lunes, 24 de agosto de 2015

EMILIO TENO [16.872] Poeta de Argentina


Emilio Teno 

(Bahía Blanca, Argentina, 1978)

Teno estudió Filosofía y Letras en la Universidad Nacional de Mar del Plata. Entre los años 1999 y 2008 vivió en distintas ciudades de Europa. En 2004, en España, Editorial Renacimiento publicó su primer libro de poemas: El tiempo que nos toca. Además de trabajar en poesía, narrativa y teatro, es autor de letras de canciones que han grabado artistas locales. Algunos de sus poemas, cuentos y artículos han sido publicados en diferentes medios gráficos argentinos y españoles.

En la revista “El Cultural” del diario “El Mundo” de diciembre de 2004, Francisco Díaz de Castro reseñó: "...son muchos los aciertos de Teno en sus mejores poemas: su facilidad para suscitar emociones cuando no las cuenta, su claridad de espíritu, su tino expresivo y logros tan distintos como Exilio, El puerto, Buenos Aires y, sobre todo, la sección De la forma en que me inventas, donde intimidad e historia juegan con acierto contra la facilidad."

En 2014, presentó "La noche americana", publicado por Letra Sudaca.


El tiempo que nos toca, 2004.



ARTE POÉTICA

Trabajar con este puñado de desdichas
es a menudo un duro oficio sepulcral.
Uno se pone serio de pronto y se acuerda:

de la última bomba caída sobre Bagdad
(esa ciudad soñada por poetas y por ladrones),
del Brasil, con su ejército de campesinos mendigos,
(allí quise una vez vivir bajo el cielo, con un pez y
una mujer hermosa),
de mi Argentina, manojo de nostalgias violadas, robadas,
(loca tierrita mía, que te dolés como una yegua agonizante),
de África, con sus pechos resecos por la muerte y
sus grandes ojos blancos de niño que pregunta.

Urdir palabras con este horror a cuestas
no es fácil. Pero tampoco es fácil:
levantar una pared con este horror a cuestas
arreglar un zapato con este horror a cuestas
enseñar a sumar con este horror a cuestas

quiero decir palabras nacidas del horror
paredes levantadas sobre el horror
zapatos que pisan las huellas del horror
las sumas cotidianas del horror
son oficios salvajes.

Por suerte, también está la aurora
el sabor del pan
la primavera
la revolución
y vos.




La Habana

Ciudad que sos también el poema
mis piernas van bailando al ritmo ancestral
de tu latido.
Venido de África, de Haití, de Sevilla
y, quizá, de la luna;
tu corazón colorido y tu piel de tambor
van adoptando la forma de una mujer querida.

Y sos eso: una mujer querida
                   un corazón colorido
                   una piel de tambor
                   y, también,
                                    el poema.
                                         
                    La Habana, diciembre de 2003



La noche americana de Emilio Teno


Por LEONARDO HUEBE

En 1973, François Truffaut estrenó “La noche americana”, un filme cuyo título alude a la técnica cinematográfica que permite emular la luz nocturna durante la filmación diurna. Filtros oscuros sobre el lente de la cámara buscan recrear la noche en el día.

De esa interpelación lumínica, de la artificialidad o el despojo con el que miramos y nos apropiamos del mundo, habla La noche americana de Emilio Teno (Bahía Blanca, 1978), uno de los dos títulos (junto con El punto suspensivo de Fabián O. Iriarte) elegidos por la editorial Letra Sudaca para inaugurar su colección de poesía.




La noche americana

La noche americana se abre con una serie de cuatro poemas (Simulación de la noche, 07:00 PM, La mañana, Ciertos días) que marcan la sucesión de una noche imaginaria y atemporal hacia una mañana turbia. La transparencia, la luz diáfana, está puesta en la sensación de lo vivido y ahí todo es presente. Como en un travelling, las imágenes se suceden: vemos una terraza bajo un cielo amenazante donde todo parece temblar ante la lluvia inminente, los objetos se animan, toman la hondura de lo que los toca. El tono elegido es reflexivo; si bien enuncia desde un yo poético definido, no es confesional.

En los poemas Troya y Odisea, las alusiones al universo cultural clásico se articulan con una marcada urbanidad y con un lenguaje frecuente. Las referencias literarias o musicales son muchas veces el disparador de una reescritura, como en el díptico Cervantes en el infierno y Don Quijote en el infierno.

 La ciudad es omnipresente, es el paisaje elegido. Los edificios y el cemento, la aglomeración, el sonido urbano incesante son el marco geográfico y sonoro de casi todo el libro. Esa música interna es la que estructura y da sentido de pertenencia a cada uno de los poemas.

Este nuevo poemario despliega un tono narrativo que va acentuándose conforme avanza la lectura. Como en un palimpsesto, las huellas del pasado asoman y se mezclan con discursos cotidianos, como ocurre en Catábasis:



Fumaba y discutía
con demonios de cuarta
apuñalado por el fluorescente
de la pizzería
una mano
en la copa
de cerveza tibia
y la otra
infructuosa
buscando en el bolsillo
el óbolo extraviado
que reclama Caronte



En otros se ilumina un objeto, se lo descubre, se le arrebata la inocencia:



El guante
Tendido sobre el lomo
de un libro pagano
jurando
quién sabe qué ficciones
ignora
el verano que arrecia
los días que lo alejan
de la mano
que lo hará vivir



Cada poema tensa una cuerda por la cual desfilan las obsesiones, la música, el humor, el cine. Los poemas de Teno tienen variedad de registro e intensidad. En la sección final y a modo de addenda, tres poemas breves cierran el libro. En el último de ellos, el artificio y la máscara parecen dar paso a una luz natural:



III

Ya se quebró
la madera que apuntalaba
el fuego.
Un montón de cenizas
sobre el borde del mundo
en algún lugar del sur.
Y, sin embargo,
algo brilla,
verdaderamente.



En definitiva, la trama poética del libro propone y conduce al lector a un viaje desde una noche simulada a los destellos de un fuego casi extinto pero verdadero. De lo nocturno a lo diurno y viceversa, cada palabra está empujándonos a ese viaje. El conjunto es una lograda urdimbre de voces que dialogan o se apropian del discurso, que se afirman en los intertextos para surgir con una nueva mirada.

Palabras como imágenes veladas o alumbradas recorren La noche americana. Vale la pena adentrarse en ella.

Para concluir, una opinión de Ricardo Arriagada sobre el autor, que forma parte de la contratapa del libro: Emilio Teno pertenece a una generación –en cuanto a edad y a gustos- que no ha privilegiado el pertenecer a “escuelas” o “tendencias” sino que más bien ha preferido toser con el polvo de los caminos de la vida, la soledad, el azar, la muerte. Impregnarse, llorar y reír.









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