tuyo se me fue escurriendo
como un tímido pez por las barrosas
aguas del invierno.
Quizás logré atrapar algún instante
ahogado en los pliegues del último pañuelo,
esa voz diminuta, ese pequeño movimiento.
Los guardaré en la memoria de los ojos,
muy juntos al dolor que tengo.
¿Es más importante
haberte tenido
que perderte?
Jardinero de tristeza
he regado los rosales
que plantaste hace mucho
en el balcón.
¿Es más fuerte el amor
que el dolor
que estoy sintiendo?
Vuelvo del cementerio.
¡Qué oficio tan triste
el de mirar pájaros
entre las cruces!
Él no está, o a lo mejor no sé.
Quedaron las fotografías
con su sonrisa inmóvil.
En los estantes hay caracoles,
piedras, jarros, ceniceros
que reposan cansados.
El armario enmudeció vacío.
Su cama es esqueleto rígido.
Solamente, florecidos,
sus dos rosales viven
la diminuta historia del balcón.
Pero él no está,
o a lo mejor está y no sé.
PARAÍSO DESECHADO
(Epifanía, 2006)
1
No soy la Palabra.
La repito
olvidado y sin respeto a veces,
no advirtiendo
que Algún Otro la dice.
¿Pero fue al principio
la Palabra?
¿Cuál? ¿De quién?
¿De qué labio?
2
Todo se hizo del caos
entre explosiones fantásticas,
las galaxias primordiales,
hasta este mismo mundo.
Al abrirse la luz
bajaron las aguas,
subió la tierra.
Y el árbol
sigue creciendo.
Todo,
todo lo que se dice paraíso,
y no sabemos qué es
sino en metáfora.
3
Hay otras teorías
que ponen el paraíso
al final,
¿cuándo?,
después del sórdido camino,
¿cómo?,
atravesando los miedos
de la muerte.
4
No espero ya nada
de la sola apariencia,
esa fruta madura.
5
Si dijera: "¡Soy feliz!,
porque tengo el árbol de la vida
y los ojos de dios
colgando de sus ramas",
mentiría.
Es que nunca fue así,
nunca.
CEREMONIAL DE UNA FAMILIA OSCURA (1)
(Ediciones elefante en el bazar, 1997)
RITUALES PARA VIVIR (2)
cuando la luna pende
y cucarachas herejes la recorren
o diana estira su arco
descuelga pergaminos con recetas meritorias
cuando en la heladera esperan
los sagrados libros de cocina
o testamentos de insólitas costumbres
detallan las paredes con sus manchas
cuando innumerables y diversas
se revelan las bocas de la mujer dormida
o el mancebo traza su condenación en la camisa
y revive la lucha en cada brazo
cuando la ventana cuenta
lo que la calle oculta y la vereda inscribe
o el transeúnte distraído lleva todo el paso
de estrategias y golpes en la cara
vuelvo a gemir falseando
rituales para vivir
ELOGIO DE LOS MUEBLES DISCRETOS
1
silla doméstica sencilla
tranquilidad y sueño de tibio estar dispuesta
espera en el rincón exacto
y acepta en sus abrazos el cansancio
de ropa ajada y de hambre de desgano
2
montando el lomo manso paquidermo
seguridad y ofrenda de servicio
su paciencia de inmóvil bonhomía
espera alguna orden en manteles
tintineo de platos y reuniones
de distender su tabla de manjares
y erguir la historia de festín antiguo
3
todo lo que el marco encierra
con la curiosidad de los paisajes
germinándole pajaritos a la aurora
o lloviendo las escarchas de una estrella
retrato de lo que miraron y guardaron
en el arcón de los presagios
como el primer olor del pan caliente
CEREMONIAL DE UNA FAMILIA OSCURA
ceremonial de una familia oscura
alza las cortinas
hay silencios
va ensuciando el mantel bajo una lumbre
descubre el pan cansado de humedades
con relojes que marcan la tarea
cada cama sudada
alisa sus arrugas
cada cuarto se ordena entre la niebla
el laurel llora mudo en los rincones
en espacios vedados a la risa
otro sol se agazapa
le crece sal de furias
los hijos se revuelcan en la puerta
clausuran claraboyas y persianas
EXTERIORES
es la luz resbalando su aceite al borde del descanso
y esa fragancia lenta de crisantemo y sol en cada tallo
es la sensación de escalofrío en la piel de la curiosidad
y esos labios de saliva ansiosa más con aliento que con palabra exacta
es la mañana arropada en carmines de vergüenza y de silencio
y esa espera en la plaza con collares de gorriones en el césped
es una cierta tímida mirada
del corazón latiendo
ACTO DE FE
si hay esa fulguración te pregunto ese quebrar de rayo
ese silencio con olor a madera esos perfumes agrios de incienso y los
/carbones
te pregunto si existe ese instante esa magia de la revelación que se
/transforma
el alba deslumbrada y un piar de pájaros despiertos
la estrella que baja del cenit para besar la frente
y de repente
el sol que es un concierto de mar un espejismo de montaña
habrá la forma de un silencio te pregunto
que asemeje a perfumes de respuestas
la prefiguración del hombre amado
el encuentro después de las pérdidas en mediodías secos por ciudades
/ambiguas
te pregunto si es eso el comprenderlo abrir cerrar los ojos
aunque el olvido después vuelva a girar preguntas en los dientes
y todo es como ahora te pregunto
SACRIFICIOS DEL HOMBRE SOLITARIO
por qué el agua lustral el ara las patenas
por qué el ritual de ampulosos movimientos
por qué las velas debatiéndose en el humo
por qué los pliegues del ajuar con oros
un hombre sube los escalones fríos
alza la frente cierra los ojos abre gestos
su boca musita los secretos que algún dios le dicta
no es solamente hombre es un misterio
de sombra que se extiende
entre giros de incienso mis ojos no ven nada
no llego a comprender exactamente el sentido de las largas letanías
me paraliza el miedo de una culpa que no supe
siento la angustia de ser el único profano
EL DERRUMBE
después de que en los días celebrados transcurriera la hipócrita inocencia
y se lavara el cielo como pliegues de un destello de homenajes
después de que el escudo retumbara las voces de próceres de viento
y el lodazal se hiciera la ciudad de cíclopes actuales
después de que el silencio resbalara por el barranco de un tránsito de
/gases
y el laberinto de edificios perdiera la cordura de sus rígidas veredas
se desplomó en un trueno la belleza simbólica del aire
se derrumbaron murallas y columnas del proyecto deseado
Mi reino será el mar
Textos inéditos
primera parte
quién es el que contempla
Me uno a las Musas del monte Helicón
para cantarle, con sus bellísimas voces nocturnas,
“a POSEIDÓN,
el que ciñe la tierra y la golpea”
Hesíodo. Teogonía, 15
(10)
quién soy
pregunta el mar
luz desparramada respondo
las aguas incontables
el misterio
que no puede decirse
dice el mar
y yo digo el miedo
la tormenta la furia
la destrucción y la muerte
y él responde
soy la vida
secreta
de todas las cosas
soy arrullo
y el suave recamo
de la espuma
y yo pregunto
quién soy
mientras alto el albatros
pareciera sobrevolar la indiferencia
quién soy
la paciencia
de soportar el misterio
responde
esa voz lejanísima
del mar
segunda parte
desde el laberinto
“Todas las partes de la casa están muchas veces,
cualquier lugar es otro sitio”.
Jorge Luis Borges. EL ALEPH. La casa de Asterión.
identidad
(1)
no saber
nada de mí
todo
límite flotante
del sueño que no es
a la luz del día
despierto infeliz
junto al deseo
la lluvia que se cae
el agua que se va
la angustia de no ser
lo que soñé
no saber quién soy a plena luz
despertar al vacío
de la imaginación
(2)
ya he perdido el orgullo
de las apariencias
y quisiera conquistar
la salvaje realidad
de mi pobreza
príncipe en el encierro
padre de ficción y madre engañadora
un toro que se diluye entre las aguas
llevando el semen
de mi fertilidad
años quemados
en la hoguera de un destierro
cárcel de ningún lugar
y todo se disipa como el humo
se desparrama en la ceniza
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