lunes, 12 de noviembre de 2012

PEDRO ESCRIBANO [8356]





Pedro Escribano 
Nació en Acarí, Arequipa, PERÚ 1957. Traicionó su vocación de pintor y estudió Literatura en San Marcos. En 1980, alcanzó la primera mención honrosa de Poesía en los Juegos Florales de La universidad Mayor de San Marcos. En 1982, ganó el primer premio de Poeta Joven de San Marcos con el libro Rostros de paisaje enloquecido. En 1983, el librero Juan Mejía Baca publica dicho libro con el título, de Manuscrito del viento, que se acaba de reeditar en su quinta edición con poemas inéditos. En el 2009, publicó el primer volumen de Rostros de memoria. Visión y versiones sobre escritores peruanos.  Libro que recoge de manera ágil y sabrosa anécdotas de cerca de cincuenta escritores peruanos, desde Ricardo Palma a Lucho Hernández.

Ha ejercido la docencia enseñando Literatura  en el colegio Atusparia y Miguel Grau de Magdalena. En 1990, ingresó al diario La República como corrector del Suplemento Domingo. Y desde el 2000, es Editor de la sección de Cultura del citado diario. Prepara los poemarios crónicas de Cantalicio y Santiago. También una novela corta basada en la vida y leyenda del pintor Víctor Humareda.




Poemas Tomados de Manuscrito del viento 
(2da edición, Lima, Lluvia editores, 1988)



SIGNO

Este hombre nació de un garabato,
de su tinta subversiva
escrita en las paredes.
Tiene algo de árbol
por su aliento verde, no indolente.
Ha cogido del parque una paloma
y guarda en su pañuelo nombres imborrables.
Ha comido en el comedor popular No. 4
y ha escrito en un papelito:
este hombre nació de un garabato.
Ha caminado por las calles de ruidos industriales
recordando que Lima le cayó
como una ola violenta a los ojos.
Conoce La Parada, polleras y sexos ambulantes;
aromas de miserias y comidas provincianas.
Ha dejado impresa una sonrisa en el rostro
de una muchacha a quien rasgó su piel de infancia.
Se ha sentado en un parque, cabizbajo,
inútil sin perdón.
Ha dicho buenos días
tragando mucha saliva.
En el cine ha visto desnuda a Laura Antonelli y la ha deseado.
Ha fumado un cigarrillo tomándose un café.
Ha tenido piedad de mentarle la madre al presidente.
Ha amado sus libros y su paloma del parque
y en la límpida mañana de su frente
caía desplumada el águila americana;
pero se ha cogido del tiempo para llegar
a su cuarto oscuro
y apenas ha escrito en un papelito
toda su historia:
este hombre nació de un garabato.











AVISO

Para ti muchacha que tienes
el cabello hecho un garabato
y el cuerpo un galgo hambriento

Se necesita una muchacha
que sepa olvidar su nombre
y aprenda a bajar la cabeza como un árbol derribado.
Se le enseñará a desnudarse sin cautela
tras sus párpados
y se le dará una sonrisa membretada
y se le pondrá en el cuerpo una manzana.
Se le vestirá de nylon y ciudades luminosas
para el desnudo movimiento de las luces.
Se le sangrará los labios
Muy lejos del beso puro
y se le inventará un nombre
que estará impreso en billetes altos y papel higiénico.
Pero trabajo seguro por mucho tiempo.
Y finalmente
se le dejará libre con una cartera
para que las noches y la avenida arequipa sean suyas.






Amor en el desierto
  
El viento es el amor en el desierto.
La pampa tiene apariencia de muchacha.
Con este sol mi boca sabe a tierra seca
camino de Jaquí a Chocavento.
Y tú diciendo que sí y diciendo que no,
pero el amor es el viento
y mientras este viento sacuda mi garganta
y yo sea pájaro de este clima
no me cansaré de perseguir
tu corazón de lagartija.







Ranchería

Para Gregorio Martínez

Este pueblo perdió su nombre y su camino,
sus casas y habitantes.
Los pájaros salvaron su cielo
llevándoselo en sus alas.
Es así como este pueblo se quedó
con una piedra y un testigo.
No me equivoco. Aquí quedaba la iglesia
con su cura prometiendo la dicha en otro mundo;
puedo también decirle que la casa del juez
se llenaba de injusticias y riquezas.
Aquí parió María y aquí hizo su casa.
Esta pampa era la plaza
y aquí la palabra del gobernador
crecía como un cetro.
Allá la comandancia con mirada de escopeta.
Mi padre miraba de este lado y decía un carajo.
Aquí la ranchería donde se tomaba chicha
y la casa-hacienda al frente
llena de señores y muchachas rubias.
Arriba el cielo quería hacerse polvo.
Como le dije y le sigo diciendo
aquí quedaba la ranchería pariendo la inquietud.







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