Olaf Bull
Olaf Jacob Martin Luther Breda Bull or Olaf Bull fue un poeta noruego. Nació el 10 de noviembre de 1883 en Kristianía (hoy Oslo ), Noruega , y murió el 29 de junio de 1933.
OBRA:
Digte (Poems), Gyldendal, 1909.
Nye Digte (New Poems), Gyldendal, 1913.
Mitt navn er Knoph (My Name is Knoph), Narveson, 1914 - the first Norwegian book to be translated to Danish; see Norwegian language struggle.
Digte og noveller (Poems and Short Stories), Gyldendal, 1916
Samlede digte 1909–1919 (Collected Poems), Gyldendal, 1919.
Stjernerne (= The Stars), Gyldendal, 1924.
Metope, Gyldendal, 1927.
De hundrede aar (The Hundred Years), Gyldendal, 1928.
Kjærlighet (Love), Gyldendal, 1929.
Oinos og Eros (Oinos and Eros), Gyldendal, 1930.
Ignis ardens, Gyldendal, 1932.
¿QUÉ PIENSAS?
¡Pienso en tardes como esta que no se me permitirá revivir,
en maduras campiñas que sin mí hierven de trigo!
¡En leves cosas emocionantes: la espiga que se quiebra.
caminos de la mar, pálidas velas lejanas,
olas que afluyen a la playa sin mí!
¡En el día cotidiano, que dócilmente se queda tras la tumba,
pienso, amada, y en todas las profundas tardes azules
que vendrán al jardín del estío,
sin mi alma contra la tuya, en ello pienso!
PARA TI
¡Para ti, tú la más querida, sólo tú,
mi deliciosa primavera, mi juventud,
mi compañera en el sendero del verano!
;Te acuerdas del pasado año
allí donde el camino llegaba a través del parque
bajo árboles azules de sol?
;Se arqueaba y crepitaba la tierra virgen,
y del sol bebían los troncos
a través de la agrietada corteza!
;Con rebelde y luminosa sonrisa llevabas
tu espléndida capa de reina
rociada de Abril!
¡Tu cabello era una fiesta brillantemente joven
donde las flores oscilaban y se movían
como podían mejor!
¡Entonces nos parecía que nuestra primavera azul
debería tener como verano
todos los años venideros!
(De "Digte". 1909)
DESDE LA VENTANA DE MEZANIN
Juntos en la pálida luz de la estancia
estamos mi esbelta amante y yo.
Con el latido retenido de nuestros corazones, bebemos
el mismo instante que a los dos se nos ofrece
y quietos permanecemos y hendimos la luz,
que viene desde tiempos cuando no existíamos,
y que quiere brotar con su sesgado rayo
profundamente en los tiempos cuando ya no seamos.
¡Y son nuestros días de verano en la luz
que penetra a través de la guirnalda de hojas de la ventana,
y esta noche profunda se extinguirá
y se unirá a las otras silenciosamente!
¿Cuándo me rozó por última vez la luz cegadora:
el inútil rico resplandor,
que enciende el vello de las mejillas de esta mujer
sin que adivine por qué es mía?
¡Estamos en la siembra soñadora del sol
que centellea tras el demasiado encorvado pino;
veo tu cadera a través de la tela añil de la falda,
que precisa se dibuja en forma y línea!
Contemplo tus manos iluminadas por el sol
con finos poros de perlas en su tez,
donde todo es cercano y firme! ¡Donde todo acaba
y nada es eterno, oh Dios!
Pero lejos en la llanura, veo también el contorno
de la antigua montaña de Sócrates y la colina de Tibur,
y la copa del pino, sobre el arco de la ventana,
se convierte ahora en una mano que da sombra al ojo.
Y desde otra Mezanin interpretan
-Chopín- y un vigilante de manos blancas rompe
en círculos insomne su trino blanco de azucena
tras sólidos floreros romanos llenos de rosas.
(De "Digte". 1909)
Clara Eugenie
Y el pastor levantó su blanca mano,
y dejó deslizarse con melancolía
una ola de agua bendita sobre el pelo de la niña.
«¡Te bautizo con el nombre de Clara Eugenie!»
Pero en la mirada de la madre había lágrimas
que bautizaban a esta promesa de vida
con mayor solemnidad que la que le da fuerzas al pastor
para su labor junto a la pila bautismal de mármol.
* * *
La segunda vez que el pastor levantó la mano,
la pequeña Clara Eugenie iba de blanco— — —
y sus palabras nítidas de chica joven
volaron tímidas y puras por el coro de la iglesia.
Y la madre soñaba, con la sien vuelta
hacia el arco del frío muro de la iglesia,
en algo lejano y luminoso que antes había ocurrido
en años sonrientes, en una naturaleza verde— —
Como si ella, joven y vestida de blanco, pasase
delante de su propia hija, Clara Eugenie,
para luego seguir su camino junto al río del prado,
sola, hacia un mar lejano y desconocido— —
En ese instante el sol penetró en la iglesia, resplandeciente,
y la Madre susurró, temblorosa y con pesar:
«Perdóname, hija, si fue egoísmo,
que tú fueses joven, porque yo misma fui joven.»
* * *
Y el pastor levantó por última vez
su blanca mano con palabras firmes, puras—
pero lo que fluía hacia el suelo oscuro
no era agua bendita, sino tierra bendita!
Y la madre temblaba como un animal, sufría
al oír caer la tierra, puñado tras puñado—
pero desde lo lejos, dos metros debajo del parterre
se levantó la voz de la tierra, temblorosa y entrecortada:
«¡Clara Eugenie, hija mía—
regresaste por fin a la gran totalidad!
Florece en la oculta primavera,
en las verdes praderas, en árboles
y nubes felices, en el limpio azul del cielo,
en formas más eternas para tus queridos— — —!»
Nye digte (1913), incluido en Poesía nórdica (Ediciones de la Torre, Madrid, 1999, ed. y trad. de Francisco J. Uriz).
La piedra
Yo estaba en la más extrema eternidad,
detrás del incendio del horizonte visible—
entonces ocurrió que alguien avanzó hacia mí
sobre el borde de una estrella desconocida.
Alguien que se inclinaba hacia delante y sonreía
detrás de un velo, que le envolvía la cabeza,
y sostenía una piedra en una de sus garras
y susurraba fría y suavemente:
«Dejo caer una piedra en la órbita del cielo,
la piedra dorada, que ahora te muestro;
al instante siguiente ha desaparecido;
ya nunca más cesará de caer.
¿Entiendes, miserable, lo que hago?
Suelto una piedra cayente en tu alma;
siembro en tu ser desasosiego,
una inquietud que nunca morirá.
Dondequiera que te quemes en la morada de la luz,
en amor de mujeres, entre arbustos de blanco primaveral—
La piedra que al mismo tiempo cae, cae
en las tinieblas del destino, tienes que recordarla— — —»
* **
Y la imagen se rompió, y yo me hundí,
me hundí en mi cama — me desperté sudando;
en olas de gélido rocío de estrellas
latía mi corazón, golpe a golpe—
Pero el sueño siguió en la noche de mi corazón;
desde la juventud a la edad madura
trató en vano mi alma de coger
la piedra que cae incesantemente—
Digte (1909), incluido en Poesía nórdica (Ediciones de la Torre, Madrid, 1999, ed. y trad. de Francisco J. Uriz).
Angelus
Jeg gaar forbi en kristgaard, hvor graastensgjærdets orm
har slaat sin kreds om dem, som vel er farne,
hvor lykkens sten-penater er lagt i korsets form
paa evighedens endelige arne.
Og længer hen er klungtorn og eketrær og eng
med stierne i timian begravet,
og endnu mer i syd som fin og rødlig streng
bag aftenhvide æblehaver havet.
Jeg staar, hvor skogen stanser; jeg staar og stirrer blindt
paa sommersjøens slængkys over sanden -
det dufter gjennem hjernen av havets hyacint,
som vasker sit bølgebed mod stranden. -
Men længer ind i skogen staar ned et gyldenskin
og peger paa et muld ved mine fødder
saa fint og kraftfuldt aaret av lyst linneaspind
blandt eketræets sommersorte rødder:
Hvor stedmorsblomsten sænker paa buet stilk et blaat,
et natteblaat med hvide, bly planeter,
og det er maurens himmel; men samles i et slot
staar kongelysets maane-minareter.
I skjæret sværmer humler som gnister fra sit bol;
men skogviolen rødner i sin blaane,
og løvetanden luer i græsset som en sol
og ved ei den skal gustne av til maane!
Hvor denne havsens store og røde aftensol
kan aabne dulgte blomstersvælg og munde!
En blomst sprang ud i skogen: Det var en gjøg, som gol -
slik vilde blomster gale, hvis de kunde!
De spidser sine læber i kor til aftensang;
slig staar de lydløst gabende og synger -
mens skogens yndig bortgjemte blomsterklokke svang
sit angelus for disse blomsters klynger!
«Gud himmel, hvor det synger, det fjerne røde fjun»,
det hvisker hæggen i sin grannes øre.
«Den blomst maa jo ha blade, forundrede som dun;
for at det er en blomst, det kan man høre!»
Men vinden med sit milelange, sølvklare skjægg,
som svam forbi, en trøst i farten slængte:
«Det skorter den paa legeme, du gyldentunge hægg,
saa I er ogsaa rigelig betænkte!»
Daguerrotyp
Et brustent portræt av en død jeg saa
i daguerrotypets violne blaa -
Dybt under glassets skimrende bulker
et indestængt solskin fra fortiden hulker.
En lue av lys, som forlængst har berørt
en skjønhed om kinden, er samlet skjørt
med varme og væsen av hende selv
til mer end portræt, bag det slebne hvælv!
Saa hænger i aldre den bly oval
paa blomstertapet i en gammel sal.
Det levende sollys, ranet fra døden,
stirrer forpint imod morgenrøden.
Men alle er gangne, du snehvide søde -
du minde! — enhver som kan mindes, er døde!
Kun jeg er tilbage, skjønt ung av alder -
dog nei, imod guldrammens runding falder
en hensmuldret bue av vandklare blommer -
et bud fra en storøiet, gammeldags sommer!
Psyke
Saa sér jeg dig altsaa atter
mit lille basin!
men nu er der frosne matter
paa blomsternes eng. -
Og skavler av gyldne blade
er rimet fast,
der svalerne brugte at bade
i straalende hast!
Men trods at den skumrende haves
knokkeltrær
bander ved stormen og maanen,
at nat er nær -
saa sidder i dammen bag sivet
foruden værn
fortryllet, forglemt av livet
en Psyke av jærn.
En Psyke, som nøgen og liden
blæser sit straa
uden en tanke for tiden,
som mørk staar paa — — -
Dens kropp med de fine arme
er sommerbar:
paa ryggen er vinger varme,
som sol der var — -
Den blæser sin fløite, skaaren
i flammende aar -
det evige krav paa vaaren,
den evige vaar!
.
y dejó deslizarse con melancolía
una ola de agua bendita sobre el pelo de la niña.
«¡Te bautizo con el nombre de Clara Eugenie!»
Pero en la mirada de la madre había lágrimas
que bautizaban a esta promesa de vida
con mayor solemnidad que la que le da fuerzas al pastor
para su labor junto a la pila bautismal de mármol.
* * *
La segunda vez que el pastor levantó la mano,
la pequeña Clara Eugenie iba de blanco— — —
y sus palabras nítidas de chica joven
volaron tímidas y puras por el coro de la iglesia.
Y la madre soñaba, con la sien vuelta
hacia el arco del frío muro de la iglesia,
en algo lejano y luminoso que antes había ocurrido
en años sonrientes, en una naturaleza verde— —
Como si ella, joven y vestida de blanco, pasase
delante de su propia hija, Clara Eugenie,
para luego seguir su camino junto al río del prado,
sola, hacia un mar lejano y desconocido— —
En ese instante el sol penetró en la iglesia, resplandeciente,
y la Madre susurró, temblorosa y con pesar:
«Perdóname, hija, si fue egoísmo,
que tú fueses joven, porque yo misma fui joven.»
* * *
Y el pastor levantó por última vez
su blanca mano con palabras firmes, puras—
pero lo que fluía hacia el suelo oscuro
no era agua bendita, sino tierra bendita!
Y la madre temblaba como un animal, sufría
al oír caer la tierra, puñado tras puñado—
pero desde lo lejos, dos metros debajo del parterre
se levantó la voz de la tierra, temblorosa y entrecortada:
«¡Clara Eugenie, hija mía—
regresaste por fin a la gran totalidad!
Florece en la oculta primavera,
en las verdes praderas, en árboles
y nubes felices, en el limpio azul del cielo,
en formas más eternas para tus queridos— — —!»
Nye digte (1913), incluido en Poesía nórdica (Ediciones de la Torre, Madrid, 1999, ed. y trad. de Francisco J. Uriz).
La piedra
Yo estaba en la más extrema eternidad,
detrás del incendio del horizonte visible—
entonces ocurrió que alguien avanzó hacia mí
sobre el borde de una estrella desconocida.
Alguien que se inclinaba hacia delante y sonreía
detrás de un velo, que le envolvía la cabeza,
y sostenía una piedra en una de sus garras
y susurraba fría y suavemente:
«Dejo caer una piedra en la órbita del cielo,
la piedra dorada, que ahora te muestro;
al instante siguiente ha desaparecido;
ya nunca más cesará de caer.
¿Entiendes, miserable, lo que hago?
Suelto una piedra cayente en tu alma;
siembro en tu ser desasosiego,
una inquietud que nunca morirá.
Dondequiera que te quemes en la morada de la luz,
en amor de mujeres, entre arbustos de blanco primaveral—
La piedra que al mismo tiempo cae, cae
en las tinieblas del destino, tienes que recordarla— — —»
* **
Y la imagen se rompió, y yo me hundí,
me hundí en mi cama — me desperté sudando;
en olas de gélido rocío de estrellas
latía mi corazón, golpe a golpe—
Pero el sueño siguió en la noche de mi corazón;
desde la juventud a la edad madura
trató en vano mi alma de coger
la piedra que cae incesantemente—
Digte (1909), incluido en Poesía nórdica (Ediciones de la Torre, Madrid, 1999, ed. y trad. de Francisco J. Uriz).
Angelus
Jeg gaar forbi en kristgaard, hvor graastensgjærdets orm
har slaat sin kreds om dem, som vel er farne,
hvor lykkens sten-penater er lagt i korsets form
paa evighedens endelige arne.
Og længer hen er klungtorn og eketrær og eng
med stierne i timian begravet,
og endnu mer i syd som fin og rødlig streng
bag aftenhvide æblehaver havet.
Jeg staar, hvor skogen stanser; jeg staar og stirrer blindt
paa sommersjøens slængkys over sanden -
det dufter gjennem hjernen av havets hyacint,
som vasker sit bølgebed mod stranden. -
Men længer ind i skogen staar ned et gyldenskin
og peger paa et muld ved mine fødder
saa fint og kraftfuldt aaret av lyst linneaspind
blandt eketræets sommersorte rødder:
Hvor stedmorsblomsten sænker paa buet stilk et blaat,
et natteblaat med hvide, bly planeter,
og det er maurens himmel; men samles i et slot
staar kongelysets maane-minareter.
I skjæret sværmer humler som gnister fra sit bol;
men skogviolen rødner i sin blaane,
og løvetanden luer i græsset som en sol
og ved ei den skal gustne av til maane!
Hvor denne havsens store og røde aftensol
kan aabne dulgte blomstersvælg og munde!
En blomst sprang ud i skogen: Det var en gjøg, som gol -
slik vilde blomster gale, hvis de kunde!
De spidser sine læber i kor til aftensang;
slig staar de lydløst gabende og synger -
mens skogens yndig bortgjemte blomsterklokke svang
sit angelus for disse blomsters klynger!
«Gud himmel, hvor det synger, det fjerne røde fjun»,
det hvisker hæggen i sin grannes øre.
«Den blomst maa jo ha blade, forundrede som dun;
for at det er en blomst, det kan man høre!»
Men vinden med sit milelange, sølvklare skjægg,
som svam forbi, en trøst i farten slængte:
«Det skorter den paa legeme, du gyldentunge hægg,
saa I er ogsaa rigelig betænkte!»
Daguerrotyp
Et brustent portræt av en død jeg saa
i daguerrotypets violne blaa -
Dybt under glassets skimrende bulker
et indestængt solskin fra fortiden hulker.
En lue av lys, som forlængst har berørt
en skjønhed om kinden, er samlet skjørt
med varme og væsen av hende selv
til mer end portræt, bag det slebne hvælv!
Saa hænger i aldre den bly oval
paa blomstertapet i en gammel sal.
Det levende sollys, ranet fra døden,
stirrer forpint imod morgenrøden.
Men alle er gangne, du snehvide søde -
du minde! — enhver som kan mindes, er døde!
Kun jeg er tilbage, skjønt ung av alder -
dog nei, imod guldrammens runding falder
en hensmuldret bue av vandklare blommer -
et bud fra en storøiet, gammeldags sommer!
Psyke
Saa sér jeg dig altsaa atter
mit lille basin!
men nu er der frosne matter
paa blomsternes eng. -
Og skavler av gyldne blade
er rimet fast,
der svalerne brugte at bade
i straalende hast!
Men trods at den skumrende haves
knokkeltrær
bander ved stormen og maanen,
at nat er nær -
saa sidder i dammen bag sivet
foruden værn
fortryllet, forglemt av livet
en Psyke av jærn.
En Psyke, som nøgen og liden
blæser sit straa
uden en tanke for tiden,
som mørk staar paa — — -
Dens kropp med de fine arme
er sommerbar:
paa ryggen er vinger varme,
som sol der var — -
Den blæser sin fløite, skaaren
i flammende aar -
det evige krav paa vaaren,
den evige vaar!
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