viernes, 28 de agosto de 2015

GABRIELA LUZZI [16.925] Poeta de Argentina


Gabriela Luzzi 

Nació en Rawson, provincia de Chubut, Argentina, en 1974. Actualmente vive en Buenos Aires. Publicó Garfunkel, una novelita (2014) y Liebre, una plaqueta de poesía (2015). Sus poemas integran las antologías 9, Textos intrusos (2012), Vivan los putos (2013) y 53/70. Poesía argentina del siglo XXI (2015). Su libro de cuentos La reina de los duraznitos fue una de las obras destacadas del III Concurso de Narrativa Eugenio Cambaceres (2012) para autores noveles. Es editora del sello Paisanita y trabaja junto al colectivo de editoriales que forman La Coop. Actualmente, administra el blog los escritos vuelan losescritosvuelan.blogspot.com.ar.




Bombones que van sobre papelitos
Mi hermana menor es gorda y rubia. Tiene cara de torta. Siempre la mandan a jugar con nosotros. Con mi hermano la dejamos tirada en el campo y nos vamos a andar a caballo. Andamos a pelo. Hacemos que los caballos corran en círculo alrededor de ella mientras llora. Es tan gorda que no puede pararse. Su pelo es tan rubio como los yuyos secos que corta mamá para adornar la cocina. Antes de volver a casa le damos un pedazo de pan y le decimos
que se limpie los mocos.



*


Mi hermano me hizo de river. En realidad soy de otro equipo, pero si lo digo me pega patadas en las canillas. También me hace robar figuritas. Cuando todos tiran, paso corriendo, las junto y me las llevo. Él finge que me agarra y que me pega. A veces me lleva a la guerra con los chicos que lustran zapatos y nos tiramos piedras.



*


Hoy me dejaron en la peluquería. Cada vez que la tijera se cierra con un mechón de pelo en el medio, la peluquera me mira. Después moja ese mechón con un líquido fuerte y le enrolla un trapito. Si vienen señoras finas ella dice, esta peluquería no es para ustedes y no las atiende. Antes de cerrar me da una bolsa con monedas para que vaya a cambiar al banco. Me devuelven dos billetes y se los llevo.



*


Mi cuarto es Siberia y a la noche tengo los pies helados. Cuando reparto los huevos me guardo algunas monedas adentro de las medias. Después le pago a los más chicos para que duerman
conmigo. Otras veces me compro caramelos y los como a escondidas. Tiro los papeles al fuego. Una vez también tiré una figurita con brillantina que me regaló mi hermano. Se la dio una señora divorciada que él visita a la tarde. Mi hermano dice que la señora siempre pide que le saque los zapatos y le haga masajes.



*


Si hay asado los domingos viene el cura. Usa un cuchillo que le regalaron para su cumpleaños. Le gusta tomar vino con soda. Hasta la tarde me quedo descalza y como tengo los pies cuarteados mi tío me pasa la grasa que sobra. Una vez se me metió una espina, el cura dijo, cuando la espina se infecta el cuerpo la larga sola. Pero la espina también puede correr por las venas hasta el corazón. Una espina en el corazón te mata.




Liebre

Antes había empezado
diciendo que acá, en
este poema
que me gustaría
escribir con pique
agilidad
y un color jaspeado
estaba todo
lo que no quería perder
pero un poema que empieza por el título
escarba su propio túnel
y ahora se que no hay una forma
de empezar
este poema está en una casa
al otro lado del río
es más precioso
para todos que yo misma
y cualquier palabra que ponga
lo escondería.
Estaba en otro lugar
pero hoy vengo a visitarlo.
Cae nieve alrededor
en el interior hace frío.
Ahora todos
podemos saber lo que va a pasar
de verdad, en una casa
que se acerca
y se estaciona
ves el futuro.
Dejé toda mi ropa
en otra dimensión
llegué sin zapatillas
y me escondí bajo lana cruda.
Vine con un chico
prendía lamparitas
en la oscuridad
y decía:
Dejemos que la lana nos raspe.
Dentro de un vellón recordé el secreto
de alguien
que amaba la soledad de la poesía
llegaba a esta casa con su bota de vino
y siempre aconsejaba
dormir con los animales adentro.



*


El hombre
con la lámpara de kerosén
alumbra
a Liebre
recién nacido.
Mercedes lleva puesto un camisón
con moños de terciopelo
y alza las manos
para agarrarlo.
El reflector
de nuestra curiosidad
brilla a través de la lana.
-Su madre murió
en una trampa,
dice el hombre
antes de salir
y dejarnos en el aire
astillas
de su forma vacía.
Se va en busca de zorros
de colas iridiscentes
Liebre
tiene los ojos cerrados
su presencia
derrite la nieve de la ventana
nos hace girar
a su alrededor
Mercedes
sonríe
muestra su diente metálico
los pelos rubios electrizados
también flotan.



*


Escribí una poesía horrible
fría
es una poesía donde traté
de esconderme bajo una manta de lana cruda.
No sé si existe la lana cruda
es algo incómodo que yo inventé para taparme
y no fue suficiente.
Me veía
estaba junto a un chico
los dos desnudos
pero no somos una pareja
no somos hombre ni mujer.
Me veía todo el tiempo
de costado
había silencio
y a cada rato traté de que se prendiera una luz.






DARLE LAS GRACIAS

Venía pensando en Dios
¿existe o no?
No me decido
mis amigas tampoco
a veces leo en facebook
que escriben carteles
hechos en programas
como power point
paint
o photo shop
que todos necesitan algo más
que no todo puede quedar así
¡la puta madre!
Bueno, yo una vez le pedí cosas
y también
ahora que hay más días en que no creo
aunque le agradezco que haya existido
cuando yo necesitaba pedir ayuda
pienso
cómo me gustaría que Dios exista para darle las gracias
por todos los recuerdos sexuales
por la cantidad de recuerdos sexuales que le da a mi novio
después de haber estado conmigo
porque esto hace que mi novio me ame.
Me imagino a Dios
rodeando la atmósfera de la tierra
comprimiendo la atmósfera
es el límite que mis amigas y yo
le ponemos
¿será un producto de la imaginación?
Tengo que reconocer que en invierno
no paso frío
había esperado desde la primavera
a que mi novio me pregunte por el color de mi bombacha
para decirle que
no tengo
y me lo preguntó esta noche.





Una vez... 

Una vez
vino a casa una fotógrafa
muy sincera
con una gran cámara fotográfica
me dijo
que yo desperdiciaba
mi vida
que podía ser mucho más feliz
de lo que era
¿Pero cómo más feliz?
si hago mi vida todo lo feliz que puedo
La fotógrafa me contó
que si hacía foco, si buscaba
un lente teleobjetivo
encontraría una forma
para ser mucho más feliz.
Esa semana no había parado de llover
el balcón estaba lleno de hojas y suciedad
y los vidrios de las ventanas
se veían opacos.
Como era sábado, aunque hubiera venido la fotógrafa
yo quería limpiar
le dije, qué tal si hacés una serie
de fotos para exponer
que se llame
una mujer limpiando su casa.
Puse detergente en un bols
con mucha agua
y empecé a fregar los vidrios
hasta llenarlos de globitos de espuma
que explotaban y brillaban
después les tiré
agua caliente
para que el sol
de las 11 de la mañana
la evaporara más rápido
ella sacaba fotos a los charcos
o detrás de la ventana
donde mi pelo se volaba
a mí no me importó
que me tapara la cara
mi pelo
siempre iba para el lado opuesto
de mis brazos
que pasaban el trapo o la esponja
y sentí que quedaría bien
en la fotografía.
Recordé un cuadro cubista
donde hay burbujas
una plancha, carpetitas con puntillas
y un diario.
El nombre de la pintora es
Natalia.




Las tres mesas

Lo que faltó es lugar en esa casa
para poner la mesa
que ahora no está
porque quedó destruida
en el patio
y también faltó un techito
o más bien
faltó sequía
para que no se mojara
la madera de la mesa
y matar la biodiversidad
que aumentaba
todo el tiempo en forma de hongos
de diversos colores
tirando al azul
o al verde manzana
de pez raro
que consiguen dos chicos
en un cuento 
pero que dividen por la mitad
para llevarlo a sus casas.
Cortarle las uñas a los gatos
que rascaban las patas
puede decirse que faltó además
pero no hubiera servido de nada
porque ya la madera estaba blanda
amarilla
largaba olor a agua estancada
y cuando le daba el sol
se desprendían
como pedazos de goma espuma
de almohadas
iguales a las que caían de nuestras camas
un poco viejas
y que sostenían
a todos los que dormíamos
y comíamos
en otra mesa
que no estaba tan buena
pero dejamos adentro
porque era de vidrio
y se limpiaba más fácil.
Además los perros,
que no tenían tierra para escarbar
porque se había
despedido al pasto
con una mano de cemento,
ayudaron a destruirla.
En cierta forma para lo único que sirvió
esa mesa 
fue para dar de comer a las hormigas
que pasaban arrebatadas
ante el milagro
de la lluvia
de mendrugos amarillos.
Quedó en el patio
la chapita
con el nombre
del ebanista
que sólo había fabricado tres mesas
y las había vendido
sin dejar para sus hijos
ni siquiera el oficio
que ahora uno de ellos
le agradecería tener
porque cuando abre
las alacenas
que el ebanista no vendió
y que están vacías
descubre que es mejor
no completar el telegrama de renuncia
y quedarse a pintar de magenta
la mesa de fórmica
que le regalaron
para que coma
sin ninguna companía
ni mantel
ni servilletas
ni chapitas que son lo último en caer al piso
cuando algo se destruye
y hacen un ruido
que nadie escucha
sólo la hormigas
como una mala traducción
de la frase, esto se acabó muchachas.
El hijo del ebanista
dice que le hubiera faltado poner
algún producto que una la pintura
con la fórmica
a la que naturalmente nada se le pega.








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