René Rubí Cordoví
(La Habana, Cuba 1966) Licenciado en Educación Musical. Estudia actualmente en Texas A & M University un programa de doctorado en Estudios Hispánicos. Trabajó en Radio Metropolitana en La Habana como especialista de música y escritor de programas culturales. Ha presentado sus investigaciones en el campo de Estudios Africanos en diferentes conferencias en instituciones cubanas y en Estados Unidos (Universidad de La Habana, Centro Cultural de España, Universidad de Texas Tech, Lubbock y Texas A & M University) Premio de Poesía de la Ciudad “Luis Rogelio Nogueras”, año 2000. Ha publicado Rostro, todos los arpegios. (Poesía. Edit. Extramuros 2001), En el cuerno de caoba, (Poesía. Ediciones Unión 2014) y La casa por dentro (Editorial Silueta, 2015),
Otros textos suyos aparecen en Revistas Unión, Alma Mater, Vitral.
1
Tenía el cuerpo molido,
dolor y sombra en el alma.
F. M. Dostoyevski
¿Cómo saber si esto es amargo?,
¿Cómo si duermo ya?
Cansado saludo a la noche,
lento clavicordio
que sueña ser árbol,
ave inquieta, mascarilla.
Sobre Dios trepa la colcha,
su continuidad estalla
y devuelve lo no visto.
Sombras, quietas sombras y esperanza.
5
¡Aunque hable con cariño, le temo!
Pero, ¿por qué le temo?
F. M. Dostoyevski
Mi madre se va poniendo vieja;
la mujer más bella del mundo
surge detrás de mi sombrero
y canta bajito.
¿Con cuál de esos cantos me voy a quedar?,
¿Con cuál bailo?…
Tengo sueño y voy desarmado,
no encuentro el justo camino
que me mostraste,
no encuentro mi casa,
ese simple lugar sin arrugas ni llanto.
Y quiero volver allí;
madre
no temas,
quiero volver, sólo eso.
7
–Pues mira bien.
F. M. Dostoyevski
La niña lo miró largamente,
vieja trastienda,
arañazo.
Acercó un candil a su rostro,
goteaba,
de rojo vestía.
Yo no soy Dios, no soy tu boca.
Amor, amarte no puedo…
La niña lo miró largamente,
abrazóle,
vuélvete cruz, dijo.
9
–¡Ah, eso no puede ser;
este no es sitio!
F. M. Dostoyevski
Un disparo en medio de la sien derecha,
final corroído, callejuela.
Niño blando,
añoranza que se despierta en otra dimensión,
mirada que atraviesa los bosques
salida de tendederas y parques.
Yo no sé cuántas noches,
cuántas lágrimas, Dios.
¿Un hombre puede dejar a sus amigos?,
¿Un hombre debe amanecer descalzo, Dios?
Blando,
como esa nube que refresca,
el cuerpo lejano y sin saludos
el amigo que no responde;
amor,
cuerpo que se levanta, Dios.
11
Los resucitaba el amor,
el corazón de uno encerraba infinitas
fuentes de vida para el corazón del otro.
F. M. Dostoyevski
El paseo por la estacada llega a su fin,
la firme pared termina
y las criaturas quedan unidas sin saberlo.
Mañana saldrá el sol, dijo ella
mañana saldrá el sol, dijeron.
Alguien toma una mano
–rama de milenario abeto–,
alguien sonríe, y amanece.
"La Casa por Dentro" de René Rubí Cordoví
(Editorial Silueta, 2015),
Podría decirse que “La casa por dentro” es un poemario Bildungsroman; de un aprendizaje no sólo literario, también vital. Más que poetizar a la experiencia, René Rubí se auxilia de la poesía para mostrar su realidad, su búsqueda, ese “misterio inmóvil” que el verso oculta.
A semejanza de Raskólnikov, hacha en mano para darle muerte a Usura –viejecilla que lo mismo habla ruso, que está en un poema de Pound o en una olla caribeña, o que tienta al monje budista para sacarlo de sus meditaciones–, René Rubí escribe sus poemas; o para decirlo con mayor exactitud: su Bildungspoema. Letra que profundiza (es hacha), da con el hueso (sonido, palabra, sintaxis), y sigue su descenso/ascenso hasta un claro sonoro (prosodia, musicalidad del pensamiento) donde se siente/sentimos “el aire que entra, el aire que sale”.
Libro travesía donde el poema se lleva en la mochila, a modo de diario: niño que balbucea sus noches, luego hombre que escribe/testimonia, para finalmente ser el poeta (Raskólnikov Zen) que pone en su sitio, una por una, a las palabras. (Pablo de Cuba Soria)
Umbral
Cuando atravesamos el umbral de la casa terminan los miedos,
una voz interna nos anuncia el comienzo por los
[corredores de ese largo camino hacia la luz .
Allí cada nuevo objeto, cada minuto va recobrando vida, cada
sonido es un regreso al templo.
Los trovadores que te acompañan y te enseñan el camino son
alabados por el universo.
Ese duro trabajo, ese pulimento los convierte en Dios...
Afuera quedan los rugidos, el lento babear de la bestia, el
milenario dragón que no quiere ver tu luz,
que ríe con tus ansias y dolores, que se alimenta de tu
[ceguera.
Pero el tiempo responde, y la luz de la galaxia nos toca con su
dedo...
Entonces nos erigimos también en finos trovadores y
[danzamos hacia lo infinito acompañados con la buena suerte
del amor. Paso a paso.
Y ese duro trabajo, ese pulimento nos convierte en Dios.
Zen
Tú que te tiras de los barrancos con alegría,
Milarepa duende,
Tú que viste la luna donde siempre ha estado hermosa Chiyono.
Música son ahora para mi ejercicio, oro puro anidado en las
cañas de bambú.
Sobre los lotos y la profunda flor de los cerezos
les voy haciendo un monasterio, dentro de mí lleno de dicha,
quebrándolo todo con la mejor respuesta:
Yo Soy.
Ancestral
La piedra cruje
en la antigua caverna de los hombres, un haz de luces, de
ceremonias mágicas nos ha bendecido desde esos tiempos hasta
hoy.
Toco la nieve convertida en mar, convertida en luz desde una
autopista lejana, que pasa por miles de rostros, que me anuncia,
que me canta...
¡Cuántos años desde mi isla! y ahora aquí,
–Nasrudin de los caminos– desnudo y aprendiendo, sobre la
marcha aprendiéndolo todo.
Por eso, cuando tú en la intersección me dejas pasar primero, a
mí y a mi descuidado auto sin pintura, yo te saludo, como los
nativos de estas regiones solían hacer, con la palma de la mano
extendida hacia el sol.
Entonces, aunque nadie lo sepa, con ese saludo despierto la
antigua ceremonia, el jardín amurallado, la primera vida.
No hay comentarios:
Publicar un comentario