viernes, 2 de noviembre de 2012

ATANASIO FET [8249]





ATANASIO FET

RUSIA. (1820-1892)
Fue hijo de un alemán, Johannes Fet, pero fue criado por su padrastro, Atanasio Shenshin. Su apellido Fet quedó como nombre literario. Después de graduarse en la Universidad de Moscú ingresó en el ejército. Se retiró del servicio en 1858; se casó y desde entonces vivió dedicado a sus haciendas. 
Publicó su primer libro en 1840, pero su reputación de gran poeta quedó establecida después de publicarse sus dos volúmenes más importantes, en 1850 y 1858. Su último libro apareció en 1891. 
Su poesía es alusiva, expresa lo intangible. Sus versos son suaves y delicados. Se presiente en su obra a los simbolistas e impresionistas del Siglo XX.

...y todo lo que gira en los espacios
tan sólo es un sueño, un sueño pasajero

A. Fet



AQUÍ ESTOY

Aquí estoy para contarte 
que ya se levanta el sol 
y que su luz ardorosa 
pone en las hojas temblor; 

que ya se despierta el bosque 
—cada rama se despierta— 
y ansiosos de primavera 
los pájaros ya se inquietan; 

contarte que hoy, como ayer, 
la misma pasión me llena 
y que mi alma, como siempre, 
para servirte se apresta; 

contarte que en todas partes 
hay un soplo de alegría, 
y aunque no sé qué contar, 
hay canto en el alma mía.

(1843)






MURMULLO

Murmullo. Tímido aliento. 
Gorjeos de ruiseñor. 
Plata cuajada en rizos 
el dormido hontanar. 
Nocturnas luces, sombras nocturnas, 
sombras sin fin. 

Mil transiciones inusitadas 
en los encantos del rostro amado. 
Allá, en aquellas nubes humosas, 
primeras tintas púrpura y ámbar. 
¡Besos y lágrimas: amanecer!

(1850)







DE NOCHE

       De noche me gusta quedarme junto a la ventana. 
La luna me mira desde lo alto. Penetrando a través 
de los vidrios, con sus rayos dibuja cuadrados 
en el piso y llena el cuarto de humo transparente. 
Tras de la ventana, en el jardín, entre lilas y tilos, 
apartando las copas oscuras, con su rayo incierto pasa 
a través de las ramas y sus flechas doradas caen 
como una lluvia clara. A veces una hoja solitaria impide 
al rayo lunar derramarse en el suelo, 
y cubierta de luz, tiembla, negra, en su sombra. 
Y exclamo: ¡bendito, mil veces bendito 
el que ya está iniciado, oh Diana, en tus misterios!






EN VANO

       En vano:

dondequiera miro fracasos encuentro.
Me duele en el alma mentir a toda hora.
Mientras te sonrío, lloro en mis adentros,

       en vano.

       
       La cita...

Rompe aquella copa: hallarás la esperanza
que va prolongando, acentuando el dolor.
En la vida triste, una triste ilusión:

       la cita.


        ¡La separación!

¡Qué tormentos tiene que soportar el alma!
A menudo basta la alusión del dolor.
Aquí estoy perdido, sin poder comprender

       la separación.






TENGO AQUÍ EN EL ALMA

       Tengo aquí en el alma, ya vieja y gastada, 
un templo sagrado en eterna clausura, 
donde guardo todo lo que mi destino 
me supo brindar de alegría y ventura. 

       Está para el mundo vedado el sendero 
que lleva hacia aquel inviolado retiro, 
y preferiría cortarme la lengua 
antes que franquear el secreto camino. 

       Explícame, ¿cómo desde el primer día, 
—día que tan lejos está para mí— 
tan insinuante, tan clara y segura, 
has podido tú penetrar hasta allí?




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