James Brown
Nació en el Hospital Público de Palmerston Norte, Nueva Zelanda el primero de abril de 1966. Se graduó de los cursos de escritura creativa a cargo del poeta Bill Manhire en la Universidad de Victoria (en Wellington). Ha publicado en diversas revistas e incluido en antologías de poesía y cuenta con varios libros de poesía, entre ellos Go Round Power Please, que ganó el Jessie Mackay Best Firs Book of Poetry Award. También es autor de Lemon, favourite Monsters, The year of the bicycle y Warm Auditorium. Brown ha sido finalista del Montana New Zealand Book Awards en tres ocasiones. En la actualidad está a cargo del taller de poesía del Internationa Institute of Modern Letters de la Universidad de Victoria.
Compañero de casa
Mi compañero de casa es un artista.
Dice que hacer arte se reduce a
estar preparado y concentrado,
de tal modo que uno esté siempre listo
cuando llegue la inspiración.
Reconoce que mucho se trata
de ver criquet
-muy fácil de distraerse
en la lanzada crucial. Aparentemente
sintonizar sólo lo más destacado
no sustituye
ver cada jugada.
Me gusta escucharlo porque
tiene un título en física
o educación física
o algo así.
Es lo que algunos llaman
un cartero sobrecalificado y está
realmente lleno de teorías confusas.
Por ejemplo:
siempre come el desayuno
antes de irse a dormir
para ahorrar tiempo en las mañanas.
Y cree que la entrega del correo
es como un enorme trabajo en progreso
que él y otros carteros
de todo el mundo
están tratando de perfeccionar.
Dice que sólo cruzar nuestra calle
puede ser todo un arte.
“Pero cómo sabes”, digo,
“que es arte lo que obtienes?
Dice que es difícil
de explicárselo a quienes no
son ellos mismos artistas, pero que
es como estar enamorado: sólo se sabe y ya.
“Oh, digo, es que yo no lo estoy.
Entonces consiente en enseñarme.
Empezamos con los cornflakes.
Traducido por Rogelio Guedea
El precio
La iglesia Anglicana local
ofrece las fotocopias más baratas
del barrio
a diez centavos la copia.
Pero por cuarenta arrugadas hojas
te cobran seis dólares.
La apenada administradora
explica cómo son diez centavos para feligreses
y quince centavos para… “otros”.
Bromea nerviosamente sobre si
esto constituye un perjuicio
y dice que tú puedes dar lo que traigas.
Pero tú piensas que la medida es más que justa:
tienes que pagar por tus pecados
y a quince centavos por página
los precios siguen siendo competitivos.
Traducido por Rogelio Guedea
Yo soy de Palmerston North
La cierto es que
yo nací en el hospital público de Palmerston North
a las 12:40am, un primero de abril de 1966.
Mi padre, Timothy John Brown, intentó mover mi fecha
al día 31 de marzo
para poder reclamar un descuento en los impuestos del gobierno.
El siguiente año Los Beatles sacaron Sgt. Pepper’s
y los Velvet Underground lanzaron The Velvet Underground y Nico.
Mis iniciales –JSB- son las mismas que las de Johann Sebastian Bach.
Mi padre y mi madre no son originarios de Palmerston North.
Ellos emigraron ahí desde el otro lado del mundo y nunca se fueron,
aun cuando pudieron hacerlo.
El Libro del Año de la preparatoria de hombres de la Palmerston North se llama
El Palmerstonian. Pero yo no me veo como un Palmerstonian.
La gente de Gore no se piensa como Gorones.
Yo soy de Palmerston North.
Cuando todavía iba a la preparatoria, el estudiante Craig Wickes jugó 14
minutos
para los All Blacks contra Fiji en 1980. Imaginen
el orgullo y el entusiasmo del pueblo cuando, balón en mano,
se lanzó contra su oponente y lo puso fuera de la jugada.
Una vez le tiró lodo a mi amigo Robert Rieger.
Robert es el hijo de Paul Rieger – por muchos años alcalde de Palmerston
North.
Robert fue también muy exitoso
-como sacerdote católico.
1994 fue el año en que Palmerston North cambió su leyenda
de Ciudad Rosa a Ciudad del Conocimiento. No sé si el alcalde Rieger
fue el responsable de esto.
Palmerston North auspicia una escuela de maestros y una universidad,
más la Escuela Universal de Enseñanza, el Colegio Internacional del Pacífico
y
el Instituto de Rugby Adidas.
Ciudad del Conocimiento no sería probablemente la idea de nadie.
Palmerston North es la casa espiritual de las carreras de autos
en Nueva Zelanda.
El equipo local, Las Panteras de Palmerston North, han ganado 9 de
los 21 títulos
desde que la Liga fue fundada en 1981.
Mucha gente famosa es de Palmerston North.
A Alan Gregg, bajista de su popular banda The Mutton Birds,
le preguntaron una vez que si tenía raíces en el jazz.
Él contestó que él tenía raíces en Palmerston North.
Yo he querido usar varias veces esta misma broma,
y la semana pasada tuve la oportunidad cuando alguien me preguntó
de dónde yo creía que era.
Soy de Palmerston North. Somos gente modesta,
pero estamos rabiosamente orgullosos de nuestro bulliciosa
y emprendedora ciudad enclavada en el corazón de Manawatu Plains.
En las películas de ciencia ficción, la gente normalmente regresa en el tiempo
para tratar de cambiar la historia. Esto es imposible. Tú no puedes cambiar el pasado.
Y a nadie en Palmerston North le gustaría.
Traducido por Rogelio Guedea
I Come from Palmerston North
The fact of the matter is
I was born at Palmerston North Public Hospital
at 12.40 a.m. on the first of April, 1966.
My father, Timothy John Brown, tried to get the date
put back to March 31st
in order to claim a full year’s tax rebate
from the government.
The following year the Beatles released Sgt. Pepper’s
and the Velvet Underground released The Velvet Underground & Nico.
My initials—JSB—are the same as Johann Sebastian Bach’s.
My father and mother are not originally from Palmerston North.
They immigrated there from across the world and never left,
even though they managed to leave each other.
The Palmerston North Boys’ High School yearbook is called
The Palmerstonian. But I do not think of myself as a Palmerstonian.
People from Gore do not think of themselves as Gorons.
I come from Palmerston North.
While still attending PNBHS, schoolboy Craig Wickes played 14 minutes
for the All Blacks against Fiji in 1980. Imagine
the town’s pride and anxiety as, ball in hand,
he ran at his opposite number and bounced
out of contention.
He once threw mud at my friend Robert Rieger.
Robert is the son of Paul Rieger—a long-time Mayor of Palmerston North.
Robert also went on to become very successful
—as a Catholic priest.
1994 was the year Palmerston North changed its subtitle from
Rose City to Knowledge City. I do not know if Mayor Rieger
was responsible for this or not.
Palmerston North sports a teachers college and a university, plus
the Universal College of Learning, the International Pacific College and
the Adidas Institute of Rugby.
Knowledge City probably wasn’t any one person’s idea.
Palmerston North is the spiritual home of stockcar racing in New Zealand.
The local team, the Palmerston North Panthers, have won 9 of the 21
titles since Team Champs were introduced in 1981.
Lots of famous people come from Palmerston North.
Alan Gregg, bass player with popular band the Mutton Birds,
was once asked if he had roots in jazz. He replied
that he had roots in Palmerston North.
I have often wanted to use that joke myself,
and last week I got the opportunity when someone asked me
where I thought I was coming from.
I come from Palmerston North. We are a modest people,
but we are fiercely proud of the bustling, go-ahead city
at the heart of the Manawatu Plains.
In sci-fi movies, people often go back in time in order to try to
change history. This is impossible. You cannot change the past.
And nobody from Palmerston North
would want to.
The Language of the Future
For Catherine
In the language of the future
today will always be today
and the moments will sparkle like bearings.
There will always be enough time
to get things done
because there will always be
enough hours in the day.
Countries will be divided up
into hexagons, and every hexagon
will be occupied by
a new idea. Everywhere
will be connected directly
with everywhere else
by the infallible laws
of perspective.
Straight lines will flow
into straight lines
across the golden fields,
across the golden fields melting
into the golden cities.
Gold will grow on vines.
In the future, language will also
grow on a vine, and everything we say
will be understood. People
will be able to speak their minds,
so that the world will seem
at first astonishing
and then strangely quiet. Some will begin
to choose their words carefully, but most
will come to regard communication
with a lengthening suspicion, so that eventually
the sounds themselves
will be granted independence
—and then held accountable.
As such, in the language of the future
the revelations of the new freedoms
will be the property of everyone
and nobody.
Breasts will become a
universal validating standard
and fat people
will be made illegal. Cars
will finally be included in
the Bill of Rights
and granted protection from
pedestrians
and other forms of
visual pollution.
The emancipation of signs
will be the speed of change.
For in the future, brain retention will decrease
but thought-count will expand,
so that poking out one’s tongue
will be just the tip
of the iceberg.
And although the space separating words
from everything else
will have ceased to be, research will continue
and a distant descendant of Henry James
will discover a way of measuring exactly
the spaces between words.
Mapping will begin, and the first settlers
will arrive and gaze straight through
all that lies before them
into
whatever will be.
With the new discoveries
the insides of language
will be found to be made up of
trillions of interconnecting spheres.
Thus, the insides of many things
will come to be similarly
constructed, so that when a man
inserts his opinion
into a woman, her insides too
will glisten with spheres, which will whirr
and retract and increase slightly
in temperature. Teenagers courting in parents’ cars
will no longer do donuts, but will do spheres,
and, as the verbs decline, their rear-vision mirrors
will display the past
like kinetic sculpture.
Babies will start to be born with wheels,
making it easier
to get around.
Within the language of the future
everything will be different
and instantly recognisable.
We will touch our golden bodies together
and they will touch their golden bodies
together, and so on and so on.
But there will still be the stories
for we will always have the need
to be guided by voices. ‘Listen,’ they already whisper,
‘under the bushes, under the stars,
a cool hand talks silently, love …’
James Brown
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El Traductor
Rogelio Guedea. (México, 1974)
Traductor y director de la página “Poesía Neozelandesa”
Es licenciado en Derecho por la Universidad de Colima y doctor en Letras por la Universidad de Córdoba (España), con un POST-DOC en Literatura Latinoamericana por la Texas A&M University (USA).Es autor de más de cuarenta libros en ensayo, narrativa, traducción y poesía. En poesía es autor de: Los dolores de la carne (Praxis, 1997), Testimonios de la ausencia (Praxis, 1998), Senos sones y otros huapanguitos (Fondo Editorial Tierra Adentro, 2001), Mientras olvido (Follas Novas, Premio Internacional de Poesía Rosalía de Castro 2001), Ni siquiera el tiempo (Instituto Mexiquense de Cultura, 2002), Colmenar (LunArena2004), Razón de mundo (Instituto de Cultura de Nayarit, Premio Nacional de Poesía Amado Nervo 2004), Fragmento (Instituto Sonorense de Cultura, Premio Nacional de Poesía Sonora 2005), Borrador (Cedma, 2007), Corrección (Praxis, 2007), Kora (Rialp Ediciones, Premio Adonáis de Poesía 2008), Exilio. Poemas 2001-2010 (Rilke Ediciones, 2010), Campo minado (Aldus, 2012) y Si no te hubieras ido/If only you hadn’t gone (Cold Hub Press, 2014). Actualmente es columnista de los medios mexicanos Sinembargo y La Jornada Semanal.
Más sobre Rogelio Guedea en www.rogelioguedea.com
Correo electrónico: rguedea@hotmail.com
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