América Merino
(Viña del Mar, Chile 1983). Bachiller en Ciencias por la Pontificia Universidad Católica de Valparaíso. En el año 2004 fue Columnista Web de Greenpeace Chile. En el 2006 fue Directora de taller de Arte y Literatura para niños en la Fundación Un Techo para Chile. En el año 2008 fue publicada en el libro Carta de Ajuste: Antología de Poetas inéditos en Valparaíso (Valparaíso: Ediciones Cataclismo, 2007) y en la Revista Antítesis; participó en el III Encuentro de Poesía Actual: POQUITA FE; Recibe Mención de Honor en el concurso Juegos Literarios Gabriela Mistral, organizado por la Municipalidad de Santiago. Durante noviembre y diciembre del 2008 fue Directora de Ciclo de Poesía al Hueso, en Valparaíso. Desde el año 2005 es integrante del Seminario de Reflexión Poética, en la Sebastiana. Actualmente cursa la carrera de Ingeniería en Diseño de Productos en la Universidad Técnica Federico Santa María. En 2015 publica: "Fractales". Cuarto Propio.
Has muerto en París
"Moriré en París con aguacero,
un dia del cual tengo ya el recuerdo"
César Vallejo
Prodigiosamente aristocrático.
Tan sutil e indefenso
Como aquel felino que ha perdido los instintos.
Casi majestuoso.
Púrpura, evanescente
Flotando por el Sena, caso hieres Versailles.
Tu cuerpo, desde las avenidas, es observado.
No causas impacto alguno.
Ni suicidio, ni accidente
Fueron mis manos, en París.
Fractales (Cuarto Propio. 62 pág). Primer libro de América Merino, poeta viñamarina. Un poemario que denota prolijidad en la escritura de los textos. En ellos se conjugan elementos matemáticos, musicales, mitológicos, nostálgicos y geográficos que se van complementando de manera, si se quiere, arcana, pero coherente dentro de lo que, al decir de Carlos Henrickson, es “el cruce de lo existencial y lo nouménico”, línea conductora, de alguna manera, de este trabajo. Sujetos enigmáticos como Otro y Alguien, y lugares herméticos, sobre todo un Laberinto, que aparecen y desaparecen como signos de un mismo fractal se reúnen entre luz y opacidad. “Un fractal es infinito dentro de algo que no lo es”, nos dice la autora, y al parecer en aquel verso está la clave, la llave: “Porque quizás soy yo únicamente/ quien recuerda otras tierras,/ el río y los árboles/ que erigieron el laberinto” (…) “Cuando el sol toca mis ojos/ que mantengo cerrados/ veo fractales”. [Publicado en revista Punto Final Julio 2015 Por Alejandro Lavquén]
Fractales (selección)
La piedra de ceniza enmarca el laberinto. El laberinto
deletrea cada signo refractario de la Tierra / donde nunca
se ha descubierto historia. A veces veo precipicio;
otras veces, me interrumpe su clara opacidad.
Somos precipicio: escuchamos líneas.
Hay en este mes de noviembre un frío
como mañana de nacimiento de otoño
donde se puede reconocer, al segundo,
otra dimensión de sílice, carta de navegación,
bitácora en blanco. El retorno es posible.
Comenzamos el viaje. No estaba grabado
en los clavos todavía hundidos del ecce homo;
no estaba escrito sobre ningún madero.
Ordalía, la piedra de ceniza enmarca el laberinto.
Aprendo nombres de árboles de memoria
mientras ese Alguien todavía sigue sentado en la escalera.
Impertérrito.
El fractal de la hoja y de la hoja de la hoja
se repite igual que este laberinto
como la efigie dibujada por la caída inevitable
de la primera mancha de tinta en un vaso con agua.
Así seguimos desbordándonos ―a veces― de nuestros quicios
observando el hilo cada vez más quebrantado.
Sin conciencia de dónde ir,
con un fragmento de ceniza en cada libro,
distinguimos ―a veces― el inicio, no el final
: desde adentro infringimos las imágenes,
fisuramos los muros con tanta presión
: el agua nos corrompe, nos diluimos.
A veces ―sólo a veces― el tiempo corre por otras ramas,
árboles de otro laberinto.
¿Habrá comenzado a llover?
Materia y Memoria: percibir es acordarse.
¿Habrá comenzado a llover?
La percepción sería incapaz de evocar el recuerdo que se le asemeja.
Si así fuera,
¿Bajo qué geometría surge la lluvia?
¿Cuántos párpados se cerrarán antes de que cese?
¿Cómo se transforma la imagen en imagen-recuerdo?
La lluvia hubiese quemado la hoja de papel en cada plano de su existencia,
pensamiento, memoria, proceso, cognición.
No, ni una sola gota de fuego.
No culparé a dramaturgos
ni dictaminaré errores de interpretación,
la imagen se ha fisurado y se vislumbra en su interior un fósil
: un árbol calcinado
: un muerto encerrado en sí
: universo regresando al caos dentro de él.
En estas horas nocturnas, ese cuadro despierta el recuerdo
de Alguien más allá de los hombres
—griego.
Y se descifra, al fin, el nombre del día, la catarsis,
encubiertos en el manuscrito:
instantaneidad.
En colores símiles a la sangre cae
el secreto develado sobre nuestras cabezas:
en números y palabras todo ser existe y se derrumba.
La excesiva prontitud del primer acto
terminó por sacrificar no sólo al argumento de la posible obra,
también a los actores.
Alguien que permite el olvido permite la ausencia.
Escuchamos líneas en los sueños,
pequeñas líneas en los viajes
como pacientes en esquizofrenia, navegando
que hacen volver real la imagen
y continuar con sus siguientes actos,
"Fractales", de América Merino. Cuarto Propio, 2015.
cuyos finales
(nunca)
debieran ser reescritos.
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