Gilberto Antonio Nava Rosales, Gablot
(Ciudad de México, 1990). Estudiante de Letras Hispánicas en la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM. Ha colaborado en las revistas Decires, Klika, Cuadrivio y Síncope; participó en la antología Telescopio. Antología de escritores mexicanos nacidos en los 90. Mantiene el blog El Conde del Infernáculo <http://elcondegiv.blogspot.com> y la cuenta de Twitter: @Gablot_ier_Van.
Glabot
Nada como verte en un video porno (amateur)
un espejo gesticulando con total fidelidad (en HD)
eso que uno pensaba irrepetible
Reproducción en masa
de ardores trepidantes en alcoba/cuarto de hotel/automóvil/baño público: estudio de filmación
Chaquetas
que uno disfruta más viéndose a sí mismo
erguido (perdido) como un Dios ciego
¿Quién dice que algo muere si puedo verlo en las caps y fotos extra
si lo puedo adelantar/rebobinar a(l) placer?
Heartflower
Armaste un corazón
con la certeza de una autopsia
y lo dejamos allí
a merced del humo de los carros,
de las ardillas, de los balones.
No recuerdo qué conversamos
pero armaste un corazón.
Y debió ser algo importante
porque nos alejamos de esos sitios comunes
donde todos nos veían
y armaste un corazón.
En serio, ¿qué dijiste?
Lo más vívido son tus manos
juntando arrejuntando
pétalos moribundos
y polvo, harto polvo
entre tus dedos siempre polvo
mis dedos/polvo
mis manos/polvo
mi cuerpo/polvo
Entre tus dedos, siempre polvo
sobre todo en los finales,
después de los créditos y el hidden track
en medio del silencio
cuando el cuarto entero se agrieta
para caerse a pedazos en un segundo lentísimo.
Porque mi anatomía es la de la muerte
tengo un lugar específico
justo para tu cabeza
donde tu cabello ahogase mi clavícula.
Me dejaste un cuerpo mutilado,
los restos de una jacaranda //reciclaste su cadáver//
dispuesto en una barda,
incrustado en el tórax
y se resquebraja poco a poquito
paso a paso
trago a trago.
Tengo el último pétalo
rompiéndose en el pecho,
a merced del humo
de las ardillas
de los balones
entre el polvo...
Te esperaré des(p)ierto...
Te esperaré des(p)ierto, lo sé.
Horas y horas.
Obedezco a mi sino
de soportar con los brazos vencidos
la ceniza del volcán.
Aguardaré tu aparición
para tener la certeza de la rabia
del ciego incorregible
Soy la persistencia innecesaria,
el veterano que debió retirarse meses atrás
por pie propio
(conferencia de prensa, una fiesta discreta)
sin un último partido de exhibición.
Te esperaré des(p)ierto, lo sé.
Horas y horas.
Acribillado por dudas como metralletas.
Atado al paredón.
De pie.
Inútilmente de pie.
Mantendré los ojos y las llagas
bien abiertos
para cuando llegues
(si es que llegas)
callada
inamovible.
Te esperaré des(p)ierto
entre las dunas madreperla
de tu piel embadurnada por la luna.
Horas y horas
de quietud
estremecidas por tu aliento tibio
contra mi boca.
Y estaré ahí
esperando
des(p)ierto,
lo sé,
horas y horas.
Tangoide
Buscaste un lago conocido en detrimento de mi mar.
Ni las mareas repetitivas
//un disco sonando todo el tiempo la misma canción//
ni el viento alucinante
(que traía siempre las mismas visiones borrosas)
anclaron tu vela
Remaste lejos, bien pinche lejos,
con la vista hacia atrás
apuntando al consuelo conocido y descarnado
a un territorio más alto y más frío
río (y risa) cuesta arriba
No me reclamés ahora el bandoneón enfurecido
ni las teclas hechas trizas
Te dije “oídos sordos” para que adoptaras el silencio
pero no
ese no es tu estilo
vos sos todo bullicio y prisa: impaciencia pura
No llorés jamás sobre las baldosas marchitas
pues los cardos no renacen
quizá sólo crezcan ortigas
Además
las lágrimas salan el café
arruinan el vapor que emerge de la taza
y le quitan el sabor a la comida.
No volqués tu alma a un precipicio pacotilla
a un tótem frágil como el cristal
tan imbécil como la cerámica china
Tenías anuncios enormes y brillantes durante todo el trayecto
letreros amarillos que gritaban precaución
Yo tenía las mareas bajas y los peces emigrando
Pero no
Ese nunca ha sido nuestro estilo
nos jugamos la muerte a cada paso
con la esperanza de perder todas las fichas en una sola mano
Todos los indicios nos valieron francamente madres
No me reclamés ahora el revólver en las pestañas
ni el puñal entre los dientes
Ni me prohibás ir río arriba
como salmón enfurecido al hocico del oso
para causarle una indigestión
o romperlo desde sus entrañas
Expatriado eternamente
(porque toda ruptura es un exilio y viceversa)
desde el momento en que al aire se viciaba
y tu barca resignada ni se movía.
Entonces sí
No era silencio, pero algo parecido
un mutis rotundo de claustro homicida
no decir sin detener el pensamiento tortuoso
Y pudo ser fácil
Cuestión de que la luna se acercara un poco
y que al mar comprendiera el ámbar de su piel
Pero no.
Ese conejo sideral también requiere agua dulce
a veces, para no morir de sed
No me reprochés la ausencia de fauna
ni los acordes desafinados
poco se puede hacer con los dedos y las redes destrozadas.
Inmor(t)al
Nada como verte en un video porno (amateur)
un espejo gesticulando con total fidelidad (en HD)
eso que uno pensaba irrepetible
Reproducción en masa
de ardores trepidantes en alcoba/cuarto de hotel/automóvil/baño público: estudio de filmación
Chaquetas
que uno disfruta más viéndose a sí mismo
erguido (perdido) como un Dios ciego
¿Quién dice que algo muere si puedo verlo en las caps y fotos extra
si lo puedo adelantar/rebobinar a(l) placer.
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