viernes, 28 de agosto de 2015

JUAN GIL BENGOA [16.927]


Juan Gil Bengoa

Narrador, poeta y guionista de cine, nacido en Bilbao en 1958, ciudad en la reside.

Escritor de formación cultural autodidacta, se ha ejercitado en la lectura de una amplia geografía literaria. Se declara deudor en esa formación literaria de escritores de muy variado registro, como John Dos Passos, Julio Cortázar, Chatwin, C. Pavese, G. Simenon, Elías Canetti, Albert Camus, Jean Paul Sartre, Bowles, Jack Kerouac, Miller o Bukowski. Entre los autores vascos, destaca a Ramiro Pinilla. 

Ha publicado tres novelas, La piel del camaleón (Beitia, Bilbao, 1992), por la que recibió un accésit en el Premio Villa de Bilbao, Inviernos (Beitia, Bilbao, 1995) y Los placeres tristes (Huerga y Fierro Ed., Madrid, 2002). 

Como poeta, ha publicado, Los desiertos verdes (Renacimiento, Sevilla, 2006), libro dedicado a las víctimas del terrorismo, La noche cerca (Ed. Renacimiento, 2012) y Rwenzori (Ediciones de La Isla de Siltolá, 2015).

Ha desarrollado un amplio currículo como guionista cinematográfico, escribiendo guiones para documentales y largometrajes.

Es coautor, junto a Xabier Etxaniz, de cuatro guiones para largometrajes: Fuera de temporada, cuyo proyecto fue beneficiario de una de las "Ayudas a la Creación de Guiones Cinematográficos", concedidas por el Instituto de la Cinematografía y de las Artes Audiovisuales del Ministerio de Cultura. Los derechos de explotación de dicho guión, son de la productora cinematográfica Sogecine; Julais (Segundo Premio en el Primer Concurso -año 1998- de guiones cinematográficos "Café Iruña" en Bilbao), cuyos derechos gestiona Asegarze Zinema; Agallas, que gestionan las productoras Zebra P.C. y Continental Films; y Muñequitas rusas, seleccionado por CANAL + para su desarrollo. En la actualidad los derechos de explotación de dicho guión pertenecen a la productora Filmart P.C.. También ha escrito en colaboración con Javier Etxániz el guión del mediometraje titulado Mudanzas.

Gil Bengoa es autor a su vez de otros guiones, escritos en solitario, como el titulado La vida a medias, y ha recibido diversos galardones y reconocimientos por su actividad como guionista cinematográfico: Primer Premio en el concurso de guiones de cortometraje del VIIII Festival de Cine y Vídeo de Lekeitio, con el guión titulado La marea, en el año 1989. También recibió el Segundo Premio en el concurso de guiones de cortometraje convocado por el Centro Territorial de Televisión Española en el País Vasco (TVE), con el guión titulado Exit (Bilbao, 1990). Este guión fue posteriormente producido y dirigido por el cineasta José Luis Barrios (1994), siendo seleccionado en varios festivales y emitido por dicho Centro Territorial de TVE en el País Vasco. Es también guionista y director del cortometraje, en 16 mm., Comarcal V, que ha sido seleccionado en varios festivales y emitido por Euskal Telebista (ETB). También ha dirigido la producción del cortometraje, en 16 mm., Bajo llave, dirigido por Rafael Garzón, seleccionado también en varios festivales de su género y emitido por ETB.

Félix Maraña Sánchez





Del libro La noche cerca (Ed. Renacimiento, 2012)




DESLUMBRE AFRICANO

                              A Maribel Cruzado y José María Conget

Digno sobre la tierra ocre
y seca que bordea el asfalto sofocante,
demacrado por el polvo y la arena,
bajo una foto del monarca un anciano aguarda
quizás en vano
un gesto de piedad.



UNIVERSO

No puedes hablar
y el silencio es una sonrisa
quebrada. A través de la ventana
contemplo mecerse un rosal.
La vida como un torbellino
girando alrededor. Y siento
reparo en moverme, en caminar
por esta habitación habitada por una mariposa
rígida con sondas y alfileres.

Ahora los sedantes te han dormido.
El médico ha dicho que tal vez no sobrevivas
a esta noche, y alguien de la familia ha creído
observar un repunte afilado en tu nariz.
Una auxiliar ha retirado la bandeja
con el puré intacto y el envase de flan
vacío, devorado por tu marido.
Si nos vieses dirías que formamos
una esperpéntica naturaleza muerta.
Pero tu mano no volverá a coger un pincel.

Es hermosa la cicatriz, la línea
hendida alertando tu ausencia
irremediable; hermoso el relieve rosado
de tus labios que duermen su sueño
de morfina y cortisona.
Aún faltan veinte días para que mi torpe
e inútil aliento se funda
con tu último suspiro
hermana.




CORAZONES EN BABIA

A Dorita y a Raúl los seguíamos
a distancia camino del cañaveral.
Tumbados a la fresca bajo los árboles
con las chimberas descargadas haciendo caso
omiso a las alondras y a los petirrojos, pendientes
del sendero con los primeros cigarrillos
entre los dedos y aguantando las ganas de mear
hasta que Miguel decía ¡Ya vienen!
Y rezábamos para que las alondras cantaran más
alto y no sintiesen los latidos alocados
de nuestros corazones en Babia hipnotizados
con aquella frase de Miguel que se repetía
desde semanas atrás: Van a follar.
Y una vez que giraban la última curva
del sendero y el viento sacudía nuestros
agazapados temores Miguel sentenciaba ¡Ahora!
Y nos mirábamos sin decidir quién de los
cuatro salía el primero hasta que Miguel
y así detrás suyo y de pronto la boca
del cañaveral asomando al fondo, esa boca
que ya se había tragado a Dorita y a Raúl
y nos detenía su melodía
silbante entre las cañas como una invitación al
Milagro que obraba en su interior.
No sé cuánto tiempo ni cuántas veces hasta que
bruscamente alguien proponía dejarlo para otra
ocasión, o aguardarles el próximo día dentro
del cañaveral donde ahora follando.
Y ahí sí nos mirábamos en silencio y emprendíamos
el regreso cabizbajos, las sienes latiendo hasta
que alguien decidía cargar la chimbera y los demás
le imitábamos por inercia, el cañaveral
gimiendo por detrás, las alondras
cesando en su canto y quién me diría
a mí sin atreverme a preguntar, ignorante
una vez más del significado de aquel verbo
ignoto, la soledad más que nunca
incierta en las muescas toscas de una chimbera.

Seis años después de la elegía dedicada a las víctimas del terrorismo con el poemario Los desiertos verdes, publicado también en la colección de Renacimiento Calle del Aire, Juan Gil Bengoa vuelve a hablarnos sobre el miedo, no sólo a la inquisitoria angustia de sentirse desplazado en la misma tierra de origen, sino también del miedo a los sucesos imprevistos y cotidianos que rodean la existencia: el paso del tiempo, las crisis sentimentales, los abandonos y sus desolaciones, las enfermedades incurables; todos los pasos que, ineludiblemente, nos van acercando a la noche.




Los desiertos verdes, de Juan Gil Bengoa


Me parece, éste, un poemario valiente. Está dedicado a las víctimas del terrorismo, uno de los temas centrales del libro. Su autor, nacido en Bilbao, describe las situaciones de tensión y miedo en el País Vasco (Y todas las noches desde mi ventana / los siento navegar en el silencio / husmeando como gatos / en los bajos de mi coche), el alivio de pasear por otras tierras extranjeras (Sabía que en ese momento irrepetible / mi dicha eras tú / y saber que allí nadie nos iba / a venir por la espalda), la angustia cotidiana (Hay lugares / donde sien y nuca / son palabras / que estremecen / de veras). Pero también hay lugar para el amor y la nostalgia por quienes se fueron. Quizá por abordar un tema en el que, además, el poeta no cae en el panfleto, y lo trata con sutileza, el libro apenas ha tenido recepción crítica. Es una pena, porque necesitamos más libros como éste.  Os dejo con un breve poema:



MAPAS

Pende sobre mi ánimo
la angustia y el recelo por el hacha
y la enroscada serpiente que traza
sinuosos límites al sueño.
Mis sueños hoy se reducen
a no vivir y soñar la vida,
evocar rincones de la memoria
e imaginar los lugares (esos puntitos mágicos
de los mapas) que tanto anhelo.

JOSÉ ANGEL BARRUECO
http://thekankel.blogspot.com.es/




Rwenzori

Ediciones de La Isla de Siltolá
Colección TIERRA, nº 54 (Poesía)
Sevilla, julio 2015.

Juan Gil Bengoa expresa la conciencia de los cuerpos ante el dolor en 'Rwonzori'.

El narrador, poeta y guionista de cine publica su tercer poemario con la Isla de Siltolá

La voz, cuando no se extiende más de lo preciso, cuando se vuelve concisa y certera como un bisturí, logra diseccionar ante nosotros la conciencia de los cuerpos ante el dolor y la desesperación. Esto es lo que encontramos en el poemario 'Rwenzori', de Juan Gil Bengoa (Bilbao, 1958), recientemente publicado por la Isla de Siltolá. 

Antonio Luis Ginés.


Juan Gil Bengoa expresa la conciencia de los cuerpos ante el dolor en 'Rwonzori'
Al narrador, poeta y guionista de cine Juan Gil Bengoa (Bilbao, 1958) hay que reconocerle el esfuerzo que hace en su último poemario (Rwenzori, Isla de Siltolá, 2015) , la valentía -osadía- de adentrarse en un terreno cuya voracidad temática y experiencial puede devorarte como es de los hospitales. 

Desde el anterior libro (La noche cerca, Renacimiento, 2012) a este, hay un salto cualitativo, y eso es reseñable. En el título ya se nos invita a un viaje hacia lo salvaje, hacia lo desconocido y doloroso, en la piel de distintos personajes y voces que van cruzando por estas páginas. 

La voz, cuando no se extiende más de lo preciso, cuando se vuelve concisa y certera como un bisturí, logra diseccionar ante nosotros la conciencia de los cuerpos ante el dolor y la desesperación. 
  
En ese lento discurrir por la atmósfera de estas vidas se diversifica un poco al principio el posicionamiento de la voz, hasta que se define en una sola que observa, canta, cuenta,   que se distancia o se aproxima, según cada caso, que mantiene y pone de relieve una relación compleja con las situaciones, los momentos, las personas, visibilizando un  desnudo que llega a ser hiriente en la conciencia del lector, a veces demasiado acostumbrado a lo edulcorante y artificial de otras propuestas menos consistentes.

El ascua de la conciencia 

Con este planteamiento, la opción que a nivel de lenguaje el autor porpone es la más adecuada, la que encaja de una manera más natural y directa, manteniendo ese cierto equilibrio entre lo lírico y lo coloquial, entre lo realista y la ensoñación, esta última como escape necesario ante un abrumador panorama, cotidiano, de la desesperanza del ser humano cuando se enfrenta a si mismo y a sus huecos. 

Y aunque la sensación de pérdida constante -no solo de lo físico- nos invade desde el comienzo, llegando a mostrarse como una certeza, el dolor no solo puede implicar esa pérdida, también la conciencia del instante en su duración, en una prolongación que queda dentro de la mente del lector, como un ascua que puede arder más allá de su propio eco.




Cielo azul mecido entre espigas,
soplo de brisa, colchón de tierra,
lecho eterno de zumbidos aéreos.
Brillo acariciante del sol, canto de chicharras,
vuelo de mirlos y torcaces.

Apenas un suspiro y el cielo
se incendia sobre la alfombra del campo.

Alguien ha dicho que puedo morir esta noche.



*



Deseo que me habite la penumbra.
No quiero familiares a mi lado
ni besos de asco y compromiso.

Sé que en la planta superior hay bebés naciendo,
sorteando sus cabezas rosadas el limbo
para oír nítido el gemido de sus madres.

Tras la cortina, mi vecino purulento e insomne,
de regreso a una infancia de orina y llanto,
se estremece bajo la arruga del tiempo.
Me inquieta su tenebrosa presencia;
si me transfunden sangre, el espejo turbio
de sus ojos me implora cambiar de planta
y saquear la residual placenta.




*



¿Qué es un pulmón manchado?
¿Es de una fábrica la herencia
que se expande como una protesta
o disminuye como un salario?

Algo tan íntimo que alimentas a pesar de todo,
inflamación que ocupa y altera,
caverna móvil en la pantalla de un escáner,
nido vacío, parque desolado.


*


Abuelo, ¿estás dormido?
Dime algo, no te oigo respirar.
¿Por qué te han puesto esa máscara?
Casi no se te ve la cara. ¿Y ese gorgoteo?
Te están metiendo aire y que así
se te hinchen los pulmones, ¿verdad?
Como los balones que llevábamos al taller
¡recuerdas cómo botaban recién inflados!
Aita dice que si te desconectan eso
te puedes morir, que tienes una grave
insufi-ciencia (me la he tenido que aprender
en dos veces) respiratoria
y que ellos se van a quedar
con el apartamento de Noja
y el Audi que sólo tiene 22.000 kilómetros.
Que tía Susana prefiere el piso de Amézola
porque se va a separar y no sabe adónde ir,
que el tío Jorge siempre la está hostiando
y que está hasta el gorro de él y de su puta
familia, siempre haciéndola de menos.
Que con el dinero ya harán cuentas
porque el apartamento cuesta menos que el piso.
Sé que estás muy triste desde que se murió la abuela
pero no me gusta Noja si no estás conmigo
y darnos chapuzones en la piscina.
Te quiero mucho abuelo,
y me importan un bledo
los activos finan-cieros y tus letras del tesoro.
Ponte bueno pronto, abuelo.
¡Shissst, ahí vienen!






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