martes, 4 de octubre de 2016

ROBERTO MASCARÓ [19.206]


Roberto Mascaró

Roberto Mascaró (Montevideo, 12 de diciembre de 1948) es un poeta y traductor uruguayo residente en Suecia. Ha traducido al español gran parte de la obra del poeta y premio Nobel sueco Tomas Tranströmer.

Roberto Mascaró curso sus estudios básicos en su ciudad natal, asimismo como estudios de Literatura y Estética en el Instituto de Profesores Artigas de Uruguay, y posteriormente en la Universidad de Estocolmo y en la Universidad de Upsala.

Desde muy joven participó en diversas actividades literarias dentro y fuera de su país, así como también en Argentina y Chile, recibiendo distintos reconocimientos. En Montevideo fue editor de las revistas literarias Son y Nexo durante la primera mitad de los años setenta.

En 1978 Mascaró se exilió en Suecia como muchos otros artistas uruguayos perseguidos por la dictadura cívico militar, éxodo al que se sumaron escritores, poetas, dramaturgos y artistas plásticos que huían también de la represión de otros regímenes similares del Cono Sur.

De inmediato a su llegada a Estocolmo, Roberto Mascaró retomó sus actividades culturales fundando con Ana Valdés, Marisa Villagra, Mario Romero, Ivonne Capi y Nelson Mezquida la revista bilingüe Saltomortal y publicó su primer libro de poemas en 1983, Estacionario, que obtuvo una crítica favorable en Europa y dio fuerte impulso a su carrera. En 1982 adoptó la nacionalidad sueca, y en 1984 publicó dos volúmenes de poesía, bajo el sello de la editorial Siesta que él mismo ayudó a fundar y dirigir en colaboración con Mario Romero y Sergio Altesor. A la vez continuó su trabajo en la revista Saltomortal, órgano de difusión de la rica literatura sudamericana en el exilio. En este campo también ha colaborado habitualmente para distintas publicaciones en los dos continentes.

En 1986 se tradujeron al sueco los poemas incluidos en una de sus colecciones aparecidas dos años antes, bajo el título Fält, que traduce Campos. Este libro le valió el reconocimiento del Premio Ciudad de Estocolmo de ese año.

Durante toda la década, alternó la dirección de talleres y cursos universitarios, así como también escribió dos libros más de poemas.

En el campo de la traducción, Roberto Mascaró se inició en 1985, con la publicación de una antología de poemas suecos contemporáneos en colaboración con el poeta tucumano Mario Romero, La nueva poesía sueca. A partir de 1988 estrechó su amistad con el poeta Tomas Tranströmer (Premio Nobel 2011), del que traducirá en la siguiente década gran parte de su obra. En 1991 publicó por segunda vez en Uruguay una colección de versos de Jan Erik Vold, precedido en 1992 de los poemas escogidos de Tranströmer bajo el título Para vivos y muertos (Hiperión, Madrid, 1989), de gran acogida por parte de la crítica en España e Hispanoamérica. Mascaró ha traducido también al castellano obras de Ulf Eriksson, Öyvind Fahlström y August Strindberg.

La poesía de Mascaró no es regionalista, raya más en lo universal, trascendental, cotidiano de la vida sin caer, precisamente, en cotidianidades. No es una poesía difícil o cifrada, sino siempre abierta y refrescante, y sus versos están elaborados tanto para leerlos en silencio como para la performance, de la que Mascaró es uno de sus exponentes más importantes en América Latina. También, ante el progreso tecnológico, el poeta uruguayo ha introducido el poema "en vídeo" como forma de acceso al público, ya que por mucho tiempo se ha considerado a la poesía como inaccesible o de "círculos cerrados", contrario a su propósito verdadero.

Ha ganado distintos premios internacionales, comenzando por el Premio del Fondo de Escritores de Suecia en 1984 (que obtuvo sucesivamente en 1987, 1990 y 1997) y seguido del Premio Ciudad de Estocolmo. En 2002, el jurado del Festival Internacional de Poesía de Medellín, Colombia, (el más grande en su tipo de Hispanoamérica) le otorgó el Premio Internacional de Poesía Ciudad de Medellín de una larga lista de poetas nominados de distintas nacionalidades, por sus méritos artísticos y en atención a su libro Campo de Fuego, publicado en Montevideo en 2000. En 2004 fue distinguido nuevamente con el Premio Bienal del Fondo de Escritores de Suecia.

Fue Director del Festival Plataforma Latinoamericana que se realizó desde 1998 a 2002 en Folkets Park, ciudad de Malmö, y también ha participado activamente en diversos eventos culturales y festivales literarios en Escandinavia, Canadá, Chile, Argentina, Colombia, Venezuela y en su país natal, Uruguay. Desde 1998 es el organizador principal del encuentro anual de poesía Poesimöte en Suecia.

Reside en Malmö, donde escribe, traduce y además dirige la revista cultural bilingüe y editorial Encuentro.

Obras

Estacionario (poemas), Nordan, Estocolmo, 1983.
Chatarra/Campos (poemas), Siesta, Estocolmo, 1984.
Asombros de la nieve (poemas), Siesta, Estocolmo, 1984.
Fält (Campos) (poemas en versión sueca de Hans Bergqvist), Fripress, Estocolmo, 1986.
Mar, escobas (poemas, Ediciones de Uno, Montevideo, 1987)
Södra Korset/ Cruz del Sur (poesía, bilingüe), Siesta, Estocolmo, 1987.
Gueto (poemas), Vintén Editor, Montevideo, 1991.
Öppet fält / Campo abierto, Siesta, Malmö, 1998.
Campo de fuego, Aymara, Montevideo, 2000 (Premio Internacional de Poesía Ciudad de Medellín 2002)
Montevideo cruel, Ediciones Imaginarias, Montevideo, 2003.
Un río de pájaros, Fondo Editorial EAFIT, Medellín, Colombia, 2004.
Asombros de la nieve (antología),La Liebre Libre, Venezuela, 2004.

Traducciones

La nueva poesía sueca (con Mario Romero, versiones), Siesta, Estocolmo, 1985.
Postales negras (versiones de poemas de Tomas Tranströmer), Inferno, Buenos Aires, 1988.
El bosque en otoño (versiones de poemas de T. Tranströmer), Ediciones de Uno, Montevideo, 1989.
Poemas sin terminar (versiones de poemas de Göran Sonnevi), Vintén Editor, Montevideo, 1991.
En los abedules está la luz (versiones de poemas de Jan Erik Vold), Vintén Editor, Montevideo, 1991.
Para vivos y muertos (versiones de poemas escogidos de T. Tranströmer), Hiperión, Madrid, 1992.
Caminar sobre las aguas, Anthony de Mello, Lumén, Madrid, 1993.
Öjvind Fahlström: versiones de manifiestos y poemas concretos, Instituto Valenciano de Arte Moderno, Centro Julio González, Valencia, 1992.
August Strindberg (versiones de manifiesto y textos críticos),IVAM, Centro Julio González, Valencia, 1993.
Graffiti (versiones de poemas de Hans Bergqvist), Zafiria libros, Montevideo, 1993.
Viaje nocturno (versiones de poemas de T. Tranströmer)
Casa con creatura (versiones de poemas de Ulf Eriksson)
Góndola fúnebre (versiones de poemas de Tomas Tranströmer), LAR, Concepción, Chile, 2000
29 jaicus y otros poemas/ 29 haiku och andra dikter (versiones de poemas de T. Tranströmer), Encuentros imaginarios, Montevideo, 2004.
Elvis, arena para el gato y otras cosas importantes (versiones de poemas de Tomas Ekström), Encuentros imaginarios, Montevideo, 2004.
Solo (novela), August Strindberg, Jakembo Editores, Asunción, Paraguay, 2006.


Es decir: conmigo, y, también, conmigo.

Nadie sino yo ha escuchado estas palabras, 
nadie conoce la causa de estas razones, 
nadie ha oído antes nada semejante, 
nadie escuchará jamás nada acerca de esto 
que no ha sido dicho, que jamás lo será.

Es una podrida verdad que se pierde, 
que va a parar al tacho de desperdicios 
sin que nadie la haya sospechado siquiera.

Lo cómico es que todos piensan que algo 
de esta verdad ha sido al menos rozado 
o que por lo menos un aroma se ha reconocido: 
malentendido general.

Pero, sentémonos a esperar el día 
que lindará con el día, con el otro 
lindo día que vendrá a encontramos 
sentados esperando un día lindo 
en la linde precisa de ese día.

Individuación: pura 
y antigua monstruosidad, chispas 
de neojipismo que se pierden en el magma 
con sonrisas lamentables de la multitud lejana.

Sólo lo que es drogo atenúa esta confusión 
con su nirvana dudoso, con su falso 
paraíso, que es único en su especie.

Una verdad que se queda entre casa. 
Una sirena que nadie ba escuchado. 
Un temblor imperceptible.

Agradable mal tiempo

Brusco se deshilacha el humo sobre las casas.

Licuación y cristales en toda la ciudad.

Es el fin del invierno. 
                                 Llamas 
de primavera. 
                    Todo lo que no se dice, 
¿adónde va? ¿Está dicho o no clicho? 
¿Y el miedo o el coraje de decirlo o callarlo? 
¿Y la transparencia? ¿Y la verdad?

¿Y la verdad tras la verdad?

Todo está dicho por las hojas viejas, 
ese humus espeso que arderá este verano 
en la ciudad que hoy lame 
sus flancos y se enjuaga en neblina.

Se humaniza el cemento.

Todo es una conversación en calma.

El café da su aroma benigno.

Mas la pasión, que sube 
del más oscuro fondo de linces y de pumas, 
se adhiere a la sombra más pura y metálica 
y brilla en un ángulo, por sí misma abrasada.

Razones no agita: 
devora tiempo, 
devora conversaciones, 
devora fricciones de los cuerpos en la penumbra, 
devora drogas que queman el alma 
y agotan los sentidos.

La ciudad muestra su espalda oxidada. 
Es como la espalda de una doncella 
impura, impúdica, incendiaria.

El otoño está lejos. Y todos los otoños.

Vamos llegando a casa.

La ciudad arde por sus cuatro costados.

Cada día 
es como una llamarada 
en un cielo infinito.




ÁRBOL

(Montevideo, 1991 / Malmö, 1997)

A

Me encontré frente a un árbol. Ese árbol no me dejaba ver el bosque. Les dije: pero hay un bosque. Un bosque creciente, un bosque decreciente. Se rieron diciéndome: son cinco árboles, aunque tú ves sólo uno. Deberías ver el bosque que no es tal. Les dije: es otoño, les dije: el árbol, como brazos desnudos que clamasen al cielo, árbol es lo que veo. Y ya no veo el bosque, jacarandá, dije, húmedas brillan las araucarias, decía. El bosque no es tal, ja ja, dijeron entre risas feas. Yo vengo del desierto, dije con labios secos. Para mí es bosque eso que no veo, pero que por allí está, y es suma de árbol.

R

El árbol está frente a mí casi quieto, extenso como monte que se estira y entra en los pensamientos como un ejército que se desliza cauteloso lento en la noche sin estrellas y en la que cae leve llovizna. Pasan unas hilachas de mariposa o de nube, o tal vez telas de araña desgarrándose con estruendo. Flamean las ajorcas rojizas de los murciélagos, pendientes. Luego, el árbol, sin sacudirse, viaja hacia mí y me abraza, tapándome la visión, de manera que yo ya no los veo a ellos, que hablan algo en voz baja en el trasfondo o patio. Es eucaliptos, dije besando el tronco, que era duro y brilloso, viejo, seco. Este es bobo, dijeron, debería trabajar levantándose a las 5 de la mañana escarchada y resbalarse sobre el pasto blanqueado y respirar fuerte y también rendirle culto al patrón, al jefecito: eso dijeron. Como un coro, para que su pensamiento le salga impecable, insistieron.

B

Dije sí. Dije no. Aparté el pensamiento con la mano. Miré el árbol. Olí el árbol. Y el bosque iba desapareciendo tras una capa de exquisitos tilos y coníferas combinadas, yo jamás había visto un conjunto de árboles o bosque tan grande como aquel sobre un césped tan pero tan delicioso. Ya anclaba yo en el árbol y conocía por sospechas su interior, por caprichosas pero insistentes visiones mías. Me bastaba con ese solo árbol para decir mi felicidad indecible, para saciar mi sed insaciable de savia, del olor reconocible de aquel sabio oasis que ellos pretendían en todo momento poner fuera de mi alcance.

O

Respiré hondo. Las luces de la ciudad se encendieron como si algo o alguien en el trasfondo cambiase la escenografía. Estábamos ya en otro tiempo-espacio. Un humo negro negro, a lo lejos. Respiré respiré. El tiempo no pasaba, yo pasaba junto a las cosas y frente a ellos. La cruel araucaria nos cobijaba empero. La ciudad se iba cayendo por sus cuatro costados. Nosotros la levantábamos con los ojos. Con nuestra mirada desgarrábamos los carteles de publicidad, poníamos bigote a las señoritas, cubríamos de rouge los labios de los caballeros. Así todo se volvía más lindo, más nuestro. Lo que era nuestro, era lo único real. Delicias reales. Yendo de uno hacia dos, y de dos hacia cuatro, y de cuatro hacia ocho, y de ocho a dieciséis abriéndose y abriéndose, desde el cielo a la umbría, de la sombra hacia el bosque sombeado, asombrado.

L

En el centro de la Ciudad, como todos lo saben, hay una plaza de césped impecable y de baldosas traicioneras. Es la Plaza Irreal. Allí, el pasto piensa y es de vidrio. Hay al fondo: un piano de carbón que se derrumba sobre un campo desnudo de frutillas. Allí hay cuatro árboles, de los cuales yo me quedo con uno, uno. Uno que tapa el bosque entero y no nos deja ver otra cosa que el Árbol Real, fibroso, fresco de copa, por el viento navegando sonoro. Este es el monte, la profundidad exacta, la fronda tutelar. Ésa quiero yo sí, aunque, adheridos al piso, en el patio se rían con obvia resonancia. Yo toqué ese tronco nudoso y fui cubierto por sus ramas ramas que me acariciaron voluptuosa, prolongada y ardorosamente.




Campos

El futuro es sin embargo un campo abierto
donde bailan milongas inesperadas,
donde alguien moja el suelo de tierra
“pa´ que no se levante polvadera”.

El futuro es lo que está después de los pasos,
pasos con frío de un otoño riguroso,
pasos desnudos de un verano que asombra.
Las chatarras descansan en medio de este campo,
tiñen ligeramente el pasto nuevo,
persistiendo en una coloración rojiza
que es la de la vida y también la de la muerte.
(-Yo quiero morir conmigo-,
silbaba un joven de noventa años
mientras un viejo de veintiuno la retruca:
-Donde yo iba sentaba
mi fama de gigoló).

El futuro es un campo de algodón
infinito, manchado por las figuras de los hombres
que se inclinan bajo un sol abrasador.

El futuro es un tango que parece interminable
o que, interceptándose,
cada día canta mejor, como el
Mago.

(El futuro, los campos del futuro incluyen
glándulas porosas, de forma lanceolada
y unidas al tejido del presente por su base:
por eso decimos que el futuro está poblado de hipótesis).

El futuro es ahora, el instante
entre la vida y la muerte,
entre el trabajo y el descanso,
entre el amor y el aburrimiento,
entre la libertad y el golpe de culata en la nuca,
entre el llano florido y la montaña pedregosa,
entre la nada y el todo,
entre la nada y la pena
me quedo con la pena.

El futuro es también una silla que se apoya
contra un muro encalado,
en una callejuela de Beirut,
un hombre que parece dormido pero piensa,
piensa en lugares en los que nunca ha estado,
piensa en una higuera, piensa en su madre
amurallada tras los ladrillos de un nicho,
piensa en su propia vejez y hace de su pensamiento
un bálsamo o vertiente donde respirar a su modo.

El futuro es también una mujer inclinada
sobre un mate recién hecho, con yerba nueva,
que en el instante de ser cebado
acompañó la evolución de las meditaciones
de ocho afuerinos que han llegado hace poco al lugar
y pacientes esperan su turno
en la vuelta concéntrica del mate.

-Siempre he tomado amargo,
pero a veces puedo gustar del dulce,
como los labios de mi china –
dijo alguno de ellos sin saber qué bondades
movía su lengua entumecida.

El futuro es una pampa, el futuro es una selva,
el futuro es un camión
al que se le ha terminado la bencina,
que se quedó sin gasolina,
al que hace falta nafta.
El futuro es una bicicleta sin pedales,
a la que hay que inventarle mecanismos,
gestos rituales que funcionan como un avión
que casi cae al mar, pero tan sólo casi.
Porque ese aeroplano levanta la nariz
en el último instante, y sigue,
desilusiona a los excitados espectadores.

(“Tata, dice el señor gallina que tenemos que irnos”.
“Dígale a ese señor emplumado que esta casa es nuestra,
que esta tierra es nuestra, y que de aquí
no nos moverán”).
El futuro está en el ángulo de los escritorios bancarios,
tiene malas intenciones,
tratará de darte una buena paliza cuando salgas
borracho, alegre, lleno de despedidas contradictorias.

El futuro es un aire que te cubre
y te dice: “soy tuyo, soy tu amante,
soy tu paloma, tu junco, tu milonga,
vos sos mi cafisho predilecto, mi gigoló adorado,
yo me travisto y me prostituyo,
para que vos seas feliz
vos solito”, el futuro
te engaña, te promete
una vida de rey en los desiertos
donde brotan la leche y la miel de los cactus
pero en realidad te da la espalda
al minuto siguiente y se acopla
con la primera o el primero que pasa.

El futuro siempre está ocupado
lavando sus aguas
en aguas del Leteo.

El futuro no tiene sexo, no tiene ideales, no tiene
partido, es indomeñable:
“cómo de entre mis manos te deslizas”
le dices tú, le decís vos
tristemente, viendo viejas maquinarias deshechas,
coches destruidos, máquinas de coser sin paraguas,
tristes murciélagos mecánicos
abandonados junto a las autopistas del (futuro).

El futuro es donde la falda acortinada de esta berlinesa
se encuentra con la cumbia
tocada en esa pizzería chilena.

El futuro es (dicen) el futuro del país.
El futuro (dicen que) es nuestro.
El futuro (mentan que) se presenta florido.
El futuro es de los que futurean.
El futuro es.

El futuro.

(de Chatarra/ Campos, Siesta, Estocolmo, 1978)



Tango del olfato

Cada vez que respiro
el olor de los barrios de esta ciudá
mi alma o lo que va quedando de ella
afirma mi porfiada pertenencia
a un tiempo, a un espacio y a una gente.

Las madreselvas,
los aromos,
los jazmines
y el jacarandá.

No es una bandera o un himno lo que vibra en el aire,
no es un escudo lo que dirige al corazón:
son eucaliptos temblando en los parques.

La providencia con su enredo de hilos
fundó los goles de las victorias,
desparramó dialectos de Italia por tu español,
puso tus veredas a la miseria,
prohijó estas nostalgias
y también este instante.

Montevideo se abre al ancho río como mar.

En invierno un tango la estrangula.

Mas las muchachas
se ríen y huelen al viento de primavera, coquetas,
y los muchachos las olfatean de costado
y el trópico visita tus arenas.

No son una divisa, ni un nombre, ni un color,
sino ciertos aromas y vistas y sonidos los que
afirman mi porfiada pertenencia
a una gente, a un espacio y a un tiempo.


Tango para una poeta oriental

El tango embalsamado que aquí yace
erótico se puso, nos pusimos
a leer tus cuchillos alineados.
Bailamos sin cesar. Tu pecho terso
no tenía versos: tenía cardenales
dejados por mis dientes y mis labios.
En la penumbra susurró Magaldi.
Sola y sola y hundida
en memorias de otros locos placeres,
masoca y siempre mala,
machihembrada a la otra,
la poeta.
De mármol o de hueso tu silueta
como finada ya, callaste sola
en tu sillón, anciana o niña,
y fundida en el tiempo,
adherida al poema que aún nos guía
-tu berretín tan mudo como enigma-,
en la penumbra vaga te borraste.

(de Montevideo cruel (tangos), 2003)



Muchacha de Málaga

No es otra esta sino la chica prístina
que tendida en las leves arenas de Málaga
ocupa casi entera la península.

Allí está, como bello juguete mecánico
junto a las restallantes aguas del piélago
posando como un icono.

Sus ojos: dos indianos ídolos
que nada tienen de mirar hierático.

Sus sentimientos son a veces nítidos;
casi nunca traslúcidos.
Por eso dejan esperanza sólida
cada vez que la veo y el monólogo
merecerla debiese para un día ser diálogo
y deseo magnífico.

Siempre he admirado a esta muchacha sólida
de manos grandes y rubóricas
que un día quisiera que llegasen beatíficas
para brindarse impávidas
como dos pavorreales que se abriesen benéficos
y se cerrasen como células ópticas
despertando al estímulo.

Con ella se apaga el sol de Málaga
y las estrellas se vuelven puntos cómicos
y me llega de pronto un terror cósmico
que me obliga a dormir.

Esto todo es, de acuerdo, esdrújulo
elemento, de a ratos feliz y a veces básico
ciclo que ha de cursar infante pálido
pero duro y salvaje como indígena
que poblar pudiese esta república
que la chica de Málaga
a formar va con mítica
indumentaria, con su alma que lúcida
es sin duda, porque fulge sin mácula
en la clara penumbra de mi cuarto poético.


Casualmente, en la sala del dentista 
leo las declaraciones que al fin Marlon concedió

He aquí la entrevista que se negó a conceder.

Rotundamente se negó. Su argumento:
“No veo el punto de interés. Todos, como yo, son actores”.

Dedicado a la vida meditativa, observa en calma las hormigas
que suben por el fregadero de su casa en Tahiti.

“Actuamos cuando, por ejemplo, alguien nos interesa
y volteamos la vista para aparentar lo contrario”.

Ya ue cualquiera, como su perro
actúa en consecuencia cuando quiere comer;
ya que todos, de una manera u otra fingimos;
ya que todos somos estrellas de algún firmamento
que se curva únicamente sobre nosotros,
sobre cada uno y sobre todos nosotros;
ya que el mundo es un escenario y un set de filmación,
no, más bien cada segundo de la historia es una escenografía,
cada lugar del universo es un estudio de cine,
ya que un espot nos cubre en cada acción que emprendemos,
cada vez que elevamos la taza de café,
cada vez que prometemos amor a nuestro amor,
cada vez que juramos un odio irreconciliable
a nuestros enemigos, cada vez,
ya que cada uno, cada vez,
en cada instante, a cada sílaba, en todo momento,
ya que cada uno de los elementos del universo
(sin olvidar los planetas los asteroide los agujeros negros
las enanas blancas las células los átomos)
es un actor en acto actuando,
¿para qué una entrevista?

Él medita. Sabe que los millones
de dólares que se negó a ganar
podrían haberse invertido en su más grande sueño:
una película sobre la masacre que los blancos de América
cometieron contra los indígenas de América.

En la entrevista (que él se negaba a conceder)
él mismo, gordo, calvo, blanco, se reclina en su silla de jardín.
Mueve la boca, que es el instrumento de un actor muy famoso.

Sus ojos giran en este aire de verano, miran hacia adentro.

¿Decepcionado de los productores?
Jamás le interesó el cinematógrafo.
En una escena de El Padrino, reconoce, incluso,
que se equivocó en todo. La crítica encuentra en esa parte
el mejor momento de su carrera.
Dice: “La vaca que tajan de un machetazo
en una escena de Apocalypse now valía más que toda
la historia del cine americano. “Yo soy, en realidad, esa vaca”.
Nadie lo ha entendido. “Como nadie entendió
que fue mío el deseo de que María Schneider
metiera en mí sus dedos untados en mantequilla.
¿Entiende usted que todo fue un gran malentendido?”

Sopla una leve brisa de atardecer.

Las sombras no han caído, pero ya van a caer.

La entrevista que nunca concedió,
que jamás concederá, que ningún hábil periodista conseguirá jamás,
está por concluir.

Y agrega, sarcástico:
“En realidad mi sueño más preciado, la película
de la que le hablé, sobre la masacre, ésa
ya se filmó (estoy en paz): si no me cree,
léalo en las crónicas, allí están registrados absolutamente
todos los nombres de los actores”.

“Claro, también quisiera ser el inventor de una milagrosa terapia”.

“No es nada fácil”.

“Pero ¿a quién conforma lo fácil? Mire,
mis matrimonios fueron felices mientras eran difíciles,
una sarta de puteríos agresiones alegrías maldiciones y milagros.
Cuando se volvieron panza entraron en declinación y el odio
-como el vapor se hace agua sustituyó
al amor”.

“Otra solución posible es, claro, olvidarse del amor,
de la fraternidad universal y de todas las pamplinas
que todas las religiones (malentendidas) enseñan”.

“Claro que hacerse budista como G, quizá sea el gran salto.
O cristiano, como E.C. y T.S.E.
Católico ferviente como José. Allí habría un camino.
Pero ¿quién sabe? ¿Bajar de peso? Andar todo el día en movimiento,
comer pescado y legumbres hasta hartarse”.

“Es mejor que se olvide de todo esto.
Sobre todo lo último, no lo publique nunca.
Es claro, digo nunca, ¿y qué sentido tiene?
Porque yo ya lo he dicho:
no soy actor, no soy artista, no soy futbolista ni boxeador,
no soy cantante de moda, no soy escultor ni diplomático,
no soy político ni soy etc.
Tampoco digo nunca, tampoco diré nunca. Bien”.

“Vea usted, por un lado,
yo sé que la locura es un estado congénito del hombre
Recuerde las palabras del sacerdote: Dios nos ama con locura,
lo que significa ni más ni menos: los hombres han perdido a Dios
que es lo mismo que creerse, de manera soberbia, ser capaces
de estar locos como Él. Ahora bien,
por otro lado, Dios no es par mí ni más ni menos
que la más primigenia y la más refinada de las invenciones”.

“Yo he sido, en suma, el más grande de los actores de sí mismo,
no mientras actuaba, sino mientras me veía en la sala de proyección
luego de las primeras tomas hechas dentro de mi templo
en aquella selva maldita: la masa gorda de mi cuerpo oculto
en la penumbra, las gotas de agua rodando por mi calva,
la mirada perdida y el gesto casi humano de mis labios fruncidos
y fláccidos que pronunciaban unas pocas palabras: todo eso no era yo,
era algo extraño a mí, era un dios lejano enfrentado a los más ínfimos temblores
del Apocalipsis de la selva implacable”.

Unas nubes metálicas, estivales, amenazan
o no amenazan lluvia.

La tarde de verano hormiguea en la clorofila
y los abejorros nos despiertan del ensueño.

“Hay, no obstante mi palabrería y mis atajos,
un par de cosas que me gustaría hacer:
una, estar abandonado en la selva,
ver la luz transgrediendo las láminas del agua,
tocar con los dedos de mis pies las arañas,
rozar las lianas con mis párpados, olerlas,
oír el mar de insectos que vibra en las noches absolutas,
perderme para siempre en ese espacio sin fin”.

“Otro deseo mío que siempre acaricié
aunque nunca con la suficiente fruición
es caminar desnudo por la Puna de Atacama
(eso está en la América del Sur, como usted ya sabrá),
leer en la piedra y la arena y el metal
el indescifrable mensaje allí impreso”.

“Hay un tercer deseo que creo, está más cerca:
escribir un poema metafísico
en base a materiales que son fragmentos de memoria
de prodigios de trazos en el agua gestos olvidados cópulas
cortas caminatas de sueños incompletos de una
arquitectura desalmada que habité de unas hormigas que suben
lenta pero decididamente por el fregadero de mi casa.



Después

(Choroní, Venezuela, 2007)

Después de todas las palabras
que llegan en ondas arenosas,
en fricción de olas ásperas
trituradas por el mar de febrero;
después de todas las gritadas
en los callejones o senderos
o avenidas manchadas de consignas
o malecones rengos;
de las garabateadas y fumadas
en papel arrugado de envoltorio;
después, después, después
llegarán más, escritas, electrónicas
memorizadas
en el disco duro del corazón: después
de todo el bullshit, todo el resto
de naufragio, después
de la resaca de los días, después
del viento, el aguacero, después
de la pasión reseca;

después llega la vida,
corrección:
el arcoiris de la lagartija,
el alcatraz con su rasante vuelo,
la rueda de dorado,
la sandía madura,
el corazón alegre,
el sol reinando al centro,
las muchachas salvajes,
un niño en su misterio,
la esperanza,
el mundo que quisimos:
lo posible.

(de UN RÍO DE PÁJAROS, 2ª edición corregida y aumentada, 2010)



Historia de Pat Garret y Billy the Kid según 
Marcial Lafuente Estefanía

Pat Garret y Billy the Kid eran dos malandrines del lejano Este uruguayo,
más exactamente, de Valizas.
Juntos robaron bancos, violaron y mataron a gusto
-aunque Billy no necesitaba el dinero, ya veremos por qué
por toda la comarca.

Muchos años después
Garret llegó a un  pueblo de mala muerte y se enfrentó a Billy.
Matearon.
                 Pat dijo: “Billy, hemos sido compinches.
Ahora ya no lo somos. Para la ley trabajo.
Si antes era malandro y parte de tu banda,
ahora soy madero y creo que si te agarro
a culo descubierto, ¡yo te tumbo, chaval!
Hay una recompesa seria por tu cabeza.
Acéptalo: los tiempos han cambiado”.

Billy tenía éxito con las rubias
cuando hacía relucir las hileras perfectas
de sus dientes blanquísimos como perlas
o mostraba la hilera perfecta de sus dientes blanquísimos.
Por esto, hasta los rochenses decían que era bello.

Billy dió vuelta el mate, chupó con ruido el último,
se paró, sonrió y le dijo a Pat:
“Los tiempos podrán haber cambiado
pero yo no he cambiado. Pat, vamos,
¡recuerda viejos tiempos, chico!,
una morena bajo cada brazo,
como aquella primavera en Progreso, ¿eh?”.

Al final de esta historia Pat liquida a Billy
y el status quo  vence, y el mundo
se equilibra otra vez, y otros Billy
the Kid y Pat Garret forman bandas
de crueles forajidos que deambulan
por el Lejano Este uruguasho y otros sitios del planeta.



Apocalipsis en Malmö

Soñé con una lluvia
implacable y tenaz:
dolía sobre el rostro,
cortaba el pasto al ras.

Y soñé con un viento
ardiente como sal,
que barría la vida
y la hundía en el mar.

Después soñé con tierra,
polvareda voraz
que azoraba los cuerpos
con látigo total.

Al final vino el fuego
con su lenga letal;
dejó solo el planeta
rotando en el azar.


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(bolero)

parquearemos el cuerpo
en sideral espacio
y Mulder & Scully
nos buscarán perplejos
y su amor será siempre
incorpóreo aunque no
digital ni electrónico

nacer no es digital
amar no es digital

parquearemos los cuerpos
en órbitas vecinas
y ya no morirá
nuestro querido amor
todo nuestro futuro
nuestros hijos comunes
y nuestros bellos viajes

morir no es digital
pero escribir todo esto
leer no es digital?

tu cuerpo junto al mío
y tu mano en mi mano
en el silencio cósmico
por los anchos espacios
seremos como dioses
en el puro silencio
en el silencio puro
de tan sólo existir


Después

Después de todas las palabras
que llegan en ondas arenosas,
en fricción de olas ásperas
trituradas por el mar de febrero;
después de todas las gritadas
en los callejones o senderos
o avenidas manchadas de consignas
o malecones rengos;
de las garabateadas y fumadas
en papel arrugado de envoltorio;
después, después, después
llegarán más, escritas, electrónicas
memorizadas
en el disco duro del corazón: después
de todo el bullshit, todo el resto
de naufragio, después
de la resaca de los días, después
del viento, el aguacero, después
de la pasión reseca;

después llega la vida,
corrección:
el arcoiris de la lagartija,
el alcatraz con su rasante vuelo,
la rueda de dorado,
la sandía madura,
el corazón alegre,
el sol reinando al centro,
las muchachas salvajes,
un niño en su misterio,
la esperanza,
el mundo que quisimos:
lo posible.

(Choroní, Venezuela, 2007)



Tango del Apocaliptus Oriental

                    Para los lobos de Cabo Polonio

I                                                                                                              

Como a hermana bastarda te prestaré mi odio
y entraremos a saco en la negra ciudad;
patearemos las ratas y encenderemos fuegos
en todas las esquinas.
                                  
                                     Iremos esposados.

Detenida de mí. Cuerpo mismo del crimen.
Escena del delito. Ramera idolatrada.

A tu disposición.

Unidos para siempre, por siempre y como siempre.

Para que no te alejes de mi vera,
darling, tesoro, beib, mami, rubia
de Niu Shor.

Correrá el Miguelete con todos sus cadáveres
y de esa agua viscosa se engomará algún ángel
ahogado por el plástico, envenenado en miasmas,
negro como azabache, repicando en la mierda,
chas-chas al tamboril.

Reina de Nuevo París: esposados iremos.

Pasando el Pantanoso, como pa’  la Tablada,
por ashá, atrás del Cerro, más bien por Pajas Blancas,
allá suben fogatas que franelean las nubes
y cubren de hollín puro todo Pocitos Nuevo.
Son los recicladores empastados de restos,
en la mente los cascos delgados de un caballo
que algunos se comieron p´al casorio e´ la Juana.

Las gasas de hospital y la infección y el cáncer
tapizan las aceras de Carrasco y Malvín.

“¡Qué cuadro, compañero!”, Negro Wilson uil sei.

Una guiñada al Cielo mentando el Manifiesto.


II

Te miraré de frente al cruzar el semáforo
de camino Corrales. Y tus ojos zancudos
se irán por algún techo, levitando en la brisa,
repitiendo en la tripa tu mente alucinada.

Y de los basurales se escuchará un embrujo,
un poste o eco lúgubre, como un grupo de esparto
o bien coro aterrado de agudos querubines
tragados por las grietas, resbalando en la pátina,
pegados en la grasa, aullando por el humo
acre de los suburbios.

Con un crujido de John Cage.

¿Te abrirás al paisaje?

El arrabal amargo
irá aprendiendo cosas.

La ausencia de veredas hará el paso liviano.

Nuestra facha será negroide o no será.

Y la mesa de truco, y  los gauchos y chinas
persignándose atónitos nos cederán el paso
por hoteles de mala muerte del Interior, pulgosos,
con hojas raídas de la Declaración de la Habana en sus piezas
y los piones caerán enredados en bombacha o bombacho rural paquistaní
y sombrero portugo de ala ancha.

Se despertará el áspero Chiripá de Acá,
El Culero Oriental, meid in Taiguán.

¿Te haré los calzones de lana pero te los terminaré de cuero?
¿O venderé productos de entreport, látex, uñas, diademas, pasamontañas?
¿Sangre de vaca en polvo?

Brillará el diente de oro en la noche de ciénaga.

Olímpicos bailaremos “El Pericón Nacional”
y comeremos mejillones provenzal
mirando un cielo de Mar de Bering, saboreando
guampa molida afrodisíaca,
sentados en bellas alforjas marroquíes del París del Sha,
en el Hotel Argentino de Piriápolis, ¡qué no ni no!
Rodeados de travestis, de melómanos, de yanquis, de
cabezas bien rapadas.

“Somos versátiles”, dirán.
“Más te vale, rapaz”, bramaremos
por las avenidas del Parque de los Aliados,
cubierto por las sombras de negros bujarrones
aliados del Imperio Genocida Occidental.

Defensor de menores, juzgado de otro turno,
legajos y vaginas, crótalos y azoteas
hacen la muerte un paso.
Todo terminará en una pelea a botellazos, as iusual.
Como un pastoso Peñarol que se embarra,
se empantana, se retrotrae, avanza reculando
y ataca defendiendo, vuelve loco al contrario,
lo calienta, lo alaba, lo deja llegar y
sobre la hora, gana.

Tendré que sacarte por la trastienda, drogada y borracha.
Dormiremos en una amueblada de mala muerte,
con yacuzi, cama redonda de agua y olor a lavandina.


III

Como te digo una cosa
te digo la otra.
                   Ahora, pará la oreja:

Soñarás con Verlaine y con la Pompa Yira.
Y un traveco morado zurcido en terciopelo.
Bello como una estampa de Changó.
(Palidez de vampiro en tierna juventud).
Cándido como un adolescente de Padua.

Como la Virgen de Guadalupe, protectora nuestra.

Y láminas de goma acariciando el heno.
Y un repique que llega agitando estandartes.
Y los gritos de fútbol que vienen por las calles.
Y los fuegos artificiales del gol.
Y la sordera del que
grita en el colmado Centenario.

Mentime que me gusta.

Levantaremos el Monumento a la Vaca, esa heroína única,
Animal Nacional Orgánico (ANO),
único amor de mis amores,
dama galante, meditativo agente,
dechado de humildad, paciencia soberana,
desjarretada siempre, siempre de ojos en blanco,
sacrificada al fin, le da el rojo a la Patria,
que cantó Zitarrosa, el delicado y triste
trovador oriental.

Junto a la Oveja térmica y estática, indigesta,
Madre del Cordero sagrado, no del Año Nuevo,
sino del Fin del Año.

¡Tánta vaca y oveja vendimos a las Guerras!
Morfaba Johnny cornebif uruguayo en Guadalcanal,
y tal vez también Jimmy come hoy asado en Kandahar.

Restauraremos la Melodía Nacional.
A cuerpeada limpia, a taco y punta, a rompe y raja,
a montonera y entrevero,
a pollerazo limpio y a taquito alfiler.

Y viviremos gracias al Ritmo Nacional.

Y moriremos a la sombra de la Tumba Nacional.

Bailando la cumbia nacional nacional.

Aunque la gloria sea con Peñarol Peñarol.

Sin chistar.

Zapatearemos sobre el Capital.

Alquilaremos un auto de ocasión.
Alguna lata eventual que transporte.
Un robot que haga lo que ordenemos
y agregue algo de banda ancha oriental.

Y enfilaremos por la Rambla, una y otra vez.
Los Accesos-Carrasco, Carrasco-Los Accesos.
75 km p/h.

Esto te gusta, ¿eh?
Le llaman la Paja Húngara:
se hiende sin anexos
por el vector que va cediendo
y por la tramontina que ocasiona
dentro mas dependiendo de la carcasa.

Pero, el cosquilleo es el paso final,
como decía el Gordo
en tanto la agarraba.

Sacarás tu pelo rojo por la escotilla
y gritarás como alelada y veré
una vez más las pecas de tu cuello,
oleré tu perfume de puta universal,
santa mía bendita, ardiente meretriz de mis noches charrúas,
ignorando a los curiosos de peluca
aunque repiquen con sus bastones por las veredas
regadas de tu ropa interior sin estrenar.

Mientras tanto devoraremos viandas locales,
jugosas y sangrientas como muslos de adonis
-húngaras, chimichurris, mollejitas, buñuelos, pan
con chicharrones, torturadores, muzarela, figaza,
asado ´e tira, corvina a la plancha, pascualina, asesinos, pastel de carne,
berberechos, almejas, pejerreyes, colchón de arvejas, violadores,
vino con gaseosa, pez espada, buseca, muzarela con orégano,
milanesa a caballo, mejillones, Patricia, medio y medio, flan con dulce de leche,
budín de pan, Martín Fierro, pirón, buñuelos, tumba, patria, milicos,
pastaflora, cobardes, fainá: bajo el hollín eterno del Mercado Etílico.


IV

En el verano rumbearemos al mar.
A ese mar  mentiroso que es un río,
el río camaleón que nos da nombre,
el que trae toninas, noctilucas;
ese río de pájaros con sabor a oceano,
que igual viene mojando nuestra mejor arena.

Todo será sencillo y tan charrúa,
tan chaná masacrado,
tan guaraní, arachán, tan Frutos genocidas,
aniquilado por aquel cruel Imperio
que difundiese la cocina española
hasta el Río de la Plata, edén muy bravo,
especialista en platos de la casa:
Restaurante Juan Díaz de Solís,
menú del día, menú de medianoche,
perdidos en la nieve y la ventisca
años después, y orgullosos
de ser parte de nuestra especie humana.

El país natural depredador,
el tigre en el flotante camalote
hace un guiño a la pastera Botnia,
entonces el fulano se distrae
y un golazo de Edinson Roberto
Cavani.

Ah pajas de la hora de la siesta,
el delicioso río tan ancho como ar
y las arenas blancas quemando nuestras plantas.
Ah, el Séptimo Círculo, ah las aventuras
de encantadores cowboys, de Marcial
Lafuente Estefanía.
Ah el clásico más célebre del mundo
que se llama Memorias de una princesa rusa
(y que se encuentra gratuitamente online).

Nos vamos para afuera esta semana.
(Todo aquello que no es Montevideo
es para nosotros el afuera).

Tu serás simplemente mi querida
novia, mi dulce prometida.
Yo seré un chico sano, izquierdoso y valiente.
Nuestro lecho será de sol y playa.
Siempre, siempre a tu lado. Chic to chic.

Olvidaremos todos los golpes de estado impunes.

¡Olvidaremos la maldita Ley de Caducidad, vergüenza planetaria!

¡Arena, arena, arena!
Nuestra arena es la más esplendorosa:
del color del cabello de la reina de las rubias taradas: Paris
Hilton, esta pobre muchacha, que es tan burra que olvida
que el oro es veneno: recuerden lo que le pasó a la chica
de Godfinger...

Merluza a la plancha comeremos,
empanadas de algas,
berberechos cogidos en la arena
y fainá de la orilla en el boliche
con velas y faroles a mantilla.

Jim Morrison va a estar rugiendo siempre
en las radios Espica de los goles.

Descalzos, naturales, espontáneos.

Ese rumor de océano, ese ritmo de oleaje
nos mecerá en el sueño
dulcísimo del sexo y del canabis.

¡Oh el inocente porro inmaculado!

Ya nunca más aquella falda blanca, “túnica”
con pajarita azul (la llaman moña:
al comenzar las clases es azul de bandera
y en el final del año violeta funeraria)
que me obligaban a llevar en la escuela
me harán sentir un bobo reverendo.
¡Niños del Uruguay, a quemar moña y túnica!

Oh la papa o la tumba, oh los asados.
¡Oh todos aferrados a la ubre!
¡Oh aroma de eucaliptus de Ramón Anador!
¡Oh gran cabeceador Alberto Spencer!
¡Oh el sagrado Inversor, oh el Capital!
¡Ay mi Punta del Este guerrillera!

Oh sol de Peñarol que se ha extraviado.
Oh bandera, oh bruma que la cubre.
(Mama, ganarle al cuadro afrancesado
que se esconde en la calle 8 de octubre).

Ganaremos de atrás con gol soñado.

Por eso nos llamamos los Campeones del Siglo.


V

Aunque te arrepientas de todo el horrible
Industrialismo y las vías férreas inútiles y las hortalizas y esos
señorones encopetados que en las fotos ésas marrones,
con trajes arrugados mas ensombrerados,
como escapados por la escotilla trasera, intactos, iluminados,
rodeados de zapallos en una chacra de Casupá:
ahora estamos en la era de Gaga o de Gagá
chupándole las tetas a George Sand.

Pero por ahí nomás nuestro elixir se truncará a costurones,
hélo aquí empercudido por la intemperie,
acicalado de ébano lujoso -esforzados atletas
que vienen de triunfar-
machacado en bengalas por un techo pasmado,
las cabezas colgando fuera del convertible,
con más vales de nafta (esos vales castrenses, carajo,
carne, verdura, arroz de chacras militares
entregado en la puerta de nuestros oficiales
por la tropa, esa anaconda muda,
aquí no hay corrución, señó)
y el humo de los porros que va hacia el Paccha Cielo.

No importa, nuestros hijos portarán la antorcha,
y también la alforja gitana sin duda,
se frotarán la mota por la noche,
tomando helados en costaneras antisépticas
con ventilador incorporado al bies
y  deslizadores áureos mas vibrátiles.

Nuestros hijos serán chinos,
chinos de La Teja o chinos de Bella Unión,
chinos de mierda,
de América y del mundo y de la Santa Impunidad,
engañados por un puñado de dólares,
por un puñado de carnes, un puñado de pelotas,
deportistas de corte continental, hinchando, hinchando,
intelectuales sin tacha, holgados
en su camisa blonda, en sus babuchas dodecafónicas.

Leerán Lolita en versión frenopática, filisteos
a mucha honra y dispuestos a todo
-shoot the lyon at the zoo-, ofídicos serán,
atrabiliarios, ¡Diantres!, hélas,
lo que el galano os demande ¿devotos?
Oh bien sure
Monsieur, é tudo bem, a fojas cero
descompaginarán los tropicalismos descalzos,
las esclavas de tobillo, las pequeñas gemas
que a mi amada engalanan, el pircin del malevo
clavado entre los huevos y el peroné.

Y además, vos y yo,
estaremos trabados para siempre.

¡Siempre andaré a tu vera!
Buscaré tu nombre en las placas sin fin
del Parque Posadas, en vano, ebrio
y rodeado de guardias armados que
Me iban a matar, como dijese Chávez.


VI

¿Habrá acaso blasón con más decoro
que el negro con el oro?

Hemos de volver al combate, en fija.
Ay, m’ hija, el combate nos llama,
siempre y siempre combate,
siempre fajar la faja y cruzar el facón.

Caras de los que te beben,
oh santo, alto licor que te ofrece la Patria,
¿combatiremos pues?

El Muñeco, la Chola, el Pardo, el Hétor,
la Patitas de Cerdo, el Zambo, el Cabecita Negra, Dienteleche,
la Tetona, el Chinchulín, la Chola, el Chongo, la Jazmina,
el Carozo, la Pocha, la Gatuperra, Batoví, el Manguera,
Catongo, Juana la China, el Querusa, el Pararí, el Chorizo,  Bujarrón,
el Macaco, la Caldera, el Corvina, el Menchaco, Pomelo, el Calato,
Frankenstein y el mambo:

¡Ellos también existen!

Hallamos un país desconchinflado
por lachos blancos y lachos colorados.
Y ahora la bandera de Otorgués, Señor,
se ha puesto en su lugar: hemos vencido.

La sangre vertida por los torturadores de la Matria
nos mira.

(Clemencia para los vencidos).

La Revolución ha empezado: ¡Vívela ya!

Todo el país charrúa avanza.

La Celeste es la gloria celestial.

Socialismo ya.

Legalais también.


VII

¡Avanza, forajida, ramera mía, mi forra!
Toda en ropas de noche que son como un vapor.
Abrazame en las luces rosáceas de la Rambla.
Parate en las esquinas del barrio del Condón.
Que la blusa trasluzca tus pezones patente.
(De ahí el éxito de las jóvenes que lavan autos).
Besame en las arenas quemadas de Neptunia.
Llevame a la Coronilla, al Chuy.
Acelerá a fondo que quiero morir en el Este,
con un quegüis en mano, besando a una morocha
junto a la suimin pul.

Te garanto, en chancletas
iremos predicando
que todo, todo, todo se trataba de nada
y hay que empezar de nuevo por lo tanto:
bilingües, asociales,
zurdos, bien achinados,
descalzos,  retacones, vertebrados al paso,
en el pecho la brisa y en el alma la calma,
llevando picemeiquers o datos de Dou Yons,
memoriosos, anales, sublimes y pendejos,
sobre rancia llanura raspando nuevo mote,
cual si le cimentaran el coturno o palenque,
dándose unos masajes orientales
de aquellos, figurando en unas páginas arrancadas
al Contrato Social,
encontradas en el excusado de una estancia de
Ibiray (Paraguay),
-el ADN del excremento no
identificado hasta el momento-
como una piara de anormales hablando
cosas descabaladas,
una reunión de efebos compartiendo canabis
y jugando a las madres:
en doctas compañías se decidió el asunto,
“Chupando zorra”, dijese Maribel
-y de todo lo dicho estampo sello y firmo
encamado en la mejor amueblada del Universo-
sin religión, sin dogma, sin martirio,
y por si alguno entre ellos realmente
le encontrara
(como lo hiciese el gran Julián
Assange)
algún día
el goyete a la Cosa.


(inédito en libro, Montevideo, 2001- Malmö, 2014)




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