domingo, 23 de agosto de 2015

RUBÉN DARÍO CARRERO [16.867] Poeta de Venezuela


RUBÉN DARÍO CARRERO

(Maracay, Venezuela 1986). Abogado, egresado de la Universidad de Carabobo. Se ha desempeñado como docente universitario y en diferentes cargos como dirigente político. Merecedor de una mención especial en el Premio Nacional Universitario de Literatura 2009 (mención poesía) por su obra Por no mentir al silencio. Ha terminado su segundo poemario Enemigo ciego, que todavía permanece inédito. Sus poemas han aparecido en el suplemento literario “Contenido”, del diario El Periodiquito de Aragua; “Letra Inversa”, del periódico Notitarde; y en diversas publicaciones universitarias. Escribe un blog que actualiza con fotografías y textos, titulado El hallazgo de los espejos (www.rubencarrero.blogspot.com), y otro, de corte político, La indiferencia y los días (www.laindiferenciaylosdias.tumblr.com).



Escasez

 Recuerdo que todo era una puerta
una ventana
un montón de libros sin leer
muros y edificios al sol
escaleras vecinos y palomas
todo el día
sin agua sin luz
el cuerpo
Imbécil porque cierras los ojos en el recuerdo
todo el día cumpleaños feliz
y las velas apagadas
derraman vapor de arroz al mediodía
sin agua sin luz
solo corazón del estómago a la boca.





Sinónimos

 Escribo que el mar se mueve y consulto un diccionario de palmeras,
su portada es negra, rugosa y en lengua española titula
                             Alma a quien todo un dios prisión has sido.
Sus páginas, números, pórticos y fachadas de baños negros,
baldosas, jabones, ríos,
peces, hormigas, himnos
jaulas
playas
techos
tumbas
pasos
mundos giradores
decoraciones
espejos y celajes
sinónimos hipócritas.



  
 HOSPITAL CENTRAL

 Reflejos que se separan lentamente de su cuerpo,

es el mismo rostro que me mira el pie
y los brazos y piernas abiertas del día
arrastrándose el sudor, ese sueño muerto y cristiano que brota de la piel,
más enfermos entran desde el mediodía.

Quema la sangre entre las uñas
Y el sepulcro ya es de mal gusto como todos los videntes de este mundo,
como quien fuera crucificado,
anónimo,
yodo en el pecho.

Perdido
en todas las aves que vuelan de lo inmóvil
sobre los abismos más bajos desaparecidos por la altura
de tu dios
en el cielo pegado en las paredes: No entre.
La soledad está prohibida por los hombres, nadie habla de lo que realmente es estar solo.

Dentro del bisturí, el ayer, y boca arriba, todavía es de noche
cuando se va la luz porque tiene asco de todo lo que se va a morir.
Es oscuridad con la lengua afuera mientras le meten mano a la mujer de la esquina apuñaleada con tanto amor que le dejaron los ojos abiertos.

Ese hombre se ríe y se va a morir.

Un silencio, dos silencios, tres silencios
Oxigeno, oxigeno, oxigeno
Hasta que vuelva otra vez el tiempo perdido
Eternamente tuyo y mío, cautivo, fiel, miedo al movimiento,
Todo, aquí, arrodillado frente a lo que me espera.
¡Tantos cuerpos desnudos!
¡Tanto universo!
¡Tanta propaganda del Sol!






 Más solo

Esta habitación es un grano de arena
Cuando el Sol en mi cara
Y la cama, el espejo y el techo
Dividen el alma
Aparte de la carne y los huesos que pide mi madre
En carnicerías abandonadas,
Allá juegan los niños valientes
Que vieron a dos mujeres morderse chillonas
Rosado impaciente,
impenetrable sonido y el cine duro entre monedas
caen sus mascaras como piedras a pájaros,
serían hombres, edificios, taxi, padres y papeles.

hora coágulo en mi cuello
que se me ve a minutos, jalan hilos en mi garganta
Estomago de besos esparcido en las sábanas

El cigarrillo curaba lamiendo.

La risa está alrededor de la lengua
            Pezón egipcio
oído cantando dentro de un ojo

Yo era el cine
La cabeza
Y el sexo.

Yo seré como mis hijos imaginarios.

Hoy, en la ventana de mi habitación
Más solo salto la cuerda
entre
pupitres espumeantes,
mediodías con escaleras
bañado de alumnos.

Ellas miran
Y el Sol,
Juego de tres,
La cama, el espejo y el techo.




carnación

Vienes de mi cuerpo
y tengo tatuada la sombra
para nunca más volver
el mismo hombre desnudo
buscándome sobre el “mírame”
de tus manos.

Tus cabellos gimen a cada gota
de ciudad que huele a tu sangre
desenrollada
arrodillada
lamías la ausencia
¿Donde está mi ausencia?
Aullaban tus senos a la Vía Láctea.

Largo sudor de la fruta caída.

Adentro, según abrimos
Lluvia cuadrúpeda en mi Cristo animoso
Más adentro como el cielo y la tierra
por el beso en la frente del tiempo, tu breve historia, pero se mueve.
¡Galileo, levántate! Buda ya enloqueció.
Sueña esta mujer conmigo, crea una ciencia para mi y para ella
No me digas “Infinito” porque
el semen loco de los gatos persiguen a las luciérnagas
como una mesa y sus átomos.

-Déjala-

No

-Déjala-

no

-Déjala-

Yo sólo creo en las balas perdidas hiriéndose por la falsa virginidad del movimiento.

Una visión de orgasmo sobre el orgasmo
guiándote tu misma como un caballo por mis venas,
las cuerdas, la carnosidad de mi guitarra más transparente


Sonaba
el a e i o u de tu sexo.

Yo, verbo.

Cada parpadeo es un brillo sexual de destino y de pureza, por eso hago el silencio dentro de mi voz.
Ahora lo sé: cada paso es la piel

como mis primeras palabras.





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