miércoles, 12 de octubre de 2016

ANTONIO PILAR [19.270]


Antonio Pilar 

Antonio José Pilar García. (Castrillón, Avilés, Asturias 1974) 

Estudió Filosofía, Trabajo Social y Magisterio en la Universidad de Oviedo. Ha trabajado en distintas ONG y para la administración pública. Desde hace unos años reside en Andalucia. Ha publicado Handle with care (2014) que recibió el Premio de Poesía Ciudad de Ronda, Manual de destrucciones: usos del fracaso amoroso (2015), ha sido Premio Joaquín Benito de Lucas (Talavera de la Reina) y finalista en el prestigioso Premio Internacional Fundación Loewe.

Ganó con su ópera prima, Handle with care, el premio "Ciudad de Ronda". En 2014 resultó ganador del trigésimo Premio de Poesía ‘Joaquín Benito de Lucas’, por ‘Manual de destrucciones (Usos del fracaso amoroso) y vencedor de la I edición de los Premios Literarios UNED “María Zambrano” en Málaga, con su poemario "Sujetos omitidos" (Etc, libros, 2016).






HANDLE WITH CARE

Era un hombre alto a bajo precio
que nunca estuvo en los escaparates,
que siempre fue el accesorio perfecto.

Era un hombre firmemente frágil
que no sabía cómo usarse sin quebrarse,
quizás por eso y sin él saberlo en su cartón rezaba:
handle with care.

Un día, yo le dije:
vente, te echaré una mano.
Y él me contestó:
no, sólo dame papel de burbuja
para hacerme fuerte.



ALICIA Y EL ORIGEN DE SU ESPECIE

Alicia se adaptó al miedo
desde muy pequeña.
Desde muy, muy pequeña
gateó esquivando los golpes,
y las piernas con patadas.

Alicia desarrolló la capacidad
de quererse de forma autodidacta,
de alimentarse de la caricia del cartero
e inventó la técnica del llanto invertido.

Ahora, Alicia va a tener un hijo,
y ensaya las caricias y los abrazos
frente al espejo.
Alicia aún no sabe gobernar
en el vacío todo su afecto.
Pero sabe bien que una gota
de afecto concentrado
hace desaparecer el vacío
más resistente.

-Gajes de su oficio.



*


Este poema está dedicado a mi querido y añorado amigo de juventud Cándido Pérez, que apenas le dio tiempo de coger las flores.


FALDA DE ORTOGRAFÍA

Coged las flores mientras podáis, 
veloz el tiempo vuela...

Caminabas con tilde de tacón alto,
por aquellos años de instituto. 
Tu cuerpo esdrújulo encendía
el prehombre que acechaba dentro.

Te esperábamos todos:
yo, él, ellos, aquellos...
Todos atentos al predicado 
de aquella falda minúscula,
sobre tus piernas iniciales
sin punto ni final.

¡Cuánta falda de ortografía!
¡Ponte comillas al menos!
Te gritaban a tu salida este o aquel otro,
sin deseo alguno a que te corrigieras.
Pero, cómo no detenernos en ti 
si tu andar era el mejor ejercicio de repaso.

Sólo tú pudiste hacernos creer,
despertarnos la fe en la región copulativa
por primera vez.
Sólo tú sabías cómo conjugar aquellos cuerpos
que nos hacían tan jóvenes.

Escribimos en nuestras manos tu paso imborrable,
por encima del desafecto del tiempo.
Y es hoy que aún no sé escribir bien tu nombre:

o luz,
           o vida,
                        o fuego.

Tú que nos enseñaste a rezar
la oración subordinada a tu cuerpo.
Tú que jamás llevabas ortografía íntima
para que sólo te corrigiese el viento.

Hoy,
convoco, 
bajo esta negra falta de los ausentes,
aquel viejo deseo compartido
-por mí, por él, por ellos-
de verte mal escrita sobre mi cama.



Campaña de lucha contra el anal-fabetismo

Hay poemas que necesitan de una relectura.
Hay poemas que con una lectura es suficiente.
Hay poemas que mejor no leerlos.
Hay poemas que es necesario reescribirlos.
Hay poemas que sería necesario escribir.
Hay poemas que mejor no haberlos escrito
que coinciden –casualmente-

                  con los que mejor no leerlos.




LICENCIA POÉTICA

                           A las musas con tricornio.

Me dio el alto en una noche arrumbada,
le enseñé el dolor en regla
y el seguro para todos mis riesgos.
Me alumbró la cara
con su linterna de espasmo,
husmeó entre las cárcavas de mis miedos,
y me dejó ir sin decirme nada,
hasta el siguiente verso.



POESÍA: APARTARTE

De tanto apartarte ,
de tanto hacerte espacio
me he caído por tu hueco.

De tanto querer alejarte.
De tanta distancia abierta
no sé cómo encontrarme.

Y es que siento que apartarte
es llenar todas mis partes de ti.
Y es que siento que decirte:
fuera, vete de aquí.
No es más que 
sentir todas tus partes 
volviendo hacía mí.

Por eso cuando vuelves,
y me dices te quiero,
y me prometes no engañarme,
mientras lavas tu piel contra mi cuerpo,
me siento tan partido por dentro
que necesito robar todas tus partes.






La realidad pactada

Que la realidad estaba pactada,
nos dimos cuenta al querer hacernos con otra.

No se pudo.
No se pudo hacer más.
Cualquier cosa nos hubiera servido,
cualquiera.
Pero no.

Podría haber ocurrido un despido procedente,
una falsa enfermedad, una mínima descendencia,
o una muerte fulminante.
Pero no.

Podría haber llegado por ti, o a través de mí,
o incluso por terceras personas.
Pero no.

La realidad siempre tuvo claro su camino.
En realidad, la realidad siempre fue la de siempre
mientras cada uno iba dejando de ser uno mismo.



Carta

«Ya sabemos
que una herida carece de elocuencia:
no pronuncian sus labios
la razón del dolor
o el nombre del verdugo».
F. R. NOGUERA


Herida Diana:
Todas aquellas fechas que juntos lanzamos,
         con sus días y sus noches,
a aquel mundo que hicimos nuestro,
         caen aquí, secas,
como horas abatidas por el tiempo.
Ahora sé bien que la distancia que se guarda
             en lugar fresco,
se conservará para toda la vida.
En momentos como este,
         me aferro impunemente
contra las horas gigantes,
flotando en esta espera neumática,
         acunado por este vaivén de todo lo perdido.

Ahora,
cuando veo lo rápido que no ha pasado nada,
pienso si podré seguir acompañándome,
si podré seguir sosteniendo este firmamento
         con sus fechas encendidas.

                                    Si podré seguir
—sin más—
habitando bajo este calendario abovedado
que tan fijamente
         —desde ti—

                                                     me mira.



Mito de Sísifo

                             A Rebeca con cine de verano

Después de que dejaras caer un beso desde tu boca,
como el que dona su cuerpo a la Ciencia,
yo, Sísifo enamorado, corría raudo a llevártelo rodando

—inútilmente—
                   
                             hasta tus labios escarpados.






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