Esteban Alonso Ramírez
(Heredia, Costa Rica, 1983). Escritor y psicólogo egresado de la Universidad de Costa Rica. Formó parte de los talleres literarios Netzahualcóyotl en Heredia y Libertad Bajo Palabra en San José. Ha incursionado en los géneros de poesía, cuento, ensayo y crónica, además de dar talleres y organizar eventos culturales como miembro de la Asociación Cultural Tangente. Autor del libro de haiku y ensayo Corazón de los días (Ediciones Espiral, San José, 2010), varios de sus textos han sido traducidos y publicados en Italia, México, Estados Unidos y Suecia. Actualmente es colaborador de la revista mexicana Spleen! Journal y su segundo libro, Ser un tercero, está pendiente de publicación.
SENSIBILIDAD
Su rostro indiferente
mira como aldea la Avenida Central.
Un niño sucio
le pide una moneda.
Al llegar al estacionamiento
la chica derrama una lágrima.
Alguien rayó su Mercedes.
SACADO DE LAS AGUAS
Cuando bajó del monte
todos sabían
que él había escrito esas leyes.
Al preguntar
por el resplandor en la cima
todos dijeron
que por cuarenta días
brilló como un sol.
Satisfecho
siguió con la misión
de controlar sus vidas
guiarles por sendas circulares
e instruirles en temores
soberbia
sed de sangre y venganza
para saciar
la extraña justicia
de su dios egoísta.
Riñeron con él
muchas, terribles veces
aunque nunca con esos dramas
pestes o becerros
descritos por los santos mentirosos
que inventarían sus hechos.
Pasaron años (quizá demasiados)
hasta que murió ante la frontera
de su más pesada herencia.
Sonreía, como ellos
rara vez volverían a hacerlo.
El egipcio redentor
dejó promesas
capaces de sostener un dolor perpetuo
y enseñanzas
que harían padecer horrores
a todas las generaciones de la Tierra.
Se aferraron a su recuerdo
sabiendo sólo
que en el desierto
como en la vida
no es mucha la esperanza
pero se sufre lo que haga falta
por quien nos hace olvidar
que al final, tal vez
no haya ninguna.
CINCO HAIKU
I
como los dioses
dos niños se divierten:
aplastan hormigas
II
otro ocaso
mirar su columpio mecerse
esta vez vacío
III
luna llena: hoy
también te miro pleno.
ya menguaremos
IV
desvelado
seguro de que ambos moriremos
saludo al sol
V
aquella brisa
incapaz de hacerse haiku
me atormenta
Saudade
La risa pronta
el rastro verde
de un cartón cuesta abajo
ecos de este primo
del que sólo quedan fotos
el milagro del sol entre las ramas
pasto alto
repetido hasta la inmensidad.
Si no fuera tan fácil
olvidar
lo que es jugar hasta cansarse
que uno puede
morirse de mentiras
o lo breve de las amistades eternas
qué poco me hubiera dolido
el sonido del viento en los cipreses
tan lejos de todos
en esta tarde perfecta
sin mí.
Dejando atrás un museo cerrado
Me gusta el olor de la ciudad
cuando cemento y asfalto
se tiñen apenas de garúa.
Hasta el acre de la orina vieja
brilla distinto.
Las hojas lo parecen más
ahogadas
Ofelias en las raíces
de oscuros príncipes aun llorándolas.
Resbalar agobia menos
la tierra perfuma el humo esencial
la gente apilada
bajo aleros estrechos
multiplica su malestar
esperando a que el milagro
pase pronto.
El plomo de arriba
frena un poco
el tiempo de abajo
que se va por el caño
sin hacer ruido
como el chorrito sucio
corriendo constante
bajo mis pies.
Negación de la metafísica
Hormigas de las negras, menuditas,
han prosperado
entre los restos y platos sucios
que me negué a lavar anteayer.
Transitan ordenadas
una ciudadela de plástico, vidrio,
olores rancios
falsa porcelana.
Las sobras de azúcar y carne
son la promesa
de nuevas generaciones
desfilando y mordiendo
desfilando y mordiendo
como pequeños Sísifos
en cadena.
Entonces el agua
mortandad
un cataclismo
seguido de jabón
y el movimiento
de un dios casi indiferente
urgido de trastes limpios
para morder su desayuno
y salir tranquilo
a desfilar.
Whisky, Joy Division, dos días sin dormir
Es verdad:
Las Muñecas Rusas
son un laberinto recto.
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